Viaje a TAILANDIA II: BANGKOK – Damnoen Saduak – Río Kwai – Ayutthaya – Lopburi – Phitsanulok | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 4: BANGKOK – Damnoen Saduak – BANGKOK

Desayuno buffet en el hotel.

Hoy nos levantaremos muy temprano para salir de la ciudad. Nuestra primera parada será para visitar el curioso, Talad Rom Hubun (mercado del tren), situado en el pueblo de Mae Khlong, más o menos a una hora de Bangkok.  Se trata de un mercado local increíble que se asienta a ambos lados de las vías férreas a lo largo de 200 metros. Unos minutos antes de que llegue el tren suena una ruidosa bocina y todos los vendedores pliegan su puesto a un ritmo frenético, para dejar espacio a la locomotora. El paso del tren es justo por los puestos del mercado. Pero todo está muy controlado y funciona como un reloj. En todo el tiempo que lleva funcionando este trayecto, prácticamente no se han registrado accidentes. Una vez ha pasado el tren todo recupera la normalidad. La atracción dura muy pocos minutos, pero es el tiempo suficiente para experimentar la sensación que produce ver el tren pasar por medio del mercado. Esta ceremonia se produce 8 veces al día. El tren comenzó a funcionar en 1905, pero el mercado estaba allí antes, y los vendedores no quisieron cambiar su ubicación. A diferencia de otros mercados de Tailandia, que se han adaptado al turismo, en este caso, este sigue siendo completamente local, y aún conserva el sabor tradicional de los mercados tailandeses. Aquí encontraremos en los puestos pescado fresco, seco o vivo, ranas, carne, verduras, fruta, etc. y sin embargo no hallaremos souvenirs para turistas.

Continuamos camino, y a lo largo de nuestro recorrido veremos a ambos lados de la carretera la mayor fuente de producción de sal de Tailandia, hasta llegar al célebre mercado flotante de Damnoen Saduak, colorido mercado, que se encuentra a unos 100 km de la capital, y que nada más llegar veremos que no tiene nada que ver con el anteriormente visitado. Se trata de un laberinto de estrechos khlongs (canales) llenos de pequeñas embarcaciones de madera, conducidas en su mayoría por mujeres con sus tradicionales sombreros de paja, y vestidas con el traje de algodón azul típico de los campesinos tailandeses, que venden artesanías, frutas, verduras, alimentos cocinados y otros productos que vienen directamente de sus granjas. Aunque quizás es demasiado “turístico” y ello ha cambiado el enfoque tradicional de este mercado, el bullicio y, sobre todo, los colores y aromas de estos puestos flotantes, así como la simpatía y eterna sonrisa de los nativos, hacen de esta visita, un momento muy agradable. Tomaremos una barca, y a través de los laberintos de canales visitaremos los alrededores del Mercado y viviremos de cerca esta forma de vida, que desde la época antigua, aún se sigue practicando en la zona.

Almuerzo en Restaurante Sampran Riverside (Buffet internacional).

Después del almuerzo, nos uniremos a los talleres de arte y artesanía en el área de Rim Khlong. Estos talleres cambian diariamente y abarcan desde tejidos de hojas de coco, alfarería, figuritas de arcilla, fabricación de guirnaldas, tallados de frutas y vegetales, arreglos de hojas de plátano, tejidos tradicionales de telas y teñido natural. También dispondremos de tiempo libre para pasear por los laterales y los puentes desde los que podremos obtener bonitas fotos; también para recorrer un sinfín de tiendas en las que podremos adquirir algunos recuerdos. Al finalizar regreso al hotel.

Como sabéis, en Bangkok, son tradicionales los mercadillos nocturnos. El más popular es el Mercado de Patpong, situado en Silom, la zona con más vida nocturna de la ciudad. Acabadas las visitas, podréis pasearos libremente por la zona. Además, conocerás el ambiente nocturno que hay alrededor: mientras estás regateando con el vendedor, quizás veas a alguna chica bailando en una barra dentro de un bar, o alguien te ofrezca ver algún “ping-pong Show”. En cualquier caso, merece la pena la visita.

Alojamiento en Hotel Amari Watergate Bangkok.

Día 5: BANGKOK – Río Kwai – AYUTTHAYA

Desayuno buffet en el hotel.

Nos olvidamos del caos de Bangkok, y partimos a primera hora de la mañana en lo que será un largo e intenso día. A 130 km se encuentra KANCHANABURI, lugar rodeado de campos de caña de azúcar y de colinas de piedra caliza, que se hizo tristemente famoso por uno de los episodios más sombríos de la II Guerra Mundial, debido a los cientos de miles de personas que perdieron la vida durante la construcción del “ferrocarril de la muerte”. En 1942, el ejército imperial japonés ordenó la construcción de una vía férrea que debía unir Tailandia y Birmania para el transporte de mercancías y tropas japonesas, con el fin último de invadir la India británica. Los 415 km de vía férrea, fueron construidos por más de 60.000 prisioneros de guerra ingleses, australianos, asiáticos y neozelandeses y 200.000 operarios asiáticos con hierro negro de Java. Terminada en octubre de 1943, la línea estuvo en servicio hasta 1945. La vía discurría por una densa selva tropical amenazada por la malaria, sobre las montañas rocosas y rápidos ríos, entrando finalmente en Birmania por el paso de las Tres Pagodas. Por cada kilómetro construido, perdieron la vida 393 hombres. La desgarradora historia de esta obra faraónica se relata en el libro de Pierre Boulle El puente sobre el río Kwai, cuya versión cinematográfica de David Lean en 1957 (rodada en Sri Lanka) la hizo famosa en todo el mundo.

Pasearemos a lo largo de los 300 m del puente sobre el río Kwai, todo un símbolo del sufrimiento durante la II Guerra Mundial. Como la parte central del puente fue destruida por las bombas aliadas en 1945, los arcos exteriores son los únicos elementos que quedan de la estructura original. La primera versión del puente, acabada en 1945, era de madera, pero fue sustituida más tarde por otra de acero.

También visitaremos el apacible cementerio de los soldados aliados, en el que descansan los restos de 6.982 de las víctimas. Casi la mitad de de ellos eran británicos y casi el resto de Australia y los Países Bajos. Es inquietante ver la juventud de las víctimas. En una pequeña oficina del camposanto están las listas con los nombres y su ubicación.

Subiremos al famoso tren de la Muerte, hasta la estación de Tamkrase, en un recorrido que dura aproximadamente una hora y que serpentea a través de un enclave natural espectacular: el tren escala la ladera de la montaña a una altura de vértigo sobre el río, sobre las vías de la II Guerra Mundial que reposan sobre caballetes de madera. Los paisajes que recorreremos entre campos de caña de azúcar y con la cima púrpura de las montañas de alrededor, son bellísimos, además de un testimonio de una parte importante de la historia.

Almuerzo en Restaurante Tham Krasae (comida tailandesa)

Finalmente visitaremos el museo de la guerra “JEATH”, acrónimo de los países participantes en la II Guerra Mundial en la zona, Japan, England, America, Australia, Thailand y Holland. El museo se encuentra ubicado en el interior de Wat Chai Chumphon, que contiene tres réplicas de las cabañas de bambú que pretenden recordar los campamentos en los que vivían los prisioneros aliados. Los laterales de la larga cabaña están recubiertos de recortes de prensa, fotografías, cartas y dibujos, en lo que es un cruel recordatorio de los castigos infligidos por los japoneses. Quizás la única imagen luminosa de museo es una fotografía que muestra la sonrisa de los supervivientes cuando se anuncia el armisticio.

Seguidamente partimos hacia Ayutthaya.

La mítica ciudad de AYUTTHAYA fue una de las urbes más importantes de la antigüedad, y una etapa imprescindible para seguir las huellas de los antiguos reinos siameses. Situada sobre una isla artificial, en la confluencia de tres cursos de agua, la antigua capital real conserva gran cantidad de vestigios. Se encontraba dividida por una cuadrícula de canales y calles arboladas a lo largo de las cuales se alineaban mercados y talleres de artesanos. Su situación geográfica, a medio camino entre China, India y Malasia, la convirtieron en una ciudad cosmopolita, y en un enclave ideal para el comercio. Embarcaciones de todo el mundo remontaban el río Chao Phraya con sus mercancías de madera teca, marfil, pieles, seda y todo tipo de artesanía. Los mercaderes de la época ya la conocían como “la Venecia de Oriente”. Se trata de una ciudad-isla sobre el rio Chao Phraya, con forma oval, rodeada de doce kilómetros de murallas y fuertes de los que hoy se conservan algunas partes.

Fundada en 1350 por el rey Ramathibodi I, Ayutthaya dejó de ser una pequeña ciudad fortificada con murallas de adobe para convertirse en una de las ciudades más grandes y cosmopolitas del sureste asiático. Fue el centro del poder thai durante más de 400 años y su imperio se extendió por todas las llanuras centrales, así como a otras zonas del Extremo Oriente y del sur. Los 33 gobernantes de Ayutthaya adoptaron el concepto jemer de la realeza divina, completándolo con rituales brahmánicos, y construyeron palacios espectaculares además de grandes monumentos budistas. La mayor parte de los restos que hoy se visitan fueron construidos en los primeros 150 años de historia de la ciudad. Sin embargo, el momento de mayor opulencia acaeció en el siglo XVII, cuando barcos del mundo entero remontaban en Chao Phraya con sus mercancías y Ayutthaya contaba con una población de más de un millón de habitantes: indios, chinos, japoneses y europeos.

Durante el reinado de Narai (1656-1688) llegaron dos embajadas de la corte de Luis XIV y una embajada thai fue enviada a París. El poder de Ayutthaya comenzó a declinar tras la muerte de Narai, momento al que siguieron varias guerras con Birmania, el enemigo tradicional de Tailandia. En 1767, tras 15 meses de sitio, la ciudad cayó en manos del ejército invasor, que en poco tiempo incendió prácticamente todos los edificios. Bajo el mandato del futuro rey Taksin, las tropas thais se reagruparon y lograron expulsar al enemigo. Ayutthaya había quedado destruida y la capital se trasladó río abajo, primero a Thonburi y más tarde a Bangkok. Al igual que esta última, Ayutthaya se concibió como una isla fortificada, formada por un canal abierto en un angosto recodo del río Lop Buri. Posteriormente se abrieron nuevos canales para unir la ciudad con los ríos Chao Phraya y Pasak que se convirtieron en las vías principales de ambos ríos.

Si el tiempo lo permite iniciaremos la visita de una parte de los templos de la ciudad este mismo día. Si no es así (ya sabemos que en esta época los días son más cortos), realizaremos la visita completa al día siguiente.

Alojamiento en Classic Kameo Hotel & Serviced Apartments.

Día 6: AYUTTHAYA – Lopburi – Phitsanulok – SUKHOTHAI

Desayuno buffet en el hotel.

Visitaremos las ruinas y templos más importantes del Parque Histórico de Ayutthaya (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1991), que en su época de máximo esplendor llegó a tener más de 1500 templos muchos de los cuales estaban cubiertos de oro. De entre ellos visitaremos el Wat Phra Mahathat, uno de los más antiguos e impresionantes de la ciudad.  Construido por Bormaraya I en 1374 posee grandes estupas rodeadas por muros y filas de estatuas de Budas descabezados. Este centro espiritual sagrado, acogía en su origen un monasterio real y la sede del patriarca supremo, jefe de la congregación budista. Su prang central medía 50 m., y en los chedis circundantes quedan restos de la decoración de estuco original. Destaca la famosa cabeza de Buda de arenisca, que se encuentra misteriosamente apresada entre las raíces de un baniano (símbolo del árbol Bo de la iluminación). Nadie sabe cómo acabó así la cabeza. Algunos dicen que, abandonada tras el saqueo birmano, los árboles crecieron a su alrededor. Lo cierto es que se ha convertido en uno de los enclaves sagrados del parque y son muchos los devotos que acuden a diario a prestarle sus respetos y a llenarlo de ofrendas.

Igualmente, impresionante es el Wat Chai Wattanaram (1630), construido por el rey Prasat Thong para celebrar su victoria en Camboya, donde se enamoró de la arquitectura jemer. Levantado a la orilla del río, es una réplica de un templo angkoriano, con un enorme prang (torre estilo Khmer) de 37 m, rodeado por otros más pequeños que simbolizan el monte Meru, la morada de los dioses celestiales. Cada esquina del recito está rematada por un chedi que conserva su techumbre de casetones de madera. Los muros exteriores estaban decorados con motivos en estuco que representaban los diversos jataka (relato budista que explica las etapas de Buda en su proceso por alcanzar la iluminación). Hace 45 años la jungla cubría por completo este templo, que ahora se encuentra restaurado. Sin duda una de las ruinas más románticas del lugar y una de las joyas de la arquitectura de Ayutthaya. Un Buda vigila, solitario, encaramado en un alto pedestal delante de las ruinas. El majestuoso prang, de ladrillo rosado, con sus chedis alrededor y filas de Budas sin cabeza, da una sensación de ciudad perdida en su selvático aislamiento.

Pasearemos por el recinto arqueológico, y dependiendo del tiempo disponible se podrá visitar algún otro templo como el Wat Phra si Sanphet (1491), que se encuentra dentro del palacio y servía de capilla real. Los tres chedis (estupas) principales, contienen las cenizas de tres reyes de Ayutthaya. La magnitud de las ruinas del templo da una idea del pasado esplendor. Wat Phra Ram (1369), posee un prang de unas proporciones ideales, que se eleva sobre una terraza escalonada decorada con chedis. Aun se conserva parte de la decoración al estuco del prang como Budas de pie caminando. Wat Chaimonkol, un alto chedi domina este templo en la orilla del río, construido en conmemoración de un duelo a lomos de elefante entre el rey Naresuan y el príncipe heredero de Birmania en 1592. La victoria de Naresuan llevó la independencia a Ayutthaya tras quince años de dominación birmana. En el templo hay una enorme imagen de Buda reclinado de ladrillo y estuco. Wat Ratchaburana (1424), construido por el rey Boromaraya II, en el lugar donde dos príncipes se dieron muerte en un duelo a lomos de elefante. El rey construyó primero dos chedis y luego un templo rodeado por una muralla, un altísimo prang y numerosos prangs y chedis más pequeños.  Wat Phanan Choeng, situado en la orilla opuesta a la ciudad principal, fue fundado poco antes de que Ayutthaya se convirtiese en capital. Su edificio principal contiene un enorme Buda sentado de 19 m de altura, especialmente venerado por los tailandeses de origen chino.

Almuerzo en el Restaurante Chaba (comida tailandesa)

Continuamos camino, y nos dirigimos hacia LOPBURI, que se encuentra a 67 km de Ayutthaya. Conocida anteriormente como “Lavo”, tiene una larga historia y es una de las ciudades más antiguas de Tailandia. Surge durante el período Dvravati (siglos VI y XII) como un importante centro económico, político y cultural. Capital del imperio jemer, la ciudad se convirtió en un crisol de un arte local que da nombre al “estilo Lopburi”, que asociaba los estilos mon y jemer. Su desarrollo continuó con la incorporación del reino de Sukhothai desde finales del s. XIII. Pero un siglo después, el reino de Ayutthaya relegó la ciudad al rango de Estado vasallo. Durante el reinado del rey Phra Narai (1656-1688), la ciudad conoció un auge sin precedentes, ascendiendo a segunda capital del reino. Llegaron al país numerosos religiosos, comerciantes y dignatarios provenientes de Europa y Persia, lo que repercutió en avances en la arquitectura, la astronomía y la literatura. En 1867, el rey es derrocado, y el nuevo monarca rompe relación con el mundo exterior regresando a Ayutthaya y dejando a Lopburi caer en el olvido.

 Visitaremos el bello templo jemer Wat Phra Prang Sam Yot, compuesto por tres torres de gres y laterita unidas, que simbolizaron el trimurti hinduista de Shiva, Visnu y Brahma. Se trata de un claro ejemplo del citado “estilo Lopburi”. Fundado en el siglo XIII, el templo revela claras influencias jemeres, y como tal, el Wat Phra Prang Sam Yot se caracteriza, por el prang con forma de mazorca de maíz, que simboliza el eje mítico del mundo; aunque también incluye influencias europeas que reflejan la apertura a Occidente llevada a cabo por el rey Narai. Fue en su momento el monasterio más grande de la ciudad. En el mismo podremos ver bajorrelieves que representan la vida de Buda. Pero lo más famoso del templo son sus habitantes: el dios hindú Rama quiso ofrecer una ciudad al mono Hanuman, su leal soldado, como recompensa a su fidelidad. Lanzó una flecha hacia el cielo y colocó la primera piedra en el lugar preciso en el que esta cayó. Desde ese momento, los primates han invadido Prang San Yot y se han convertido en los auténticos reyes de las calles de la zona, siendo considerados como los “hijos” del dios Kala (guardián de los templos), y se encuentran a sus anchas, son alimentados por la población local, y no tienen miedo a los humanos, por lo que se acercan y pueden apropiarse de cualquier cosa que llevemos. Por tanto, debemos tener cuidado, y esconder en los bolsos las botellas de agua y todo lo que pueda   parecer comida. Una bolsa a la vista, para ellos es una provocación. Solo en el interior de los tres prang estaremos a salvo de los macacos, ya que allí no se atreven a entrar por miedo a quedarse encerrados.

Continuamos hasta PHITSANULOK, ciudad importante en Tailandia durante 500 años, y de la que ahora solo quedan algunos vestigios del pasado, debido a un gran incendio que la arrasó en 1960.

Afortunadamente, el fuego perdonó el santuario Phra Si Ratana Mahatat. Las crónicas atribuyen la fundación de este templo, en 1357, al rey Li Thai. Este templo destaca por su prang dorado de estilo jemer, construido durante el período de Ayutthaya, así como por las puertas del santuario principal, decoradas con incrustaciones de nácar. Pasada la entrada se accede a una bellísima perspectiva sobre el templo, dominado por su majestuoso prang de 36 m y su wihan, de elegante tejado de tres cuerpos. A lo largo del muro se alinean siete pequeños budas cubiertos de hojas de oro, en diversas posturas (cada uno corresponde a un día de la semana). En el interior del edificio, destacan los paneles de la puerta en ébano con incrustaciones de nácar, una magnífica obra de 1756. Aquí encontraremos una de las estatuas más veneradas de Tailandia el Phra Phuttha Chinarat, un magnífico buda de bronce dorado del siglo XIX, verdadera obra maestra del arte de Sukhothai, que se encuentra entre las figuras más veneradas de Tailandia, solo superada por el Buda Esmeralda de Bangkok. Rodeado de un halo de llamas y protegido por dos naga (serpientes), preside ante un muro azul realzado con pinturas doradas rodeado de sus discípulos. La cabeza de Buda, algo más ancha de lo habitual en Sukhothai, le da mayor sensación de solidez. A ambos lados del altar, se encuentran otras imágenes de Buda de varios períodos, algunos de gran valor artístico. No debemos perdernos las bellas pinturas murales que representan la iluminación de Buda y su renuncia al mundo.

Llegada a Sukhothai. Alojamiento en Hotel Sriwilai Sukhothai.

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