Según los brasileños, Dios creó el mundo en seis días y el séptimo se dedicó a Río de Janeiro. Famosa por su magnífico telón de fondo con las montañas boscosas levantándose en el horizonte, los peñascos rocosos donde apenas vive nadie, un mar azul con islas por doquier. Llama la atención por encima de esta maravillosa ciudad el Cristo Redentor en el pico de Corcovado, la cónica Päo de Açúcar -montaña del Pan de Azúcar-, donde las vistas son mucho más que exhuberantes, amén del bullicioso lugar de recreo en la playa que se extiende más de 220 kilómetros a la costa sudoeste de la bahía de Guanabara.
Durante décadas, una de las imágenes que más se ha extendido de Río de Janeiro es la referente a las bellezas ligeras de ropa en la playa de Copacabana, que se extiende hasta Ipanema, donde tienen lugar las puestas de sol más hermosas del mundo. Sin olvidar su célebre carnaval, una de las principales razones por las que esta ciudad es visitada, pues son los más famosos del mundo. Dura dos semanas y la ciudad es tomada por un río de gente vestida con plumas, abalorios, sombreros y muy, muy poca ropa. Las calles son un hervidero de desfiles, donde la samba es la protagonista y consiguen reunir a miles de personas en cada rincón de la ciudad. Se trata de una experiencia inolvidable. Río de Janeiro es una de las ciudades más dinámicas del mundo, con un especial encanto, mezcla de cultura, arte y color. De hecho es conocida como «cidade maravilhosa» -ciudad maravillosa- y no es la capital de Brasil, como muchos erróneamente piensan, honor que corresponde a Brasilia.
Está dividida en cuatro zonas: Zona Sul -zona sur-, en la que se ubican Copacabana e Ipanema, algunos de los barrios más pudientes y exclusivos y la mayor parte de la actividad turística de la ciudad. Zona Centro, donde encontramos Santa Teresa, centro financiero y de negocios de Río de Janeiro, donde podremos ver muchos edificios históricos. Zona Norte, donde veremos el impresionante estadio de Maracaná y la Zona Oeste, con la Barra da Tijuca, famoso por sus playas.
Los habitantes de Río de Janeiro son conocidos como cariocas y destacan por su carácter desenfadado, amistoso y acogedor. Río de Janeiro también es famosa por su arquitectura, con sus edificios históricos que forman parte del paisaje urbano. Y nos referimos a históricos porque son edificios con bastante antigüedad, como por ejemplo el monasterio de San Benito -1663-, Paco Imperial -1743- o el Acueducto de Lapa -1750-.
Y llegamos a uno de los lugares emblemáticos y mundialmente conocidos de Río de Janeiro en general y de la ciudad de Corcovado en particular, una montaña con una de sus caras de granido, terminada en su cúspide por la estatua del Cristo Redentor, de 30,5 metros de altura desde su pedestal, que mide 6 metros. Se llega a dicha estatua desde un tren cremallera, que fue construido en 1885, o bien por una carretera muy sinuosa. Desde la cima se tiene el privilegio de poder observar una vista única de la ciudad.
El segundo montículo famoso es la montaña del Pan de Azúcar, igual de llamativa. Está formada por un gigantesco bloque de granito a la entrada de la bahía Guanabara. Desde lo alto -unos 400 metros- se puede ver toda la ciudad, además de la mayoría de playas y el océano Atlántico. Se sube tomando un funicular que cubre 1.300 metros. Ni que decir tiene que las puestas de sol son un espectáculo que nadie debería perderse.