Será la segunda ocasión en la que visitemos estos tres países, cada uno de los cuales, a pesar de ser vecinos, con una historia, tradiciones, cultura y religión, diferentes; aunque los tres tienen en común la hospitalidad de sus gentes, así como el misterio, el exotismo y leyendas que se pierden en la noche de los tiempos.
Frontera natural entre Europa y Asia, toda la región ha asimilado influencias de los imperios más poderosos del mundo, como el griego, el romano, el turco, el persa o el soviético. Pero a pesar de todas las injerencias extranjeras, han mantenido viva su cultura. Conoceremos la intrincada historia y la rica y variada cultura del Cáucaso, su arte, su arquitectura y viajaremos a través de algunos de los paisajes más maravillosos del mundo, salpicados de monasterios inexpugnables donde sentiremos el eco del cristianismo más primitivo. Este territorio, entre el mar Negro y el Caspio, con valles verdes enmarcados por las grandes montañas del Cáucaso, han sido puente entre Oriente y Occidente durante milenios.
Los ARMENIOS, pueblo noble que esconde dentro de sí la tristeza del cruel genocidio de hace cien años, se sienten orgullosos de ser los primeros en adoptar el cristianismo en el año 301. Allí disfrutaremos del embrujo de sus monasterios, como el de de Khor Virap, con el simbólico monte Ararat al fondo, en una imagen inolvidable; sus bosques primitivos o de la catedral de Echmiadzín, la más antigua del mundo. GEORGIA, más europea, y donde habitan antiquísimas iglesias, ciudades cavadas en la roca y sitios arqueológicos de gran valor, y cuya lengua y alfabeto es uno de los más antiguos del mundo. Pasearemos por los viejos callejones del casco antiguo de Tbilisi, laberinto repleto de edificios de todas las edades. Y por último AZERBAIYAN, que fuera durante la época de la Ruta de la Seda, puerta entre Oriente y Occidente, que cuenta con una gran variedad de ecosistemas y con una mezcla de construcciones antiguas y modernas que nos sorprenderán. Ejemplo de ello es la fascinante y a veces excéntrica Bakú, extraña mezcla de historia, tradición y arquitectura ecléctica fascinante. Y, además, para acompañar la deliciosa comida de esta zona aprovecharemos para degustar los famosos vinos georgianos, el brandy armenio y el té de Azerbaiyán.
Día 1: MADRID – Varsovia – BAKÚ
Presentación en el aeropuerto de Madrid tres horas antes de la salida. Trámites de embarque y salida a las 15.30 hrs. del VUELO LO434 de la compañía LOT con dirección VARSOVIA. Llegada a las 19.05 hora local. Enlace y salida del VUELO LO719 con destino BAKÚ, a las 20.30 hrs.
Llegada al aeropuerto internacional Heydar Aliyev a las 02.40 hora local. Después de los trámites de entrada, recepción y asistencia en el aeropuerto por los representantes de nuestro receptivo, nos trasladamos al hotel.
Alojamiento en Hilton Baku.
Día 2: BAKÚ: visita de la ciudad
Desayuno buffet en el hotel.
La cordillera del Cáucaso es una gran cadena montañosa que se despliega desde el mar Negro hasta el mar Caspio, que forma una frontera natural entre el Cáucaso meridional y Rusia, y ofrece el paisaje más impresionante de esta zona del planeta, con sus imponentes cimas, verdes valles fluviales y pueblos pintorescos. A pesar de que se trata de una región relativamente pequeña, los tres países que la componen, Azerbaiyán, Georgia y Armenia, son increíblemente diversos. Es una encrucijada cultural donde confluyen Europa y Asia, que a lo largo de los siglos se ha empapado de las influencias de Rusia, Irán, Turquía y Asia Central. Para hacernos una idea, en una superficie inferior a la mitad de España, se hablan 16 idiomas diferentes. Las sociedades de estos tres países son muy tradicionales y las normas sobre vínculos familiares son determinantes, pese a las tres décadas de cambio vertiginoso desde el final de la Unión Soviética. Antiguos fuertes, monasterios, iglesias y ruinas salpican la región, y las grandes ciudades presumen de una gran oferta cultural, con excelentes museos, espléndidas galerías de arte y un rico legado teatral. Todo ello se puede saborear junto a una hospitalidad legendaria, con el complemento de una variada comida elaborada con excelentes ingredientes naturales y auténticos vinos de la tierra donde se originó la vinicultura. El Cáucaso, en definitiva, es una región de auténtica leyenda, un universo totalmente lejano y desconocido, en perpetuo equilibrio entre Oriente y Occidente, que desprende un magnetismo especial.
Llegamos a BAKÚ, capital y ciudad más poblada de Azerbaiyán, y de todo el Cáucaso (casi 3 millones de habitantes). Puerto de la costa oeste del mar Caspio, se sitúa en la península de Absheron, próxima a importantes campos petrolíferos. De hecho, las refinerías de petróleo son su principal actividad económica. Sus orígenes se remontan al s. VI d.C. Su nombre proviene del persa, bagh kuh (“montaña de Dios”) o de bad kube (“ciudad de los vientos”). La ciudad empezó a tener importancia tras el terremoto de 1191 que destruyó Şamaxı y los gobernantes regionales, los Shīrwān Shāh, trasladaron aquí la capital. En 1501, el shah safávida Ismail I, saqueó la ciudad, convirtiéndola al islam chiita (antes era suní). En 1540 fue capturada de nuevo por las tropas safávidas. Pedro el Grande la conquistó en 1723, y fue pasando de Rusia a Persia en varias ocasiones, antes de ser ocupada definitivamente por los rusos. A finales del siglo XVI en Bakú se descubrió el “oro negro”, y tres siglos después se empezó a extraer mecánicamente, lo que hizo que la ciudad fuera considerada la “capital de Asia Central”, hasta el auge de los estados árabes a mediados del siglo pasado. Otro sobrenombre que se le aplicaba era el de “la Ciudad Negra”, debido a las espantosas nubes oscuras que cubrían los suburbios y los sedimentos de petróleo quemado que se depositaban sin consideración sobre los hogares.
Después de la Revolución Rusa comenzaron los desórdenes en la ciudad, con escenas sangrientas entre comunidades azeríes y armenias. Cuando las tres naciones del sur del Cáucaso declararon su independencia en 1918, Bakú, liderado por los bolcheviques, se negó a unirse a la República de Azerbaiyán. El juego de intereses de la zona involucró a turcos, azeríes, persas, ingleses y otros países para controlar los campos petrolíferos, hasta que al final de la Primera Guerra Mundial, tanto turcos como ingleses y mencheviques pro-rusos (pero anti-bolcheviques) se vieron obligados a evacuar la zona. Menos de dos años después, el 28 de abril de 1920, el Ejército Rojo invadió la ciudad, haciendo de Bakú la capital de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. En 1991, con la disolución de la Unión Soviética, Bakú se convirtió en la capital de la nueva República independiente de Azerbaiyán.
Hoy, esta joven república caucásica, que ha cumplido más un cuarto de siglo como país independiente, va camino de convertirse en el nuevo Dubái de la región. De hecho, sus vecinos (rusos, iraníes, georgianos y armenios) ven con asombro su crecimiento propiciado por los inmensos recursos de gas y petróleo, que pueden conducirle a ser otro puente entre el mundo islámico oriental y la vieja Europa. A pesar de que el 97% de la población es azerí y se declara oficialmente musulmana, en Bakú, la “’ciudad de los vientos”, se palpa una atmósfera completamente occidental que han traído sus “petrodólares”. En los últimos años, la ciudad ha experimentado un impresionante desarrollo urbanístico que se puede comprobar en todos sus rincones: calles, rascacielos, edificios públicos, viviendas y hoteles.
La Bakú moderna se encuentra más allá de las murallas, con las calles y los edificios que suben por las colinas que rodean la bahía de Bakú. La visita de la ciudad la iniciaremos en una de ellas, donde se encuentra el Parque Highland, salpicado de lugares simbólicos que recuerdan a los fallecidos a manos de las tropas rusas en su lucha por la independencia, así como los primeros mártires del conflicto del Alto Karabaj. Desde aquí se disfruta de magníficas vistas de la moderna capital, con sus fabulosos proyectos urbanísticos, el paseo marítimo y el ingente mar Caspio. En días despejados se pueden avistar las imponentes plataformas de extracción de gas y petróleo. Desde un mirador, podremos contemplar cómo se alzan las icónicas Torres Flame de Bakú, los tres rascacielos más altos de la ciudad, con alturas de 190 m, 160 m y 140 m. Su construcción comenzó en 2007, finalizando 5 años después. La construcción se tuvo que detener en varias ocasiones, debido a los frecuentes vientos huracanados de Bakú. Estas sinuosas torres de cristal azul contienen apartamentos, un hotel y oficinas, y se han convertido en la identidad arquitectónica de la Bakú del futuro. Las Torres Bakú Flame son un símbolo del histórico pasado y la futura fortaleza y potencial de Azerbaiyán. El diseño fue concebido como un conjunto de llamas, expulsadas de la tierra encima de uno de los principales cerros de Bakú. El fuego simboliza la energía y la eternidad, y también se remonta a la antigua adoración a este elemento. Las torres, cuyo diseño corresponde a Pierre Baillargeon, crean una formación triangular unida entre sí por una base formada por un podio ondulante. Las formas curvas de las torres terminan en punta, como las piezas de un collar de picos, que se curvan alrededor de los jardines del techo, proporcionando una medida de protección. En respuesta a la tradición del lugar en su adoración al fuego, las fachadas de las torres están completamente cubiertas con pantallas LED, con más de 10.000 luminarias, que muestran el suave movimiento de las llamas, visibles desde los puntos más alejados de la ciudad. Esta iluminación crea el efecto de las antorchas gigantes que enfatizan la idea principal de las torres incorporada en su nombre (Torres Llama de Bakú). Por la noche, sus exteriores LED se encienden para representar las llamas, una bandera ondeando de Azerbaiyán y otras imágenes en movimiento. La iluminación de este complejo está reconocida como la mejor del mundo.
Descenderemos hasta el casco histórico de la ciudad (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2000), que se encuentra confinada dentro de los muros de la fortaleza o Ichari-Sheher, que fue donde nació, y que se ha rehabilitado como un museo al aire libre. En la Edad Media, Bakú fue rodeada en su parte norte, sur y oeste por murallas en dos niveles, con 5 puertas. Tras su recinto amurallado, se hallan callejuelas estrechas, talleres de artesanos, cafés tradicionales, pequeñas mezquitas y madrasas y antiguos caravanserai, pues Shirwān (la región histórica en la que se ubica Bakú) fue parada obligada en el tramo caucásico de la antigua Ruta de la Seda. En total, 44 monumentos de arquitectura medieval, en los que todavía se percibe el ambiente de siglos pasados.
La visita comienza por la Torre de la Doncella, del siglo XII, el símbolo más auténtico de la ciudad. Se trata de una estructura cilíndrica de ocho pisos que se eleva a una altura de 29,5 m, con un diámetro de base de 16,5 m que ha mantenido su majestuosidad hasta nuestros días. Formaba parte del sistema defensivo de Bakú, y fue inexpugnable para sus enemigos. El nombre azerí, Qiz Qalasi, debería traducirse como “torre virgen”, aludiendo a la “impenetrabilidad militar”. Desde aquí se pueden contemplar las mansiones imponentes de los magnates del petróleo, construida durante el auge petrolero entre 1870-1914. No muy lejos de la torre se encuentra una plaza (el antiguo mercado medieval), donde se cree que fue martirizado el apóstol Bartolomé.
En el punto más alto del casco antiguo se halla el Palacio de los Shirwān Shas, antigua residencia de los gobernantes de Shirwān, la dinastía que gobernaba el noreste de Azerbaiyán durante la Edad Media. Está compuesto por varios edificios construidos en diferentes niveles, con el fin de proporcionar una mejor iluminación interior al palacio. Levantado en el s. XV alrededor de la tumba de un santo sufí llamado Seyyid Yahya Bakuvi, fue restaurado en 2003. El edificio, de dos pisos, consta de unas cincuenta habitaciones, de varios tamaños y formas, conectadas por tres estrechas escaleras de caracol. Se accede a través del patio principal de ceremonias. En el interior del palacio se encuentra el mausoleo de Farrukh Yasser, cuya principal entrada cuenta con un magnífico portal tallado sobre piedra y ricamente ornamentado con alfombras orientales esculpidas entre 3 y 5 cm de profundidad. Por una pequeña puerta se accede al patio del divanhane (lugar de encuentro de los embajadores extranjeros), un edificio octogonal de piedra donde Khalilullah I, se reunía con su pequeña corte. La sencilla mezquita (1430) está situada en el patio inferior del complejo, y consta de dos cúpulas y un minarete que se alza en la esquina noreste del edificio. La casa de baños del palacio, está situada en la terraza inferior del complejo y se remonta al siglo XVII. Descubierta en 1939, las excavaciones pusieron al descubierto una gran casa de baños formada por 26 habitaciones, que se encontraban cubiertas con cúpulas y la luz penetraba a través de aberturas en las mismas. La casa de baños estaba semi-enterrada para mantener el calor en el invierno y el frescor en el verano.
Almuerzo en restaurante local.
En el centro de Bakú, se halla la avenida Nizami, la vía peatonal más importante y concurrida de todo Azerbaiyán, un paisaje urbano de excepcional belleza y elegancia, desarrollado por arquitectos y urbanistas rusos y europeos a partir de finales del siglo XIX. Es el corazón de la vida social y comercial de la ciudad. A lo largo de sus casi cuatro kilómetros, se pueden encontrar numerosas tiendas, así como restaurantes locales e internacionales, y bonitos cafés. El metro cuadrado en esta zona es uno de los más caros del mundo. Muy cerca se encuentra la célebre plaza de las Fuentes, una concurrida y frondosa plaza lugar de encuentro de la juventud local. Construida por el arquitecto de Azerbaiyán, Gasim bey Hajibababeyov, durante la época soviética, su nombre deriva de la presencia de docenas de fuentes que habitan el lugar. Destaca, especialmente una de ellas, con brillantes esferas plateadas que proyectan reflejos “ojos de pez” de los árboles y las cercanas fachadas de piedra. Aquí tuvo lugar la inauguración del primer McDonalds del país, símbolo inconfundible de la rápida occidentalización de Azerbaiyán.
Como parte de la antigua Unión Soviética, el urbanismo y la arquitectura de Bakú, estuvo fuertemente influenciado por la planificación de la época. Desde su independencia en 1991, Azerbaiyán ha realizado fuertes inversiones en la modernización y el desarrollo de la infraestructura y la arquitectura de Bakú, apartándose de las normativas del Modernismo Soviético. Una de esas obras fue el Heydar Aliyev Center, un complejo de edificios inaugurado el 10 de mayo de 2012, que constituye una excelente muestra arquitectónica neofuturista, una espectacular fusión de ondulaciones y aristas, en la que no existe la línea recta. Diseñado por la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid y el alemán Patrick Schumacher, lleva el nombre de Heydar Aliyev, líder durante la era soviética de Azerbaiyán 1969-1982, y presidente del país entre octubre de 1993 octubre de 2003. El Heydar Aliyev Center, una obra arquitectónica reconocida internacionalmente, se ha convertido en un punto de referencia en el Bakú moderno, debido a su diseño innovador y de vanguardia. El complejo consta de tres edificios, un centro de conferencias, un museo y una biblioteca, conectados a través de un espacio interior y por la curva y “fluida” piel exterior que serpentea a través de toda la estructura. En su imponente interior se exhiben colecciones de diferentes objetos relacionados con la ciudad de Bakú, desde maquetas de los edificios más icónicos a alfombras o instrumentos musicales.
Alojamiento en Hilton Baku.
Día 3: BAKÚ – Gobustán – Absherón – BAKÚ
Desayuno buffet en el hotel.
Autoproclamada “tierra de fuego”, AZERBAIYÁN es una maraña de contradicciones y contrastes. Ni europea ni asiática, sirve de nexo entre antiguos imperios, pero al mismo tiempo, es una nueva nación que ha experimentado un asombroso cambio: tras su pasado soviético y los estragos de la guerra en la década de 1990, ha pasado a ser país anfitrión de importantes eventos deportivos como la Fórmula 1 o la UEFA gracias al petróleo. El territorio azerí, estuvo originalmente habitado por la civilización albanesa del Cáucaso (Aghvank), un pueblo local cristiano que contaba con su propio alfabeto. La posterior conquista islámica, apenas dejó rastros de esta civilización. La inclusión de Azerbaiyán en el Gran Imperio Selyúcida en el siglo XI ha jugado un papel determinante en la formación del pueblo azerbaiyano. A pesar de ello, es uno de los países musulmanes con mayor apoyo al secularismo y tolerancia religiosa. En 1918 se estableció la República Democrática de Azerbaiyán, la primera república secular y democrática en el mundo islámico, pero al poco pasó a formar parte de la Unión Soviética, desde 1920 hasta su independencia en 1991. Azerbaiyán es un Estado laico, aunque cerca del 95 % de su población es musulmana, de estos, el 85 % son chiitas y el 15 % suníes, haciendo de Azerbaiyán el segundo país con mayor proporción de chiitas, solo después de Irán, aunque las costumbres religiosas no son practicadas de forma estricta, y la identidad musulmana se basa más en la etnia y en la cultura que en las prácticas religiosas. También existen comunidades cristianas (150.000) y judías (34.500). Entre los cristianos, la iglesia ortodoxa rusa y la georgiana junto con la iglesia apostólica armenia (solo en Alto Karabaj) son las que cuentan con más seguidores.
Azerbaiyán es uno de los seis estados túrquicos independientes (pueblos que hablan lenguas de la familia túrquica, y que comparten varios rasgos históricos y culturales en diferentes grados). Ha alcanzado un nivel alto de desarrollo humano, económico y de alfabetización, así como tasas bajas de desempleo y de delincuencia, en comparación con los países de Europa. Limita con Rusia al norte, con Georgia al noroeste, con el mar Caspio al este, con Irán al sur y con Armenia al oeste. Posee, además, el enclave de Najichevan, junto a la frontera de Turquía. Ocupa una superficie de 86.600 km2, en un territorio de elevadas cordilleras y estrechos valles fluviales. Las montañas del Gran Cáucaso forman la mayor parte de la frontera norte del país. Su población actual, supera los 10 millones de habitantes. Alrededor del 95% de la población es étnicamente azerí (musulmanes de lengua del grupo turco-altaico). El ruso es asimismo ampliamente hablado.
A primera hora ponemos rumbo al sudoeste, recorriendo la costa del mar Caspio hasta llegar a un insólito conjunto de volcanes de lodo (*), pequeños montículos cónicos geológicamente flatulentos, de los que mana barro frío y gris. Se trata de orificios en la tierra que se forman por la expulsión de líquidos y gases. El agua caliente se mezcla con lodo y se generan emanaciones de gas que forman un cono y cráter de pequeña altura, del que se origina una arcilla hidratada que suele formar lagunas burbujeantes de lodo, grises y espesas. Incluso cuando no hay mucha actividad, los volcanes parecen tener vida propia. En todo el mundo se cuentan unos 700, de los que más de 400 están en el área de Gobustán. Los gases que emanan son peligrosos, metano, dióxido de carbono y hasta nitrógeno. También expelen materiales sólidos y líquidos de todo tipo. Se calcula que cada veinte años uno de estos volcanes explota lanzando al aire masas gaseosas de varios metros de altura y descargando toneladas de lodo. El último acontecimiento tuvo lugar en 2001, con escupitajos de 15 m de altura. (Esta visita se realiza sólo si el terreno está seco).
Continuamos nuestro periplo por la reserva de Gobustán y llegamos hasta un desierto volcánico donde se encuentra el Parque Nacional de Gobustán (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2007), un auténtico museo al aire libre con una extensión de norte a sur de 100 km y de este a oeste de 80 km. Varios milenios atrás, la naturaleza de Gobustán era más favorable para la vida del ser humano, como lo testimonian las huellas de un pasado histórico que dejaron aquí los pueblos primitivos con numerosos petroglifos, una serie de imágenes grabadas sobre las rocas.Este arte primitivo muestra la cultura, costumbres y tradiciones de los antiguos pobladores que habitaron la zona. Fueron descubiertos en 1930, por casualidad, por un grupo de obreros en una cantera. Uno de los trabajadores informó que había hallado talladuras inusuales en las rocas. La reserva alberga más de 600.000 grabados rupestres, que datan de media entre 5.000-20.000 años. Junto a ellos también se hallaron viviendas primitivas, cuevas y otros emplazamientos, donde se han encontrado más de cien mil objetos relacionados con estos primeros pobladores. Los dibujos reflejan la evolución de los seres humanos: podemos encontrar escenas de caza de la cabra montés, junto a danzas ceremoniales con lanzas del período mesolítico; también imágenes de caballos y escenas de batallas, el trabajo colectivo, la cosecha, caravanas de camellos e imágenes del sol y las estrellas. En los primeros siglos de nuestra era, la transición a un nuevo nivel de orden social, los dibujos hallados se vuelven más esquemáticos. Entre los dibujos destacan las imágenes de los barcos con remeros. Es la evidencia de que los antiguos pobladores eran buenos marineros. Estas imágenes atrajeron la atención del conocido científico y viajero Thor Heyerdahl (alcanzó renombre mundial por organizar la expedición Kon-Tiki en 1947) que en repetidas ocasiones visitó este lugar desde 1961 hasta su muerte en 2002. En su libro “Teorías sobre Odín” sugirió que los escandinavos podrían haberse originado en lo que ahora es Azerbaiyán, ya que los barcos se hacían de junco y eran muy parecidos a los encontrados en Escandinavia. También se encontró una inscripción en latín a los pies del Monte Beyuk, fechada en el siglo I d.C. y da testimonio de que los ejércitos romanos se quedaron cerca de Bakú.
En Gobustán se encuentra una piedra musical natural, Gaval Dash, que es única en el mundo. Se trata de una gran piedra plana de dos metros de largo que, al ser golpeada con una piedra pequeña, surgen de ella sonidos musicales, como el de un tamborín. Se supone que se utilizó desde la antigüedad para interpretar melodías rituales que acompañaban la arcaica danza de azerbaiyana Yalí, que se representa en algunos de los petroglifos de Gobustán, y que aún se sigue representando. Otras rocas de la zona tienen capacidades similares. Se cree que son el resultado de una combinación del clima único y el efecto del gas natural dentro de la región.
En el camino de vuelta a Bakú, encontramos la mezquita Bibi-Heybat, construida en 1998 en estilo clásico de Shirvan. La mezquita original, del siglo XIII, fue demolida por los soviéticos en septiembre de1937, con la excusa de ampliar la carretera. La mezquita original fue construida en 1281 en honor a Ukeyma, una de las hijas de Musa Al Kazim, el séptimo imán de los chiíes, y hermana de Rahima y Fátima. En 1994, después de la independencia, el presidente Heydar Aliyev ordenó la reconstrucción de la mezquita con la misma estructura que la anterior, basada en las fotografías tomadas en 1980 poco antes de su derribo. A pesar de ser una mezquita moderna, se ha convertido en el centro espiritual de los musulmanes de la región y uno de los monumentos más importantes de la arquitectura islámica en Azerbaiyán. Posee tres cúpulas decoradas con espejos verdes y turquesas, sobre los que están cinceladas inscripciones de Corán. Su interior es impresionante, la sala de oración de los hombres se localiza en el lado sur del complejo y de las mujeres, en el lado norte. Entre ellos existe el mausoleo. La terraza trasera ofrece unas curiosas vistas a las plataformas petrolíferas, unos pocos kilómetros al sur del centro de Bakú.
Finalizada la visita, volvemos a Bakú.
Almuerzo en restaurante local.
A continuación, nos dirigimos a la península de Absheron, una lengua de tierra que se extiende a lo largo de 60 km en dirección al este, hacia el interior del mar Caspio. Se trata de una suave planicie ondulante que termina en una estrecha península de dunas de arena conocidas como Shah Dili, convertidas recientemente en el Parque Nacional de Absherón. En este punto, la península es rasgada por barrancos con abundantes lagos salados. De hecho, el término Absheron es el resultado de ab significa agua, y shour, que significa salado. Esta península fue a partir de la década de 1870, uno de los lugares pioneros en la explotación de petróleo a nivel mundial, y gran parte de sus paisajes continúan hoy marcados por torres de petróleo oxidadas. A pesar del aspecto descuidado, se pueden apreciar varias atalayas de castillos y fuegos en eterna combustión que inspiraron a peregrinos zoroástricos e hindúes. Su población, tradicionalmente conservadora, aglutina algunas de las creencias populares más antiguas de Azerbaiyán. Uno de los lugares más destacados es la Montaña Ardiente Yanar Dag (“Montaña de Fuego”), donde se puede observar cómo del suelo emana fuego de forma natural. Este fenómeno único, se produce por las bolsas de gas subterráneo que abundan en la región, y que en esta zona se acentúan aún más. Cuando el gas emerge por las rocas porosas de arenisca y tiene contacto con la superficie, el oxígeno, provoca que se inflame, ardiendo espontáneamente y alcanzando llamas imprevisibles de diferente intensidad. A lo largo de 200 metros se pueden contemplar estas fogatas que ya eran conocidas en la antigüedad (Marco Polo las describió en sus viajes), y que alcanzan los 3 m de altura. Los geólogos definen a Yanar Dag como “volcán de lodo” un indicador de las reservas de petróleo y gas (principalmente metano) ocultas bajo la tierra en esta región, con una de las mayores concentraciones de hidrocarburos del planeta.
En los siglos XI y XII, Bakú se había convertido en un gran puerto comercial en el mar Caspio. Por razones de seguridad, la dinastía Shīrwān Shāh inició un proyecto de construcción a gran escala para reforzar la defensa de la ciudad. Se construyó una fortaleza alrededor de Bakú, protegida con tres hileras de murallas, y también se cavó un foso profundo. Además, se construyeron estructuras defensivas adicionales en forma de torres y pequeñas fortalezas en las montañas, que rodeaban la ciudad. Todos estos puestos defensivos estaban ocupados por soldados, que formaban la primera línea de defensa de la ciudad en caso de ataque. Las torres, además de su función defensiva, se utilizaban como instalaciones de comunicaciones. Cuando los enemigos se acercaban a la ciudad, sus defensores solían quemar aceite en la parte superior de las torres, advirtiendo así a la ciudad del peligro. Una de las más destacadas es la fortaleza de Ramana, construida con piedra blanca, data del siglo XIV. Tiene una altura es de 15 metros, y a diferencia de otros castillos de la península, el de Ramada está ubicado en las mismas rocas, siendo sus muros una especie de continuación natural de las laderas rocosas. En las murallas hay un fuerte torreón rectangular. Según los registros documentales, en la Edad Media había un camino subterráneo que iba desde la fortaleza de Ramana hasta la Torre de la Doncella en Bakú.
A unos 15 km de Ramana, en el pueblo de Suraxani, se halla el templo de Ateshgah (“de la llama eterna”). Levantado por la comunidad shivaista hindú con sede en Bakú, este templo-museo del zoroastrismo (religión en la cual tiene importancia ritual el fuego) era frecuentado por viajeros y peregrinos practicantes de este credo, desde lugares tan lejanos como India. El templo que ahora vemos fue construido entre los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales éste era un lugar sagrado por los seguidores zoroastrianos adoradores del fuego, debido al sorprendente fenómeno de la liberación de gas natural que aquí se produce. Con la llegada del islam, el templo fue destruido y muchos de sus seguidores abandonaron el lugar y emigraron a la India para continuar manteniendo vivo su credo. Pero entre los siglos XV al XVII, los adoradores del fuego hindúes comenzaron a visitar la zona con sus caravanas comerciales y erigieron un nuevo templo. Su parte más antigua reconstruida data de 1713. En 1810 se construyeron dieciocho capillas, a las cuales se le añadió una posada alrededor del patio interior, con las celdas monásticas en las que se alojaban los peregrinos que llegaban al templo. Su aspecto actual lo adquirió a finales del s. XIX. En todo el recinto se pueden encontrar inscripciones labradas en la piedra con caracteres hindúes. Ateshgah está diseñado con estructura pentagonal y posee un balakhaneh (portal almenado); en el centro del patio encontraremos el altar-santuario, de forma cuadrangular, construido en piedra. En la parte superior de cada uno de sus ángulos quedan dispuestas unas pequeñas columnas a modo de chimeneas, que durante la noche también están iluminadas por la quema del gas que emana de ellas. En el centro del altar arde la llama sagrada, eternamente. Cerca del templo hay un gran hueco que se utilizaba para quemar los cuerpos de los hindúes que fallecían en el recinto del fuego sagrado. Una particularidad del templo es que hasta mediados del siglo pasado y desde hacía siglos, llamas eternas ardían en su interior, alimentadas por depósitos de gas natural en el subsuelo, pero un movimiento de la superficie en 1862, motivó que la emanación natural del gas cesara. Los peregrinos interpretaron que era debido al castigo divino y abandonaron el lugar en 1880.
Alojamiento en Hilton Baku.
(*) Visita sujeta a condiciones meteorológicas.