Viaje a SUDÁFRICA IV: Victoria Falls – Johannesburgo – Mpumalanga – Parque Kruger – Ciudad del Cabo | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 7: VICTORIA FALLS – JOHANNESBURGO     

Desayuno buffet en el hotel. A la hora indicada partimos en autobús, hacia la frontera con Zambia y nos dirigirnos al aeropuerto de Livingstone para tomar nuestro vuelo BA6292 de la compañía BRITISH AIRWAYS. Salida a las 13.30 hrs, con destino JOHANNESGURGO. Llegada a las 15.15 hrs.

A menudo llamada cariñosamente Jo’burg o Jozi, la ciudad de Johannesburgo, es el centro financiero y comercial del país. Fundada en 1886 sobre uno de los más ricos yacimientos de oro del mundo, el lugar, que comenzó como un simple campamento, se convirtió rápidamente en una potencia económica y el mayor espacio urbano del África Subsahariana. Su población metropolitana, se estima que ronda los 9 millones de habitantes, y es la tercera más poblada de África, tras El Cairo y Lagos. Sin duda es el peor reflejo de los problemas de integración de la minoría negra en la Sudáfrica libre. No es una ciudad bonita, y sus rascacielos podrían alzarse en cualquier otro país. Tampoco cuenta con museos atractivos, y los mejores lugares de ocio y restaurantes se encuentran en el extrarradio, ya que el centro se ha convertido en un gueto, y muchas de cuyas zonas son auténticos barrios sin ley.

Nos trasladamos al hotel, y durante el recorrido pasaremos por algunos barrios residenciales de la ciudad. La zona de Rosebank, el principal distrito de galerías de arte, o Sandton, uno de los barrios más ricos, que abarca una multitud de negocios, centros comerciales, así como residencias privadas.

Por la tarde nos trasladamos al Melrose Arch Shopping Centre, una zona comercial, donde se encuentra nuestro restaurante Moyo Restaurant Melrose Arch, cuyos menús ofrecen cocina de todos los rincones de África. Al final de la cena es tradición pintar la cara a sus clientes a la manea típica tribal.

Cena menú en restaurante Moyo de Melrose Arch.

Alojamiento en Radisson Blu Hotel Sandton Johannesburg.

Día 8: JOHANNESBURGO – Mpumalanga – PARQUE KRUGER    

Desayuno buffet en el hotel. Salida a primera hora hacia el Parque Kruger, atravesando la provincia de Mpumalanga una de las más pequeñas de Sudáfrica, pero también una de las más emocionantes. Visitamos una Sudáfrica idílica, de grandes valles boscosos y verdes praderas. En otros tiempos fue una de las regiones más importantes en la prospección de minas de oro, y de esa época han quedado muchos recuerdos.

Mpumalanga significa “lugar donde sale el sol” y el nombre le viene como anillo al dedo, ya que es la provincia más oriental de Sudáfrica. Se trata de uno de los recorridos más pintorescos del país, la conocida como “Ruta Panorama”, que explora las tierras altas de la región. En estas montañas escarpadas, la meseta se detiene abruptamente y de manera dramática, cayendo de manera vertiginosa hacia el Lowveld, acompañada de increíbles vistas sobre las praderas de África. La zona posee una gran variedad de vida vegetal, que sustenta asimismo una igualmente rica y variada fauna. A lo largo de la ruta panorámica de Mpumalanga, realizaremos varias paradas en algunos de los miradores.

Almuerzo libre.

El terreno escarpado, la alta pluviosidad y la fuerte erosión han creado bonitas y elegantes cascadas que iremos dejando atrás, como las cataratas Mac Mac, con una caída de 70 m, o las Lone Creek, de similar altura, donde el agua pulverizada de la cascada se interna en densas bolsas de helechos y bosque serrano; hasta llegar al Pinacle, impresionante columna de cuarzo de 30 m de altura que parece alzarse desafiante desde una base de vegetación siempre verde. Una ilusión óptica lo coloca casi al alcance de la mano. Las capas de arenisca visibles muestran el origen sedimentario de la roca y hacen evidente que, a pesar de su elevada altura, la cumbre estuvo sumergida en un mar primigenio.

También veremos, partiendo desde lo más profundo del cañón boscoso, las Three Rondavels (conocido como “Tres hermanas”), tres espirales enormes de roca dolomita que se elevan desde la pared más alejada del cañón del río Blyde, con sus muros escarpados y sus cimas completamente cubiertas de verde. La palabra “Rondavel” es un término sudafricano que hace referencia a una vivienda redonda similar a una choza (generalmente con un techo de paja). Los tres picos gigantescos, que se elevan a más de 700 m sobre el paisaje circundante llevan el nombre de las tres esposas más problemáticas del jefe Maripi Mashile, que es recordado por oponerse a los invasores Swazis en una memorable batalla. Son, (de izquierda a derecha) Magabolle, Mogoladikwe y Maseroto. Detrás de estos tres colosos, se encuentra el pico Maripeskop, de 1.944 m de altura, el más alto de Mpumalanga. Y al fondo el enorme lago artificial formado por la Presa de Blydepoort. Junto a ella, la colina aislada de Thabaneng, que se conoce como el “reloj de sol”, o “montaña con una sombra que se mueve”. Se dice que la posición de su sombra indica la hora del día.

Llegaremos a la Ventana de Dios (“God’s Window”) un mirador paisajístico situado en el cañón del río Blade y que ofrece vistas de la meseta baja, el llamado Loweeld sudafricano, una gigantesca región subtropical que alberga cataratas, formaciones rocosas, precipicios y bosques. Desde esta escarpa, un terraplén de acantilados y bosques de escarpes, cuya apariencia estética es similar al Edén, de ahí su nombre. Las vistas alcanzan las lejanas montañas de Lebombo, el Parque Kruger e incluso, en días claros, partes de la costa de Mozanbique. En este lugar se rodaron escenas de la comedia de 1980, Los dioses deben estar locos. Cerca del final, el personaje bosquimano Xi, llega hasta aquí, y debido a algunos nubarrones negros que rodeaban el paisaje, creyó que era el fin de la Tierra.

Llegaremos hasta Bourke´s Luck Porholes unas espléndidas “marmitas gigantescas” formadas por el agua en el punto de unión de los ríos Blyde (alegre) y Treur (triste). Las piedras del cauce, movidas por la corriente, han ido erosionando la roca hasta formar estas marmitas a modo de extrañas esculturas cilíndricas talladas en remolinos de agua. Las suaves rocas rojas y amarillas contrastan con el color cobre del río, que corre por debajo, y que podremos contemplar desde los puentes construidos arriba. El nombre de “la suerte de Bourke” viene de Tom Bourke, un buscador que excavó aquí, en la vana creencia de que encontraría oro.

Y llegamos al Cañón del río Blyde, el tercer cañón más grande del mundo, y uno de los enclaves naturales más espectaculares de África. El caudaloso río Blyde ha labrado durante millones de años su camino a través de esquisto y cuarzo, creando el precioso laberinto de acantilados, islas, mesetas y laderas cubiertas de arbusto que forman este cañón de 25 km de largo, en cuyo corazón se extiende el embalse de Blydepoort. Blyde significa “río de la alegría” y se llamó así después de que el voortrekker Hendrik Potgieter y su comitiva regresaran sanos y salvos de una expedición a Mozambique en 1844. Desde alguno de los miradores, nos dejaremos impresionar por esta creación de la naturaleza, con sus acantilados que caen verticalmente con una profundidad media de 750 m. El cañón posee una abundante flora que incluye desde líquenes y musgos hasta bosque montano, orquídeas y otras plantas con flores. Disfrutaremos de una muy hermosa vista desde el “Lowveld View”, que se encuentra a una altura de 1.219 m, con el río Blyde abriéndose paso a través de los valles.

Cena y alojamiento en Sabi River Sun – Resort.

Día 9: PARQUE KRUGER

Desayuno pack tipo vianda. Hoy tendremos todo el día dedicado a los safaris por el PARQUE KRUGER, uno de los más importantes y famosos del mundo. Situado en el extremo nordeste del país, haciendo frontera con Mozambique y Zimbabwe, es uno de los parques más antiguos y de mayor extensión del planeta. En la zona del Kruger se han encontrado pruebas de la presencia de prehomínidos que se remontan hasta hace 1 500 000 años. Los bosquimanos habitaron en el área desde 100 000 a.C. Hacia el s. II llegaron los primeros pobladores de lengua nguni en busca de mejores pastos para su ganado, desplazándose hacia el sur y reemplazando a los bosquimanos. Hacia el 800, los árabes empezaron a hacer incursiones en la zona en busca de esclavos, usando los puertos de Mozambique. También surgió una civilización en la región norte del parque. Alrededor de 1838, las expediciones de Voortrekker guiadas por Louis Trichardt y Hans van Rensburg exploraron la región, y más tarde se establecieron rutas de carromatos con origen y destino la zona del Kruger. En 1895, Jakob Louis van Wyk presentó una moción para crear una reserva de animales que se convertiría en el Parque Nacional Kruger. La moción, fue aceptada por un solo voto de diferencia en 1895. Ello llevó a que el 26 de marzo de 1898, Paul Kruger, presidente de la República del Transvaal, proclamase la creación de un “Parque gubernamental de vida salvaje”. Este parque sería conocido más tarde como la Reserva de Animales Sabi, y en 1926 se expandió hasta convertirse en el Parque Nacional Kruger.

Estamos en la reserva de animales más grande de Sudáfrica. Tiene más o menos el mismo tamaño y forma de Gales, en el Reino Unido, y una superficie semejante a la provincia de Cáceres. Cubre 19.633 km² y se extiende por 350 km de norte a sur y 60 km de este a oeste. Realmente el parque abarca alrededor de 35.000 km2, gracias al acuerdo firmado con Mozambique, que supuso la expansión del parque a casi el doble de extensión con el parque Limpopo, para formar el Great Limpopo Transfrontier Park, por el que se puede circular sin necesidad de pasar aduanas.

Probablemente el parque Kruger posee la más amplia biodiversidad animal de cualquier zona protegida del mundo, con 147 especies de mamíferos, 110 de reptiles, 34 anfibios, 49 de peces, 507 de aves, y 230 de mariposas. Además, se han contabilizado 336 especies de árboles y plantas. Entre la fauna más importante, tenemos que destacar los famosos BIG FIVE (cinco grandes): elefante, rinoceronte, búfalo, león y leopardo. Además, hay que citar a los guepardos o cheetas, jirafas, hipopótamos, varios tipos de antílopes, cebras, facoceros, rinocerontes blancos, babuinos, perros salvajes, hienas, mangostas, pangolines, ardillas, liebres, cocodrilos … en definitiva, lo mejor de la fauna africana.

En cuanto al paisaje predominante, es la sabana, en la que abundan las acacias africanas, aunque la gran extensión de la reserva favorece que se den distintos tipos de vegetación, como los mopanes o los baobabs (ese árbol sagrado africano que dice la leyenda que fueron plantados por el diablo, y por ello tienen las raíces al aire y las ramas bajo tierra). Kruger se toma como ejemplo en cuanto a la conservación de la vida salvaje y es un lugar de reunión de ecólogos, zoólogos, biólogos y estudiosos que acuden a hacer sus investigaciones.

El parque se encuentra con algunos problemas que le está costando resolver. Uno de ellos es el exceso de elefantes. Actualmente, según los especialistas, el número de ejemplares debería reducirse a casi la mitad. La superpoblación de estos animales pone en riesgo los ecosistemas por la voracidad de los mamíferos terrestres más pesados, que suelen tener pocos miramientos para elegir su bocado, y arrasan con toda la vegetación del área en la que viven. Se calcula que en Sudáfrica hay cerca de 20.000 elefantes, de los cuales 14.000 están en el Parque Nacional Kruger, cuando según los expertos, el área solo tiene capacidad para 7.500. Como van en manadas, los elefantes están acabando con las reservas de vegetación del parque y ponen en peligro a otras especies que comparten el territorio con el mamífero terrestre de mayor tamaño, con un peso promedio de seis toneladas. Por ello, durante distintos momentos se han sacrificado muchos ejemplares. Las organizaciones de defensa de los animales abogan por otros medios, como el control de nacimientos, mediante una inyección anticonceptiva o el traslado de los elefantes otros parques donde haya déficit de los mismos. Por otro lado, el acuerdo con Mozambique para unir el Parque Kruger con el Limpopo Park, amplia el territorio por el que pueden moverse, facilitando las migraciones, y aliviando así la presión que sufre el Kruger. El segundo problema es el de los rinocerontes amenazados. En Sudáfrica se concentra casi el 80% de la población mundial de rinocerontes, gran parte de los cuales vive en Kruger. Sus cuernos (supuestamente con virtudes afrodisíacas) son muy apreciadas por los orientales

A primerísima hora de la mañana subiremos a bordo de nuestros vehículos 4×4, abiertos y especialmente modificados para mejora la visibilidad, y que podamos tomar fotos sin obstáculos durante nuestro safari por el Parque Kruger (*). Seremos guiados por experimentados guías con profundo conocimiento del parque, que seguirán el rastro fresco de los animales. Entraremos por la puerta de Phabeni, que se abrió en 2002 como ruta alternativa a la congestionada puerta Paul Kruger, y llegaremos hasta el campamento Skakuza, el más extenso e importante del parque que se extiende sobre el río Sabie. Nuestro recorrido tendrá lugar por el sur del parque, donde tendremos las mayores posibilidades de ver fauna salvaje. Aunque parezca muy llano, debido a que no hay diferencias bruscas de altura, en su interior se pasa de los 260 a los 839 m de altitud. El trazado de las carreras nos conducirá de un marco vegetal a otro distinto, alternando las amplias llanuras de hierba con las zonas de monte bajo y los bosques, y nos asegurará siempre una variedad en el itinerario. Esperamos tener suerte en nuestros avistamientos. Los BIG FIVE, están más que bien representados: más de 14.000, 27.000 búfalos africanos y 1.000 leopardos; los avistamientos de rinocerontes blancos son frecuentes, mientras que detectar un rinoceronte negro puede requerir algo de paciencia y un poco de suerte. Los leones abundan con más de 2.000 acechando las llanuras.

Cuando empieza a caer la tarde, volveremos al parque y subiremos a los vehículos de la organización para realizar un safari nocturno, en lo que será una experiencia singular y diferente, y esperamos que inolvidable. Estos safaris están organizados por los responsables del parque, y durante el mismo se intenta ver animales en movimiento o cazando a corta distancia de nuestro vehículo, escuchando los sonidos que emiten en la oscuridad. Muchos de ellos descansan durante el día y comienzan a activarse después de la puesta del sol. Entramos en el momento mágico de la vida salvaje. A medida que el sol comienza a hundirse más y más en el horizonte, el mundo nocturno se despierta. Los hipopótamos salen de sus charcas, los felinos se olvidan del descanso ocioso de la mañana y se preparan para la caza. Las jinetas abandonan la seguridad de sus madrigueras para buscar el banquete nocturno. Los búhos llenan la noche con gritos inquietantes y los chacales comienzan a aullar. Este safari nos dará la oportunidad de ver un bello atardecer africano desde un lugar seguro. Conforme crezca el crespúsculo, seguiremos buscando fauna africana, mientras el guardabosque nos irá dando las explicaciones sobre lo que nos vamos encontrando.

                Cena y alojamiento en Sabi River Sun – Resort.

(*) Los safaris se hacen con rangers del parque y asistencia en inglés. El guía de habla hispana se irá turnando en la medida posible entre los vehículos.

Día 10: PARQUE KRUGER – CIUDAD DEL CABO

Desayuno buffet en el hotel.

A la hora indicada partimos en autobús hacia el Kruger Mpumalanga International Airport para tomar nuestro vuelo SA8664 de la compañía SOUTH AFRICAN AIRLINK. Salida a las 13.15 hrs, con destino CIUDAD DEL CABO. Llegada a las 15.45 hrs.

Situada en la punta meridional de África, en una pequeña península que se adentra en el océano Atlántico, Ciudad del Cabo es la segunda ciudad más poblada del país tras Johannesburgo y su capital legislativa.

Al parecer, los primeros residentes de la zona fueron los khoekhoen, unos ganaderos nómadas procedentes de Botswana, que ocuparon la región a principios de nuestra era. Tras ellos, llegaron los san, cazadores nómadas (bosquimanos). Los individuos de ambos grupos eran de muy baja estatura y acabaron mezclándose dando lugar a la población de los khoisan. Estas etnias fueron las que encontraron los primeros blancos que llegaron. Ya en el año 1488, el navegante portugués Bartolome Dias, consiguió doblar el Cabo de Buena Esperanza, abriendo una nueva ruta hacia Asia, que diez años después confirmaría Vasco da Gama. Pero los portugueses no se establecieron en estas costas, sino que para ellos solo fue una etapa en sus travesías hacia la India y Macao. Los holandeses llegaron en 1595, pero el sur del continente siguió siendo una etapa de paso, hasta que, en 1648, tras el naufragio de un buque de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, decidieron instalar una base de aprovisionamiento, empezando así la historia de las conquistas de Sudáfrica. En 1652 se construyó un fuerte y se nombró como gobernador al holandés Jan van Riebeeck. Enseguida comenzaron a llegar grupos de gentes de diferentes procedencias (Alemania, Holanda, Francia), se plantaron viñedos, y se comenzaron a explorar los territorios limítrofes. Los holandeses comenzaron a tener problemas con los nativos y trajeron esclavos de Madagascar, India, Ceilán, Indonesia y Malasia. En 1743 se comienza a construir el puerto. El asentamiento continuó prosperando y se ganó la reputación de “taberna de los siete mares”, un animado puerto que utilizaban los marineros que navegaban entre Europa y Oriente. El Cabo permaneció bajo control holandés hasta la década de 1780. A partir de ahí, los ingleses se empiezan a interesar por la región y en 1806 se apoderan de la ciudad. La abolición de la esclavitud en 1834 conlleva que muchos colonos decidan marchar a buscar fortuna en otros lugares, en lo que se dio en llamar el Gran Trek. Curiosamente muchos esclavos siguieron a sus antiguos amos porque quizás se sentían más seguros con ellos que con los ingleses. La ciudad continuó desarrollándose, pero el abandono de los antiguos esclavos a su suerte significó el comienzo de una segregación que fue empeorando con el tiempo. En 1901 se culpó a los trabajadores africanos negros de una epidemia de peste bubónica (que en realidad llegó de un barco de Argentina), hecho que el Gobierno aprovechó para establecer la segregación racial y trasladar a los negros a dos lugares de la ciudad. A partir de aquí la historia de la ciudad se funde con la del país. Aquí, como en toda Sudáfrica, la implantación en 1948 de las primeras leyes del apartheid tuvo consecuencias humanas y económicas desastrosas.

Almuerzo libre.

A la llegada, y daremos un paseo por el Victoria & Alfred Waterfront, que se ha convertido en los últimos años en un imán para todos los visitantes de la ciudad. Los viejos muelles del puerto, acondicionados y reformados, resumen en cierto modo ese ambiente propio de Ciudad del Cabo con sus aires marineros. Las dársenas y el nuevo puerto que debía permitir que barcos de todos los tamaños pudieran refugiarse de los temporales oceánicos, fueron excavados en 1860, cuando el príncipe Alfred iniciaba la construcción del primer malecón en las turbulentas aguas de Table Bay, volcando en el agua una carga de rocas extraídas del fondo marino. El mayor tamaño de los barcos obligó a construir la Victoria Basin para aliviar al dique anterior. A partir de la década de 1960, los diques y los edificios portuarios colindantes fueron deteriorándose hasta que, en 1988, la Waterfront Company inició un proceso de mejorar y desarrollar el lugar. La reina Victoria unión su nombre al de uno de sus hijos para bautizar la ampliación del conjunto de modernos almacenes portuarios. Como sucede en todos los puertos, la llegada de barcos cada vez mayores procedentes de todo el mundo y de una población algo dudosa, hizo del Waterfront un sitio de mala fama. Por ello, a finales de 1980, se decidió emprender una rehabilitación completa del sector, conservando en el Waterfront una verdadera vía portuaria y transformando los antiguos muelles en hoteles, restaurantes, bares, pubs, clubes de jazz, tiendas y galerías de arte. Grandes hangares vacíos fueron reconvertidos en shopping centres de lujo, como el gigantesco Victoria Wharf, un centro comercial de lujo con centenares de tiendas. También encontramos un mercado de artesanía en un hangar totalmente azul, cerca del acuario. Uno de las construcciones más antiguas de zona es la Torre del Reloj, un pequeño edificio octogonal reconocible por sus colores rojo y blanco, que fue construida en 1882 como oficina al primer capitán designado para controlar el movimiento de los buques. Los puentes sobre el agua se abren y cierran de vez en cuando para permitir el acceso de embarcaciones más pequeñas a los muelles, mientras que Cape Wheel, una gigantesca noria, ofrece vistas inigualables de 360 grados de la ciudad; el anfiteatro al aire libre acoge música, bailes y espectáculos. En pocos años Waterfront se convirtió en un lugar de moda, y muy seguro. En otro tiempo frecuentado únicamente por las clases ricas, el Waterfront atrae ahora a gente de todas las clases sociales. El ambiente que se respira es alegre y distendido y a ello contribuyen los numerosos músicos, mimos, grupos de baile y acróbatas o malabaristas que actúan constantemente por las distintas calles que lo componen.

Cena y alojamiento en Radisson RED Cape Town.

Nota con respecto a nuestro hotel en Ciudad del Cabo: dispone de una ubicación excelente, muy próximo al Waterfront Victoria y Alfred, zona por la que, después de las visitas, podéis pasear, cenar en sus restaurantes, tomar una cerveza en las tabernas al borde del agua (muchas de ellas ofrecen música en directo), observar el quehacer diario de los muelles o visitar los mejores mercados donde podréis adquirir la mejor artesanía de la ciudad. También en el Waterfront Amphitheatre se celebran conciertos al aire libre. Algunos grupos interpretan durante la tarde, su manera de sentir isicathamiya, una corriente musical interpretada por grupos de hombres que armonizan sus voces, y sus silencios, para cantar a capella temas influidos por las canciones típicas de las bodas zulúes y por los oficios religiosos. Para ir de un punto a otro del muelle, podéis recurrir a los watertaxis, pequeñas embarcaciones que te llevan en unos minutos por vía marítima entre focas, lo cual también resulta divertido.

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