Día 4 – AGRIGENTO – Selinunte – Erice – Segesta – PALERMO
Desayuno buffet en el hotel.
Nos dirigimos a SELINUNTE, el conjunto arqueológico más extenso de la civilización griega de Europa. Fundada en el siglo VII a.C. por colonos de Megara Hyblaea, durante tres siglos se desarrolló hasta llegar a ser la más fastuosa y grande de las ciudades helenísticas. Eran especialmente sobresalientes sus monumentales templos, los únicos en Sicilia decorados con esculturas en sus frontispicios. El comercio marítimo, la agricultura y la cría de caballos era la fuente de su prosperidad. Rival histórico de la vecina Segesta, esta ciudad le declaró la guerra aliada con los cartagineses. En el 409 a.C. el ejército cartaginés, al mando de Aníbal, tomó la ciudad tras un duro asedio de nueve días. Los templos fueron saqueados y muchos edificios destruidos. Después de la llegada de los romanos, la colonia no volvió a ser la misma, siendo abandonada hasta la época bizantina en que se establecieran monjes eremitas y pequeñas comunidades, y en el siglo X una colonia árabe. A partir de ahí el lugar pasó a un completo olvido. (La escasez de noticias históricas hace que se desconozca el origen y dedicación de la mayoría de los edificios, por lo que se les designa con letras).
Visitaremos lo más destacado del yacimiento del Parque Arqueológico de Selinunte, que posee una extensión de 284 Ha, dividida en cuatro zonas: al Sur, rodeada por muralla, es la Acrópolis y los escarpados acantilados que caen al mar; al Norte, la colina de Manuzza, donde se hallaba la ciudad propiamente dicha; en el este se agrupan tres grandes templos, los denominados E, F y G, posiblemente dedicados a Hera, Atenea (o Dyonisos) y Apolo, respectivamente; y al Oeste, el santuario de Demetra Malophoros.
De los templos de la colina oriental, el más imponente, por haber sido restaurado en la década de 1950, es el Templo de Hera (templo E). Fue levantado en el siglo V a.C., con estilo dórico, períptero hexástilo. Contaba con seis columnas en el frente y catorce en los laterales. A la derecha el templo F, completamente en ruinas y consagrado posiblemente a Atenea, era el más pequeño. El último, el templo G, era el más imponente. De dimensiones colosales, y consagrado a Apolo, actualmente solo quedan un montón de ruinas dispersas por el suelo. La Acrópolis es una explanada irregular, rodeada de colosales muros de piedra de 3 m de altura que podían franquearse por dos puertas. Su situación, en pendiente sobre el mar, le confiere un aire muy sugestivo. Se trata de un extraordinario complejo defensivo, con un imponente sistema fortificado de murallas, torres y poternas. Dentro del recinto fortificado se encontraban también seis templos y varias construcciones menores, organizadas en torno a las dos calles perpendiculares que cruzaban el recinto. Al Oeste del río Selinon o Modione, se encuentra el Santuario de Malophoros, diosa de la fecundidad, asimilada por los griegos con Demeter. El santuario se encontraba protegido por un temenos (un terreno delimitado y consagrado a un dios), de tres metros de altura. Dentro del recinto sacro se encontraba un altar donde se realizaban los sacrificios rituales, próximo al cual se hallaron más de doce mil figuras votivas.
Finalizada la visita, ponemos rumbo a ERICE. En un paraje único, una meseta triangular a modo de terraza sobre el mar, la ciudad se encarama sobre un promontorio a 666 metros sobre el nivel del mar. Defendida por baluartes y murallas, la ciudad medieval ha llegado extrañamente bien conservada hasta nuestros días, envuelta en los mitos de su origen y en la niebla que con frecuencia la cubre. Fundada según la mitología por Erice, hijo de Venus, fue célebre en todo el Mediterráneo de la Antigüedad por su templo dedicado a la diosa de la fecundidad. La cumbre de la montaña era la primera referencia que los marinos veían al acercarse desde el sur a Sicilia, y según su aspecto, era un presagio de la divinidad para la ventura del viaje. Las sacerdotisas de la Venus Ericina, practicaban la prostitución sagrada. Como compensación los peregrinos dejaban sustanciosos donativos al santuario. Ciudadela árabe, fue en época normanda cuando adquiere el dibujo urbano de callejuelas sobre el que posteriormente se fueron edificando palacios, murallas, iglesias, y el resto de elementos que perviven en el trazado actual, donde los estilos góticos, barrocos y renacentistas se suceden.
Almuerzo en Ristorante Belvedere San Nicola (Erice) o similar.
Realizaremos la visita de Erice, en un relajante paseo por sus empedradas callejuelas, todas embellecidas por un magnífico pavimento de diseños geométricos, donde podremos descubrir gran cantidad de iglesias, como la Catedral o Chiesa Matrice (vista exterior), consagrada a nuestra Señora de la Asunción, que fue construida en 1312 por orden de Federico II de Aragón con materiales provenientes del templo de Venus Ericina. Su austera fachada incorpora un pórtico de arcos apuntados y está rematada por un bello rosetón. El campanario, construido en 1312 como torre vigía, está separado de la iglesia y decorado con ventanas de doble ojiva. La Puerta Trapani, cuya parte inferior data del siglo VII a.C. nos da acceso a una serie calles típicas que nos trasportarán al Medievo. También destacan los amplios jardines públicos o del Balio, que ocupan el lugar donde se alzaba en la Antigüedad el templo de la diosa del amor, y desde donde podremos contemplar el monte Cofano, las islas Egalas, Trapani y con tiempo claro, las costas de Túnez. Seguiremos con el Castillo Pépoli (vista exterior) una pintoresca construcción medieval transformada en villa residencial en el siglo XIX. Finalmente, encaramado sobre unas rocas y precedido por una escalera, se alza el Castillo de Venus, que contemplaremos desde el exterior. Su construcción se remonta al siglo XII, pero el lugar estuvo ocupado ya por un templo consagrado a Venus Ericina. Fue reemplazado en época normanda por una fortaleza rodeada de sólidas murallas, protegida por su emplazamiento natural y por unas torres avanzadas unidas al castillo mediante un puente levadizo. Para su construcción se emplearon sillares de edificaciones romanas. Finalizaremos nuestro recorrido en la Piazza Umberto I, remodelada en el siglo XIX, y presidida por el edificio del Ayuntamiento. Aquí los más golosos podrán saborear, en alguna de las pastelerías, los “Mostaccioli”, las ricas galletas típicas de Erice. Desde el pueblo, disfrutaremos de una vista panorámica que abarca desde Marsala hasta San Vito Lo Capo, mostrándonos las maravillas de la región de Sicilia.
Partimos hacia SEGESTA, ciudad fundada por los élimos, pueblo de origen oscuro y cuya historia estuvo marcada por la rivalidad, ya citada, con su vecina Selinunte. En el 415 a.C. los atenienses acudieron en su ayuda, siendo derrotados. En el 409 a.C. fueron los cartagineses sus aliados, destruyendo Selinunte y Agrigento. Posteriormente estuvo bajo influencia de Siracusa que la destruyó en el 307 a.C. Finalmente en la primera guerra púnica, fue la primera ciudad que se sometió a los romanos, iniciando el periodo de decadencia.
Visitaremos el majestuoso Templo Dórico, que permanece erguido y solitario en un promontorio, y cuya aura de misterio contribuye aún más a su atractivo. Enmarcado por las montañas, este monolito inacabado de 36 columnas (6 columnas en las fachadas y 14 a cada lado) se alza sobre una colina baja, cerca del barranco del cual se dice que las tropas de Siracusa catapultaron a 8.000 habitantes de la colonia tras la victoria de 307 a.C. El templo, levantado en el 430 a.C., se encuentra magníficamente conservado y constituye uno de los monumentos más armoniosos que nos ha dejado el mundo griego. Se trata de un elegante edificio de 61 x 26 m, de estilo dórico, con columnas sin acanalado que se tallaba tras levantar los templos. Al carecer el edificio de cella, que suele ser la primera estancia que se construye en un templo, actualmente se piensa que nunca fue un verdadero templo, sino una columnata levantada para solemnizar un lugar sagrado, donde ya los élimos celebraban sus ritos. Hay mucha discusión entre los expertos acerca de las razones por las cuales este soberbio edificio está inacabado (probablemente por la toma de la ciudad por parte de los cartagineses en el 409 a.C.). Lo cierto es que su aislamiento ha favorecido su conservación, pues donde se encuentra ubicado hace difícil destruirlo para aprovechar sus materiales y como nunca fue acabado, tampoco fue profanado.
Seguimos ruta hacia Palermo.
Alojamiento en Cristal Palace Hotel.
Día 5 – PALERMO – Monreale – PALERMO
Desayuno buffet en el hotel.
Habitada desde la Prehistoria, fue desde el siglo VII a.C. puerto y enclave comercial de los fenicios y cartagineses, que fueron los últimos que gobernaron la urbe hasta que fue tomada por los romanos en 251 a.C. Tras las invasiones de los bárbaros, en el 535 d.C., Belisario pone toda Sicilia bajo el imperio bizantino durante los tres siglos siguientes. En el 831 los árabes ocupan PALERMO, iniciando un largo y próspero periodo. En el 948 se independiza de Damasco, constituyendo un emirato autónomo, del que la ciudad es su capital. Palermo musulmana se convierte en uno de los principales focos de cultura del Mediterráneo, con sus casi 300.000 habitantes, sus 500 mezquitas y ricos mercados. Los normandos conquistan la ciudad en el 1072, asentando en ella su capital, e iniciando su período de mayor esplendor. Roger I fomenta una ciudad multicultural, en la que mercaderes y artesanos árabes prosiguen con su actividad al igual que los intelectuales y banqueros judíos o los filósofos griegos. En 1130, Roger II unificó el sur de Italia y la isla de Sicilia obteniendo del Papa el título de rey, que será la base de lo que después se conocerá como el Reino de las Dos Sicilias. En el año 1194, el emperador Enrique VI, logró el trono de Sicilia tras conquistarla, reclamando la corona como herencia de su esposa, Constanza I de Sicilia. Dominada desde 1266 por la Casa de Anjou, su gobierno se salda con uno de los episodios más trascendentales para la isla y para el equilibrio del Mediterráneo, la guerra de las Vísperas, entre 1282-1302, que provocó la división del reino, con lo que Palermo pasa a depender de la Casa de Aragón. A partir de aquí son las grandes familias feudales quienes gobiernan la ciudad y la isla, levantando los poderosos palacios que han llegado hasta nosotros. Desde 1412 hasta 1713 Palermo es sede de la corte de los virreyes, primero aragoneses y después españoles. Los siglos XVII y XVIII marcan una profunda transformación urbana, iniciándose la construcción de numerosos palacios e iglesias promovidas por los nobles y las órdenes religiosas. A finales del siglo XIX la ciudad se desarrolla en barrios de estilo europeo, con multitud de edificios modernistas. Es el Palermo de la “belle époque”. Sin embargo en nuestro siglo hemos visto el abandono del casco antiguo, los bombardeos de la II Guerra Mundial y el terremoto de 1968. Entre los años 60 y 80 se extiende el “saqueo de Palermo”, la brutal especulación de la edificación por intereses mafiosos, fomentada desde el corrupto Ayuntamiento. Pasada la década negra de los atentados mafiosos (1982-1992), de la mano del carismático alcalde Leonlucca Orlando (reelegido en 2012), la ciudad comenzó a recuperar su centro histórico junto con la confianza en sí misma.
Iremos descubriendo los rincones de la capital de Sicilia, comenzando por la Catedral Normanda (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2015), construida en un emplazamiento en el que anteriormente había una iglesia bizantina que los árabes transformaron en mezquita. Entre 1781 y 1801 fue objeto de una radical transformación, donde se cambió la planta basilical por la cruz latina, se añadieron dos naves y se levantó la discordante cúpula. La fachada sur, sobre la plaza, muestra las cuatro torres angulares con elegantes ventanas geminadas y columnitas de mármol de los siglos XIV y XV. En la fachada principal, se abre un portal de comienzos del siglo XV bajo una ventana geminada. En el otro extremo, el ábside, con decoración policroma, es la parte que mejor nos evoca la catedral normanda. El elegante pórtico gótico que se abre sobre la fachada se encuentra encuadrado entre dos torrecillas cuadradas. La cúpula neoclásica se añadió en el siglo XVIII durante la restauración completa que se realizó. El interior es un poco decepcionante por las distintas modificaciones que se han realizado. Sus naves están separadas por pilares, incluyendo las columnas centrales de granito de la basílica normanda. A la entrada, dos pilas de agua bendita, realizadas en mármol en 1470 y 1553 por Domenico Gagini y sus alumnos. Una de ellas presenta unas sorprendentes vistas de Florencia. En las dos primeras capillas de la nave se encuentran las famosas tumbas imperiales y reales, entre ellas la del gran Federico II (1250), la de Enrique VI (1193), la de Roger II (1154), la de la emperatriz Constanza de Altavilla (1198) o la de Constanza de Aragón (1222); la capilla de Santa Rosalía está presidida por la riquísima urna de plata maciza que guarda las veneradas reliquias de la patrona de Palermo, una obra maestra de la platería siciliana del siglo XVII.
A continuación, visita del Palacio de los Normandos (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2015), actual sede de la Asamblea Regional Siciliana. En su origen fue un castillo árabe abandonado por el emir cuando la residencia real fue trasladada; los normandos lo volvieron a ocupar, ampliándolo y convirtiéndolo en la sede de la corte europea más fastuosa del momento. Tras un período de abandono, en 1555 los virreyes españoles dedican el palacio a residencia emprendiendo sucesivas ampliaciones. De esta época data la imponente fachada sur y el patio interior, rodeado de tres pisos de galerías. Actualmente, de las cuatro torres que defendían el conjunto, solo una, la Pisana, es la que ha llegado hasta nosotros.
Integrada en el complejo se encuentra la Cappella Palatina, una de las grandes maravillas de Sicilia. Fundada en 1132 por Roger II, constituye con sus magníficos mosaicos, una joya del arte árabe-normando. La capilla tiene tres naves, separadas por 10 columnas provenientes de edificios de la antigüedad clásica. El pavimento posee una decoración de mármoles, pórfido y mosaicos de inspiración árabe. Del mismo estilo es el gran zócalo que recorre todo el perímetro del templo y que sirve de base y contrapunto al conjunto. El magnífico artesonado que data de 1143, es una de las maravillas de la capilla. Obra de artistas árabes, está formado por mocárabes (prismas yuxtapuestos y colgantes formando concavidades a modo de estalactitas en racimo) pintados con representaciones de la vida en la corte y en el desierto, de inspiración persa. Otros elementos destacables son los techos de madera, compuesto por artesones de madera de cedro del Líbano con pinturas a la témpera, obra maestra del arte musulmán; el candelabro de mármol, preciosa pieza del siglo XII (la obra de arte románico más antigua de Sicilia), cuya base está decorada con cuatro leones devorando a sus presas, mientras que en el cuello se entrelazan motivos florales y humanos; el doble púlpito, sostenido por columnas talladas en tronco de palmera y decorado con finas taraceas de mármol, oro, malaquita y pórfido. Pero son los mosaicos el elemento más precioso de la capilla. Están fabricados con esmalte, pasta de polvo y pigmentos, y con pan de oro aplicados sobre teselas de mosaico de vidrio, proceso que les otorga un vivo color y brillo. Se ejecutaron en dos periodos, 1140 y 1170. La decoración llena casi todos los espacios: escenas bíblicas en los muros; la imagen de un pantocrátor rodeado de ángeles y arcángeles vestidos con trajes de guerreros normandos en la cúpula y la hornacina del ábside central; los cuatro evangelistas en los nichos; reyes y profetas del Antiguo Testamento en los arcos; Cristo bendiciendo a los fieles en el ábside; y escenas del Evangelio en los muros del crucero.
Terminada la visita, seguiremos paseando, para admirar las bellezas del casco histórico (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2015). Recorreremos la vía del Corso Vittorio Emmanuele II, que sigue el trazado de la carretera fenicia que unía la antigua ciudad con la costa, donde podremos contemplar las fachadas de varias mansiones patricias; el barroco Collegio Massimo dei Gesuiti, actual biblioteca regional; el Palazzo Geraci, residencia barroca reconstruida en estilo rococó; el Palazzo Belmonte-Riso o el Palazzo Tarallo della Miraglia, restaurado para albergar el hotel Centrale; también se alzan San Salvatore, hermosa iglesia barroca con profusa decoración y San Giuseppe dei Teatini. Pasaremos por la Piazza Bologna, donde podremos admirar varios edificios barrocos, entre ellos el Palazzo Alliola di Villafranca. El Mercado del Capo, uno de los principales mercados al aire libre de Palermo, siempre muy ambientado, conocido sobre todo por sus puestos de comida callejera, aunque también se encuentra ropa o recuerdos. Llegada a Quattro Canti, la plaza más emblemática de Palermo, que data del siglo XVII, y se divide en cuatro partes. Su forma circular está determinada por las fachadas cóncavas de los cuatro edificios de las esquinas, con distintos órdenes arquitectónicos superpuestos (dórico, jónico y corintio). El paseo concluye en la Piazza Pretoria, uno de los puntos de encuentro de la ciudad, y en la que destaca una espectacular fuente, buen ejemplo del Renacimiento toscano. Las esculturas, dispuestas en círculos concéntricos, representan a diferentes divinidades antiguas y figuras alegóricas junto a unos monstruos, cabezas de animales y otros símbolos enigmáticos y paganos cuyo aspecto llevaron a las religiosas a denominarla “fontana de la Vergogna” (de la Vergüenza).
Almuerzo en Ristorante Trabucco (Palermo) o similar.
A 8 km de la capital se encuentra MONREALE, uno de los puntos culminantes de nuestro viaje a Sicilia. Aquí se halla una de las catedrales más sublimes de Europa; construida por Guillermo II el Bueno en 1174, al que según la leyenda se le apareció la Virgen y le reveló la situación de un gran tesoro oculto por su padre. La realidad era otra bien distinta. Fundó el templo para contrarrestar el poder del arzobispo de Palermo, Gualtiero Offamilio, líder de los señores feudales poco sumisos al poder del soberano. En torno al monasterio, la ciudad creció notablemente en los siglos XVII y XVIII, cuando las órdenes religiosas construyeron en estilo barroco iglesias, conventos y colegios. Visitaremos la maravillosa Catedral (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2015), culminación del arte normando en Sicilia, síntesis de elementos clásicos, nórdicos, árabes y bizantinos, cuya rapidez en la construcción (12 años), confirieron al conjunto la unidad artística de la que carecían las catedrales de Cefalú y Palermo; además de poseer los mosaicos cristianos más grandes del mundo realizados por artesanos árabes y bizantinos, junto a los sicilianos. La fachada principal está presidida por dos macizas torres desiguales. Bajo el pórtico del siglo XVIII, la maravillosa Puerta Real (obra de Bonano Pisano, el responsable de la torre de Pisa), una ojiva formada por cuatro sucesivas bandas con relieves representando figuras humanas y de animales y finísimos mosaicos, enmarcan los batientes de bronce. La ornamentación del exterior de ábsides es de factura completamente árabe. Consta de tres órdenes de arcos apuntados ciegos de alturas distintas, entrecruzados y sostenidos por columnas finas situadas sobre bases altas, mientras que lso diseños geométricos de piedra policroma (caliza dorada y piedra volcánica negra) resaltan los arcos que encuadran los paneles y los rosetones en un juego de estrellas de formas siempre diferentes. El interior es una auténtica MARAVILLA, con mayúsculas, llena de pan de oro, pinturas, mármoles de colores y mosaicos. La basílica consta de tres naves, separadas por columnas y espléndidos capiteles provenientes de monumentos romanos. Las columnas son monolíticas de granito (salvo la primera, de mármol), y sostienen arcos agudos de influencia islámica. La planta (104 x 40 m) es de proporciones clásicas, con crucero y tres ábsides. Los mosaicos, de gran naturalismo, constituyen uno de los mayores logros artísticos de Europa y fueron obra de varios artistas durante casi dos siglos, lo que hace que no sean homogéneos. Abarcan una superficie de casi 6.000 m2. El plan narrativo sigue un objetivo docente. En la nave central, la salvación de la humanidad desde la creación del mundo, el pecado original, el castigo y la intervención de Dios sobre el pueblo elegido. Cristo salva la humanidad mediante su vida (crucero) y sus obras (naves laterales); la salvación continua con la acción de la Iglesia y los santos (ábsides laterales). Nos llamará la atención el Cristo Pantocrátor del ábside, que nos bendice con la mano derecha y sostiene con la izquierda un libro abierto, con una inscripción en griego y latín: “Yo soy la luz del mundo: quien me siga no caminará entre tinieblas”. Debajo, la Virgen con el Niño rodeada de ángeles, santos y apóstoles. A la derecha del presbiterio se encuentran los sarcófagos de Guillermo I y Guillermo II. Un magnífico portal de mármoles de colores nos dará acceso al tesoro, pasando por la capilla del Crucifijo, construida en 1692, increíblemente recargada, que fue diseñada por Angelo Italia, y cuya cúpula se sustenta en cuatro columnas salomónicas de mármol rojo. Llegamos al Claustro de los Benedictinos, un lugar bellísimo, erigido por Guillermo II como un gran cuadrado de 47 x 47 m, una sucesión de arcos apuntados, decorados con lava del Vesubio, están sustentados por 228 columnas de mármol, y alternan las lisas con las decoradas con mosaicos, que presentan cuatro formas: líneas verticales (el aire), los cuadrados (la tierra), el zigzag (el agua) y las espirales (el fuego). Pero lo mejor del conjunto son los maravillosos capiteles de formas variadas: vegetales, animales y humanas. De una increíble variedad, se inspiran tanto en la tradición medieval como en los relieves clásicos, representando escenas del Antiguo Testamento, del Evangelio, mitológicas o simplemente decorativas. En el ángulo sur, el llamado chiostrino rodea una bella fuente de inspiración árabe, que según la leyenda, quien se lava aquí las manos, rejuvenece diez años.
Después de esta exageración de arte, volvemos a Palermo. Alojamiento en el hotel.
Alojamiento en Cristal Palace Hotel.