Salimos de Ciudad de México, con destino a Puebla. Pero antes tenemos una parada en Cholula, donde podremos contemplar la Pirámide de Tepanapa, la Iglesia de Nuestra Señora de los Remediosi o el Convento de San Gabriel. Ya en Puebla, conoceremos los rincones más interesantes de la ciudad más criolla del país.
Día 5: CIUDAD DE MéXICO – Cholula – PUEBLA
Desayuno americano en el hotel.
A primera hora de la mañana, ponemos rumbo a Puebla. A través de los bosques milenarios del Ixtacihuatl disfrutaremos, si el tiempo nos lo permite, de una hermosa vista del mítico volcán Popocatepetl (5.426 m). Al lado del “Popo” se recorta la silueta de otro gran volcán, el Ixtaccihuatl (5.230 m), que significa “la mujer dormida”.
Varias veces al año, los habitantes de los pueblos vecinos se dirigen a sus laderas para dejar ofrendas en el Popo, al que ellos apodan Don Goyo. Creen que el volcán alberga el alma de Tláloc, el dios de la lluvia y puede interceder a su favor para tener buenas cosechas. Los aztecas practicaban ya ritos semejantes. Entre 1994 y 2001, la mayor actividad de Popo provocó la evacuación de 16 pueblos y alertas para los 30 millones de personas que viven a corta distancia del cráter.
Llegada a CHOLULA, una apacible ciudad colonial que se encuentra a 10 km de Puebla, y que Cortés describió como “la más bella fuera de España”. Habitada de manera continua desde hace más de 3.000 años, entre el año 1 y el 600 d.C. fue una importante ciudad sagrada y de culto. En 1519, Cortés, temeroso de caer en una emboscada ordena la masacre de más de 300 indígenas e incendia numerosos templos.
Años más tarde quedaría devastada por una epidemia de peste. Posteriormente los españoles instalaron monasterios y la ciudad se llenó de numerosas iglesias.
Llegaremos hasta lo que fue la Pirámide de Tepanapa, la más grande de México, sepultada bajo una colina, primero por la tierra y luego por la vegetación, por lo que más parece un cerro que una pirámide.
Es el resultado de numerosas superposiciones que, a partir de la primera construcción a comienzos del Período Clásico, se sucedieron hasta finales del siglo VIII d.C. Tan solo quedan 300 metros de unas fantasmagóricas galerías subterráneas en la entrada por la cara norte que llegan hasta el centro de la pirámide.
Si bien la pirámide de Cholula solo tiene 66 m de altura (frente a los 146 de Keops), es mucho más amplia: 450 m de ancho frente a los 230 m de Keops. El resultado es que con sus 4,4 millones de m3, Cholula es dos veces más voluminosa que su colega egipcia.
Cortés hizo destruir el templo tolteca situado en la cima para reemplazarlo por la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Alegremente decorada, desde el atrio, si el día acompaña, divisaremos un maravilloso panorama que abarca desde Puebla, los volcanes y muchas iglesias de Cholula.
A continuación, visita del Convento de San Gabriel, fundado por los franciscanos en 1529. El conjunto incluye tres hermosas iglesias. A la izquierda, precedida por un amplio atrio para acoger a los nativos que asistían a las celebraciones, la Capilla Real (1540), cuyo interior se caracteriza por la originalidad de la arquitectura hispano-árabe, con nueve naves rematadas por 49 pequeñas cúpulas.
En el centro, la Capilla de la Tercera Orden, del siglo XVII, con una fachada barroca; y a la derecha el Templo de San Gabriel, construido entre 1529 y 1552 sobre el lugar que ocupaba el templo de Quetzalcóalt, posee una sola nave, con bóveda de abanico y tracería gótica.
Nos dirigimos hasta Acatepec, que se encuentra a 5 km y donde visitaremos dos iglesias. La Iglesia de Santa María Tonantzintla, comenzada a construir en el siglo XVI, su interior es excepcional: angelotes, santos, arcángeles, obispos, reyes y otros personajes pueblan por centenares las paredes y las bóvedas tapizadas con motivos florales mezclado con toques de indigenismo.
Antes de la llegada de los españoles, las gentes de la región veneraban a Tonantzin, diosa protectora ligada al maíz. Nada más fácil para los misioneros que reemplazar ese culto por otra figura materna, la Virgen María. Hay que destacar que el 70% de los colores son originales y que todo lo que brilla es oro.
Fue preciso el concurso de 200 artesanos indios para concluirla, y si bien los misioneros lograron imponer el figura de la Virgen María, no pudieron impedir que los artistas indígenas dotaran a los angelotes de rasgos indios, que cubrieran las cabezas con penachos de plumas o que esculpieran guirnaldas de futas tropicales y sobre todo de mazorcas de maíz.
Finalmente la Iglesia de San Francisco Acatepec, luce una fachada íntegramente revestida de azulejos talaveranos realizados específicamente para este templo, combinados de todos los colores, que le dan una apariencia de “iglesia de porcelana.
Parece una iglesia de porcelana. Su interior posee una planta de cruz latina con siete cuerpos. La decoración es rica en molduras doradas y figuras realizadas con policromía, con elementos barrocos que recuerdan a la Capilla del Rosario de Puebla, pero interpretados de manera popular. El estilo es algo menos recargado que la anterior visitada, y no posee una iconografía indígena tan profusa.
A continuación nos dirigimos a PUEBLA, ciudad criolla por excelencia, fundada en 1531 con el fin de controlar la ruta que unía Ciudad de México y el puerto virreinal de Veracruz, convirtiéndose en poco tiempo en la segunda ciudad del Virreinato de Nueva España, recibiendo privilegios fiscales y títulos honoríficos.
En el siglo XVIII tuvo un gran florecimiento económico debido a la exportación de harina. La cerámica se convirtió en una gran industria, así la producción de vidrio y textiles.
El 5 de mayo de 1862, el ejército mexicano a las órdenes del general Ignacio Zaragoza derrotó a los invasores franceses. Por ese motivo la ciudad se conoce con el nombre de “Puebla de Zaragoza”, y ese día permanece aún como fiesta nacional.
Aquí se encuentra una de zonas con mayor riqueza cultural del país, con una arquitectura con edificios únicos, tradiciones ancestrales, pintorescos paisajes y una animadísima vida social y cultural. Solo el centro histórico posee 70 iglesias y más de mil edificios virreinales adornados con azulejos de los que, más de la mitad, corresponden a los siglos XVII y XVIII.
Almuerzo en restaurante local.
A continuación, VISITA DE LA CIUDAD (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1987), en la que podremos disfrutar de sus bellos edificios coloniales, y sus magníficos azulejos o mosaicos de cerámica que cubren las cúpulas de las iglesias.
El Zócalo, de una gran armonía, es uno de los logros arquitectónicos más bellos de la cultura española. Siempre muy animada, en su origen fue un mercado donde se celebraban corridas de toros, teatro y ahorcamientos. Los porches que la rodean datan del s. XVI. Destacan sus animados “portales” y la fuente de San Miguel, del siglo XVII. En el lado norte se alza el Palacio Municipal, edificio austero realizado íntegramente en piedra. A la izquierda se puede ver la Casa de Los Muñecos, típicamente colonial con su revestimiento de estuco y azulejos.
La Catedral, que figura en los billetes de 500 pesos, es la más esbelta y bella de las que se erigieron en Nueva España, en el severo estilo herreriano.
Iniciada en 1550, casi toda ella se realizó en la década de 1640. Su exterior, con un amplio atrio, luce dos altas y esbeltas torres de 69 m (las más altas de México), rematadas con estatuas de ángeles.
La portalada lateral que se abre a la plaza, muestra el escudo de la corona española y las figuras de varios reyes. Su interior, muy amplio, con altas bóvedas y dos naves laterales, está ricamente ornamentado con retablos y pinturas barrocas del s. XVIII. Destacan el altar mayor y la capilla de los Reyes, con altar barroco del sevillano Martinez Montañés.
También tendremos la oportunidad de visitar la Biblioteca Palafoxiana, sin duda, la más importante biblioteca de América Latina.
Situado en el interior del antiguo palacio episcopal, con un bello frontispicio de ladrillos en espina de pez y azulejos, el lugar honra la memoria del obispo Juan de Palafox y Mendoza, que llegó a la ciudad 1640 y la gobernó en el período de máximo esplendor.
Fue uno de los hombres más poderosos del siglo XVII, ya que estaba acreditado por el rey de España para poder reemplazar a los virreyes mexicanos (él mismo llegó a ocupar el cargo un tiempo).
El interior de la biblioteca, está formado por un salón con cinco bóvedas que descansan sobre seis arcos de orden dórico compuestos. La cabecera está rematada con altares de mármol y estuco, dedicados a Nuestra Señora de la Trapana. Son una maravilla los anaqueles de madera labrados, en los que descansan el legado de Palafox y otros legados.
Acoge una importante colección bibliográfica compuesta por 41.000 volúmenes sobre materias diversas: Filosofía, Teología, Sagradas Escrituras, y documentos de teología y doctrina cristiana de los siglos XV al XX.
La Iglesia de Santo Domingo, consagrada en 1611, llama la atención por su severa portada herreriana.
Su interior presenta una muy rica ornamentación barroca, con algunos excelentes retablos, como el del altar mayor, labrado en madera dorada. Lo más importante de su interior es, sin duda, la Capilla del Rosario, que fue llamada desde su apertura en 1690 “la octava maravilla” por la riqueza de sus yeserías tanto en forma como en colores.
Desde la entrada parece una gruta, por la enorme cantidad de formas decorativas que penden de los techos y resbalan por los muros.
Cada rincón ha sido cubierto con relieves en estuco dorado, con el fin de exaltar el sentimiento religioso. Los muros laterales están revestidos por grandes lienzos con el tema iconográfico de la Virgen. En el techo hay tres estatuas que representan la Fe, la Esperanza y la Caridad, mientras los doce pilares simbolizan los Apóstoles. Los seis que se ven en lo alto están hechos de una sola piedra de ónix. Una cenefa de exquisitos azulejos del siglo XVIII recorre los muros, coronada por un friso de querubines realizado en cerámica. Grandes dibujos en las cornisas doradas completan el conjunto.
Su belleza es realzada por la luminosidad casi sobrenatural que penetra a través de la linternilla de la cúpula, haciendo brillar el dorado de las yeserías.
Llegaremos hasta el Mercado de Artesanías el Parián, antigua plazuela que se construyó en 1801. Se encuentra cubierto casi por completo por ladrillo con azulejos de talavera muy al estilo poblano.
Se considera como el primer tianguis (mercado tradicional que ha existido en Mesoamérica desde época prehispánica) artesanal de la ciudad. Se le denomina Parián, porque era paraje obligado de los arrieros procedentes de Veracruz, y la capital de la Colonia. Contiene un total de 112 puestos, en los que podremos encontrar las más variadas artesanías que se producen en las diferentes regiones del estado, entre lo que podemos destacar ónices, y árboles de la vida de Talavera, además de toda clase de pieles, joyas y textiles.
En Puebla encontramos un sinfín de callejuelas con encanto que nos rememoran un pasado en donde se intuyen centenares de historias de nuestra herencia cultural.
Caminaremos por algunos de ellos como el “Callejón de los Sapos”, con sus casas típicas virreinales en las que podremos ver una gran diversidad de bellos portones multicolores y balcones en sus fachadas, que se han convertido en tiendas de antigüedades.
Se cuenta que en tiempos coloniales, las aguas del río San Francisco desbordaban con frecuencia la zona. Para aprovecharlo, se instalaron varios molinos. Sin embargo, el agua estancada y las actividades que en ella se realizaban, crearon el hábitat idóneo para que se instalaran estos anfibios, lo que dio origen al nombre actual de la calzada.
Ya en tiempos más recientes, hace poco más de 30 años, nació el “Tianguis del Callejón de los Sapos”, donde se puede comprar todo lo representativo del estado mexicano, sobre todo los domingos (nuestro día de visita), que es cuando se abren todos los puestos, tanto los permanentes como los temporales. Aquí encontraremos infinitas artesanías, antigüedades, piezas raras, objetos de arte, monedas, muebles rústicos, libros, pinturas etc., en un ambiente colorido y dinámico.
Alojamiento en NH PUEBLA CENTRO HISTóRICO.
Experiencias únicas durante nuestro viaje a MéXICO con VAGAMUNDOS:
– Descubrir el inmenso patrimonio de CIUDAD DE MéXICO, una ciudad abrumadora por extensión y grandeza, con una enorme riqueza cultural y artística. La Casa Museo Frida Kahlo, el Zócalo, la Catedral Metropolitana; el Palacio Nacional, con los murales de Diego Rivera; el Templo Mayor, el mayor santuario azteca; la Plaza de las Tres Culturas, la Basílica de Guadalupa, Xoximilco, una de las grandes obras de ingeniería, …
– Perderte en el Museo Nacional de Arqueología, uno de los más importantes del mundo, donde descubrir las civilizaciones que han creado la riqueza cultural de México: olmecas, mayas, zapotecas o aztecas. Aquí se encuentra la Piedra del Sol azteca (mal llamado Calendario Azteca)
– Sentir las energías místicas de TEOTIHUACáN, el lugar donde “fueron creados los dioses”, una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica y de la cual se desconoce casi todo. Las asombrosas Pirámide del Sol y de la Luna, dominan la ciudad.
– Pasear por las calle de la bellísima PUEBLA, ciudad criolla por excelencia con su bellos edificios coloniales y la más esbelta y hermosa catedral de las construidas en Nueva España. Cerca de allí, otro lugar mítico como CHOLULA, que Cortés describiera como “la ciudad más bella fuera de España”, con la Pirámide de Tepanapa, la más grande de México, sepultada bajo una colina.
– Perderte en OAXACA, otra hermosa ciudad colonial, con sus monumentos barrocos y arquitectura señorial, dentro de un ambiente donde se respira el sosiego y la tranquilidad. Una vez allí tendremos tiempo para recibir la energía telúrica que nos aportarán los antiguos yacimientos de Monte Albán y Mitla.
– Navegar en lancha por una de las grandes maravillas naturales de América, como es el Cañón del Sumidero, una falla con muros que se elevan más de 1300 m desde la profundidad del río.
– Ya en CHIAPAS, pasear por las calles adoquinadas de San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades coloniales más apasionantes y conmovedoras que uno pueda encontrar. Su embriagadora mezcla, indígena, colonial y cosmopolita la hacen única. Además, tenemos muy cerca los pueblos de San Juan Chamula y Zinacantán, donde se conservan las costumbres prehispánicas.
– En medio de la espesa selva tropical, con las pirámides elevándose sobre la vegetación y con los gritos de los monos aulladores perturbando el silencio, disfrutar de la misteriosa belleza de PALENQUE, una de las más importantes ciudades mayas.
– Otro centro arqueológico, plagado de simbolismo es UXMAL, un ejemplo singular del fabuloso esplendor artístico maya. El silencio y la soledad que envuelven estas ruinas contrastan con la animación que debió tener la metrópoli durante su época de esplendor.
– Pasear por los centros históricos de dos de las dos villas coloniales más importantes de YUCATáN, como son CAMPECHE Y MéRIDA, dos bellas ciudades con sus estrechas callecitas adoquinadas y sus soleadas y alegres plazas.
– Bañarte en las cristalinas aguas del cenote de Ik Kil, donde pequeñas cascadas caen desde el techo calizo envuelto en plantas colgantes.
– Aunque no son nuestras ruinas favoritas, por lo masificadas, hay que reconocer que CHICHEN ITZá es uno de los centros ceremoniales más espectaculares de toda la antigüedad. Desde la imponente y monolítica Pirámide de Kukulcán (también conocida como El Castillo), donde la sombra del dios serpiente emplumada sube por las escaleras durante los equinoccios de primavera y otoño, el mayor Juego de la Pelota de Centroamérica, hasta el Cenote de los Sacrificios o el curioso Observatorio El Caracol, el legado de los astrónomos mayas resulta fascinante.
– Tendrás la oportunidad de gozar de la auténtica COCINA MEXICANA. Nombrada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, cada región posee sus propios platos originales. Su cocina está basada en el maíz, los frijoles, el chile, a los que se añaden diversos ingredientes autóctonos. Pídete unos tamales, (masa de maíz cocida y rellena de carne o verduras), unas enchiladas, unos tacos o un guisado de carne acompañado de un buen mole. En general todos los platos se componen de arroz, frijoles y tortas de maíz pero encontrarás una gran variedad de sabores y picantes según la región donde te encuentres.
– México es un auténtico paraíso para las COMPRAS con una infinita variedad de artesanías. Aquí podrás adquirir desde tejidos y joyas de plata y turquesa a tallas de madera, máscaras y otros artículos. La habilidad y creatividad de sus artesanos, te sorprenderán. Las mejores hamacas de hilo de algodón las puedes encontrar en Cancún. En Oaxaca, podremos encontrar su típica cerámica negra, máscaras de madera de variadas formas y colores, y bellas telas y bordados. La cerámica y alfarería de Puebla posee una gran (y merecida) fama; en San Cristóbal de las Casas, son famosos sus diseños de joyas de ámbar y jade.
– Y después de esta hemorragia cultural y culinaria, disfrutar de un día a tu aire en CANCúN, con un mar con miles de matices turquesas, las blancura deslumbrante de la arena compuesta de polvo de coral y muchísimas actividades que puedes realizar.