DÍA 4 – DAMBULLA – Aukana – Anuradhapura – Mihintale – DAMBULLA
Desayuno buffet en el hotel.
Nos dirigimos hacia el pueblo de Aukana, en la Provincia Central del Norte de Sri Lanka, donde se encuentra el Buda de Aukana, colosal estatua de 12 m de altura tallada sobre una gran roca de granito. Muy bien conservada, representa a Buda de pie con una apacible expresión en el rostro. Posee algunos detalles notables, como los pliegues de su túnica primorosamente tallados, enormes lóbulos en las orejas, o la pose ashiva mudra, (una postura bastante infrecuente en las estatuas de la isla) que significa “bendiciones”. Sobre su cabeza hay una llamarada que representa el poder de la iluminación total. Fue esculpida durante el reinado de Dhatusena en el siglo V. Aukana significa “come-sol”. La estatua mantiene un mínimo contacto por detrás con la pared de roca en la que se talló, que es la que la sostiene, pero el plinto, en forma de flor de loto sobre el que se apoya, es una pieza independiente. La estatua es adorada por toda la isla, hasta el punto que se han realizado varias copias a gran escala que se ubican en Colombo, Dondra, Ratnapura y Trincomalee.
Posteriormente nos dirigiremos a ANURADHAPURA, que a partir del siglo IV a.C. y hasta principios del siglo XI fuera capital de Sri Lanka. Situada en pleno corazón de de la isla, es la ciudad más sagrada del país, el núcleo del budismo theravada y lugar de peregrinación para los budistas de todo el mundo. Aunque actualmente solo queda una parte de lo que fuera durante siglos la esplendorosa ciudad de Anuradha, este enorme complejo contiene una rica colección de maravillas arqueológicas y arquitectónicas: enormes dagobas (tipo de arquitectura budista construida para contener reliquias, que deriva probablemente de los antiguos túmulos funerarios; en otros países asiáticos se denominan estupa o chedi), colosales torres de ladrillo, antiguas piscinas y templos, algunos de los cuales conservan su función como lugares sagrados. El rey Pandukabhaya comenzó el primer diseño de la ciudad, que en el año 387 a.C. adquirió el rango de capital del reino y fue tomando importancia hasta el reinado de Devanampiya Tissa (247-207 a.C.), cuando el budismo llegó al país desde la India, y se inició la construcción de los grandes edificios. La ciudad cayó en varias ocasiones en poder de ejércitos invasores provenientes de India y fue reconquistada sucesivamente y ampliada con nuevas y espectaculares construcciones, sobre todo con el legendario caudillo Dutugemunu (161-137 a.C.). A partir del siglo VII comenzó a perder importancia, precipitándose su declive tres siglos después, cuando los cholas ocuparon la ciudad en el siglo X y la capital del país pasó a ser Polonnaruwa. Al poco tiempo los edificios comenzaron a ser invadidos por la jungla, siendo ignorados durante más de 8 siglos, quedando en una situación calamitosa. Por suerte, a finales del siglo XIX comenzaron las excavaciones y restauraciones, algunas de las cuales resultaron realmente soberbias.
Visitaremos las ruinas de la Ciudad Santa de Anuradhapura (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1982), un lugar sobrecogedor, y una de las imágenes más evocadoras de Asia que exhala una atmósfera cósmica de silente elocuencia espiritual. Durante nuestro recorrido tendremos oportunidad de ver el Sri Maha Bodhi, (ficus religiosa), centro espiritual y físico de la ciudad. La higuera sagrada a cuya sombra el príncipe Sidharta Gautama (Buda) alcanzó hace más de 2.500 años la iluminación en Bodhgaya (Bijar, India). El árbol original de Buda fue destruido (lo mató la esposa del rey budista Ashoka, por celos), pero un esqueje fue llevado a Sri Lanka en el siglo III a.C. por la princesa Sanghamita, hermana de Mahinda, hijos ambos del emperador indio Maurya Ashoka. Fue trasplantado en el 288 a.C., donde hoy día se sigue venerando. Se dice que es el árbol certificado históricamente más antiguo del mundo, cuidado por una sucesión ininterrumpida de guardianes durante más de 2300 años. Cerca de allí se encuentra el Palacio Brazen, que en su día tuvo nueve plantas y podía acoger a 1000 monjes, aunque en la actualidad solo quedan los restos de 1600 columnas. Protegida por un muro formado por cientos de elefantes se encuentra la Ruvanvelisaya Dagoba, magnífica estupa blanca que parece un gigantesco hemisferio (su aspecto original, se dice que tenía forma de burbuja); su altura actual es de 55 metros, muy inferior a la original; ha sido completamente restaurada y conserva algunas bonitas estatuas, como la del Buda de pie. La Thuparama Dagoba, edificada en el 244 a.C. (por tanto, la más antigua del país) por Devanampiyatissa, inicialmente tenía la forma de un montón de arroz, pero se restauró en forma de campana en 1840; se cree que alberga en su cámara la clavícula derecha de Buda. El monumento se encuentra rodeado por una vatadage, (o casa de reliquias circular), que rodean la estructura en cuatro círculos concéntricos, añadidos en el siglo VII y que le confiere un aspecto armonioso y sobrio. Esta construcción es propia de Sri Lanka, y se utiliza para consagrar una reliquia. La colosal Abhayagiri Dagoba, construida en el siglo I a.C., fue en su día centro ceremonial de un monasterio de 5.000 monjes. Originalmente tenía más de 100 m de altura, siendo una de las mayores estructuras del mundo antiguo. Actualmente, después de varias restauraciones, y al perder el pináculo, su altura ha quedado reducida a 75 m, aunque su imagen, rodeada de vegetación, es imponente. Un magnífico ejemplo de escultura cingalesa es el Buda Samadhi, imagen del siglo IV, con una armonía de líneas incomparables y la expresión del Buda en profunda meditación, en postura de asceta, está considerada una de las más logradas tallas en piedra del Maestro. El Kuttam Pokuna, estanques gemelos no en cuanto a dimensiones (el situado al norte tiene 40 m de longitud y el del sur 28 m) sino en conformación, fueron construidos en el siglo VIII para las abluciones de los monjes del monasterio contiguo. El agua entraba al estanque mayor a través de la boca de una makara (bestia mítica marina de la mitología hindú) y luego fluía al estanque menor a través de una conducción subterránea. El Palacio Real, construido por el rey Vijayabahu I tras derrotar a los cholas en el 1077, es una de las estructuras más modernas de la ciudad, aunque hoy apenas quedan en pie la terraza y las piedras de guardia de la entrada. Formando parte del palacio, el Refectorio de Mahapali, posee un abrevadero de piedra que se llenaba de arroz para alimentar a los monjes. La enorme cúpula de la Jetavanarama Dagoba se construyó por orden de Mahasena en el siglo III de nuestra era y, en su origen, con sus 120 m de altura, debió de ser el tercer monumento más alto del mundo, después de las dos pirámides más altas de Egipto. Actualmente, luego de las restauraciones, tiene una altura de 70 m. Se dice que se erigió con más de 90 millones de ladrillos de color ocre. El Museo Arqueológico ocupa un edificio colonial británico, donde se exhiben interesantes obras de arte, tallas y objetos de yacimientos de todo el país. Destaca una maqueta de la vatadage de la Thuparama Dagoba y una cámara de reliquias restaurada procedente de las excavaciones de Mihintale.
Almuerzo en un restaurante local.
Seguimos nuestro camino y llegamos a MIHINTALE, cuna del budismo en este país; en el 247 a.C., el rey Devanampiya Tissa se encontraba cazando cuando se le acercó Mahinda (hijo del emperador budista indio Ashoka, que dominó casi la entera totalidad de la India) acompañado de tres mil monjes, y entablaron conversación. El monarca, impresionado por la persona de Mahinda, hizo construir en Mihintale un monasterio y se convirtió al budismo. En la gran roca de Mihintale se construyeron santuarios y cuevas para residencia de los monjes.
Visitaremos el Monasterio de Mihintale, que se desarrolla a lo largo de una ascensión de 1.840 escalones de granito tallados en la roca, intercalados con terrazas, que fueron construidos por el rey Bahthika Abhaya a principios de nuestra era. En el primer rellano, llegamos a la Kantaka Cheiya, que contiene la dagoba más antigua del complejo. Con una altura original de 30 m, ahora solo mide 12 m de alto y 130 m de perímetro en la base. Posee cuatro vahalkadas (paneles sólidos esculpidos), que se cuentan entre los más antiguos y mejor conservados del país. Cada uno con su altar con flores de piedra que indican los cuatro puntos cardinales, rodeados por esculturas de enanos, ocas y otras figuras; los frisos, de gran calidad, datan del siglo II a.C. Al sur de la dagoba se halla un enorme peñasco con una inscripción antigua realizada en la primera escritura protobrahmi. En el segundo rellano, rodeado por un paseo, se encuentra el Refectorio de los monjes, del siglo VI, donde veremos un gran cuenco de piedra en el que se depositaba el arroz y otros alimentos para los monjes; cerca de allí se encuentran las Reliquias del monasterio, con inscripciones en cingalés erigidas durante el reinado de Mahinda IV a finales del siglo X, que definen los deberes de los muchos sirvientes del monasterio; la sala de reuniones, donde se reunían los monjes para discutir asuntos de interés común. En la cima de la colina se yergue la Dagoba Ambasthale, el lugar donde la tradición sitúa el encuentro entre Mahinda y el rey que acogió el budismo en Sri Lanka. Se trata de una estupa blanca muy venerada rodeada de columnas de piedra construida en el siglo II a.C.; a su lado hallamos una escultura de la huella de Buda, rodeada por una barandilla. La antigua estatua decapitada sería del rey Tissa. Enfrente de la terraza, unos escalones conducen a un gran buda blanco sentado. Unos peldaños excavados en la roca llevan hasta la Aradhana Gala o “roca de la meditación”, con magníficas vistas del entorno con la gran Dagoba de Mahaseya, que contiene las reliquias de Mahinda.
Cena buffet en el hotel. Alojamiento en Hotel Jetwing Lake.
DÍA 5 – DAMBULLA – Sigiriya – Polonnaruwa – Minneriya – DAMBULLA
Desayuno buffet en el hotel.
Partimos a primera hora hacia SIGIRIYA, ciudad que quedó abandonada en el siglo XV y fue descubierta casualmente por un cazador a mediados del siglo XIX, para ser excavada en profundidad por el arqueólogo británico John Still en 1907. Los trabajos han demostrado que la zona ya estaba habitada hace cinco mil años, pero no fue hasta el siglo III a.C. cuando se instalaron las primeras comunidades dinásticas budistas, que lo hicieron en los terrenos situados al norte y oeste de la roca. Fue en esos años cuando se excavaron varias grutas en las paredes de la montaña para crear monasterios rupestres y refugios.
La roca de Sigiriya, es el cuello de un antiguo volcán que se alza 370 metros de forma abrupta sobre la inmensa llanura en lo que supone la imagen más icónica y espectacular de Sri Lanka. Sus paredes casi verticales se elevan hasta una cumbre llana que contiene las ruinas de una civilización antigua que en su día fue el epicentro del efímero reino de Kasyapa. Existen teorías contradictorias sobre la historia de Sigiriya, pero según Mahavansha, (registro histórico escrito en lenguaje pāli, acerca de monarcas budistas, así como también de reyes drávidas de Sri Lanka), el rey Kasyapa mató a su padre, el rey Dhatusena, en el 477 d.C. para heredar el trono. Temiendo la venganza de Mogallana, su hermanastro, Kasyapa abandonó Anuradhapura y construyó un palacio-fortaleza inexpugnable en la cima entre 477 d.C. y el 485 d.C. Dieciocho años más tarde, en combate con su hermanastro Mogallán, cuando vio perdida la batalla, se dio muerte con su propia espada. Después de su muerte y hasta el siglo XIV, el lugar volvió a utilizarse como monasterio. Otras teorías sostienen que nunca hubo un palacio en la roca sino un monasterio budista, donde vivían monjes antes durante y después de Kasyapa.
La Roca de Sigiriya (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1982), se niega a revelar sus secretos fácilmente, por lo que habrá que ascender una serie de vertiginosas escaleras pegadas a las escarpadas paredes para llegar a lo alto. Antes de comenzar la subida a la “Roca del León” (se asemeja a un león extendido sobre su vientre) nos encontramos con los Jardines Acuáticos, que se cuentan entre los jardines más antiguos del mundo y están dispuestos de forma simétrica formando pequeños estanques revestidos de ladrillos e islotes unidos a los senderos; más cerca de la gran roca, los Jardines de las Piedras, cuyas rocas fueron cimientos de edificios que se alzaron allí. Al iniciar la subida, nos encontramos con las zarpas de un gigantesco león de piedra, cuya boca hacía las veces de puerta. A medio camino de nuestra ascensión, descubriremos una de las grandes maravillas del complejo, como son los bellísimos Frescos de Sigiriya, unas preciosas pinturas budistas muy bien conservadas, plasmadas en un farallón a media altura de la roca. Actualmente solo quedan 19 frescos de los 500 que había en su origen, pero todos ellos, absolutamente espléndidos y sugerentes, representan a casi una decena de hermosas mujeres con el talle ajustado y voluptuosos pechos al descubierto. Se pensaba que esas pinturas representaban a las concubinas de Kasyapa, pero actualmente se piensa que son retratos de apsaras (ninfas celestiales). Sus rostros han sido pintados primorosamente con grandes ojos rasgados y un llamativo tocado sobre la cabeza. Su estilo se ha relacionado con el de las cuevas de Ajanta, en el Sudoeste de la India. Como curiosidad hay que decir que aquí se rodaron algunas escenas de Indiana Jones. La Pared del Espejo, largo muro hecho de porcelana y donde los visitantes de tiempos lejanos (de los siglos VI al XIV) escribieron su admiración por la belleza de las Damas de Sigiriya y el talento de los artistas que las pintaron. Originalmente estaba recubierto de una mezcla de cal, clara de huevo y miel que le confería un brillo deslumbrante. Llegada a la cumbre, completamente plana y con una extensión de 2 hectáreas, fue el lugar supuestamente elegido por el rey Kasyapa para instalar su capital fortificada tras asesinar a su padre. Hoy día solo queda el estanque y los cimientos de los edificios que se erigieron, pero la vista, que se extiende varios kilómetros a la redonda por este mar de bosques color esmeralda es auténticamente impresionante.
Después de reponer fuerzas, llegaremos a POLONNARUWA, que forma parte de uno de los tres grandes hitos del Triángulo Cultural, junto con Anuradhapura y Sigiriya. La dinastía Chola, del sur de la India, fijó su capital en esta ciudad tras la conquista de Anuradhapura en el siglo X. En el año 1070 el rey cingalés Vijayabahu I derrotó a los Cholas y los expulsó a la India, pero mantuvo la capital en Polonnaruwa. Sería más tarde, con su nieto Parakramabahu I, que reinó entre 1153 y 1186, con quien la ciudad alcanzó su Edad de Oro. Con este mandatario, que fue un gran estratega, floreció el comercio y la agricultura, ordenó numerosas edificaciones y construyó enormes depósitos de agua; también recuperó el Diente de Buda que había sido sustraído de la ciudad. A su muerte la capital declinó, quedando abandonada a su suerte en medio de la jungla. Siglos después emergió de su olvido y hoy en día es, sin duda, el foco artístico más rico de toda la isla.
Las ruinas de la Antigua ciudad de Polonnaruwa (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1982), se distribuyen en varios grupos de los cuales visitaremos los más interesantes. En la “zona palaciega”, destaca el Palacio Real, que a pesar de encontrarse en ruinas, (quedan solo tres pisos de los siete que tenía) podemos intuir que tuvo unas grandes dimensiones; la piscina, prácticamente conservada como en sus tiempos y la Sala de Audiencias, sobre una triple terraza de piedra en cuyos lados están tallados genios, elefantes y caballos. Cerca de allí se encuentra la zona conocida como “cuadrángulo”, un grupo compacto de fascinantes ruinas situadas en una terraza elevada rodeada por un muro. Destacamos el Thuparama Gedige, o Casa de las Imágenes, templo budista de planta cuadrangular con muros de piedra y ladrillo rojo que conserva intacto el techo y alberga ocho budas. El Vatadage o Casa de Reliquias circular, es una de las estructuras más hermosas de este grupo. Sus muros están casi completos, y posee cuatro entradas separadas que llevan a la dagoba central donde se encuentran los cuatro budas. Las piedras lunares de este templo están entre las más bellas y mejor conservadas de la antigua ciudad. (Sandakada pahana o “piedra lunar”, es una característica singular de la arquitectura cingalesa de Sri Lanka. Se trata de una losa semicircular de piedra tallada, que generalmente se coloca al pie de escaleras y entradas a edificaciones. Apareció hacia finales del período de Anuradhapura y fue evolucionando durante los períodos de Polonnaruwa, Gampola y Kandy. Simboliza el ciclo del Saṃsāra en el budismo).
Enfrente se halla el Hatadage, un templo de la reliquia del diente, construido por Nisanka Malla, que antaño contaba con dos plantas. Una hermosa piedra lunar adorna la entrada, y en el interior del santuario se encuentran tres budas; el Satmahal Prasada, templo de ladrillo con influencia tailandesa en forma de zigurat, con seis niveles que van estrechándose a medida que la torre asciende. En los alrededores del cuadrángulo se encuentra el Shiva Devale núm. 2, la estructura más antigua de Polonnaruwa, que data del periodo chola. En sus muros se pueden observar inscripciones tamiles.
Al norte de la muralla de la ciudad se encuentra otro grupo de ruinas denominado Alahana Pirivena (“centro crematorio”), el lugar establecido para las cremaciones. Aquí destacamos el Rankot Vihara, una estructura de ladrillo rojo de 50 m de altura, la cuarta más grande de Sri Lanka. La construcción imita el estilo de Anaradhapura. El templo de Lankatilaka, una de las estructuras más sugerentes de la ciudad. Del siglo IV, se trata de un enorme gedige con paredes de 17 m de altura. La nave central nos lleva a un gran Buda decapitado en pie. Destaca el bajorrelieve en los muros externos. Y sin duda no nos perderemos el Gal Vihara, un grupo de bellas imágenes de Buda que supone un hito en las tallas en roca cingalesas. Más maravilloso de cuanto pueda describirse, un lugar mágico con un raro poder de imantación. Se trata de un templo rupestre con cuatro imágenes separadas, todas ellas cortadas de un largo bloque de granito y realizadas en el siglo XII. Las esculturas, además de descomunales, son de soberbia calidad. Dos colosales figuras del Buda en meditación y una del Buda de pie de 7 metros (se dice que es la mejor escultura de la serie). La curiosa posición de los brazos y la expresión de pena de su rostro hacen pensar que se trata de una imagen de Ananda, discípulo de Buda, llorando la pérdida de su maestro al alcanzar el nirvana, teniendo en cuenta la imagen contigua del Buda Sedente. En esta última, de enormes proporciones (15 metros), tendido sobre el costado derecho, la mano derecha bajo el rostro, Buda es representado mientras entra en el parinirvana (el nirvana tras la muerte). En el Museo Arqueológico se exponen piezas recuperadas del lugar, además de maquetas de los edificios de la ciudad que muestran el aspecto que se supone que tuvo en su máximo esplendor. A destacar, la que contiene monumentos hindúes que incluye algunas estatuas de Shiva rodeado de una aureola y ejecutando una danza cósmica mientras pisotea un enano; otra representa a un Shiva con cuatro brazos sentado, con un hacha de guerra.
También visitaremos un centro de talla de madera, donde seremos testigos de cómo se realizan las máscaras y otras artesanías en madera tradicionales de Sri Lanka.
Almuerzo en un restaurante local.
Finalmente, para completar este intenso día, disfrutaremos de un safari por el Parque Nacional de Minneriya, de 8.900 hectáreas que fue nombrado como santuario de la vida salvaje en 1938, y declarado parque nacional y zona protegida para preservar el área de influencia del gran embalse y la fauna y flora circundante en 1997. Desde entonces, esta reserva natural es uno de los principales puntos de interés del país por su vida salvaje y la belleza de su entorno. El pantano artificial es otra de las grandes obras civiles que acometieron los monarcas medievales cingaleses (en este caso fue Mahasena en el siglo III d.C.) para facilitar la irrigación de las cosechas. Minneriya cuenta con diversos hábitats que van desde humedales a bosques tropicales, en los que habitan: 24 especies de mamíferos, 160 de aves, 25 de reptiles, 9 tipos de anfibios y 75 de mariposas.
Accederemos al parque en 4×4, nos introduciremos en la jungla, y disfrutaremos de los lagos donde nos encontraremos con manadas de elefantes salvajes que son el auténtico reclamo del parque. También es fácil ver a otros mamíferos, ya que un par de veces al día acuden a hidratarse y a darse el habitual baño. En el parque también habitan leopardos (difíciles de ver), ciervos, flamencos, además de macacos, búfalos salvajes o varanos terrestres. Entre la flora destaca el bambú, así como la palmera de Ceilán.
Cena buffet en el hotel. Alojamiento en Hotel Jetwing Lake.
Experiencias únicas durante nuestro viaje a SRI LANKA con VAGAMUNDOS:
- Recibir un masaje ayurvédico con baños de vapor infusionado de especias en un centro especializado de Galle.
- Visitar un jardín de especias en Matale para descubrir usos alternativos de las especias más conocidas.
- Subir al legendario “tren del té”, para llegar hasta NUWARA ELIYA, descubriendo el encanto de la aventura reviviendo la experiencia de una época pasada.
- Pasear por ANURADHAPURA, primera capital del reino ceilandés, que exhala una atmósfera muy espiritual y en cuyas piedras está escrita la historia de la isla, con monumentos como la Thuparama Dagoba, la más antigua del país, o la enorme cúpula de Jetavanarama Dagoba, o el Árbol de la Iluminación de Buda, el Sri Maha Bodhi, de más de 2000 años de antigüedad.
- Encontrarnos en POLONNARUWA, segundo vértice del “Triángulo Cultural” con el Gal Vihara, cuatro enormes imágenes de Buda que suponen un hito en las tallas cingalesas.
- Explorar todos los misterios que oculta la Roca de Sigiriya que se alza 370 metros de forma abrupta sobre la inmensa llanura en lo que supone la imagen más icónica y espectacular de Sri Lanka.
- Otro de los hitos de nuestro viaje será DAMBULLA, con sus ancestrales cuevas-monasterios excavadas en granito puro, repletas todas ellas de budas de diversos tamaños con muros y techos decorados con pinturas de temática profana y religiosa.
- Realizar un Trekking por Horton Plains, un parque que se asienta sobre una meseta situada entre los 2.100 y 2.300 metros de altitud, que termina en el barranco del Fin del Mundo.
- Acudir a una plantación de té y degustar una taza de Ceylon Silver Tips, un tipo excepcionalmente raro, que posee un sabor complejo y delicado y un precio altísimo.
- Los parques naturales de Sri Lanka son auténticamente espectaculares. Durante nuestro viaje tendremos oportunidad de visitar el de MINNERIYA y el de YALA, dos de los más importantes del país, que nos dará oportunidad de conocer de cerca una fauna sumamente variada como elefantes, leopardos, macacos, búfalos salvajes, mangostas, … además de innumerables especies de mariposas y aves;
- Recorrer el encantador casco antiguo de GALLE que abarca cuatro siglos de historia y en el que quedan restos de las tres naciones que lo colonizaron: Portugal, Holanda y Gran Bretaña.
- Disfrutar de paseos por la ciudad sagrada de KANDY, situada entre montañas, en un paraje de inmensa belleza, junto a un apacible lago, y el hogar del templo del Diente de Buda.
COLOMBO, donde experimentaremos la mezcla única de las influencias holandesas, portuguesas, británicas y cingalesas, con espectaculares templos como el hindú Sri Ponnambalam Vanesar Kovil, un ejemplo incomparable de arquitectura dravínica con una atmósfera muy especial, o el budista Templo Gangaramaya, con una mezcla del clásico cingalés, tailandés, hindú, birmano y chino.