Viaje a Indonesia, Malasia y Singapur IV: Yogyakarta (Templos de Prambanan y Borobudur) | Los viajes de Vagamundos día a día

DÍA 10 – SINGAPUR – YOGYAKARTA   

Desayuno buffet en el hotel. A la hora indicada, nos dirigimos al aeropuerto para tomar el vuelo con dirección a Yogyakarta. En esta ocasión el almuerzo será libre.

Llegada a Yogyakarta, y traslado al hotel.

Cambiamos de país, y ya estamos en INDONESIA, un territorio donde todo es excesivo: el cuarto país más poblado del mundo, con 260 millones de habitantes, más de 17.000 islas (8.000 de ellas deshabitadas), donde se hablan más de 300 lenguas y hay tantas culturas, pueblos, animales, costumbres, plantas, paisajes, artesanías y comidas que parecen 100 países en uno. Con pueblos muy diferentes entre sí, ya que llegaron de diferentes continentes, dan como resultado una mezcla única en cada isla.

Sin ninguna duda, el corazón del país está en la ISLA DE JAVA: su belleza natural, sus ciudades fascinantes, mágicos yacimientos arqueológicos y arraigadas tradiciones en el arte, la música y la danza. Posee una superficie de 132.000 km2, (se extiende de oeste a este a lo largo de casi 1.000 km) y una población de 150 millones de habitantes, lo que la convierte en la isla más poblada del planeta, con una densidad de 1.098 personas por km2.  Su origen es casi totalmente volcánico y en su relieve se levantan más de cien volcanes, con algunas cumbres que sobrepasan los 3.000 metros de altura. Las cenizas de las sucesivas erupciones han contribuido a la fertilidad de sus tierras, por lo que posee una vegetación variada y abundante. Administrativamente, Java se divide en cuatro provincias, una región especial y una capital especial de distrito. La mayoría de su población habla el javanés, aunque también conocen el indonesio (idioma oficial). El 93% profesa la religión musulmana.

Mapa antiguo de Java

El descubrimiento de fósiles del “hombre de Java” (Pithecantropus erectus) indica que la isla se encontraba habitada hace 1,7 millones de años. En el siglo VIII emergieron pequeños principados como el de la dinastía hindú Mataram, que veneraba al dios Shiva. El hinduismo y el budismo coexistieron durante siglos. En el siglo XIII surgen los primeros intentos de unir parte de Indonesia. La influencia islámica crece en los siglos XV y XVI, y las incursiones musulmanas obligan a hindúes y budistas a desplazarse al este, hacia Bali. En 1520 los portugueses entablaron relaciones comerciales con los javaneses, pero a finales del siglo XVI arribaron a Java nueve navíos holandeses que expulsaron a los portugueses, que ya habían hecho algún conato de colonización, y luego se encargaron de debilitar a los príncipes indígenas sembrando entre ellos el cisma de la discordia. El resto de la historia es común a todo el país, y tenéis un resumen al final de texto.

Llegada al aeropuerto internacional Adi Sutjipto de Yogyakarta. Después de las habituales formalidades de inmigración, recepción y asistencia en el aeropuerto a cargo de los representantes de nuestro receptivo. Directamente nos trasladamos a nuestro hotel.

Espectáculo de danza Ramayana en los templos de Prambanan

A la hora indicada, nos desplazamos hasta el restaurante local para la cena (*), donde podremos presenciar un espectáculo de danza Ramayana. Durante la representación, los bailarines se mueven al ritmo de la música típica, representando una antigua historia de la religión hinduista. Sus protagonistas, Rama y Sītā, luchan por su amor contra un villano.

Alojamiento en Melia Purosani Hotel Yogyakarta.

DÍA 11 – YOGYAKARTA   

Desayuno buffet en el hotel.

Situada en el corazón de Java, Yogyakarta es el centro histórico, cultural, y hasta el alma de la isla. “Yogya”, como se la llama comúnmente, es donde el idioma javanés alcanza su máxima pureza, el arte su máximo esplendor y las tradiciones son más visibles. Pese a ser gobernada por un sultán cuyo palacio sigue siendo el centro de la vida tradicional, la actual Yogya, es una gran urbe donde luchan los antiguos estilos de vida con la entrada de la modernidad.

La ciudad fue fundada en 1755 por el príncipe Mangkubumi, que adoptó el título de sultán y creó el estado más poderoso de Java desde el siglo XVII. Yogyakarta ha sido siempre un símbolo de   resistencia, y a lo largo de la historia varias veces capital del país. En 1948 el sultán Sri Sultán Hamengkubuwono IX, luchó con los rebeldes por la independencia, y los holandeses no se atrevieron a actuar contra él por miedo a levantar la ira de millones de javaneses, ya que era considerado casi un dios. Por ello, después de la independencia, se concedió a Yogya el estatus de región especial.

El centro cultural y político de la ciudad lo constituye el inmenso Palacio de los Sultanes de Yogya o Kraton, una auténtica ciudad amurallada con sus propios mercados, tiendas, artesanos de batik y plata, escuelas y mezquitas, y se organiza en una sucesión de patios ocupados por pabellones. Aquí viven alrededor de 25.000 personas, de los cuales más de mil trabajan para el sultán. Recuerda un poco, aunque más modesto, a los antiguos palacios imperiales de Pekín o Tokio, ocultos tras los muros de una ciudad prohibida. Sus principales edificios datan del siglo XVIII, posteriormente, en la década de 1920, se añadieron elementos europeos. Se trata de uno de los ejemplos más perfectos de arquitectura  palaciega javanesa, con una serie de lujosos vestíbulos y espaciosos patios y pabellones. En la actualidad el complejo cumple diferentes funciones ya que es a la vez, el hogar del sultán, un centro de artes escénicas de Java y un museo de la historia contemporánea del país, así como de la línea real de Yogyakarta. La puerta principal tiene dos guardianes de ojos saltones (Gupala) cuya función es la de proteger el palacio de cualquier daño o mal. La mayoría de los pabellones son estructuras abiertas sostenidas por pilares tallados. El Bangsal Kencono o “pabellón de dorado”, utilizado para coronaciones y bodas reales, es un ejemplo del arte javanés y de la diversidad religiosa de la región. Sus cuatro pilares de maderas de teca sobre suelo de mármol, representan los cuatro elementos. Fueron decorados con un patrón rojo hindú, en sus bases con pétalos budistas de loto y, alrededor de sus ejes, con caligrafía árabe citando el Corán en verde y dorado. Las tres religiones se ven representadas en ellos como muestra de unidad. Su techo está profusamente decorado, y las cristaleras son de origen holandés. En 1812 Stamford Raffies, al mando de 1.200 soldados británicos atacó y saqueó la ciudad amurallada, además de incendiar el Palacio. El actual sultán es el gobernador de Java Central, pero su prestigio supera con mucho este título. Encarna en su persona tanto la historia de Java (en la práctica es el heredero de los reyes de Java) como la evolución reciente del país.

Palacio del Sultán, Yogyakarta

Posteriormente visita del Taman Sari (o “Palacio Acuático”), tres antiguos estanques al aire libre, rodeados por un muro y dominados por un pabellón de dos plantas. El sultán venía con su corte a bañarse aquí. Una de las piscinas estaba reservada para su esposa legítima y sus hijos. Las concubinas  tenían derecho a otro estanque. Desde el segundo piso del pabellón, a través de una pequeña ventana con rejas de madera, podía seguir discretamente los juegos acuáticos de sus concubinas. Siguiendo por los callejones desde la parte posterior de los baños, se encuentran los túneles y la antigua mezquita subterránea o Samur Gumuling, un extraño edificio de dos plantas bajo tierra donde se ubicaron las dos mezquitas gemelas, para hombre y mujeres. Cuenta la leyenda que el sultán mandó ejecutar al arquitecto portugués que lo construyó entre 1758 y 1765 para mantener en secreto sus salas de placeres ocultos.

Situados a 17 km al nordeste de Yogyakarta, se encuentra el segundo gran monumento en importancia de Indonesia, como son los Templos de PRAMBANAN(declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1991), erigidos bajo la dinastía hindú de los Sanjayas entre los siglos VIII y X. Actualmente quedan en pie 244 templos de estilo hindú medieval, coronados por la típica torre en forma de de aguja, similar a los templos de la India de esa época.

Es probable que Rakai Pilatan, rey Sanjaya del sur de Java, ordenara la construcción de estos templos hacia el año 850 como respuesta al templo de Borobudur erigido por la dinastía budista de los Sailendras que dominaba el norte de la gran isla. Su construcción en el siglo IX coincide con el gran  resurgir del hinduismo en la India y la decadencia del budismo en aquel país, de la que nunca se recuperaría. El hinduismo llegó a Indonesia junto a las sedas y las piedras preciosas que traían los mercaderes indios, pero prosperó gracias a los reyes de la dinastía Sanjaya, que encontraron en él la forma de contrarrestar la poderosa herencia budista dejada por los Saliendra en Borobudur. La impresionante construcción de Prambanan despertó en Indonesia una irrefrenable pasión por lo hindú. A partir de ahí, los templos hindúes empezaron a proliferar como setas por los alrededores de Yogyakarta, pasando muy pronto a Bali, donde aún tiene plena vigencia el llamado “hinduismo balinés”, fruto del sincretismo con los cultos paganos que imperaban en la isla. Tras este período de más de dos siglos de apogeo creativo, la llanura de Prambanan fue abandonada cuando los reyes hindúes-javaneses se trasladaron a Java oriental.

Almuerzo en restaurante local.

Visita de los templos de Prambanan, conjunto que reúne lo esencial de las deidades del hinduismo, y que, al igual que Borobudur, que veremos mañana, sigue el modelo arquitectónico del mandala. El corazón del complejo está dedicado a la Trimurti, la Trinidad hindú: Brahma, el Creador; Vishnú, el Conservador y Shiva, el Destructor, aunque el templo central y dominante es el dedicado a Shiva. Los templos se encuentran alineados: el Candi Shiva, flanqueado a derecha e izquierda por el  Candi Vishnu y Candi Brahma. Delante de ellos otros tres pequeños templos dedicados a las cabalgaduras de cada dios: el Nandi (toro; frente al de Shiva), el Garuda (pájaro; frente al de Vishnu), y el candi Angsa (cisne; el de Brahma). El templo principal y el más hermoso, en el centro del recinto, el Candi Shiva Mahadeva, está coronado por una torre de 47 m de altura y rodeado por otras siete estructuras más pequeñas. En su base se observan bajorrelieves con el emblema de Prambanan, unos leones entre árboles sagrados y los mitológicos kinnaras, seres mitad ave mitad humanos. A su vez, los muros interiores están adornados con valiosos bajorrelieves que representan escenas del Rāmāyaṇa, la epopeya hindú en la que el dios Rāmā debe rescatar a su esposa Sītā de las garras del demonio de Sri Lanka. El ave Garuda, ayuda al dios-príncipe Rāmā en su misión. En el interior, en la estancia principal, una imponente estatua de Shiva, de cuatro brazos y 3 m de altura, reposa sobre un pedestal en forma de loto sagrado, en una muestra de la interacción entre el hinduismo y el budismo que se dio en Java en el siglo IX. También se pueden apreciar imágenes en piedra de otras deidades hindúes: el dios elefante e hijo de Shiva, Ganesha; el propio Shiva en su encarnación como el maestro celestial Agastya, o Durga, encarnación violenta de Parvati, esposa de Shiva, matando a un búfalo. El templo Candi Vishnú, de 33 m de alto, además de la imagen del dios con cuatro brazos, muestra en sus muros interiores unos preciosos bajorrelieves con escenas del dios Krishna en el otro gran poema hindú: el Mahābhārata. El tercer santuario, el Candi Brahma, es el templo gemelo del anterior y también presenta bellos relieves con las escenas finales del Rāmāyaṇa; los leones y el árbol de la vida simbolizan el equilibrio entre el poder y el conocimiento. Cuenta con una llamativa entrada en forma de “boca de monstruo”. En una cámara interior alberga una estatua del dios Creador, fácilmente reconocible por sus cuatro caras, cuyos ojos escrutan así los cuatro puntos cardinales.

Templos de Prambanan

A unos 800 m al norte del grupo principal, se encuentra otra joya arquitectónica, el Candi Sewu, que a diferencia de los anteriores es un templo budista, el segundo de mayor tamaño del país, después  del de Borobudur, y el más grande de Prambanan. Es un poco más antiguo que los del grupo principal, ya que hay dos inscripciones en piedra fechadas en los años 782 y 792. El edificio fue construido por orden del gobernante del Reino de Mataram, el rey Panangkaran, un devoto budista. La planta rectangular del edificio mide 185 x 165 m, con una entrada en cada punto cardinal a los que está orientado el templo, cada una de las cuales se encuentra custodiada por una pareja de dvarapalas (guardianes de piedra), pero la más importante es la que da al este. El templo principal está rodeado por cuatro anillos concéntricos donde se alzan los restos de 240 templos de pequeño tamaño, muchos de ellos en ruinas. También está organizado como un mandala centrado alrededor del templo principal. Aquí se celebraron regularmente majestuosas ceremonias religiosas. Aunque estos templos quedaron enterrados en lo profundo de los escombros volcánicos del monte Merapi, las ruinas del templo no fueron completamente olvidadas por los habitantes locales de Java.

Alojamiento en Melia Purosani Hotel Yogyakarta.

DÍA 12 – YOGYAKARTA   

Desayuno buffet en el hotel. Nos desplazamos hasta Kota Gede, que contiene los restos de la primera capital del sultanato de Mataram, establecida en el siglo XVI, fundado por Panembahan Senopati. El lugar fue un famoso centro de la industria de la plata desde la década de 1930, ahora convertido en un barrio de Yogyakarta. A la llegada realizaremos un breve recorrido de la ciudad en Becak (ciclo-rickshaw indonesio). Visitaremos una fábrica de pasteles Kembang, donde podremos comprobar la forma javanesa de hornear un pastel. Recibiremos un cursillo acelerado y veremos quién es más habilidoso en el arte de la repostería. A continuación pasearemos por el Pasar Legi, el mercado tradicional más antiguo de Yogyakarta, que en tiempos pasados era un punto de reunión, y donde todavía se pueden encontrar multitud de diferentes productos. Continuamos nuestro recorrido visitando los dos monumentos más históricos del lugar, la Mezquita Real, el monumento más importante del reino de Mataram. Construida en 1575, en estilo tradicional de Java, consiste en un par de edificios: la sala de oración, un edificio de gruesos muros lisos, y el serambi, un edificio adosado con forma de pórtico. Rodeando el porche hay un foso que permite a los fieles sumergir sus pies antes de llegar al serambi, purificando simbólicamente cualquier elemento que se introduzca en la mezquita. Pegado a la misma se encuentra el Cementerio Real, que posee una combinación de estilos hinduista javanés y musulmán. Aquí se encuentra enterrado Senopati. Finalmente, pasearemos por un barrio por el que tendremos la oportunidad de ver distintos tipos de casas tradicionales, como las casas joglo (la palabra joglo se refiere a la forma del techo; en la cultura javanesa altamente jerárquica, el tipo de  techo de una casa refleja el estado social y económico de los propietarios de la misma) que se asocian tradicionalmente con los aristócratas javaneses. También las casas mercantes, que se encuentran amuralladas y fueron construidas durante el rico período de Kotagede de los siglos XVIII y XIX. Estas casas comerciales a veces combinan el elemento de la casa tradicional de madera de Java con la arquitectura holandesa de ladrillo, para formar una mezcla ecléctica de la arquitectura javanesa-holandesa conocida localmente como “Casas Kalang”.

Cementerio Real, Kota Gede

A través de un paisaje de fértiles campos, llegaremos a Borobudur, en la provincia de Magelang, a unos 42 km de Yogyakarta. Aquí se encuentra uno de los grandes milagros que ha creado el alma humana, y el principal monumento de Indonesia, como es el Templo budista de BOROBUDUR (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1991), del siglo IX, y cuya belleza solo admite comparación con los complejos arqueológicos de Angkor Wat en Camboya, o Bagan en Myanmar. Este colosal monumento budista que se alza por encima de un mosaico de arrozales verde botella y oscilantes palmeras, ha sobrevivido a las erupciones del Gunnung Merapi, a atentados terroristas y al terremoto del 2006, para mantenerse enigmático y precioso como debió de ser hace 1200 años. Es el monumento budista más grande del mundo. Fue construido entre los años 750 y 850 por los soberanos de la dinastía Sailendra, que procedentes de India del Sur, llegaron a Java y reinaron entre los siglos VIII y XIII. En la época de la construcción, los jemeres no habían comenzado la construcción de la ciudad de Angkor; también es anterior a la construcción de las grandes catedrales.

El nombre puede derivar del sánscrito Vihara Buddha Ur, que se traduce como “el monasterio budista en la montaña”. El material utilizado para la construcción es la andesita, una piedra volcánica fácil de esculpir pero frágil. Los constructores de la época no usaron ningún tipo de argamasa para mantener los bloques de piedra unidos entre sí. Para protegerse de las lluvias torrenciales de la región, idearon un ingenioso sistema para drenar el agua, que se ha ido degradando a lo largo de los siglos, provocando infiltraciones en el corazón del monumento. Aunque no se sabe mucho sobre la historia antigua del templo, es seguro que los Sailedra tuvieron que reclutar mucha mano de obra, ya que durante su construcción hubo que extraer, transportar y tallar unos 60.000 m3 de piedra.

Vista general del Templo de Borobudur

Con el declive del budismo y el traspaso de poder a Java Oriental, a finales del siglo IX, poco después de ser terminado quedó abandonado, cayendo en el olvido durante casi un milenio. Durante este período, los terremotos y erupciones volcánicas desestabilizaron el monumento, y la selva javanesa lo reclamó por medio de raíces gigantes que penetraron por doquier, partiendo en dos muchos bloques de piedra. En el año 1814, el vicegobernador británico de la isla de Java envió una expedición de 200 hombres en busca de un templo milenario escondido al que hacían referencia varias leyendas locales que hablaban de un santuario maldito oculto durante siglos en una colina de la jungla indonesia. Tras dos meses caminando entre la densa vegetación selvática, el equipo encontró por fin una estatua de piedra; luego otra; y otra. Luego cientos de ellas, escondidas bajo toneladas de ceniza procedentes de las erupciones del Merapi, uno de los volcanes más activos del mundo. Así fue como el mundo occidental redescubrió Borobudur, el mayor monumento budista de todos los tiempos. Y tal era el misterio y misticismo que envolvían el lugar que comenzaron los rumores y las especulaciones. Algunos incluso afirmaban que se trataba del sepulcro del mismísimo Buda. Tras su redescubrimiento, su fama fue en aumento y en 1896 el rey Chulalongkorn de Siam lo visitó, llevándose consigo muchas esculturas y paneles. Desde entonces, Borobudur ha sido conservado mediante numerosas restauraciones. A principios del siglo XX la colina sobre la que descansa el templo se inundó y la inmensa masa de piedra empezaba a hundirse. Entre 1973 y 1983 se llevó a cabo un colosal proyecto de restauración financiado por la UNESCO, para estabilizar y restaurar el monumento. Hubo que desmontarlo casi por completo, piedra a piedra, añadir nuevos cimientos de hormigón y un sistema de drenaje de plomo y luego volver a montarlo. Cada tanto, el volcán Merapi provoca daños al monumento; de hecho en 2010, las erupciones lo cubrieron con una gruesa capa de cenizas y 55.000 bloques de piedra tuvieron que ser retirados para ser limpiados. Hoy día el mayor peligro es la gran cantidad de visitantes que asciende al templo.

Almuerzo en restaurante local.

A continuación visita del Templo de Borobudur, formado por dos millones de bloques de piedra que constituye una colosal estupa simétrica, que literalmente envuelve la colina. Visto desde la distancia, el templo es una mole imponente, armónica, bellísima, un sueño imposible, una flor de piedra que uno no se cansa de contemplar con asombro y admiración. Pero es cuando se ve desde el aire cuando se produce la mayor conmoción, ya que lo que se contempla es un gigantesco mandala tridimensional, un diagrama simbólico del universo, destinado a favorecer la ascensión espiritual del creyente. El impacto emocional de esta visión es comparable al que producen las pirámides de Egipto cuando se contemplan por primera vez, pero incluso más intenso, ya que no es sólo una excelsa geometría de líneas puras recortándose en el horizonte infinito del desierto, sino que Borobudur parece algo vivo, con alma y mensaje, algo de otra naturaleza que hubiera crecido de la propia tierra. Estamos, pues, ante un libro intemporal, concebido para transmitir a las generaciones futuras las esencias del budismo.

Templo de Borobudur

El estilo arquitectónico de Borobudur se considera budista javanés, con influencias de los colonizadores de la dinastía india de los Gupta, preponderante entonces en la región. La pintura original desapareció hace mucho tiempo, pero se cree que la piedra gris de Borobudur tuvo una capa de color para reflejar el sol. En sentido estricto no es ni un templo ni un santuario. Orientado hacia los puntos cardinales, el monumento se concibió como una visión budista del cosmos en piedra, empezando en el mundo cotidiano y subiendo en espiral hasta el nirvana, el estado de liberación de tanto sufrimiento, el paraíso budista. Borobudur simboliza la tierra y el cielo, así como la relación del individuo con el cosmos. Esta arquitectura única nos invita a hacer una ascensión tanto física como espiritual. Las diferentes galerías están diseñadas para guiar a los fieles en un viaje espiritual a medida que se dirigen hacia arriba, subiendo de terraza en terraza. Cada nivel representa un plano superior de conciencia. En la base del templo hay relieves que representan un mundo dominado por la pasión y el deseo donde los buenos son recompensados con una reencarnación más elevada, simbolizado por la estupa central de la cima.

Se erige sobre una base cuadrada de 118 x 118 m, con 6 terrazas cuadradas abundantemente esculpidas que representa la esfera de los Deseos (Kamadhatu), que son la causa de todo el sufrimiento humano. Más arriba, hay tres terrazas circulares que simbolizan la esfera de las Apariencias (Rupadhatu);  cuatro escaleras que suben a través de puertas talladas hasta lo alto, al último nivel, que se corona con una cúpula, que se supone reproduce la esfera del Vacío, de la Nada, del nivana: una inmensa estupa hueca, réplica simbólica del Monte Meru (montaña sagrada común a budistas e hindúes, situada en el Himalaya). Desde lo más alto, a una altura de 30.50 m, se disfruta de una magnífica vista sobre un paisaje lleno de paz y serenidad. En los días claros se puede divisar, a lo lejos, la silueta impasible del volcán Merapi.

Atardecer en el templo de Borobudur

Aunque Borobudur impresiona como obra monumental, la refinada obra escultórica vista de cerca es exquisita. Según la tradición budista, la visita al monumento debe comenzar por la escalera este y, a continuación, seguir las terrazas en el sentido de las agujas del reloj. El circuito de peregrinación tiene unos 5 km de largo y nos lleva por estrechos pasillos entre casi 1.460 paneles narrativos profusamente decorados y 1.212 paneles decorativos en los que los escultores tallaron un libro virtual de las doctrinas budistas, además de muchos aspectos de la vida de la Java de hace mil años. Estos paneles son el equivalente budista de los evangelios cristianos. A lo largo de las terrazas se cuentan 504 estatuas o bustos de Buda, de ellas 432,  de rostro sereno miran fijamente desde cámaras abiertas encima de las galerías, mientras que otras 72 imágenes se levantan en las tres terrazas superiores sobre cúpulas perforadas.

Durante la primera restauración del templo de Borobudur, se descubrió que tres templos budistas de la región, el mismo Borobudur, Pawon y Mendut, están alineados en dirección este-oeste  en una línea recta de cerca de tres kilómetros. Mendut se encuentra en el extremo oriental de esa línea, Borobudur en el extremo occidental y Pawon aproximadamente en medio. Podría ser coincidencia, pero su alineación concuerda con una leyenda local, la cual cuenta que hace mucho tiempo existía un camino amurallado que iba de Borobodur a Mendut. Los tres templos poseen una arquitectura y decoración similares, provenientes del mismo periodo, lo cual sugiere una relación entre ellos.

A menos de 4 km se encuentra el Templo de Mendut, templo budista mahāyāna construido a principios del siglo IX (el más antiguo del conjunto). Cuando el templo fue descubierto en 1836, estaba en ruinas y cubierto de vegetación. Las obras de restauración comenzaron en 1897 y se prolongaron hasta 1925. De planta cuadrada con 13,7 metros de lado. La base se eleva a 3,7 m sobre el suelo.​ El edificio tiene 26,4 metros de altura y está orientado hacia el noroeste. Las escaleras que se proyectan del lado noroeste están decoradas con estatuas de makaras (monstruo marino de la mitología hindú) en ambos lados y con bajorrelieves con escenas del cuento Jataka que narra las enseñanzas budistas con animales. La cámara principal alberga la estatua más destacada en su emplazamiento original de todos los templos de Java: la espléndida figura de Buda de 3 m de alto flanqueada por dos bodhisattva (embarcado en el camino del Buda), Lovesvara a la izquierda y Vairapana a la derecha. El Buda también destaca por su postura: se sienta al modo occidental, con ambos pies en el suelo.

Templo de Mendut

Muy cerca se encuentra el pequeño Templo de Pawon, cuyo diseño y decoración se parece al de Mendut. También del siglo IX, no es una estupa, pero parece un templo de Java central, con su ancha base, cuerpo central y tejado piramidal. El santuario se asienta sobre una base cuadrada y la fachada está ligeramente orientada al noroeste. Cada lado de las escaleras y la parte superior de las puertas están decorados con makaras talladas, comunes en los templos javaneses clásicos. La pared exterior del templo tiene relieves tallados de bodhisattvas. Los enanos barrigones que vierten riquezas a la entrada del templo sugieren que estaba dedicado a Kuvera, el dios budista de la fortuna.

A 3 km de Borobudur, en medio de una exuberante vegetación y selva tropical, Candirejo, un pueblecito que mantiene las viejas costumbres de la comunidad javanesa, sus casas tradicionales, ceremonias, agricultura y comida local. Su nombre proviene de “Candi” significa piedras o rocas, mientras que “Rejo” significa fértil, por lo tanto Candirejo significa un pueblo rocoso fértil. Aquí nos enseñarán a hacer gallegas de yuca, un tubérculo de raíz comestible originario de América del Sur y que está considerada como la tercera fuente más grande de carbohidratos en las zonas tropicales. También, si el horario lo permite, se podrá visitar una escuela, y compartir momentos con la población más joven.

Regreso a Yogyakarta. Alojamiento en Melia Purosani Hotel Yogyakarta.

Experiencias únicas en el viaje a INDONESIA, MALASIA Y SINGAPUR con VAGAMUNDOS:

INDONESIA – Isla de JAVA

  • Disfrutar de unos momentos únicos subiendo a dos accesibles volcanes de Java: el Kawah Ijen, que acumula gran cantidad de azufre en su interior creando un gran lago de ácido azul turquesa. El otro volcán, el Bromo, todavía activo, y rodeado de un misterioso paisaje, admiraremos la hermosura etérea del cráter y sus colores surrealistas, con las entrañas sulfurosas y humeantes.
  • Encontrarnos de pronto con el arrebatador templo de Borobudur, uno de los grandes milagros que ha creado el alma humana, y el principal monumento de Indonesia, un gigantesco mandala tridimensional, un diagrama simbólico del universo, destinado a favorecer la ascensión espiritual del creyente.
  • Extasiarnos ante los Templos de Prambanan, testigos del pasado hinduista  de la isla de Java. Es el segundo templo más importante del país, tras Borobudur, y reúne lo esencial de las deidades del hinduismo. Otra obra sublime, un lugar mágico, con un encanto especial.
  • Disfrutar de un espectáculo de danza Ramayana, donde cerca de 200 bailarines y músicos gamelán (orquesta tradicional javanesa y balinesa) nos harán revivir el viaje que realizó Rama para rescatar a su esposa Sita, que fue secuestrada por Rahwana, y en el que aparecen ejércitos de monos, gigantes sobre zancos, combates entre rivales y acrobacias.

INDONESIA – Isla de BALI

  • Al llegar a BALI, cuyo solo nombre nos evoca un paraíso exótico y lejano, sentiremos una energía especial que nos hará volar la imaginación. Una isla diferente, donde la religión que predomina es el especial hinduismo balinés, a diferencia del resto de Indonesia, donde se practica el islam. Existe la leyenda que la isla de Bali es un caparazón de tortuga que reposa sobre el mar.
  • En esta auténtica “isla de los Dioses”, podremos visitar lugares sagrados antiguos como Gunung Kawi, con sus santuarios tallados en piedra o el Pura Besakih, el templo más grande y venerado de Bali.
  • Tampoco nos perderemos el templo Tanah Lot, el más fotografiado de la isla, con su espectacular ubicación en acantilados que se elevan sobre el océano Índico o el Pura Ulun Danu Bratan, dedicado a la diosa de las aguas, en lo que es una de las imágenes más conocidas y bellas de Bali.
  • Cuenta la leyenda que los manantiales sagrados de Tirta Empul, fueron creados por Indra, quien perforó la tierra para crear un manantial de elixir de la inmortalidad con que recuperar sus fuerzas después de ser envenenadas por el malvado rey Mayadanawa. En medio de los manantiales se encuentra el Pura Tirta Empul, a donde los fieles acuden a realizar sus abluciones rituales.
  • Pasearemos por las hipnóticas terrazas de arroz de Tegallalang, sin duda las más bellas de las muchas que hay en la isla, y que además han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
  • Esta isla tiene una larga historia, y prueba de ello es el Semara Pura, un complejo palaciego que en su momento fue el centro del reino más importante de Bali, y que alberga el Kertha Gosa (Palacio de Justicia), soberbio ejemplo de la arquitectura Klungkung, y el Bale Kambang (pabellón flotante), situado en medio del estanque sobre el que flotan nenúfares y flores de loto.

MALASIA

  • Conocida como “la Perla de Oriente”, la isla de Penang, es uno de los lugares más cosmopolitas y apasionantes de de toda Asia, con sus shop-houses convertidos en casas-museo, encantadores hoteles-boutique o elegantes cafés. En su capital Georgetown, una ciudad que conserva todos los alicientes de un asentamiento colonial, nos encontraremos con una impresionante mezcla de culturas, tanto asiáticas como europeas.
  • Cambiamos de paisaje, y nos vamos a las Tierras Altas de Cameron o Cameron Highlands, donde debido a la bondad de su clima, los británicos la convirtieron en su refugio para escapar del calor. Sus montañas neblinosas, arquitectura estilo tudor, sus granjas, fresas y sus hipnóticos campos con plantaciones de té convergen en este singular destino malayo. Y por su fuera poco, aquí podremos visitar un poblado original malayo.
  • Para muchos, Malaca es la ciudad más bonita de Malasia y con un carácter muy especial. Aquí, al igual que en Penang o Kuala Lumpur, conviven en armonía culturas muy distintas, desde indios, chinos y malayos hasta euroasiáticos, holandeses o portugués, lo que se refleja en todas las mezquitas, iglesias, templos budistas e hinduistas y edificios coloniales que llenan la ciudad.
  • Nos dejaremos atrapar por el ordenado caos de Kuala Lumpur, donde descubriremos desde barrios financieros con enormes rascacielos como las famosas Torres Petronas, hasta sus barrios étnicos, con costumbres milenarias, templos y mezquitas de la población hindú, musulmana y budista se entremezclan, con el humo que despiden las espirales de incienso, las estatuas hinduistas adornadas con guirnaldas de flores o la llamada a la oración de los musulmanes.

SINGAPUR

  • Y llegamos a un enclave singular, la única ciudad-isla-nación del mundo, Singapur, que además posee una de las rentas per cápita más altas del mundo. Pero lo que podríamos imaginar un universo  de hormigón y acero, es una ciudad jardín donde abunda el verdor tropical, como el Jardín Nacional de Orquídeas un paraíso tropical que cobijan más de 1000 especies o el enorme Gardens by the Bay, símbolo de la ciudad, y uno de los jardines más singulares y bonitos del mundo, que recrea un mundo de fantasía con biocúpulas futuristas, superárboles de alta tecnología y estructuras imposibles.
  • Pasear por Marina Bay Sands, antiguo enclave administrativo británico que refleja la grandeza de Singapur, y donde se concentran algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, con la famosa estatua de Merlion, la bestia mítica de Singapur de 9 metros de altura, mitad pez y mitad león y donde nos llevaremos el recuerdo de la foto debajo del agua que expulsa el curioso felino.
  • Sus barrios coloniales son una fuente de sorpresas, Little India, un lugar frenético y colorido, donde el tiempo parece haberse detenido; Kampong Glam, el barrio malayo, antiguo hogar del sultán local, salpicado de cafeterías con olor a narguile y batik indonesios, y de mezquitas como la Sultan Mosque, con su cúpula dorada en una de las imágenes recurrentes de la ciudad; Chinatown, que a pesar de ser uno de los barrios más comerciales de la ciudad, sigue manteniendo el encanto con sus casas de colores muy bien conservadas.


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