A pesar de que en Egipto hay más de 100 pirámides -entre ellas las de Kefren y Micerinos-, y en los países limítrofes casi 60 más, no hay ninguna que se pueda comparar con la de Keops, tanto por sus dimensiones como por toda la mitología que la envuelve. Además, es la única de las 7 maravillas del Mundo Antiguo citada por Antípatro de Sidón en el siglo II a.C. que sigue en pie.
Los precursores
Durante las dos primeras dinastías, en época tinita, los monumentos mortuorios habían sido las mastabas, tumbas de planta rectangular y techumbre plana, construidas a base de bloques de adobe, que con el paso del tiempo fueron aumentando el tamaño. La gran “revolución”, llegó en la III dinastía y el faraón Djoser. Por aquel entonces, el faraón ya no era solo un rey, sino una divinidad más, asimilada a Horus y Osiris, por lo que ayudarle a alcanzar su lugar junto al resto de dioses por medio de la construcción de una tumba adecuada a su condición, aseguraba la prosperidad de todo el país.
La Pirámide Escalonada de Djoser en Sakkara, construida por Imhotep, visir y arquitecto del faraón, introdujo por primera vez el uso de la piedra de forma intensiva, postergando el adobe. Compuesta por seis pisos de planta decreciente, la pirámide escalonada se convertía en una auténtica escalera al cielo mediante la cual el faraón se unía a los dioses en la inmortalidad.
Tras el reinado de Djoser, los sucesivos monarcas dedicaron gran parte de sus esfuerzos y riquezas a la construcción de sus propias pirámides, como una forma de mostrar a sus súbditos su poder y la energía divina que de ellos emanaba. Se levantó así la pirámide de Meidum que fue iniciada por Huny y acabada por Snefru (2613-2598 a.C.); en la planicie de Dashur, 45 kilómetros al norte de Meidum, Snefru levantó dos pirámides más. La primera, la conocida como pirámide romboidal o acodada, representa una forma piramidal de transición. La segunda y última es la conocida como pirámide roja, y se considera la primera pirámide de caras lisas construida en Egipto, y precursora de las de Gizeh.
La gran creación de todos los tiempos
El punto culminante de este proceso no tardaría en llegar con la construcción de la Gran Pirámide de Kheops. El ministro Hemón, primo de Kheops, fue el maestro de obras del faraón, y dirigió la construcción de este grandioso monumento, de colosales dimensiones, edificado con una precisión asombrosa y con los medios más sencillos.
Sobre la construcción de esta magna obra hay gran cantidad de interrogantes que han alimentado a lo largo de la Historia todo tipo de especulaciones, muchas de ellas más cercanas a la fantasía o a la ciencia ficción que a la ciencia real, e incluyendo la de que fueron levantadas por alguna avanzada civilización extraterrestre. Sin embargo, los datos que sí se conocen en torno a estas magnificas construcciones funerarias, son ya de por sí suficientemente sorprendentes, sin necesidad de tener que acudir a teorías esotéricas.
No se sabe con certeza cómo se construyeron las pirámides, ya que no han perdurado documentos de la época que lo describan. Aquí hay varias incertidumbres. Por un lado está el comienzo de la construcción. La teoría más aceptada apunta a un aplanamiento previo del terreno rocoso, y a la excavación de canales que luego se inundaban de agua para poder marcar líneas de nivel con las que se preparaba una superficie horizontal. A continuación se rellenaban los surcos y, una vez construida la cámara subterránea, se comenzaba la edificación.
Otro enigma es el transporte de los grandes bloques de piedra hasta la obra. La mayoría de los bloques de piedra eran cortados en canteras cercanas al lugar de construcción, como la de Tura. Otros eran transportados desde las canteras del sur del país a más de 800 kilómetros de distancia, con ayuda de enormes barcazas y a través de canales.
Hasta ahora se habían barajado muchas hipótesis para resolver el misterio de cómo habían trasladado estas grandes piedras hasta el pie de la pirámide. Recientemente se ha encontrado la respuesta definitiva. Esta ha venido por el descubrimiento del papiro escrito por un capataz en una excavación arqueológica en el puerto de Wadi al-Jafr. El papiro (sin duda el más antiguo jamás encontrado en el mundo), fue escrito por Merer, un jefe de cuadrilla que tenía a sus órdenes a 40 obreros de élite. El texto revela que se construyeron canales artificiales que llegaban a pocos metros de la base de la pirámide.
Por ellos y desde el Nilo se movían los bloques sobre botes de madera cosidos con cuerdas, de los que tiraban los peones, moviendo las rocas con facilidad hasta la zona de su colocación. En el mismo lugar donde se halló el papiro también se encontraron restos de un barco ceremonial y evidencias de un sistema hidráulico. Este descubrimiento encajaría con el del arqueólogo Mark Lehner, cuyo equipo descubrió recientemente un canal escondido debajo de la meseta de Gizeh.
Con respecto a la construcción en sí, el primero en intentar explicar su sistema de construcción fue el griego Heródoto, que viajó a Egipto hacia el año 450 antes de Cristo y que imaginó que gran cantidad de esclavos trasladaron los bloques de piedra hasta el lugar, que fueron izados de un escalón de la pirámide al siguiente con ayuda de algún artilugio.
Otras teorías incluyen desde métodos que no requerirían el uso de rampas (a base de gradas sucesivas y andamios de madera), hasta rampas incrementadas (una gran rampa de arena rectilínea que aumentaba de altura y anchura según crecía la pirámide), pasando por múltiples rampas (las piedras serían levantadas sobre cada hilada para acceder al siguiente nivel), o cilindros de madera (atados a cada lado de las caras del bloque de roca, y unidos por un sistema de cuerdas y nudos, a modo de rodamientos).
La hipótesis más plausible es la que fue avanzada por el egiptólogo estadounidense Dows Dunham (1890-1984), quien apoyándose en distintas evidencias arqueológicas (como relieves con representaciones de trasladado de grandes piedras, columnas o estatuas y otros hallazgos en pirámides inacabadas), argumentó que la clave está en el uso de estas rampas. Sin embargo, las rampas por sí solas no pueden explicar el método empleado para la construcción.
Basada también en la teoría de las rampas, en 2007 el arquitecto francés Jean-Pierre Houdin, después de dieciocho años de estudio, expuso su teoría en la que la pirámide de Kheops se construyó desde adentro hacia afuera, y en la que no sería necesario para su construcción instrumentos de hierro, poleas o ruedas. Hasta una altura de 43 metros, se utilizó una rampa externa tradicional, y sólo una vez completada ésta, se pasó a la siguiente, para la que se construyó la rampa interna en este caso en forma de espiral.
Se trataba de un túnel abierto a distintas alturas por los cuatro vértices de la pirámide de forma que pudieran entrar por ellos los bloques de piedra. Con una inclinación del 7%, una rampa de ese tipo tendría una longitud de algo más de 1,5 kilómetros desde su base hasta cerca de la cima de la pirámide, y los bloques de piedra debieron ser elevados por ella por grupos de ocho a diez hombres. Una vez terminado el grueso de la pirámide, se cerraron las esquinas, pero los túneles de la rampa se siguieron utilizando.
En 1986, unos científicos franceses que realizaron una prueba de microgravedad detectaron una anomalía: la existencia de una estructura menos densa en forma de espiral dentro de la pirámide, lo que de alguna forma apoyaría la teoría de la existencia de una red interna de túneles en espiral.
Los viajeros y las leyendas de la pirámide
La gran pirámide de Gizeh constituye una visión extraordinaria, reforzada por la presencia de sus compañeras menores, levantadas por Kefrén y Micerino. Ni siquiera estas últimas, levantadas posteriormente, alcanzan la perfección de la tumba de Akhet-Khufu (“el horizonte de Kheops”), nombre con el que el propio faraón bautizó a su necrópolis.
La fascinación por los gigantescos monumentos funerarios del Imperio Antiguo Egipcio y sus constructores marcaron la mentalidad de los egipcios en los tiempos posteriores. De hecho, este monumento construido hace más de 4.500 años, nos sigue asombrando y excitando nuestra fantasía y es, sin ninguna duda, el más famoso e impresionante de todo el planeta.
A lo largo de los tiempos, la memoria popular creó leyendas en torno a estos legendarios edificios y sus constructores. Se transmitieron también a aquellos viajeros que, entre curiosos y fascinados, admiraban sus enormes proporciones.
Los griegos fueron los primeros en dejar constancia escrita de sus impresiones sobre Egipto y las pirámides de Gizeh fueron su principal punto de interés. Así, parte de la leyenda negra que persigue al faraón Kheops, se la debemos a Herodoto de Halicarnaso (siglo VI a. C.), quien lo describió como un monarca déspota, malvado y tirano, y padre proxeneta de su propia hija.
El mundo bíblico, a través de la milenaria relación entre los pueblos semíticos y egipcio, atribuyó la construcción de estos monumentos a José, virrey de Egipto, que los habría erigido después de la interpretación de los sueños del faraón, para almacenar el grano recolectado durante los siete años de gran abundancia, en previsión de los siguientes años que serán de escasez.
Las pirámides pasaron a la tradición e imaginería cristianas, convirtiéndose en una de las escalas del peregrinaje hacia Tierra Santa en época medieval y moderna. Los peregrinos recalaban en el área de Menfis y sus alrededores, continuaban hacia el valle de Gosén en el delta del Nilo y la península del Sinaí para llegar finalmente a Jerusalén.
Los musulmanes, que conquistan el valle del Nilo en el siglo VII, verán estás grandiosas edificaciones como maravillas construidas por magos y gigantes para esconder enormes tesoros. Para algunos sabios estas pirámides tenían una finalidad más terrenal, y las entendían como un reflejo de la soberbia y la megalomanía del ser humano.
El califa al-Mamún, en el siglo IX, en busca de los pretendidos tesoros que se escondían en la Gran Pirámide, abrió una vía de acceso en la misma, por la que penetró, pero no encontró ningún tesoro.
Ya desde la época faraónica, pero sobre todo a partir del período romano, estos complejos funerarios fueron utilizados como cantera para obtener bloques de piedra. Un ejemplo de ello es la reconstrucción de El Cairo con caliza de las cubiertas de las pirámides, tras el espantoso terremoto que asoló la ciudad en el siglo XIII.
Poco a poco, empiezan a surgir voces en Europa que, siguiendo la tradición del mundo clásico consideran estas construcciones como monumentos funerarios, erigidos para el descanso de los faraones.
En el siglo XVII se lleva a cabo el primer trabajo racional por el astrónomo y profesor de la Universidad de Oxford, John Greaves (1602-1652), que viaja a Egipto para efectuar mediciones y hacer un estudio riguroso. En el siglo siguiente el interés va creciendo y se realizan expediciones científicas a la meseta de Gizeh con interesantes trabajos de eruditos como Pococke, Norden o Davison.
Pero será a partir de la expedición de Napoleón cuando comenzarán a surgir los primeros trabajos arqueológicos en Egipto, y con ello, cuando se acometan estudios sistemáticos de estos monumentos. El prometedor general Bonaparte, desembarcó en Egipto durante el verano de 1798 con más de treinta mil soldados franceses. Fue en aquella expedición, entre lo militar y lo científico, cuando Europa redescubrió las maravillas del antiguo Egipto. Llevó consigo también una tropa de unos 150 sabios de distintas disciplinas (arqueólogos, geógrafos, historiadores, matemáticos, biólogos, ingenieros, físicos y químicos), encargados de investigar la historia, la naturaleza y la geografía del país del Nilo. El resultado fue la magna obra Description de l´égypte.
Hoy sabemos que tanto la pirámide de Kheops como las de los otros monarcas, no eran simples tumbas, sino un medio para garantizar la inmortalidad del faraón-dios o del dios Ra junto al resto de divinidades.
Algunas curiosidades de la gran pirámide de Kheops
– Las Pirámides de Gizeh poseen una casi perfecta alineación. La disposición de las tres pirámides (en línea recta y siguiendo las tres estrellas del cinturón de Orión, con un desvío en la actualidad de tan solo cuantos grados, pero exacta cuando fueron construidas, y el hecho de que sus caras miren a los puntos cardinales, se debe a que los antiguos egipcios las levantaron tomando como referencia el equinoccio de otoño. Para ello debieron utilizar un instrumento de la época conocido como gnomon (semejante a un reloj solar). Fueron marcando los puntos que iba recorriendo la sombra proyectada por el sol, según iba transcurriendo el equinoccio, hasta acabar trazando un arco perfecto. Posteriormente se unieron dos de esos puntos y trazaron una línea recta, sobre la que levantaron las pirámides.
– El reflejo de las sombras revela con una exactitud cronométrica los puntos esenciales del año solar, dando las fechas exactas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano.
– La base de la pirámide de Kheops es un cuadrilátero de 230 metros de lado, y la mayor diferencia entre cada uno de ellos es de 4 centímetros. Sus cuatro caras triangulares tienen una pendiente de 54º 30´ hasta la cumbre, que estaba a 146,59 metros del suelo, pero se redujo por el robo de piedras a sus actuales 137 m.
– Está construida con unas 170.000 toneladas de piedra caliza, más de 2,3 millones de bloques de piedra con un peso medio de dos toneladas y media por bloque (si bien algunos de ellos llegan a pesar hasta 60 toneladas),
– El área de base es de 53.000 m2, suficiente para contener 20 piscinas olímpicas u ocho campos de fútbol. Para rodearla hay que andar casi un kilómetro y su altura corresponde a un edificio de cuarenta pisos.
– Fue la construcción más alta del mundo hasta que en el siglo XII se erigió el chapitel de la Catedral de Lincoln, en el Reino Unido, con una altura original de 160 metros. Se derrumbaría en 1239, volviendo a ser el edificio más alto hasta la construcción de la Torre de Eiffel en 1889.
– Si tomamos como base los veinte años que (según Heródoto) se tardó en construirla, se habría colocado un bloque cada cuatro minutos, durante las 24 horas del día y sin interrupción durante esos 20 años.
– No fue construida por esclavos, o al menos, no todos los obreros que trabajaron en su construcción eran esclavos. La mayoría eran hombres libres que recibían un salario por su trabajo. En 2010 se descubrió una serie de tumbas de trabajadores junto a las pirámides, algo que nunca habría sido posible si hubieran sido esclavos.
– Su estructura interna no se parece a ninguna de las construidas antes o después, sobre todo porque es la única que posee cámara funeraria en el centro de la masa del edificio, y no a la altura de la base.
– El interior es fascinante: posee tres cámaras principales, dos situadas en el propio interior de la pirámide, actualmente denominadas Cámara del Rey y Cámara de la Reina, y una en el subsuelo, la Cámara Subterránea.
– La denominada “Cámara de la Reina“, que mide 5,23 por 5,76 m y cuenta con un gran nicho en falsa bóveda en su pared este. Sus paredes se alzan en vertical hasta 4,69 m para después continuar en forma de techo a doble vertiente. De hecho, la habitación debe su nombre a este techo, porque allí no fue enterrada ninguna esposa de Kheops, pero como los primeros hombres en la época moderna que la visitaron fueron árabes y las tumbas de sus mujeres tienen tejados a doble vertiente, estos consideraron que estaba destinada a una reina.
– El último elemento de la pirámide es la Cámara funeraria de Kheops, una estancia ubicada 100 m de altura, de granito rojo, de 10,49 m por 5,25 m y una altura de 5,85 m, que se encuentra cubierta por un techo horizontal formado por nueve grandes losas de granito rojo, de alrededor de 45 toneladas cada una. Cerca de la pared occidental de la cámara funeraria se encuentra el sarcófago de piedra, también de granito, cuyas dimensiones (2,27 m de largo por 0,98 m de ancho y 1,051 m de alto) atestiguan que fue introducido en la cámara mientras esta se estaba construyendo.
– A las cámaras se accedía desde el lado norte, por un pasillo descendente, cerrado al final por bloques de granito, y que comunicaba con dos pasadizos, uno ascendente, que desemboca en la Gran Galería, y otro descendente, que llega hasta la cámara subterránea. Este túnel, de casi 90 metros de largo y un metro de ancho, es de una precisión absoluta, y apunta directamente a la estrella Alpha Draconis.
– En el siglo IX, el califa Al-Mamun decidió que quería saber más del monumento y ordenó a sus hombres que excavaran un pasillo hasta el centro de la pirámide, cosa que consiguieron. El agujero de Al-Mamun, al ser más alto y cómodo que el original, es el utilizado hoy como entrada para los turistas.
– Un ejemplo de los supuestos “misterios” de la Gran Pirámide sería la presencia del número Π en el edificio. Es cierto que, si se divide el perímetro de la pirámide por el doble de su altura se obtiene 3,142. La cifra se parece a pi, pero no lo es. Es una casualidad geométrica, debida al uso del seked de cinco palmos y medio, utilizado por los arquitectos egipcios. El seked era una unidad de medida para comprobar que la inclinación del edificio fuera siempre la adecuada. De hecho, en todas las pirámides que tienen el mismo seked aparece una cifra parecida a Pi.
– A pesar de que el acceso a las estancias superiores quedó cerrado por bloques de granito tras el entierro de Kheops, los trabajadores que ayudaron a cerrarlo desde la gran galería no quedaron atrapados en la pirámide. Se excavó a modo de pasadizo secreto una salida de emergencia, el llamado “pozo de los ladrones“: un corredor casi vertical desde el vestíbulo de la gran galería hasta la entrada a la cámara subterránea. Desde ese lugar, los obreros solo tenían que subir por el túnel descendente para salir de la pirámide. Su entrada quedó sellada inmediatamente después, para ser luego cubierta y disimulada tras un bloque del revestimiento.
– De cada cámara real parten dos estrechos conductos inclinados a los que se han denominado “canales de ventilación” (ya que actualmente se utilizan para ventilar la habitación mediante impulsores eléctricos), cuya función original se desconoce.
– En el interior de las pirámides, la temperatura permanece constante, en torno a los 20 grados centígrados. Y en las paredes no hay jeroglíficos.
– En una calurosa noche del 12 de agosto de 1799, sin que hayan trascendido más detalles, Napoleón hizo noche en el interior de la Pirámide de Kheops. Su séquito habitual y un religioso musulmán le acompañaron con antorchas, a través de los laberínticos pasadizos del interior, hasta la Cámara del Rey. El general corso pasó siete horas en la más absoluta soledad. Justo al amanecer, salió de la pirámide, pálido y asustado. A las preguntas de inquietud de sus hombres de confianza sobre lo que dentro había ocurrido, Napoleón respondió con un enigmático: “Aunque os lo contara no me ibais a creer”. No sabemos qué puso sentir en esas siete horas el joven general, pero parece claro que esa experiencia lo marcó para el resto de sus días.
– Al parecer, Napoleón pretendía emular a otros dos grandes estrategas militares que también decidieron vivir esta experiencia: Alejandro Magno y Julio César, con el objetivo de buscarse a sí mismos. O quizás para recibir una especie de revelación mística o iniciática vinculada al simbolismo de las pirámides.
– Es la única superviviente de las célebres Siete Maravillas del Mundo Antiguo, citada por Antípatro de Sidón en el año 125 a.C.; las pirámides de Khefrén y Micerinos no están incluidas en estas maravillas antiguas.
– Sus lados se orientan hacia los cuatro puntos cardinales, de modo que el reflejo de las sombras revela con una exactitud cronométrica los puntos esenciales del año solar, dando las fechas exactas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano.
– Un equipo internacional de arqueólogos dirigido por el japonés Kunihiro Morishima, de la Universidad de Nagoya, utilizó muones (partículas elementales masivas de alta energía generadas cuando los rayos cósmicos colisionan con nuestra atmósfera) para explorar el interior de la Gran Pirámide desde 2015. Los muones se producen cuando los rayos cósmicos colisionan con los núcleos de los átomos en la atmósfera superior. Estos muones penetran en la roca y son absorbidos a diferentes velocidades dependiendo de la densidad de la piedra que encuentren. Esto ha permitido descubrir un “gran espacio vacío” que había permanecido oculto tras los espesos muros de la edificación. En estos espacios vacíos pueden haber figuras, estatuas, papiros, o estar completamente vacíos. En otras pirámides como las de como la de Meidum, del faraón Snofru, padre de Keops, esas cavidades tienen una función de descarga, pero también ritual. Los arqueólogos ya estudian la manera de acceder a esta cavidad y qué objetos podrían encontrar (si es que hay alguno).
– Dos años después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, el arqueólogo Howard Carter visitó España invitado por el duque de Alba para que expusiera sus investigaciones en Madrid, en unas conferencias que fueron seguidas con enorme interés. El egiptólogo pensaba que la momia de Tutankamón debía de ser enterrada de nuevo una vez estudiada, y propuso utilizar la gran pirámide de Gizah como sepultura, no solo de la de Tutankamón, sino a todas las de los faraones que se encuentran en los museos: “una cosa es no privar a la Historia y al arte de los datos interesante y de las bellas obras inútilmente almacenadas bajo la tierra, y otra, el respeto a los muertos, por lejanos que estén de nosotros”.
Experiencias únicas durante nuestro viaje a EGIPTO con VAGAMUNDOS:
– Disfrutar de una experiencia única acompañados por dos de los mejores guías egiptólogos del país, como son Ahmed Abbas y Khaled Mohedin, que nos dará la posibilidad de conocer los monumentos más importantes de Egipto y su historia, en lo que será un fascinante viaje en el tiempo.
– Pasear por LUXOR, el lugar con mayor cantidad de monumentos antiguos del país, como los templos de Karnak y Luxor, o ya en la orilla occidental, en el Valle de los Reyes, penetrar en los secretos de las tumbas de sus faraones, y templos como el de Deir el-Bahari que hizo construir la reina Hatshepsut.
– A través de un paisaje que no ha cambiado mucho desde tiempos de los faraones, visitar uno de los lugares más sagrados del país, el Templo de Abidos.
– Disfrutar de un CRUCERO POR EL NILO en una de las experiencias más emocionantes y románticas del mundo, que nos permitirá apreciar la belleza del paisaje y visitar algunos de los templos más importantes como Edfú o Kom Ombo.
– Presenciar una bellísima puesta de sol en ASUáN, la ciudad más meridional del país y puerta de entrada a Nubia, con el templo de Philae, uno de los lugares más mágicos de Egipto.
– Navegar en faluca por el Nilo presenciando escenas que no han variado desde hace siglos.
– Visitar el poblado nubio de Gharb Soheil, donde descubriremos la vida cotidiana del pueblo más auténtico de Egipto, y cuya singular belleza parece encerrar todo el misterio del Antiguo Egipto.
– Llegar hasta ABU SIMBEL, y contemplar los dos extraordinarios templos, el de Ramsés II y el de su esposa Nefertari, después de que fueran reubicados, piedra a piedra, en su emplazamiento actual para protegerlos por la subida de nivel del agua por la construcción de la presa de Asuán.
– Navegar, durante un SEGUNDO CRUCERO por el LAGO NASSER, en una atmósfera de silencio y recogimiento, experimentando la misma sensación que debieron sentir los descubridores por primera vez.
– Cuatro noches en EL CAIRO, dan para mucho, aquí tiene cabida: El Cairo musulmán con sus mezquitas medievales, y El Cairo Copto, con sus iglesias ortodoxas; Menfis, la mayor ciudad del Egipto faraónico y capital de las primeras dinastías; la necrópolis de Sakkara, con la Pirámide escalonada de Zoser Y las bellas mastabas. Y claro, también aprovechar el tiempo de las compras en el mercado de Khan El Khalili.
– ¡¡¡Cómo nos vamos a olvidar de la meseta de Gizeh, con las inconcebibles pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos y la enigmática Esfinge!!!
– Y después de las Pirámides, el Gran Museo Egipcio de Giza que se encuentra a menos de 2 km, con más de 50.000 piezas escogidas, entre las que se encuentran todas las halladas en la tumba de Tutankamón, así como algunos de los sarcófagos descubiertos recientemente en Sakkara, en el hallazgo más importante de los últimos años.
– Una buena despedida del país es visitar ALEJANDRíA, ciudad fundada por Alejandro Magno, que fuera centro cultural del Mundo Antiguo, con su histórica biblioteca, y que hoy es una bonita y tranquila urbe mediterránea, que todavía conserva restos como las catacumbas de Kom ash-Shuqqafa, del s. II, la necrópolis grecorromana más grande de Egipto, o la columna de Pompeyo, que formaba parte del Serapeum, el tempo dedicado a Serapis. También es digno de contemplar la nueva Biblioteca de Alejandría, con su fachada circular elaborada con granito de Asuán.
Artículo elaborado por Eugenio del Río