Día 4: KUMBAKONAM – DARASSURAM – TANJORE – TRICHY
Desayuno en el hotel. Partimos hacia Darasuram, que se encuentra a 4 km de Kumbakonam, y donde visitaremos el Templo de Airavateswara (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987), edificado por el rey chola Rajanaja II, en el s. XII, y consagrado a Shiva, aquí conocido como Airavateswara. La leyenda cuenta que Airavata (el elefante blanco de Indra, dios de los cielos), sufría una maldición del sabio Durvasa que cambió el color de su piel; al bañarse en las aguas sagradas del templo recuperó su color original. A continuación, oró a Shiva en este lugar. El templo posee cuatro alturas, y se compone de un sanctasanctórum y de tres salas, entre las que destaca la concebida como una carroza de piedra tirada por caballos. Los muros exteriores presentan bonitos zócalos y relieves de músicos, bailarines y acróbatas, junto a escenas del Periya Pruanam, un tratado tamil sobre los 63 poetas santos shaivitas, los Naysnnar. Las columnas delanteras están generosamente revestidas de esculturas en miniatura y hay una representación de Shiva en su encarnación como Kankalamurti, el “Mendicante”. En este caso se trata de un templo arqueológico no vivo, con lo que permanece en su estado original.
Partimos en dirección a Tanjore (Thanjavur), que se encuentra a 40 km, en un recorrido que nos llevará algo más de una hora. La ciudad, con una larga tradición cultural y musical, se asienta en el delta del río Kaveri, una región apodada “el cuenco de arroz de Tamil Nadu”. Produce, además coco, frijol y maíz. Dominó durante mil años la historia política de la región (entre los siglos IX y XIX), siendo capital de tres poderosas dinastías (Chola, Nayaka y Marahta). Almuerzo en restaurante local.
Visitaremos el Templo Brihadishwara (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987), monumental templo de granito construido por Raharaha Chola I en el año 1010 como símbolo del poder chola, en el más puro y exquisito estilo drávida. Sin duda, una de las grandes obras maestras de la arquitectura Chola. Consagrado a Shiva, se encuentra en el interior de un gran recinto amurallado (270 por 140 m.) al que se accede por una puerta torreada. Entre las pinturas murales del recinto, hay que destacar las bailarinas celestiales que decoran el interior, además de distintos episodios shivaicos. Entre las esculturas, distintas divinidades del panteón hindú, como los altorrelieves de Vishnú, Lakshmi, y Ganesha o de las múltiples advocaciones de Shiva; una enorme escultura del toro Nandi Mandapa de 6 m de largo, tallada a partir de un único bloque de granito de 25 toneladas, así como una serie de templos secundarios. Pero lo que realmente llama la atención es el espectacular vimana (cubierta torreada drávida) de 16 pisos y 66 metros, de forma piramida,l que parten de una base cuadrada de 30 m de lado. La cima está cubierta con una piedra de 80 toneladas, cuya ubicación y traslado sigue siendo un enigma. Todos los edificios se construyeron en sillares de granito perfectamente labrados y ensamblados sin ningún tipo de hormigón. Este templo es una de las principales joyas del arte indio, tanto por su sorprendente audacia en las proporciones arquitectónicas como por la admirable minuciosidad en el detalle decorativo. Es atendido diariamente por 400 devadasi (sirvientes de dios) además de por una caterva de brahmanes, músicos y danzantes; antiguamente funcionaba también como un auténtico banco cuyos depósitos contenían enormes cantidades de oro, plata y piedras preciosas, que financiaban empresas comerciales.
Nos dirigiremos al Palacio Real, construido en el s. XVI, donde está instalada desde 1951 el Rajaraja Museum and Art Gallery, que cuenta con una importante colección de esculturas de bronces que abarcan desde el siglo VII al XX. En las mismas, podremos admirar el estilo de vida indio temprano, sus ropas, ornamentos e incluso los peinados. Hay que destacar, por lo curiosa, la figura Enthol Mukkan Emman, una representación de Shiva como demonio, en la que se muestra sin ropa, con dos serpientes alrededor de su cintura, y con sus afilados dientes saliendo de su boca. Se dice que es la única estatua que se ha encontrado con una representación diabólica de Shiva. También es importante la imagen de Shiva como Bhikshatana Murti, donde el dios aparece como un mendigo, vestido con unas sandalias de madera, joyas y nuevamente con una serpiente envuelta alrededor de su cintura y acompañado por un ciervo. Se dice que Brahma, el antiguo dios de la creación, deseó a su propia hija. Enfadado, Shiva lo golpeó, cortándole una de sus cinco cabezas, y este cráneo de la cabeza de Brahma se adhiere a la palma de Shiva, como un cuenco de mendicidad. Shiva se convierte en una mendicante, yendo de un lugar a otro, como Lady Macbeth tratando de deshacerse de la mancha del asesinato. Solo cuando se baña en el río Ganges en Benarés es absuelto del “pecado” de asesinar a un brahmán y un Dios. Por ese motivo el Ganges en Benarés es sagrado para los hindúes, y se reúnen allí por miles para darse un chapuzón y ser absueltos del pecado, e incluso para morir y terminar el ciclo de renacimiento en vidas de pecado y miseria. En esta escultura, el rostro de Shiva es austero y serio, y su cabello es salvaje y está lleno de símbolos de su poder: la luna creciente, el cráneo, la flor de datura y la serpiente, porque es conquistador del Tiempo y la Muerte. También hay que destacar una excelente colección de monedas antiguas, algunas de ellas de hace más de 2000 años.
Junto al museo está la Saraswati Mahal Library, una biblioteca de investigación que construyeron los gobernantes marathas. Se trata de una de las bibliotecas de investigación más importantes de la India, un auténtico monumento al conocimiento universal, y constituye el mayor legado del erudito Serfoji II (1777-1832), el último gobernante de la dinastía Bhonsle (aunque sus descendientes, han logrado prosperar como maharajás titulares de Tanjore hasta nuestros días). En su interior se conservan más de 60.000 manuscritos en hoja de palmera y papel, que incluyen grabados de métodos de tortura china, bocetos de fauna y flora endémicos y tratados sobre Vedanta, gramática, música, danza, teatro, medicina, etc.
Seguimos camino hasta Trichy.
Cena y alojamiento en el Sangam Hotel Tiruchirapalli.
Día 5: TRICHY – KARAIKUDI – MADURAI
Desayuno en el hotel. Situada en la cabecera del fértil delta del Kaveri, la ciudad de Trichy (Tiruchirapalli), toma el nombre del fiero demonio de tres cabezas (tirusira), que consiguió la salvación después de que Shiva acabara con su vida. Su historia está ligada a los diferentes avatares políticos de los pallava, chola, navaka y, finalmente, los británicos. Gran parte de la ciudad actual data de los s. XVIII y XIX, período en el que los británicos levantaron numerosos edificios civiles e iglesias. Su economía es básicamente industrial. Durante el dominio británico, la ciudad era conocida por sus cigarros.
Enclavado en un rocoso peñasco que se eleva 83 m sobre la llanura, se encuentra el Fuerte de la Roca, edificado por los nayaka en el siglo XV. Inicialmente se construyó un templo, y después el fuerte, que presidirá en el s. XVIII las guerras entre ingleses y franceses por el dominio del sur del la India. En la base de la roca se encuentra la enorme piscina del complejo. Encontraremos dos templos principales, el Sri Thayumanaswamy, a medio camino de la cima (con algunos murciélagos dormitando en el techo) y el Sri Vinayaka, en la parte alta, dedicado a Ganesha (los no hindúes no pueden entrar a ninguno de los templos). Los 437 peldaños de piedra que hay que subir hasta la cima, pensamos que bien merecen el esfuerzo: las vistas son muy bellas, con Trichy expandiéndose a ambas orillas del Kaveri y sus verdes arrozales y la isla de Srirangam. Los que lo deseen podrán subir al templo, y el resto podrá disfrutar de tiempo libre en los alrededores para realizar algunas compras en el colorido mercadillo.
Nos desplazaremos a la isla de Srirangam, ciudad santuario formada por los meandros del río Kavery, donde se rinde culto a Vishnu cósmico dormido sobre la serpiente Ananda en el momento de la creación del mundo. Aquí construyeron los nayaka en el s. X la mayor ciudad-santuario dedicada a Vishnú: el Templo de Ranganatha Swami, siendo reconstruido en 1317 y adquiriendo la forma actual en el siglo XVII después de varias ampliaciones. Curiosamente, la última obra en el complejo se realizó en 1987, cuando se completó la inacabada puerta sur. Tiene un perímetro rectangular de 3.050 metros, con siete murallas concéntricas, que definen sus siete recintos, y cuyo acceso se salva por 28 impresionantes gopuram (terminados solo 21). Las tres murallas exteriores encierran viviendas para monjes, albergues para peregrinos, pequeños restaurantes y tiendas. El recinto sagrado empieza a partir de la cuarta muralla, desde donde está vetada la entrada a los no hinduistas. Lo más importante es su gran mandapa, con 953 pilares monolíticos de granito labrados espléndidamente, que hace de cada uno una obra de arte. La serie exterior de estos pilares, muestra a los príncipes nayaka montados en caballos, bajo cuyas patas caen los enemigos, tanto humanos como míticos. Dentro del complejo podremos admirar también el templo de Tirukkuralappam, el santuario de Manava Mahamuni y el templo de Venugopala, que contienen hermosas pinturas murales del siglo XIV, así como numerosas tallas y estatuas de vanaras (monos guerreros), princesas del Ramayana, y distintas encarnaciones de Vishnú en sus formas animales, como el medio león Nairarishma. Estas imágenes fueron deidades que el hinduismo tomó de las culturas tribales y siguen siendo muy veneradas.
También visitaremos el Templo de Jambukeshvara, más pequeño que el anterior, con cinco murallas y siete gopurams. Fue construido en el siglo XVII, y su interior aloja uno de los cinco lingas elementales, que representa a Shiva como manifestación del agua. Como en otras muchas ciudades-santuario, Srirangam es un lugar extraordinario para entrar en contacto con la realidad religiosa que rige toda la actuación de la vida cotidiana india. Es la última gran obra del sur que es emulada perpetuamente hasta nuestros días.
Seguimos camino y llegamos a Karaikudi, que se encuentra en la árida región de Chettinad. Esta ciudad, así como otras del entorno, se caracterizan por sus elegantes mansiones ornamentadas, residencias ancestrales de los chettiar, la acaudalada comunidad de mercaderes de Tamil Nadu. Al igual que los marwari de Shekhavati en el Rajasthan, eran astutos negociantes que viajaron a Birmania, Sri Lanka, Malasia y Vietnam, donde amasaron fortunas que emplearon en la construcción de estas mansiones. Los chettiar son ahora importantes banqueros y empresarios en las grandes ciudades indias. Erigidas a principios del s. XX, reflejan las necesidades sociales, rituales y de parentesco de la comunidad, además de su posición económica. Aunque hoy permanecen desocupadas casi todo el año, se utilizan para celebraciones familiares. Almuerzo en Chettinad Palace.
Visitaremos el Chettinad Palace, una espléndida mansión que nos trasladará a una época pasada. Se trata de la mayor y más importante de las 3000 casas históricas repartida por 72 pueblos de los alrededores en las que viven los chettiars. Estas mansiones estaban decoradas con objetos adquiridos por estos empresarios durante sus incursiones comerciales: suelos de mármol, puertas pulidas, vigas de madera tallada, pilares de granito y otros elementos ornamentales, exhiben la destreza de los artesanos tamiles. Admiraremos, entre otros, su amplio porche con pilares de madera, que antecede a una serie de patios abiertos, rodeados de estancias para los familiares; la primera sala, donde cada pilar ha sido tallado a partir de un único tronco de teca de Birmania, y está reservada para los invitados; la sala de recepciones, con vidrieras, cornisas pintadas, muebles de teca y de palo de rosa y lámparas de araña.
Llegamos a Madurai. Cena y alojamiento en el Taj Gateway Hotel.
Día 6: MADURAI
Desayuno en el hotel. Madurai es una de las ciudades sagradas más importantes de la india, con una antigüedad de más de 2500 años, y un centro cultural y espiritual que ha jugado un papel fundamental en la cultura tamil. Situada a orillas de la desembocadura del rio Vaigai, su historia se remonta al s. IV a.C., siendo mencionada por Megástenes, el embajador griego en la India. Es, por tanto, de una de las ciudades continuamente habitadas, más antiguas del mundo. Era conocida por su comercio, sobre todo de especias, y también por ser la sede de la sangam, la academia de poetas tamiles que aportarían a la literatura tamil algunas de sus obras más perdurables. La ciudad ha estado dominada sucesivamente, por los Chola, los Pandya (entre los s. VII y XIII, cuando experimentó un florecimiento de las artes y del comercio con Roma y China), los musulmanes, los reyes hinduistas Vijayanagar y los Nayak (hasta 1781), cuando se convirtió en el centro cultural del pueblo tamil, desempeñando un importante papel en el desarrollo del idioma. Más tarde, pasó a manos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Actualmente, es un importante centro industrial con empresas manufactureras de automóviles, caucho, productos químicos y granito. También se ha desarrollado como una ciudad tecnológica y algunas empresas de software han abierto sus centros aquí.
Comenzamos el día con la visita del Templo Meenakshi, sin duda uno de los más impresionantes y hermosos de toda la India, una especie de mándala para constelar las potencias cósmicas. Según la leyenda, Shiva, aquí conocido como Sundareshvara (el dios hermoso) se desposó con Parvati o Meenakshi (la diosa de los ojos de pez) en este templo, que consiste en una gran estructura de planta rectangular de enormes proporciones (alrededor de 6 hectáreas) rodeada por altos muros, y con tres zonas concéntricas enclavadas alrededor de los dos santuarios principales consagrados a Sundareshvara y Meenakshi. Erigido originariamente entre los siglos VII-X, en el s. XIV fue arrasado por los musulmanes. Durante el siglo XVI fue reconstruido y ampliado, conservando ya la misma estructura hasta hoy. En el centro del mismo reposa el santuario principal rodeado por templetes y enormes salas de columnas. En el interior del laberíntico complejo hay infinidad de corredores, varios grandes porches y enormes salas, además del estanque sagrado (conocido como Pottamarai Kulam) con una gran escultura de un loto dorado en su centro. Los devotos caminan alrededor del estanque, que se encuentra rodeado de columnas y murales del siglo XVII, antes de entrar en el santuario principal y sirve a los creyentes como un lugar para las abluciones rituales. En la antigüedad fue el lugar de encuentro de la Tamil Sangam (la antigua academia de los poetas) que juzgaban el valor de cualquier obra literaria lanzándolas al estanque y solo aquellas que no se hundían eran consideradas dignas de atención. Especialmente impresionantes son los 12 Gopurams, las torres de forma piramidal de diferentes alturas, con bases de granito laboriosamente esculpidas, con figuras de estuco que representan criaturas mitológicas, demonios y deidades hindúes, todos pintados con colores llamativos, que hacen de dioses guardianes. Cuatro de estas torres, situadas en los cuatro puntos cardinales, nos indican la entrada al complejo del templo mientras que las restantes, de menor tamaño, conducen a los santuarios de las deidades principales. La Chipra gopuram, con sus siete alturas, es la torre más alta del templo, alcanzando casi los 52 metros de altura. Accederemos al mismo por el Ashta Shakti Mandapam (pabellón de los Ocho Diosas), cuyos pilares aparecen esculpidos con los diferentes aspectos de la diosa Shakti. Tendremos tiempo para poder apreciar la belleza de sus pinturas, sus pilares monolíticos primorosamente esculpidos o sus soberbias esculturas, así como sus mandapas. Del conjunto, destacamos el Kambattadi Mandapam, que data del s. XVI y alberga una sala con un Nandi sentado, un asta de bandera dorado y pilares tallados en las 24 formas de Shiva; la Sala de los Mil Pilares, también del s. XVI que consta de 985 pilares armónicos en un perfecto estilo drávida, y unas bellísimas esculturas. Parte de la sala se utiliza como museo donde se exhiben iconos, fotografías, esculturas y dibujos que muestran 1200 años de historia. Sesenta sacerdotes atienden el templo, ayudados por los sirvientes en sus ceremonias. En el exterior, una actividad febril con sus tiendas de objetos rituales o las hospederías para peregrinos, contrastan con la calma de la espiritualidad que se respira en el interior.
Posteriormente nos dirigiremos al Thirumalai Nayak Palace, construido en 1636, es el testimonio del poder y la riqueza de la dinastía Nayaka; de estilo indosarraceno, fue restaurado parcialmente en el s. XIX por Lord Napier, gobernador de Madras. Muy deteriorado, hoy solo se conserva el amplio patio de alrededor de 3.900 m2, que se encuentra rodeado por columnas cilíndricas, y algunas salas, como el pabellón del Cielo con una soberbia cúpula sobre doce sólidas columnas, o la Dance Hall, antiguo salón de baile donde se exponen piezas arqueológicas. La enorme escala evoca la grandeza de tiempos pasados.
Nuestro siguiente punto de interés será la Mariamman Tank, impresionante piscina sagrada que comunica con el río Vaigai por canales subterráneos. Fue construida en piedra en 1645 por el rey Thirumalai Nayak, y es la más grande de todo el sur del país. De planta cuadrada, se encuentra flanqueada por balaustradas esculpidas con formas de animales y aves, y en el centro hay un mandapa (sala exterior sostenida por columnas) con un vimana (cubierta torreada drávida) y cuatro torres en las esquinas. Aquí se celebra todos los años el festival Theppam, homenaje a los esponsales de Shiva y Parvati en las que sus imágenes son transportadas en barcas iluminadas hasta el pabellón del centro de la piscina. Durante gran parte del año está vacío. Almuerzo en restaurante local.
Por la tarde tendremos la oportunidad de realizar un paseo en Rickshaw por el centro de la ciudad, en el que recorreremos sus estrechas callejuelas donde se desarrolla la vida diaria de sus habitantes. La población local, que prefería usar el transporte público moderno, estaba dejando de lado este tradicional medio de transporte llevados por bicicleta, mucho más ecológico y respetuoso con el medio ambiente. Sus dueños, unos ciento veinte conductores de rickshaw, estaban perdiendo así su forma de ganarse la vida. De acuerdo con nuestra agencia receptiva local, hemos programado este paseo en rickshaw con lo que además de pasar un momento divertido recorriendo las calles de esta tradicional ciudad, aportamos nuestro granito de arena con el compromiso con el turismo sostenible, ayudando a estos trabajadores a ganarse la vida dignamente. Cena en el hotel Taj Gateway Hotel.
A continuación, asistiremos con aquellos viajeros que lo deseen, a la ceremonia del Aarti (*) que tiene lugar todos los días entre las 8 y las 9 de la noche en el templo de Meenaskshi. Durante la misma, los sacerdotes trasladan a Shiva en un palanquín al dormitorio de su esposa Parvati, en un ambiente cargado de olor a sándalo y a cera de las velas, y todo ello con el sonido de tambores y flautas de fondo. Al llegar al dormitorio, los fieles depositan las ofrendas a Shiva y se da por finalizado este espectáculo lleno de contenido religioso y misticismo. Alojamiento en el Taj Gateway Hotel.
(*) Esta ceremonia no tiene una hora de comienzo fija, por lo que en ocasiones la espera puede ser larga y tediosa.