La mayoría de los dioses del Antiguo Egipto comenzaron siendo divinidades locales predinásticas que, posteriormente, al desarrollarse política y económicamente el Estado, terminaron por popularizarse por todo el territorio. Una vez establecida la dinastía faraónica, algunos de estos dioses fueron adquiriendo una mayor importancia, y al hacerlo se adjudicaron características de otras divinidades, como es el caso de Osiris, que comenzó siendo una divinidad vegetal y que evolucionó hasta convertirse en el dios de los muertos, asimilando las características de otros dioses.
Cuando una población o nomo (provincia), adquiría preeminencia, su dios tutelar se convertía en una deidad nacional y su cosmogonía pasaba a ser conocida por todos. Amón, por ejemplo, hasta el Imperio Medio había sido una simple divinidad del Alto Egipto, pero al ser el dios tutelar del linaje de reyes que formó la dinastía XII, adquirió rasgos de otras divinidades populares y paso a ser el dios tutelar de toda la monarquía faraónica. Incluso se llegó a unir con el dios Ra (Re), con objeto de completar su inmenso poder, convirtiéndose en Amón-Ra. A pesar de todo, cada uno de los nomos mantuvo siempre sus deidades protectoras.
En realidad, para los egipcios, un dios era básicamente cualquier cosa a la que decidieran adorar. Durante la época predinástica, divinizaron aquellos fenómenos naturales que les desconcertaban, o infundían temor, aquellos de los que cuales no comprendían la razón de su proceder.
Por otro lado, los animales desempeñaban una función básica en su sistema de creencias. A partir de la observación del entorno del valle del Nilo, con su abundante y variada fauna, los antiguos egipcios adquirieron un gran conocimiento de estos animales que luego traspasaron al ámbito divino. De modo que, todas aquellas propiedades del comportamiento animal que, o bien temían, o bien no podía entender ni explicar, y que a su juicio eran sobrenaturales, las aplicaron a los dioses, representándolos con forma humana aunque manteniendo rasgos zoomorfos: el halcón en el dios Horus; el chacal del desierto, se convierte en un dios protector, guardián de la necrópolis, Anubis; el cocodrilo del Nilo, un peligro constante, en un dios temido, venerado como Sobek en la región de El Fayum; o incluso insectos como el escarabajo Khepri.
Además les atribuyeron pasiones humanas por lo que se les rendía culto dando ofrendas en los templos a cambio de favores solicitados, o recibidos. También se les adjudicaban conceptos humanos como la relación familiar, por lo que se formaron tríadas compuestas por un dios, su esposa y su hijo. Las más importantes fueron las de: Abidos u Osiríaca (Osiris, Isis y Horus), Menfis ( Ptah, Sejmet y Nefertum), Tebas (Amón, Mut y Jonsu), Dendera (Horus de Edfú, Hathor e Ihy), Edfú (Horus Behdety, Hathor y Harsomtus), Elefantina (Jnum, Satis y Anukis), Philae (Osiris, Isis y Harpócrates) y Kom Ombo, donde encontramos dos triadas de la época ptolemaica (Sobek, Hathor y Jonsuhor; Haroeris, Tasenetnofret y Panebtaui).
También estaban las enéadas (en egipcio Pesdyet), que designaba grupos de 9 divinidades unidas, normalmente, por lazos familiares y relacionados todos ellos con la creación. Por ello estaban formadas por los dioses más antiguos del panteón egipcio. En la Enéada se pueden distinguir los tres principios que forman la creación en sí misma: principio creador o vida del Cosmos (Atum-Ra, Shu, Tefnut), cosmos ordenado o vida de la Naturaleza (Geb, Nut) y orden político o vida del Hombre (Osíris, Isis, Seth, Neftis). La más importante fue la de Heliópolis, llamada Gran Eneada, estaba compuesta por Ra (Atum), Shu, Nut, Isis, Seth, Tefnut, Geb, Osiris y Neftis. En general, todas las enéadas se subordinaban siempre al dios local y se mantenía al resto de los dioses tal y como estaban.
A continuación resumimos las principales divinidades del panteón egipcio (ordenadas alfabéticamente):
AMMIT: la “devoradora de los muertos”, una divinidad compuesta de cabeza de cocodrilo, melena y mitad superior de leona y mitad inferior de hipopótamo, que devoraba el corazón del fallecido si no era considerado “Justo de Voz”, esto es, puro, en el Juicio de Osiris, perdiendo su condición de inmortal. Durante el juicio se mantiene sentada y expectante bajo los platos de la balanza en la sala de las 2 verdades.
AMóN: su nombre significa “el oculto” y representa los poderes invisibles del universo. Fue dios principal de Tebas. Amón era una divinidad relacionada con el aire y el viento, en ocasiones con la fecundidad, pero pasó a ser considerado el “rey de los dioses, Señor de los Tronos del Doble País”. Ese salto de categoría debió de ser una determinación política con la que la monarquía se dotó de un dios todopoderoso, respetado por todos, a partir de la dinastía XII. Le permitió sincretizarse con todo tipo de divinidades ya existentes y hasta entonces más importantes (como Ra, dios del sol, que dio lugar a Amón-Ra, o Min, dios de la fertilidad, que se convirtió en Amon-Min). Podía manifestarse como carnero u oca. Se le reconoce por su tocado, una corona con dos altas plumas. A veces tiene el cuerpo azul, como señor del aire que da la vida.
ANUBIS: era el dios de la momificación y de los momificadores, guardián de las tumbas y de las puertas del Más Allá. Separa lo puro de lo impuro, supervisa los ritos de la momificación, conduce al difunto al otro mundo. Su cabeza era la de un chacal sobre un cuerpo de hombre y la piel negra. Fue el principal dios funerario egipcio hasta ser reemplazado por Osiris. También se le considera la personificación del solsticio de verano como Upuaut lo es del de invierno.
APIS: representado bajo la imagen del toro sagrado, fue un dios solar de la fertilidad, y, posteriormente, funerario. Adorado desde el Dinástico Temprano en Menfis, desde el Imperio Nuevo se le consideraba el representante de Ptah y de Osiris. Por ello, llegó a considerarse una de los integrantes del panteón de dioses egipcios asociados con la muerte.
APOPIS: Serpiente que vivía en las aguas de Nun (el “océano primordial” en la mitología egipcia, elemento común en todas las cosmogonías del Antiguo Egipto) también llamado “Nilo Celeste”. Era un ser demoníaco y maléfico y una constante amenaza al orden establecido. Representa el mal y la parte más oscura de la noche que tenía que vencer Ra. Es el enemigo de los muertos en su viaje al Más Allá, y amenazaba con hundir la barca de Ra.
ATóN: el disco solar. Su culto data del Imperio Antiguo, de una ciudad próxima a Heliópolis. Era un dios secundario hasta que comenzó a crecer en importancia durante el reinado de Tutmosis IV (el octavo faraón de la dinastía XVIII). para terminar convertido en dios dinástico durante el reinado de Amenofis IV o Akhenatón (el décimo faraón de la dinastía XVIII) que prohibió el culto al resto dioses. Aunque fue impuesto como único dios, los egipcios nunca abandonaron el culto a sus antiguos dioses, salvo en la nueva capital, Akhetaton. En los primeros tiempos de Akhenatón se le representó como hombre con cabeza de halcón, como Ra-Horajti, pero después fue sólo un disco solar con un círculo luminoso del que se desprendían unos rayos con manos, que se extienden sobre todos los seres vivos.
ATUM: dios del sol en el atardecer, es una de las manifestaciones de Ra; piloto de la embarcación solar durante la noche, según la cosmogonía heliopolitana surgió del Nun, el “océano primigenio”, creándose a sí mismo mediante su conciencia. Su nombre significa “El que es total”, “El que no es aún”, “El que es y el que no es”. Se le representa bajo la forma del faraón llevando la doble corona. Su morada era una gruta donde residía en forma de anguila, y estaba situada en la sexta morada del Paraíso egipcio.
BASTET: diosa felina del placer y protectora ante los espíritus malignos. Originada en Bubastis (capital del XVIII nomo del Bajo Egipto en la zona oriental del delta del Nilo), ya desde la IV dinastía aparecen restos de su culto. Era protectora de los gatos y, por lo tanto, enemiga de las serpientes, sobre todo de Apopis a la que ataca con sus garras protegiendo a su padre Atumo. Los griegos la identificaron con Artemisa.
BES: representado a menudo en épocas tardías, Bes es un enano de grandes mofletes y barba poblada, bromista, gran aficionado a la música, la danza y la magia. Al parecer su origen está en el sur, ya que se le llama “Señor de Punt”, y “Señor de Nubia”. Es representado siempre de forma frontal y con una espada o cuchillo. Bajo su grotesca apariencia, es también “el Iniciador” el que conduce a los seres justos hacia un nuevo nacimiento. Esta es, además, la razón por la que actúa como protector durante el parto, tanto para la mujer embarazada como para el recién nacido. También era protector del matrimonio y el hogar, y cuidaba los aspectos relacionados con el amor.
GUEB: hijo de Shu y Tefnut y esposo de Nut, era el dios las plantas, de todas las criaturas y de la Tierra, a la que sostiene físicamente. Representaba el principio de fertilidad y vida. En los primeros tiempos era sólo un dios local, adorado como ave acuática (una oca). Se desconoce su lugar de origen, aunque su sede parece haber sido Heliópolis donde, con su pareja Nut produjo el Gran Huevo del que surgió el dios Sol bajo la forma de un Fénix. De ahí su sobrenombre “el Gran Cacareador”. Representado habitualmente como un ganso, será el padre del resto de los miembros de la enéada heliopolitana Osiris, Isis, Seth y Neftis.
HAPY: “Primigenio de la Tierra”, era un dios andrógino de florecientes mamas y vientre redondeado, con papiros en la cabeza, que personificaba la crecida benéfica del Nilo. Llevaba una bandeja de ofrendas, que representaba los bienes que la crecida anual aportaba a Egipto; también podía llevar dos vasos que representaban a los dos Nilos. Su importancia fue tal que durante el Imperio Medio se le dedicó el bello “Himno a Hapy”.
HATHOR: poseía los títulos de “Diosa Madre”, “la Morada de Horus”, “Señora del Oeste””Señora de la Tierra Sagrada” y “Señora de Todo”. A menudo representada como una mujer con orejas de vaca y la cabeza coronada por un par de cuernos entre los que brilla el sol, es la más hermosa de las diosas: soberana del amor, de la música, del sexo, de la alegría y de la embriaguez. Tenía consagrado el sistro (instrumento musical antiguo, con forma de aro o de herradura, que contiene platillos metálicos insertados en unas varillas, y se hace sonar agitándolo) que le sirve como emblema. El sistro tenía el poder de ahuyentar los males y los maleficios y se empleaba frecuentemente en las fiestas. De origen muy antiguo, está vinculada a la realeza. Se encontraba con el difunto a la entrada del inframundo, era la protectora de la mujer y en ocasiones considerada esposa de Horus.
HERAKHTY (Ra Herakhty): combinación de las manifestaciones de Ra y Horus; dios de la mañana, es representado con cabeza de halcón. El nombre de Herakhty ensalzaba el poder de Ra. Representaba el sol en su cenit simbolizando su fuerza. Es también patrono de la clase gobernante y de la monarquía, y la forma más común de Ra adorada en el Imperio Medio.
HORUS: representado por un halcón, lleva la doble corona. Era el dios del cielo y el protector y guía de las almas en el inframundo y de de la realeza. Los monarcas eran vistos como la encarnación de Horus, que se personifica en cada faraón y protege a la realeza en su aspecto divino. Existen tres Horus: el Horus cósmico, “el Lejano”, el dios de penetrante mirada cuyos ojos son el sol y la luna; el Horus propio de cada faraón; y el Horus hijo de Isis, que se encarga de vengar a su padre asesinado por Seth. Se trata siempre del mismo dios con distintos aspectos. Es el dios tutelar de Hieracómpolis (la capital del Alto Egipto en el periodo predinástico y de donde partió Narmer para lograr la unificación de las Dos Tierras).
IMHOTEP: su nombre significa “el que viene en paz” y fue el más grande erudito del Egipto Antiguo. Un sabio que dominó la medicina, astronomía y fue el primer arquitecto e ingeniero conocido de la historia. Sumo sacerdote de Heliópolis, fue el más alto funcionario del faraón Necherjet Dyeser (Djoser), en la III dinastía. Diseñó la Pirámide escalonada de Sakkara, durante la dinastía III. Fue tan grande su influencia que fue elevado al rango de Dios de la medicina, de la ciencia y de la magia. Se le representaba sentado, como a los escribas, con un papiro desplegado sobre sus rodillas. Fue muy importante en tiempos grecorromanos. Frecuentemente es asociado con Thot.
ISIS: madre de Horus y esposa de Osiris, es el arquetipo de la esposa amante y madre devota, protegía de los peligros y curaba enfermedades. Es la madre por excelencia, llena de sabiduría. Isis es fuente de vida, madre que conoce el secreto de la resurrección, nada ocurre sin su consentimiento. Ella manda a los dioses, da su lugar a las estrellas, expulsa con sus palabras a los demonios. Todo lleva su sello, tanto en el cielo como en la tierra Es representada como una figura femenina con vestido largo y coronada por un jeroglífico utilizado para la palabra “trono”. Isis siempre iba acompañada de siete escorpiones como protección. Conocida como “La Gran Maga”, por haber recompuesto el cadáver de Osiris y procreado con él y por haber creado, mediante magia, la primera cobra y usado su veneno para forzar a Ra a confesar su nombre secreto, ya que el conocimiento de este nombre le daba poder sobre Ra, y podrá curar también las enfermedades de los dioses.
Su culto se difundió por todo el mundo mediterráneo. Al ser absorbida la cultura helenística por los romanos en el siglo I a.C., el culto a Isis pasó a formar parte del ideario religioso romano, siendo difundidos sus misterios por toda la cuenca mediterránea. Sus muchos seguidores fomentaron una serie de fiestas propias como la Navigium Isidis, que tenía lugar en la primera luna llena después del equinoccio de primavera. También se celebraban ceremonias de iniciación parecidas a las de otros cultos mistéricos grecorromanos. Para sus devotos, Isis englobaba todos los poderes divinos femeninos del mundo.
Con el ascenso del cristianismo en los siglos IV y V d.C., su culto fue perdiendo fuerza, pero pudo haber tenido influencias en las creencias cristianas, como con la veneración a María, aunque sobre esto hay mucho debate. Actualmente, las manifestaciones de Isis en Occidente quedan reducidas al esoterismo.
KHEPER: símbolo de la vida eterna, es la manifestación del sol al amanecer; era la imagen de la constante transformación de la existencia en la mitología egipcia. Su nombre significa “El que llega a ser (por sí mismo)”, es decir, un dios que se creó a sí mismo. Fue representado como un escarabajo empujando al disco solar por el cielo. Para los egipcios los escarabajos se autocreaban, de ahí que se le representara de esa forma.
KHNUM: dios con cabeza de carnero. Es el alfarero divino que modela en su torno a dioses y hombres a partir de la arcilla. Reinando en la región de Elefantina, (isla en el río Nilo, contigua a la primera catarata, frente a la ciudad de Asuán), él es quien desata la crecida; por eso se le representaba con agua fluyendo de sus manos y llevando una jarra sobre su cabeza y recibía el título de “Señor de la catarata”. En Esna (antigua Iunyt, la capital del nomo III del Alto Egipto) se creía que había modelado el huevo primordial de donde salió el sol al comienzo del mundo.
Experiencias únicas durante nuestro viaje a EGIPTO con VAGAMUNDOS:
– Disfrutar de una experiencia única acompañados por dos de los mejores guías egiptólogos del país, como son Ahmed Abbas y Khaled Mohedin, que nos dará la posibilidad de conocer los monumentos más importantes de Egipto y su historia, en lo que será un fascinante viaje en el tiempo.
– Pasear por LUXOR, el lugar con mayor cantidad de monumentos antiguos del país, como los templos de Karnak y Luxor, o ya en la orilla occidental, en el Valle de los Reyes, penetrar en los secretos de las tumbas de sus faraones, y templos como el de Deir el-Bahari que hizo construir la reina Hatshepsut.
– A través de un paisaje que no ha cambiado mucho desde tiempos de los faraones, visitar uno de los lugares más sagrados del país, el Templo de Abidos.
– Disfrutar de un CRUCERO POR EL NILO en una de las experiencias más emocionantes y románticas del mundo, que nos permitirá apreciar la belleza del paisaje y visitar algunos de los templos más importantes como Edfú o Kom Ombo.
– Presenciar una bellísima puesta de sol en ASUáN, la ciudad más meridional del país y puerta de entrada a Nubia, con el templo de Philae, uno de los lugares más mágicos de Egipto.
– Navegar en faluca por el Nilo presenciando escenas que no han variado desde hace siglos.
– Visitar el poblado nubio de Gharb Soheil, donde descubriremos la vida cotidiana del pueblo más auténtico de Egipto, y cuya singular belleza parece encerrar todo el misterio del Antiguo Egipto.
– Llegar hasta ABU SIMBEL, y contemplar los dos extraordinarios templos, el de Ramsés II y el de su esposa Nefertari, después de que fueran reubicados, piedra a piedra, en su emplazamiento actual para protegerlos por la subida de nivel del agua por la construcción de la presa de Asuán.
– Navegar, durante un SEGUNDO CRUCERO por el LAGO NASSER, en una atmósfera de silencio y recogimiento, experimentando la misma sensación que debieron sentir los descubridores por primera vez.
– Cuatro noches en EL CAIRO, dan para mucho, aquí tiene cabida: El Cairo musulmán con sus mezquitas medievales, y El Cairo Copto, con sus iglesias ortodoxas; Menfis, la mayor ciudad del Egipto faraónico y capital de las primeras dinastías; la necrópolis de Sakkara, con la Pirámide escalonada de Zoser Y las bellas mastabas. Y claro, también aprovechar el tiempo de las compras en el mercado de Khan El Khalili.
– ¡¡¡Cómo nos vamos a olvidar de la meseta de Gizeh, con las inconcebibles pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos y la enigmática Esfinge!!!
– Y después de las Pirámides, el Gran Museo Egipcio de Giza que se encuentra a menos de 2 km, con más de 50.000 piezas escogidas, entre las que se encuentran todas las halladas en la tumba de Tutankamón, así como algunos de los sarcófagos descubiertos recientemente en Sakkara, en el hallazgo más importante de los últimos años.
– Una buena despedida del país es visitar ALEJANDRíA, ciudad fundada por Alejandro Magno, que fuera centro cultural del Mundo Antiguo, con su histórica biblioteca, y que hoy es una bonita y tranquila urbe mediterránea, que todavía conserva restos como las catacumbas de Kom ash-Shuqqafa, del s. II, la necrópolis grecorromana más grande de Egipto, o la columna de Pompeyo, que formaba parte del Serapeum, el tempo dedicado a Serapis. También es digno de contemplar la nueva Biblioteca de Alejandría, con su fachada circular elaborada con granito de Asuán.
Artículo elaborado por Eugenio del Río