Viaje a Rusia 2019 – Visita a Moscú con sus impresionantes monumentos

Del 11 al 21 de junio de 2019 visitaremos Rusia, aquí os dejamos lo que veremos y visitaremos el sexto y décimo día, concretamente en Moscú.

Visitaremos el Kremlin con sus Catedrales (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1990), en lo que constituye una auténtica ciudad fortificada, situada sobre una elevación rocosa de 40 m de altura, por encima del nivel del río Moscova y cerrada por un triángulo perfecto de murallas almenadas de más de 2 km de longitud. Las murallas, con una altura de 8 a 17 m y un espesor de 4-5 m, fueron construidas con ladrillo por orden del zar Iván III. Acompañados de nuestro guía, recorreremos este complejo impresionante, deteniéndonos en los lugares más sobresalientes.

De sus 20 torres, destacamos la torre Spasskaya, o del Salvador, la más bella y conocida de todas, construida por Pietro Antonio Solari en 1491, que posee 10 plantas y mide 67 m de alto. En 1624 se instaló en ella un carillón que pesa 25 toneladas y tiene 10 campanas; la torre Troiscaya, la más alta de todas, con 80 m de altura, poderosa estructura que sirvió de arsenal y prisión; la torre Borovickaya, otro hermoso trabajo de Solari en 1490, posee 54 m de altura y consta de tres cuerpos cuadrados escalonados y rematados por una pirámide. Tras pasar la entrada por la torre Troickaya, iremos viendo algunos de los edificios más interesantes que componen su interior, como el Arsenal, vastísimo edificio ordenado construir por Pedro I el Grande en 1736. Edificio de tonos amarillo y blanco, a lo largo de unos de sus lados se alinean 875 cañones de la guerra napoleónica que pertenecieron a diversos ejércitos. El Palacio de Congresos, inaugurado en 1961, edificio de cristal, aluminio y mármol blanco de los Urales de 120 m de largo y 70 m de alto. Los arquitectos pretendían erigir una especie de “Partenón soviético“, con barras de hormigón en las fachadas a modo de columnatas. Posee una sala de conciertos con capacidad para 6.000 personas. También podremos admirar el Zar de los Cañones”, uno los mayores jamás construidos (su boca tiene 860 cm de diámetro), fundido en 1586 por Andéis Chójov, y cuya finalidad era defender la Puerta de San Salvador, pero hasta ahora nunca se ha utilizado por un defecto de fabricación. Más adelante, sobre una base de granito está instalada la “Campana de la Zarina”, obra maestra del arte de la fundición realizada por el maestro Iván Motorín. Se trata de la mayor campana del mundo, con 6.14 m de altura, un diámetro de 6,6 m y casi 211 toneladas de peso. Toda la superficie está delicadamente decorada con relieves, cinco iconos y una inscripción. El Campanario de Iván el Grande, construido sobre un plano octogonal, se comenzó a levantar en 1329, cuando se levantó la parte baja de la torre. Fue reconstruido por arquitectos italianos a comienzos del siglo XVI y rematado en 1600 con una cúpula dorada mandada colocar por el zar Boris Godunov, que lo elevó hasta los 81 m. De su arcada central pende la campana Uspenskij, con un peso de 64 toneladas, que se hacía sonar para anunciar ceremonias y la muerte del zar.

Junto al campanario se accede a la Plaza de las Catedrales, la más antigua y bella de Moscú, teatro de innumerables acontecimientos de la historia rusa y marco de las más solemnes ceremonias, la coronación de los zares, y la recepción de embajadores extranjeros. Cada edificio que la rodea es una obra maestra de arte de superior grandeza. La Catedral de los Doce Apóstoles, bella iglesia de mediados del siglo XVII coronada por cinco doradas cúpulas, que forma un conjunto único con el Palacio de los Patriarcas, conjunto de estancias dispuestas en torno a la sala de las Cruces, de 280 m2, de atrevida arquitectura ya que no está apoyada sobre ninguna columna. El Palacio de los Facetas, el más antiguo de Moscú, llamado así por el revestimiento de losas de piedra calcárea talladas. Fue construido a finales del siglo XV por arquitectos italianos, como palacio de recepción de los embajadores, y para celebrar las victorias. Desde aquí Iván IV el Terrible gobernó con mano de hierro. El Gran Palacio del Kremlin, construido a orillas del río en 1838 por el arquitecto K. Ton por orden del zar Nicolás I, posee una lograda fusión de estilos italiano y renacentista ruso y una fachada de 125 m. Dispuesto en torno a un gran patio cuadrado que conserva todavía algunas partes de la construcción original, alberga los apartamentos de los soberanos cuando estaban de paso por Moscú.

La Catedral de la Ascensión, considerados por muchos como el máximo monumento arquitectónico de Moscú. Esta obra maestra del arquitecto Aristóteles Fioravanti, construida entre 1475-1479 por orden de Iván III el Grande, reemplaza a una iglesia anterior destruida por un seísmo. Aquí eran coronados los zares y sepultados los patriarcas de la iglesia rusa. Fioravanti tomó como modelo la catedral de la Asunción de Vladimir, y supo fundir las tradiciones rusas con las modernas técnicas del Renacimiento italiano. El exterior presenta una sobria estructura de piedra blanca con cinco ábsides planos (solo sobresale el central) y tres grandes portales. La fachada y los lados están divididos por pilastras en cuatro cuerpos verticales de igual tamaño, coronados en la parte superior por arcos semicirculares; la pilastra central de los dos laterales está decorada con frescos, mientras que sobre el pórtico principal se ha instalado un templete, desde el que accederemos al interior, que nos dejará deslumbrados por el despliegue artístico que encontraremos: frescos de mediados del siglo XVII plasmados en arcos, bóvedas y pilastras, que han recobrado su tonalidad original, y en los que se han representado los concilios ecuménicos celebrados entre los siglos IV y VII. De acuerdo con la tradicional iconografía bizantina, los frescos están distribuidos en series horizontales. Una rica colección de iconos, entre ellos algunos muy antiguos, y un monumental iconostasio de casi 16 m de altura del siglo XVII de tilo dorado. Posee cinco hileras de iconos, las cuatro superiores homogéneas entre sí, fueron realizadas durante el siglo XVI por algunos monjes del monasterio de San Sergio de Zargorsk. Las inferiores son heterogéneas, ya que provienen de distintos lugares: cada vez que los grandes príncipes de Moscú anexionaban un nuevo principado, el icono principal de aquella ciudad se trasladaba como trofeo y se añadía al iconostasio. Destaca particularmente el icono de San Jorge obra maestra del siglo XII. Frente al iconostasio puede verse el trono Iván el Terrible, otra obra maestra de madera tallada, realizado en 1551. El trono de Salomón, descrito en el Antiguo Testamento, sirvió de modelo.

A continuación la Catedral de la Anunciación, que fue edificada entre 1484 y 1489 sobre los cimientos de dos iglesias anteriores. Después de un terrible incendio fue reconstruida en 1549. Fue la capilla privada de los grandes príncipes y de los zares hasta que se les construyó una en sus viviendas. Ha sufrido continuas modificaciones durante siglos, pasando de una torre central con dos torrecillas a nueve en la actualidad. A diferencia otras catedrales del Kremlin, que fueron creación de los italianos, esta catedral es rusa por los cuatro costados. Posee una escalera exterior cubierta que el zar Iván IV mandó construir: la iglesia ortodoxa rusa admite solo dos divorcios y cuando Iván pidió el tercero casándose por cuarta vez, se le prohibió la entrada en la iglesia. Desde esta escalera Iván podía seguir igualmente la liturgia. Cuatro pilares organizan el espacio en tres naves rematadas en ábsides, siguiendo el esquema de la cruz bizantina. El pavimento de la iglesia es de jaspe de los Urales y ágata, y las paredes están completamente revestidas de frescos, con escenas de la vida de Cristo, del Apocalipsis y del Juicio Final. Los colores cálidos de los frescos propician un ambiente de recogimiento; el empuje vertical de los pilares eleva la vista hacia la cúpula y su majestuosa pintura del Cristo Pantocrátor. En las pilastras y las bóvedas, destacan las figuras de los grandes príncipes de Moscú así como de filósofos y poetas clásicos. Mención aparte merece el iconostasio, para muchos el mejor de Rusia. Realizado en 1405 para el edificio anterior fue conservado en la nueva catedral. Posee seis filas de iconos en lugar de cinco, lo cual no es habitual. La puerta Real y las estructuras son de latón esculpido y están adornadas con esmaltes. Tres de los más grandes maestros rusos de la pintura de iconos trabajaron en el mismo: Teófanes el Griego pintó las imágenes de Cristo, la Virgen y el arcángel Gabriel, mientras que el resto se deben a Andrei Rubliov y a Projor Gorodetski.

Por último la Catedral del Arcángel San Miguel, una nueva obra maestra, en este caso del arquitecto veneciano Alvise Lamberti de Montagnana, que la edificó entre 1505-1508, en el emplazamiento de una iglesia de 1333. Este bellísimo edificio de piedra blanca supone un cambio en la historia de la arquitectura rusa. Frente a la severidad de los restantes edificios del Kremlin, posee elementos ornamentales característicos del Renacimiento italiano y más en concreto, de Venecia, como las grandes conchas que ocupan el lugar de las arcadas bajo el techo. Su interior, de sorprendente belleza, se corresponde con el esquema bizantino de cruz inscrita en cuadrado, delimitado aquí por cuatro colosales pilastras. En esta lugar recibían sepultura los príncipes y zares de Moscú desde 1340, primero en la iglesia anterior y luego en el edificio actual. Los 46 sarcófagos de piedra blanca con cubiertas de cobre e inscripciones en eslavo antiguo se encuentran en la nave. Sobre la tumba del zarévich Dmtri, el hijo menor de Iván el Terrible, asesinado a los 8 años, en un templete en el centro de la iglesia, se alza un baldaquino preciosamente decorado. Ya no se enterró aquí a los zares cuando la capital se trasladó a San Petersburgo en 1712, salvo en el caso de Pedro II, muerto de viruela en Moscú en 1730. Las paredes, pilares y cúpulas de la catedral se embellecen con frescos pintados en 1652-1666 por artistas dirigidos por Semen Ushakov, maestro del taller de iconos de la Armería Estatal. Hay más de 60 retratos idealizados de diferentes soberanos rusos, así como curiosas representaciones del arcángel Miguel, el protector de los soberanos del antiguo Moscú. El fresco de la cúpula central representa la naturaleza triple de Dios: bajo el Espíritu Santo, el Padre sostiene al Hijo en su regazo. El iconostasio, de cuatro cuerpos, fue construido en 1681; el icono del arcángel Miguel, en el cuerpo inferior, data del siglo XIV.

A continuación, visitamos el Palacio de la Armería Estatal, cuyos fondos reflejan las riquezas acumuladas por los príncipes y zares rusos a lo largo de muchas centurias. La primera mención escrita de una armería estatal data de 1508, pero ya en el siglo XIII hubo en el Kremlin forjas donde se fabricaban cascos, escudos y otros pertrechos de guerra; con posterioridad se trasladaron las orfebrerías y platerías de donde salían los iconos y bordados, así como los Reales Establos. Finalmente se convirtió en el almacén para conservar trajes de gala, vestidos de coronación de los zares, objetos de oro, piedras preciosas, tronos decorados con diamantes, obras de arte de los patriarcas y de los zares, vajillas, armas y carrozas imperiales de inestimable valor. La presente Armería Estatal se construyó para servir de museo por orden de Nicolás I. Konstantin Ton lo diseñó en 1844 y se completó en 1851. El edificio anterior fue demolido en 1960 para dejar sitio a este Palacio Estatal del Kremlin. Se trata de uno de los museos de objetos artísticos más ricos del mundo, una incomparable muestra del genio artístico ruso, expuesto en 9 salas.

  • PLANTA BAJA

    • Sala de los Vestidos Imperiales: trajes cortesanos y sacerdotales de gran riqueza, en un derroche de preciosos tejidos de todos los países. Estos trajes ceremoniales fueron llevados por los más importantes personajes durante los principales acontecimientos históricos, como el vestido de coronación de Catalina II y el traje de Nicolás II.

    • Sala de la Corona de los Zares: absolutamente deslumbrante, podremos contemplar las coronas de los zares, entre las que destaca la que envió el emperador bizantino Juan II Augusto al gran príncipe de Kiev Vladimir II Monomaco, realizada entre los siglos X y XI, con oro, esmeralda y rubíes, además de poseer un remate de piel de marta cibelina. Esta corona, que pesa un kilo, sería utilizada posteriormente por los zares rusos en la ceremonia de coronación. También es muy valiosa la de Iván IV el Terrible, con rubíes, turquesas, oro y un gran topacio.

    • Sala Redonda: ricos arreos, sillas de montar de gala y estribos engastados de piedras preciosas. Muchos de ellos, regalos de embajadores extranjeros entre los siglos XVI y XVIII.

    • Sala de las Carrozas: quizás la más bella del mundo en su género. Compuesta por un bello conjunto de carrozas, calesas y trineos de los siglos XVII y XVIII. Allí se encuentra la que regaló Jacobo I de Inglaterra a Boris Godunov, construida en 1600 y enviada a Rusia 25 años más tarde, con paneles en relieve que narran las empresas del zar contra los turcos.

  • PRIMERA PLANTA

    • Sala de Arte Bizantino y Orfebrería Religiosa: joyas con incrustaciones, decoradas con perlas y piedras preciosas; auténticas obras maestras de la técnica del esmalte. Cálices, marcos de iconos, relicarios, incensarios de gran valor; evangelios con una refinada encuadernación como los evangelarios de Iván III, con filigrana de oro, y el de Iván IV, con incrustaciones de esmalte y piedras preciosas.

    • Vajillas y objetos de plata: continuamos con las amplias riquezas de la realeza, con numerosas piezas del siglo XVII, la edad de oro rusa, fiel reflejo del lujoso tren de vida de la corte: vajillas de oro y plata, platos, vasos, cubiletes o copas. También se expone una colección de platería rusa que incluye entre otras, piezas de Fabergé (el famoso huevo que además es una caja de música de 1905) y de plateros ingleses, alemanes y holandeses.

    • Galería de las armaduras: conjunto de armas de guerra, de caza y de gala, no solo de Rusia, sino también de Europa Occidental y de Oriente de los siglos XIII al XIX. Armas, escudos y armaduras que parecen auténticas obras de arte, como fusiles incrustados de nácar o de marfil tallado. Destacan el famoso yelmo de Yaroslav II (padre de Alexander Nevski), cuya antigüedad se remonta al siglo XIII.

    • Sala Redonda: con medallas de diferentes órdenes.

    • Nueva Gran Sala: aquí se exponen los regalos de los embajadores traídos por emisarios de los Países Bajos, Polonia, Inglaterra y Escandinavia.

Ya fuera del complejo del Kremlin, llegaremos a la Plaza Roja (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1990), una de las más bellas y grandes del mundo, con 695 m de longitud y 130 m de anchura. Símbolo de Rusia, lo que convierte a la Plaza Roja en una experiencia inolvidable, además del propio encanto de su exótica arquitectura, es el poder pensar en todos los hechos históricos que en ella han tenido lugar. Hacia finales del siglo XV, Iván III dio orden de derribar las casas que había delante del Kremlin, para dejar sitio a esta plaza para la defensa. En un principio se instaló un mercado con puestos de madera que ardían con facilidad. Posteriormente se empezaron a construir distintos edificios religiosos como la Catedral de San Basilio o la de Kazán. El nombre actual data del siglo XV y proviene de la voz rusa, krasnil, que en su origen significaba “bella”, pero después vino a significar “roja”. Aunque no lo parezca, la asociación entre el color rojo y el comunismo, es pura coincidencia. Tras la derrota de Napoleón, la plaza se diseñó de nuevo imprimiéndole un sello nacionalista, símbolo de la resistencia del pueblo ruso. Se erigieron algunos monumentos como la estatua de Minin y Pozharski, los héroes de la guerra contra los invasores polacos en 1612. A partir de 1918, la plaza se convirtió en el símbolo de la revolución triunfante y del comunismo liberador, teniendo como eje principal el mausoleo de Lenin. Se celebraban todos los años desfiles militares el 1 de mayo y el aniversario de la Revolución. Hoy día la plaza se destina a actos culturales diversos, conciertos, exhibiciones y otras celebraciones.

En la misma plaza se encuentra la Catedral de San Basilio, estandarte del arte religioso ruso y figura emblemática de la capital, que veremos desde el exterior. Encargada por Iván el Terrible para celebrar la toma de la fortaleza mongola en Kazán en 1552, lo que supuso la liberación del yugo mongol, la iglesia se construyó entre 1555 y 1561. Es fama que su diseño corrió a cargo del arquitecto Postnik Yakovlev y que, según la leyenda, Iván quedó tan impresionado por la belleza de su obra que lo mandó cegar para que nunca pudiera volver a crear un edificio de igual hermosura. La iglesia se llamó oficialmente catedral de la intercesión porque el asedio final de Kazán se inició en la festividad de la Intercesión de la Virgen. El nombre por el que se la conoce popularmente viene del “santo loco” Basilio el Bienaventurado, cuyos restos yacen en el interior. Se compone de nueve iglesias unidas entre sí. La disposición arquitectónica, sorprendente por el número y las formas de sus cúpulas, de fantasía y gusto pictórico poco usual, posee una rigorosa simetría y pureza. En el centro se alza la torre, bellísima, en forma de piña coronada por una pirámide y cupulilla dorada en forma de cebolla, que sostiene una cruz altísima. Alrededor irradian nueve capillas que poseen otras tantas torres octogonales, con cubierta en forma de piña o de cebolla, todas distintas. Una azotea, a la que llegan dos elegantes escaleras cubiertas, une en un cuerpo único las capillas: ocho están dedicadas a los santos de los días de las victorias de Iván IV, la novena evoca la entrada de Cristo en Jerusalén y la décima en la parte norte, añadida en 1588 sobre la tumba de Basilio. Aunque el origen formal de la estructura se pueda atribuir a las culturas bizantinas y renacentista, San Basilio es totalmente rusa.

Almuerzo en restaurante local.

Visitaremos algunas de las más interesantes estaciones de Metro de Moscú, que constituyen una oda a la arquitectura neoclásica estalinista y al realismo soviético. La primera idea de ferrocarril subterráneo para Moscú se propuso en 1902, y un periódico local la rechazó calificándola de “insolente intromisión en todo cuanto el pueblo ruso estima en la ciudad de Moscú“. En los años treinta, sin embargo, era urgente mejorar el transporte público pues la población se había más que duplicado a causa de la industrialización. Sobre dos jóvenes y destacados comunistas, Nikita Jruschov (que sería posteriormente presidente de la Unión Soviética) y Lázar Kaganóvich, recayó el encargo de construir un metro que sirviera de escaparate del socialismo y de los beneficios que reportaba a obreros y campesinos. Las obras comenzaron en diciembre de 1931 durante el primer plan quinquenal estalinista. El Partido Comunista ordenó que todo el país construyera el metro llegando obreros de toda la Unión Soviética. También participó el Ejército Rojo, así como miles de voluntarios. Los materiales procedían de distintos puntos del país: los raíles de las acerías de Kuznetsk, el mármol de los Urales y el Cáucaso, y el granito de Carelia y Ucrania. Inaugurado el 15 de mayo de 1935 por el poder soviético como símbolo del avance tecnológico e industrial del sistema político, el Metro de Moscú era el “Palacio del Pueblo”. En su decoración participaron los más importantes artistas de la época que, obligados a ceñirse a los cánones del realismo socialista, abordaron asuntos como la Revolución, la defensa nacional y el modo de vida del país, para simbolizar la unidad de los pueblos soviéticos. Las primeras líneas del metro se tendieron a mucha profundidad para que pudieran servir como refugios en tiempo de guerra. Hoy en día sigue siendo el principal medio de transporte de la ciudad, cuenta con 194 estaciones y unos 325 km de vías. Diariamente operan más de 10.000 trenes que viajan a velocidades de hasta 90 km/h y transportan entre 8 y 9 millones de viajeros al día, más que los de Londres y Nueva York juntos. A través de las vertiginosas escaleras mecánicas nos sumergiremos en una opulencia de mármol (más de 20 variedades), granito y ónice; los halls y las estaciones decorados con mosaicos, vidrieras, bajorrelieves, murales, e incluso grupos escultóricos en honor a atletas victoriosos o soldados invencibles. La construcción de cada una de las estaciones obedece a un estilo y a un tema diferente. Visitaremos algunas de las más importantes.

Alojamiento en Vega Izmailovo Hotel & Convention Center.

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