Día 4: BAKÚ – Shamakhi – Kish – SHEKI
Desayuno buffet en el hotel.
Dejamos Bakú y partimos en dirección a las montañas del Cáucaso, en el noroeste de Azerbaiyán, en el que el seco paisaje que hemos contemplado estos dos días atrás, dará paso a una zona de montaña densamente arbolada. Nuestra primera parada será en la ciudad de MARAZA, donde se halla el mausoleo Diri Baba, una de las tumbas más impresionantes de Azerbaiyán, cuya construcción se remonta al siglo XV. Son muchas las leyendas y mitos relacionadas con este sitio. Diri Baba significa “abuelo vivo”, y existen diferentes opiniones sobre la persona para la que se construyó la tumba. Para algunos, el mausoleo está dedicado a Hatam Ibn Amra, el nieto de Abul Acab, tío del Profeta Mahoma. Según otros, el cuerpo aquí enterrado pertenece a Pir Mohammed, muecín del jeque Ibrahim Khan. Durante mucho tiempo los locales creyeron que, de quien fuera el cuerpo aquí enterrado, permaneció incorrupto. Por ello, el lugar atrae a muchos peregrinos y personas curiosas desde el siglo XVII. El sepulcro, se halla encajado en un desfiladero, lo que le da a toda la estructura la impresión de estar flotando. Incorpora una entrada principal al frente, y otra oculta, excavada desde la montaña. La construcción, de dos alturas, posee una cúpula de base octagonal con un pequeño vestíbulo. De arquitectura austera, la pureza de líneas, las ventanas de doble arco, y la superficie brillante y lisa de sus paredes, encaja armoniosamente con el entorno áspero y oscuro, y realza su solemnidad. A lo largo de los siglos, el mausoleo ha sufrido graves daños, siendo perfectamente restaurado en 1955. Está considerado como una pieza ejemplar de la escuela de Shirwān, no sólo por la manera de integrarse en el lugar, sino también por la riqueza decorativa de la misma.
Posteriormente, llegada a la ciudad de SHEMAKHI, fundada en el siglo V a.C., fue capital real del reino de Shirwān durante los siglos XI a XVI. Las condiciones naturales de sus tierras su naturaleza única, el clima templado y los manantiales minerales, atrajeron a la gente desde tiempos antiguos, convirtiéndola en una de las ciudades culturales y comerciales más importantes del norte de Azerbaiyán. Sin embargo, los incendios, los terremotos y las invasiones no han dejado grandes señales históricas visibles. El monumento más importante de la ciudad es la mezquita Juma, construida en el s. VIII, durante el reinado del califa Jálid ibn Walid, para celebrar la llegada de su hermano Muslim ibn Walid a Azerbaiyán en el año 743, lo que la convierte en la segunda mezquita más antigua del Cáucaso (después de la Mezquita Viernes de Derbent) y la primera de Azerbaiyán. Desde entonces, ha sido destruida y reconstruida en varias ocasiones, sobre todo durante el devastador terremoto que redujo a Shamakhi a escombros en 1859, y más tarde por los enfrentamientos interétnicos en 1918, aunque sin perder los principios fundamentales de su estructura. Su aspecto actual data de la última reconstrucción de 2013. Su planta es rectangular con unas dimensiones de 46 x 28 m. Posee una enorme sala de oración dividida en tres secciones independientes conectadas por amplias puertas abiertas, en un diseño muy similar al de la famosa gran mezquita de los Omeyas en Damasco, de principios del s. VIII. Cada sección posee un mihrab y una entrada principal independiente. La sala central está cubierta por una enorme cúpula; las otras dos, por cúpulas más pequeñas. Debajo de la cúpula central hay un cinturón de ventanas, que están decoradas con celosías de tracería.
Continuación hasta Goychay. Almuerzo en restaurante local.
Posteriormente nos desplazamos a la aldea de KISH, ubicada a orillas del río del mismo nombre, y al pie del monte Tat. Aquí se halla la iglesia Albanesa del Cáucaso, también conocida Iglesia de san Eliseo o Santa Madre de La Iglesia de Dios, la más antigua de todo el Cáucaso. La leyenda nos dice que se fundó en el siglo I por un discípulo de Cristo, san Eliseo, que habría huido de Roma después de las persecuciones contra los cristianos. Se construyó sobre los cimientos de un antiguo templo pagano. Su arquitectura, en forma de torre circular, es típica de las iglesias del antiguo imperio Caucásico de Albania, pero con algunas peculiaridades como su pequeño crucero adicional y el altar insertado en un escenario semielíptico. Las excavaciones llevadas con motivo de la restauración de la iglesia permitieron comprobar que el edificio no era de forma rectangular y su estructura actual, que incluía el altar, data de los siglos IV o V. El campanario sería algo posterior. En el patio, una cripta cubierta con una cristalera permite ver los huesos de una pareja de la Edad Media. Los cimientos del templo pagano también son visibles delante de la puerta de la iglesia. En el interior, las catacumbas se presentan en forma de un patio, donde entre el siglo II y el XII, se enterraban los cuerpos según ritos funerarios entre el cristianismo y el paganismo. Al fondo, unas tumbas que datan de la edad de bronce, presentan una cabeza de cabra (en los ritos infieles se veneraba a la cabra). El cristianismo tal como se practicaba en la región de Kish se teñía mucho de prácticas animistas. Con la llegada de los árabes y del islam se impusieron fuertes impuestos a los cristianos del país, el resultado fue un abandono relativamente rápido de la religión católica. La iglesia, aunque se ha transformado hoy en museo, sigue siendo un lugar de peregrinación para los Azevis que se siente atraídos por la espiritualidad del lugar, independientemente de la confesión que practiquen.
Finalizada la visita, traslado a Sheki.
Alojamiento en Marxal Resort & Spa.
Día 5: SHEKI – Lagodeji (frontera) – Gremi – TELAVI (GEORGIA)
Desayuno buffet en el hotel.
Ubicada al norte del país, en las laderas boscosas de las montañas del Gran Cáucaso, SHEKI es la ciudad de mayor encanto de Azerbaiyán. Su nombre deriva de la antigua tribu de los sakas que habitó la zona en el siglo VII a.C. El entorno es realmente bello, con las colinas onduladas y densamente arboladas, que se extienden hacia el sur, mientras que al norte tenemos las vistas de los dramáticos picos nevados del Gran Cáucaso. A lo largo de la historia Sheki pasó en varias ocasiones de la independencia a la dominación extranjera. En la Antigüedad fue la sede de un reino albanés, siendo invadida sucesivamente por persas, romanos, partos, árabes y mongoles. En el siglo XV fue dominada por los Shīrwān Shāh de Bakú, cayendo posteriormente bajo la influencia de Persia. Poco después de la caída Safávida en el s. XVIII, Sheki se convirtió en la capital del Sheki Khanato (entidad política dominada por un Khan) independiente. Pero la independencia no duró mucho, ya que a principios del s. XIX fue absorbida por el Imperio ruso. Hay que decir que la histórica ciudad de Sheki originalmente estaba más al norte, en el valle que rodea el sitio ahora ocupado por la ciudad de Kish. Esa ciudad fue devastada por las inundaciones en 1716, pero reconstruida por el rebelde Khan Haci Celebi, quien estableció el khanato desafiante e independiente antes mencionado en la década de 1740. También construyó una segunda fortaleza en Nukha (hoy Sheki). Posteriormente, en 1772, cuando una nueva inundación borró del mapa la Sheki original, Nukha se convirtió en la nueva capital real. En 1805, con la llegada de los rusos, Nukha continuó floreciendo como por la producción de seda, convirtiéndose en un cruce comercial entre las rutas de caravanas a Bakú, Tbilisi y Derbent (Daguestán), llegando a tener en su máximo apogeno, hasta cinco caravasares en funcionamiento. Nukha fue rebautizada como Sheki en la década de 1960.
Comenzamos la visita a pie de la ciudad, con el Sheki Khan Saray (Palacio del Khan), pequeño pero colorido edificio de dos pisos que sorprende por su magnífico interior y exterior. Se trata de la construcción más relevante de la ciudad y uno de los emblemas arquitectónicos del sur del Cáucaso. Fue residencia de verano de los khanes de Sheki, y lo único que se conserva de lo que fue un complejo residencial mucho más amplio, formado por 40 edificios reales que incluía un palacio de invierno, las residencias de la familia del Khan y loa sirvientes. Fue construido en 1762 con una rica decoración colorida (tanto externa como interna) y sin un sólo clavo. Cuenta con azulejos decorativos, fuentes y varias ventanas de cristal de colores. El exterior está decorado con azul oscuro, los azulejos de color turquesa y ocre con patrones geométricos, y los murales fueron pintados con témpera, inspirados en la obra de Nizami Ganjavi (uno de los más grandes poetas persas). El interior, en las dos plantas del edificio, con tres habitaciones cada una, se sigue una misma estructura dotando al palacio de una perfección geométrica. Esa misma intención buscan los motivos florales que adornan la fachada o los frescos del siglo XVIII, con escenas de caza o batallas (uno de ellos de 24 m de largo), ubicados a media altura en las paredes de las habitaciones. En la cámara superior central, encontraremos escenas heroicas de la batalla de Haci Celebis (1743) con el emperador persa Nader Shah. Todo ello se completa con unas vidrieras trabajadas de forma exquisita y siguiendo una técnica conocida como shebeque (hecha sin clavos o pegamento), por donde entra la única luz natural (hasta 5000 piezas de vidrio fueron utilizadas por un metro cuadrado). El otro elemento que se conserva de lo que fue un complejo real es el jardín que hay frente al palacio, donde se hallan algunos árboles que al parecer fueron plantados en el siglo XVI. El edificio fue restaurado entre 1952 y 1967.
La siguiente parada será en la casa de los artesanos, que ocupa el espacio de una antigua iglesia de forma cilíndrica del siglo XIX, erigida a su vez sobre otra anterior del s. VI, que pertenecía al reinado Albano. En este lugar podremos admirar las exposiciones de shebeke, los pañuelos típicos kelagai y todo tipo de artesanía. El origen del arte del shebeke se remonta al s. XVIII, y consiste en mosaicos y vidrios de colores que se insertan entre listoncillos de madera de nogal o de roble, sin sujeciones metálicas. Al principio, en los tiempos de la ruta de la seda, los mercaderes azeríes intercambiaban seda y especias, a cambio de cristales italianos. Se tarda seis meses en construir un metro cuadrado de shebeke. Si se comete un solo error de un milímetro en una pieza, no encajará nada. Para restaurar el palacio de Khan, usaron pinzas y todo el proceso llevó dos años. Los shebeke son como la luz: frágiles en apariencia, pero en realidad robustos y fieles.
En el centro de la ciudad se encuentra el Caravanseray Yukhari del s. XVIII, ahora convertido en hotel. El desarrollo del comercio en la Edad Media, aumentó considerablemente el papel de los caravasares en Azerbaiyán. Normalmente se construían en forma de castillos, con grandes puertas que al cerrarse se convertían en auténticas fortalezas inexpugnables. Actualmente en Sheki solo quedan dos. El Yukhari o caravasar superior, con un área total de 8000 m2, posee cuatro entradas que dan acceso a un gran patio central rodeado por una arcada de dos niveles de robustos arcos. Antiguamente había tiendas y almacenes en la posada. El primer piso estaba destinado a los huéspedes que alquilaban las habitaciones. Cada una de las 242 habitaciones (lo que da una idea de la magnitud del comercio de la época) tenía una boca de acceso que estaba conectada a la planta baja, con una escalera de tijera desde donde los comerciantes podían controlar la seguridad de sus productos en cualquier momento.
Finalmente, dispondremos de tiempo libre para pasear por el Bazar de Sheki, particularmente activo por la mañana, este gran laberinto posee todos los componentes de los bazares de Asia Central, donde la mezcla de olores de pastelería, especias, tés y productos frescos contribuyen a la animación del lugar. Imprescindible probar el Sheki Halvasi, exquisito postre oriental, hecho con nueces, mantequilla, harina de arroz y especias.
Finalizada la visita, nos trasladamos a la frontera, donde tendremos que recorrer andando un trayecto de aproximadamente 800 metros, y tras las habituales formalidades pasamos a GEORGIA, un territorio ancestral, de los más evocadores del mundo, donde la gran cordillera del Cáucaso adquiere una dimensión colosal.
Almuerzo en restaurante local.
Cuenta una leyenda que cuando Dios creó el mundo, comenzó a distribuir la Tierra entre los diferentes pueblos que, por entonces existían. Todos los pueblos pugnaron por conseguir los más hermosos y mejores lugares para vivir. Pero los georgianos estaban indiferentes ante el reparto porque se estaban divirtiendo, festejando y brindando con vino. Cuando, por fin, fueron a buscar la tierra que les correspondía, se encontraron con que todas las tierras ya habían sido repartidas y ellos se habían quedado sin ninguna en donde poder establecerse. Los georgianos suplicaron a Dios y brindaron en honor a Él. Después de pensárselo un poco y en un acto de gracia, el Señor decidió darles a los georgianos el último trocito de tierra que faltaba, el que había reservado para Sí mismo. Esa tierra preciosa y única se llamó Georgia.
Esta referencia al vino no es gratuita. La palabra “vino” proviene del término georgiano ghvino, ya que es la nación donde tuvo su origen este preciado líquido. Hay más de 500 variedades de uva que son cultivadas en todo este maravilloso país, y se combinan las técnicas tradicionales con las más modernas para producir un vino muy apreciado internacionalmente. El vino forma parte importante de la vida y de la tradición de celebraciones georgianas y se invita al visitante en diferentes momentos a conocer y degustar el preciado néctar surgido de las diferentes cepas georgianas.
Georgia mantiene fronteras con Rusia al norte y con Turquía, Armenia y Azerbaiyán, al sur. Su situación geográfica es privilegiada, ya que la cordillera del Cáucaso al norte, la protege de los vientos fríos que desde allí llegan, y el hecho de tener al mar Negro al oeste, hace que su franja costera de 310 kilómetros le brinde un aire cálido y húmedo que recorre las llanuras adyacentes. Además, su emplazamiento, en el extremo oriental de Europa, ha hecho del país un enclave estratégico en la milenaria Ruta de la Seda, lo que ha propiciado que el territorio de Georgia haya sido testigo de numerosas confrontaciones económicas y políticas a lo largo de su historia. Distintos imperios, como el persa, el romano, los cruzados, el imperio otomano y el ruso se han aprovechado las riquezas del país. Pero esta situación estratégica, este paso por Georgia de todos esos pueblos e influencias también ha servido para dejar una herencia rica y variada en cuanto a costumbres, patrimonio cultural o gastronomía.
El país cuenta con casi 4 millones de habitantes, y una superficie de 69.700 km2. La religión oficial es el cristianismo ortodoxo georgiano, al que pertenece el 83,9% de la población. El 9,9% son musulmanes y el resto a otras confesiones cristianas y al judaísmo. Su geografía es muy montañosa, y más de la mitad de su territorio supera los 900 m de altitud. Étnicamente, los georgianos constituyen el 83,8% de la población; los azeríes, el 6,5%; los armenios, el 5,7%, y los rusos, el 1,5%. El idioma oficial es el georgiano, lengua materna del 84%. Se trata de una lengua muy antigua, con su propio alfabeto, perteneciente a la familia de las llamadas kartvelianas, sin vínculos con los grupos de idiomas conocidos.
En la orilla izquierda del río Alazani se encuentra GREMI, antigua capital del reino de Kajetia, fundada por el rey Levan, se convirtió en una animada ciudad comercial de la Ruta de la Seda y residencia real durante los siglos XVI y XVII, hasta que fue arrasada por los ejércitos de Shah Abbas I de Persia en 1615. La ciudad nunca recuperó su prosperidad anterior, pasando la capital a Telavi a mediados del s. XVII. En lo alto de una colina se encuentra la ciudadela, destruida por los persas en 1615 y restaurada hace pocos años. El complejo está compuesto por un castillo de tres pisos, un campanario y una bodega (marani), así como por la Iglesia de los Arcángelesque, aunque no es la más antigua de la zona, es la que está en mejor estado y con su interior intacto. Fue construida por orden del rey Levan de Kajetia en 1565 y pintada al fresco en 1577. Es una iglesia cruciforme con cúpula construida principalmente en piedra. Su diseño combina los estilos georgianos tradicional con el iraní. Es muy estrecha, y está edificado con ladrillos decorativos típicos de la época medieval tardía en Georgia. El edificio tiene tres entradas, una hacia el oeste, una hacia el sur y la tercera hacia el norte. El interior está coronado con una cúpula sostenida por las esquinas del santuario y dos pilares básicos. La fachada está dividida en tres secciones arqueadas. La cúpula se asienta sobre un tambor con arcadas que está perforado por ocho ventanas. Las paredes están decoradas con retratos de los reyes de Kajetia, del pintor georgiano moderno Levan Chogoshvili (1985).
Alojamiento en Holiday Inn Telavi.