Viaje a INDIA y NEPAL VII: Bhaktapur, Dhulikhel, Panauti y Valle de Katmandú | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 17: KATMANDÚ: Bhaktapur – Dhulikhel – Panauti

Desayuno buffet en el hotel.

El VALLE DE KATMANDÚ, constituye un cruce de caminos de las antiguas civilizaciones de Asia, y contiene más de 130 monumentos importantes, entre ellos varios lugares de peregrinación para los  hindúes y los budistas. Tiene una forma prácticamente elíptica, con 25 kilómetros de longitud en el eje este-oeste y una anchura máxima de 19 kilómetros. Se asienta en el Himalaya inferior, en el centro de Nepal. A pesar de que no es muy extenso, la población es densa (de 3 a 4 millones de personas), concentrada básicamente en el área urbana de Katmandú. Es también en este anfiteatro natural donde se encuentra la mayor parte de su patrimonio cultural.

A apenas 15 kilómetros de Katmandú, se encuentra BHAKTAPUR (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1979), una auténtica joya que contiene algunas de las construcciones religiosas más impresionantes de todo el país. Con sus apenas 75 mil habitantes, es la tercera ciudad  más grande de Nepal, la mejor conservada, y sin duda, la más bella de las ciudades medievales del Valle. Además, al carecer de tráfico y contaminación, Bhaktapur es, con diferencia, la ciudad más limpia del Valle, y la más intemporal. La ciudad, muestra con orgullo su vida cultural a través del estilo de vida diario; sus artesanos han mantenido intactas las tradiciones de siglos de antigüedad en sus trabajos de madera y alfarería. Las estrechas calles empedradas, serpentean a través de casas de ladrillo rojo, conduciéndonos a hermosos templos, magníficas residencias, y patios ocultos. No es difícil entender que Bertolucci la eligiera para rodar muchas de las escenas de su película El pequeño Buda.

Bhaktapur fue fundada en el siglo XII por el rey Ananda Deva Malla bajo el nombre de Khwopa (“Ciudad de los Devotos”), para convertirla en capital de los rajás Malla. La ciudad estaría diseñada siguiendo un plano mandala, en forma de triángulo formado por los tres templos del dios Ganesha, a  las afueras de la ciudad, que protegen la misma. Hasta el siglo XVI, Bhaktapur dominó política y económicamente todo el Nepal. Fue a partir de la conquista gorkha en 1769, cuando la ciudad se convirtió en un mundo aparte, encerrándose en sí misma y manteniendo una autarquía e independencia tanto económica como política. La mayoría de los ancianos no hablan nepalí, sino newari. La ciudad está dividida en diferentes barrios articulados en torno a una plaza, con un pozo o una fuente pública y un altar religioso permanente. En el pasado, Bhaktapur adquirió su hegemonía por su situación privilegiada en la ruta India-Tíbet. Los impuestos y peajes cobrados a los comerciantes le reportaron gran riqueza, lo que animó la vida cultural. Los constructores de templos desarrollaron su propio estilo de pagoda, que posteriormente se fue  extendiendo desde Tíbet a Japón. En el momento de mayor gloria la ciudad llegó a contar con 172 templos y monasterios, 77 depósitos de agua, 172 refugios para peregrinos y 152 pozos.

Antes de entrar en la plaza Durbar se puede ver el templo de Shiva Parvati, que contiene varias tallas eróticas que muestran animales en plena actividad amorosa, alguna de las cuales pueden resultar  graciosas, como la de unos elefantes en la postura del misionero con las trompas entrelazadas de placer. A la llegada a la plaza se pasa por la enorme puerta de los Leones, que mandó construir el rey Bhupatindra Mala, con dos enormes estelas del siglo XVII, que representan a Durga y Bhairava con  collares de calaveras alrededor del cuello. Enfrente de las estatuas se encuentra el Dwarika Temple, un bello santuario de ladrillo y   madera del siglo XVII con elegantes esculturas que representan a las divinidades hindúes. Presidiendo la plaza se encuentra el Palacio Real, dos largos edificios unidos por la Puerta de Oro, obra maestra de la orfebrería nepalí, que está rematada por el Garuda, y varias serpientes, sus acérricos enemigos. La figura de 4 cabezas y 10 brazos de la diosa Taleju Bhawani está justo encima de la puerta. El palacio fue construido en el siglo XV, bajo el rey Yaksha Malla, pero ha sufrido muchas reconstrucciones. Así, de los casi 100 patios que llegó a contener, actualmente solo quedan siete. Delante del palacio se encuentra la estatua del rey Bhupatindra Malla, arrodillado y con las manos unidas, fue erigida en 1699. Este rey, fue el gran mecenas de las artes, y a él se deben la mayoría de los monumentos de la ciudad. Muy cerca se encuentra el Palacio de las 55 ventanas, el núcleo original y más puro de los edificios reales. Hay que fijarse en las ventanas con dinteles finamente tallados y encastrados en el ladrillo. A partir del segundo piso, un encaje de madera forma una galería de 55 ventanas yuxtapuestas. Justo delante, se encuentra el Chyasilim Mandap, un bonito templo octogonal que era utilizado por los soberanos antes de las procesiones. Construido en el siglo XVIII, lo destruyó el terremoto de 1934. En 1990, a partir de una foto tomada en 1866 por un fotógrafo francés, se reconstruyó con una estructura de hierro, algo que el rigual prohíbe en un templo y que desencadenó una gran pelémica. Sin embargo, el terremoto de 2015 demostró que la decisión había sido acertada, ya que el templo se mantuvo en pie, sin daños. El templo de Pashupatinath, erigido por orden de Yaksha Malla en 1482, es el más antiguo de la plaza. Se trata de una réplica exacta del de Katmandú, y está dedicado a Shiva. Contiene una magnífica colección de 24 figuras eróticas, con posturas amorosas y ejercicios físicos tallados en las ménsulas. Son muy realistas y no están exentas de cierto humor. Tradicionalmente, aquí eran presentados los futuros esposos. Al igual que el templo de Jagannah en Katmandú, que también quedó milagrosamente en pie, parece que el deseo ha contribuido a su conservación.

Cerca de Durbar y formando con ella el conjunto monumental de Bhaktapur, se encuentra la Taumadhi Tole, una fascinante plaza que contiene el Templo Nyatapola, salvado milagrosamente del terremoto de 2015. Es, sin duda, el templo más bello de Bhaktapur, uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional newar. Fue construido en 1708 durante el reinado de Bhupatindra Malla. Su estructura es muy robusta, por lo que casi no sufrió daños durante el terremoto de 2015. Destaca por sus cinco tejados superpuestos que representan los cinco elementos: el agua, la tierra, el fuego, el aire y el espacio, y llega a una altura de 30 metros (el templo más alto del país). La escalera se encuentra flanqueada por grandes estatuas que representan desde abajo: dos luchadores, dos elefantes, dos leones, dos mitológicos grifos y finalmente dos diosas, baghini y Singhini. Cada pareja sería 10 veces más fuerte que cada pareja del nivel inferior. Dedicado a Siddhi Laksmi, diosa de la fortuna, se puede ver representada en las tallas que sujetan los tejados, porque dentro del templo solo pueden acceder los sacerdotes. A la derecha, el templo de Bhairav, muy venerado y custodiado por dos pequeños leones de bronce. Se erigió a principios del siglo XVII con una sola planta, pero en 1717 el rey Bhupatindra Malla mandó reconstruirlo y añadirle una segunda. Tras le terremoto de 1934 hubo que reconstruirlo totalmente y se le añadió una tercera planta. Está dedicado a Shiva en su manifestación más feroz, es decir, Bhairav. Esta deidad mostró su descontento lanzando sobre sus habitantes toda clase de desgracias. Tras evacuar consulta entre sacerdotes y sabios, se acordó ubicar cerca del iracundo dios a la gran diosa de los tantras, Siddhi Lakshmi, comenzando a construirse el templo de Nyatapola. Bhairav nunca más volvió a manifestar su cólera. De base rectanguar, posee tres tejados en forma de pagoda. El conjunto de ambos templos producen un efecto fantástico.

Bhaktapur también es célebre por sus artesanías como cerámica, títeres y máscaras, es el lugar perfecto para comprar pequeños recuerdos fáciles de llevar. Visitaremos un centro de fabricación de artesanías con tradiciones centenarias, llevadas a cabo por alfareros, talladores de madera y tejedores.

Almuerzo en restaurante local.

A continuación nos trasladamos a DHULIKHEL, pequeña localidad que se encuentra a 16 km de Bhaktapur, en la ladera este del valle de Katmandú, al sur de los Himalayas, y a una altura de 1.550 metros. Se trata de una auténtica aldea newar. Desde hace siglos Dhulikhel fue un importante centro comercial en la ruta que conecta Nepal con el Tíbet. Los nepaleses importaban sal y oro del Tíbet. Por su parte, los tibetanos penetran con sus rebaños de ovejas en Nepal durante Dashain, la mayor festividad hindú, y adquieren los productos que necesitan en Nepal. Esta zona es famosa por las fascinantes vistas de la cordillera del Himalaya. Sus planicies se elevan de manera gradual hacia las montañas verdes y los Himalayas coronados de nieve. El paisaje permite contemplar algunos de los  picos más altos del planeta como el monte Annapurna (8.091 m), el Ganesh Himal (7.429 m), el Langtang (7.234 m), el Phuribichyachu (6.637 m), el Gaurishanker (7.134 m) y el Lhotse (8.516 m). En la parte antigua del pueblo quedan varias casas de ladrillo rojo y ventanas de madera labrada en el más puro estilo newari. La plaza principal posee un tanque, y dos interesantes templos, el de Hari Siddhi, de triple tejado, y un templo de Vishnu, en cuya parte delantera hay dos honorables Garudas de estilos muy distintos. Uno es una estatua de piedra arrodillada, coronada por una columna baja, mientras que le segundo está hecho de brillante metal.

Finalizada la visita, nos desplazamos a PANAUTI, pequeña ciudad de apenas 15.000 habitantes, situada en la confluencia de los ríos Roshi y Punyamati, aproximadamente a 12 km de Dhulikhel. Esta localidad, además de ser también un cruce de caminos de las caravanas que iban y venían de Lhasa, se ve surcada por una corriente mística e invisible (al igual que Allahabad en India), que se une en la mitología al Ganges y el Yamuna. Por ello, es un pueblo de gran importancia espiritual y acoge algunos de los monumentos más antiguos de Nepal, como el Indeshwar Mahadev, un santuario con tres niveles, en forma de pagoda, dedicado a Shiva. Sur orígenes se remontan al año 1290, aunque fue reconstruido en siglo el XV. Custodiado por ocho leones, se pueden ver los lingams que rodean el templo y Nandi, el toro que le sirve de vehículo. Las vigas que sustentan los tejados muestran las distintas encarnaciones de Shiva, así como representaciones de parejas de enamorados, que suponen verdaderas obras de arte  de la talla de madera newar. Al sur del edificio principal se halla el Unamanta Bhairav, un templo dedicado a Bhairav, la temible personalidad de Shiva. De planta rectangular, se hallan tres rostros mirando por las ventanas de la planta superior, de forma similar al templo de Shiva y Parvati de la plaza Durbar de Katmandú. En el lado este de la aldea, se encuentra el curioso complejo del templo de Krishna Narayan, con varias tallas del siglo XV. Cruzando el río Pungamati se llega al templo Brahmayani, del siglo XVII, el más querido por los habitantes de la aldea, ya que Brahmayani es su diosa principal.

Cena y alojamiento en el hotel Vivanta Kathmandu.

Día 18: KATMANDÚ: el valle de Katmandú y sus alrededores

Desayuno buffet en el hotel.

Nos dirigimos al sur del Valle del Katmandú, una región que, aunque recibe menos viajeros, ya que no tiene los impresionantes monumentos de otras zonas alrededor de la capital, ofrece una serie de lugares llenos de encanto, entre templos y monasterios. El primer lugar que visitaremos será KIRTIPUR, que se encuentra a solo 5 km de la capital. Habitada por menos de 10.000 personas, esta localidad está situada entre dos colinas, con un collado en medio. Solo con pasear por sus calles  medievales podremos descubrir el oficio al que se dedican muchos de sus habitantes: el de tejedores. Muestra de ello son los hilos de colores que se secan en las ventanas de muchas casas, o el sonido constante de los telares manuales.

Originalmente fundada por los newari, el término Kirtipur viene de de kirti (gloria) y pur (ciudad). Durante la conquista del valle que el rey Prithvi Narayan Shah, unificador de Nepal, llevó a cabo en 1768-1769, estaba claro que Kirtipur sería la clave para derrotar a los reinos Malla. Pero la ciudad, con su excelente ubicación defensiva, resistió con valentía, aunque al final, tras un largo asedio, fue tomada y sus habitantes pagaron un alto precio: el iracundo rey, indignado por la larga lucha que habían soportado sus tropas, ordenó cortar la nariz y los labios de todos los varones de la aldea. Pero como el rey era un gran amante de la música, dispensó del castigo a aquellos que sabían tocar algún instrumento musical.

Kintipur conserva un aire relajado y casi atemporal, con unos bonitos templos que hablan de una era dorada que murió hace mucho. En su día la ciudad tuvo 12 puertas y todavía quedan vestigios de su antiguo muro. Actualmente sigue siendo un centro de cultura newari.

En los días claros ofrece fantásticas vistas de Katmandú y de la cordillera del Himalaya, repleta de montañas con nieve; incluso, se puede llegar a ver el Monte Everest, si los cielos se mantienen azules. La plaza principal de la ciudad se encuentra rodeada de las que fueron antiguas residencias de la familia real.

El Chilandu Vihara, se asienta sobre la colina sur de las dos en las que se encuentran las casas del pueblo. Se trata de una gran estupa central construida en 1515, rodeada de cuatro más pequeñas, estatuas, campanas y un monasterio budista. En la parte inferior, en el punto donde las dos colinas se encuentran, se alza el Bagh Bhairav, un templo venerado por hinduistas y budistas. Levantado inicialmente en el siglo XII, posee forma de pagoda con tres tejados. El muro superior está decorado con espadas y escudos de las tropas newaris derrotadas por el ejército de Prithvi Narayan Shah. Los lados del templo están ornamentados con cuernos de búfalo. El santuario está dedicado, como otros muchos en el Valle, a una de las personalidades más terribles de Shiva, representada aquí por un tigre. A la izquierda de la puerta de entrada, se halla una imagen verde de Vishnu montando sobre Garuda, y debajo una imagen azul de Bhairav con sus dos hijos, Ganesh y Kumar. En el patio encontramos un santuario de la fertilidad donde se llevan a cabo sacrificios a primera hora de la mañana.

Desde aquí, unas escaleras de piedra flanqueadas por elefantes llevan hasta el Uma Maheshwar, un templo que data del último cuarto del siglo XVII. Inicialmente tenía cuatro tejados, pero tras el terremoto de 1934, fue restaurado incorporando solo los tres actuales. Guarda una imagen de pie de Shiva y Parvati. Este fue el lugar en el que lucharon por última vez los habitantes de Kirtipur durante el sito en 1769. En los días claros, resulta impresionante la panorámica de los verdes valles y las montañas.

Almuerzo en restaurante local.

Como otras colinas alrededor del Valle, PHARPING es considerado un importante emplazamiento de peregrinación budista. La aldea acoge una de las comunidades de refugiados más numerosas procedentes del Tíbet. Por ese motivo encontraremos hondeando sobre sus cielos gran cantidad de banderas de oración, mientras proliferan monasterios para albergar estudiantes budistas procedentes de todo el mundo. En los últimos tiempos, este lugar ha cobrado mucha fama para realizar los tradicionales retiros espirituales. Incluso en las colinas que flanquean la aldea, encontraremos numerosas grutas en las que algunos importantes lamas alcanzaron la iluminación. Pero el lugar es también considerado uno de los principales puntos de devoción hindú.

La mejor manera de visitar el Pharping es unirse a otros peregrinos a la kora (el circuito de peregrinaje budista en el sentido de las agujas del reloj). En el camino a Pharping, se puede ver Taudaha, un pequeño lago, remanente de otro mucho mayor que una vez existió, donde hoy se encuentra la ciudad de Katmandú. El nombre proviene de una combinación de palabras newari, Ta, que  significa serpiente y Dahá, que significa lago. Según la leyenda, el personaje mítico budista Manjushree cortó la colina en el sur del valle, permitiendo que el agua del lago escurriera, creando así la tierra que fue después habitada. Innumerables nagas (serpientes) fueron arrastradas fuera del valle. Después del ruego de Kartotak, el rey de Naga, Manjushree creó el estanque Taudaha y se cree que el rey y la reina naga todavía habitan en el lago.

En la calle principal de Pharping encontraremos algunos gompas, nombres que reciben las famosas construcciones budistas originarias del Tíbet, que sirven como lugar de residencia, formación, y para el culto y la meditación. Incluso los que están ubicados en las regiones del Tíbet, antes de la invasión china, servían como fortaleza y eran ocupadas por altos jerarcas.

Situado sobre una colina, y rodeado de yucas y eucaliptos, se encuentra el Bajra Yogini, un templo del siglo XVII. Aunque por su arquitectura newar nos pueda parecer hindú, se trata de un santuario budista dedicado a la diosa tántrica Vajrayogini (conocida por los hindúes como Ugra Tara), una de las pocas deidades femeninas de la  mitología budista. Posee un interesante patio contiguo de estilo rana. Se trata de otro importante lugar de peregrinación que combina creencias hinduistas, budistas y animistas tibetanas de época anteriores a la entronización del budismo en dichas tierras. Por todo el Valle se encuentran repartidos varios templos dedicados a Vajrayogini. Desde este lugar se disfruta de otra bella vista panorámica sobre todo el valle.

Siguiendo el sendero por el que caminan los peregrinos, se llega a la cueva de meditación Guru Padmasambhava (Gurú Rinpoche), según se dice, aquí fue donde alcanzó la iluminación. En la pared rocosa de la entrada se puede ver una huella de la mano del santo budista. Actualmente, el término Rinpoche es un título honorífico concedido dentro del budismo tibetano para los lamas reencarnados (tulkus), o para los lamas de confianza o de gran estima. Alrededor de la cueva, han fundado el monasterio budista Ka-Nyling Shedrub Ling donde algunos estudiantes, llevan a cabo los tradicionales retiros de tres años, tres meses, tres semanas y tres días.

Cuatro kilómetros más al sur de Pharping, en el borde sur del valle, entre dos colinas y la confluencia de dos ríos, se alza el templo de Dakshin Kali, conocido sobre todo por la ceremonia en honor de la diosa hindú, Kali. Se trata de un lugar lúgubre, tétrico y bastante inquietante. El nombre Dakshinkali está compuesto por la palabra Dakshin, que significa “sur”, y Kali, que significa “mujer negra”. La diosa Kali es la encarnación más sangrienta de Parvati, consorte de Shiva, y representa el aspecto exterminador de la divinidad, considerada destructora de la maldad y de los demonios. Según la religión hindú, se alimenta de sangre. Por ello, durante dos días a la semana (martes y sábados), peregrinos llegados desde los   lugares más inhóspitos del país, llevan a cabo sacrificios de animales en este templo, junto a la estatua enajenada de piedra negra y seis brazos de Kali. Para calmar su sed de sangre y para que las cosas no les vayan mal, cientos de nepalíes vienen aquí a sacrificar pollos, cabras, búfalos o patos. Los animales deben ser machos sin castrar. Tras la muerte, los animales se descuartizan detrás del templo y los fieles se llevan su carne a casa para comerla. Incluso en el pasado, las sectas más radicales de su culto, como los thungs en India, llegaron a ofrecerle sacrificios humanos. Los no hindúes no pueden entrar en el recinto donde descansa la imagen de Kali.

Situado entre Chobhar y Dakshinkali, el templo de Shesha Narayan es uno de los cuatro santuarios hindúes en el valle de Katmandú, dedicados a Narayan, la encarnación de Vishnu. Los otros tres narayans son Changu Narayan de Bhaktapur, Visankhu Narayan de Patan y Ichangu Narayan de Katmandú. Han sido erigidos en las cuatro direcciones cardinales del valle. Entre ofrendas y guirnaldas de flores, es posible pasear a través de las pasarelas para observar los peces de colores que nadan en el estaque. El complejo se encuentra ubicado en un área sombría repleta de árboles y vegetación.

Finalizada la visisita, volvemos a Katmandú.

Cena de despedida en el Restaurante Baithak dentro del Hotel Baber Mahal Vilas donde podremos degustar un Thali nepalí, que nos permitirá experimentar la buena vida de los maharajas Rana, a la vez que disfrutamos de un espectáculo cultural tradicional.

Día 19: KATMANDÚ – DUBÁI – MADRID

Desayuno buffet en el hotel.

A la hora indicada, traslado al aeropuerto de Katmandú. Trámites de aduanas, facturación y embarque en VUELO EK2154 de la compañía EMIRATES, salida prevista a las 00.45 hrs. Noche a bordo.

Llegada a Dubái a las 04.25 hrs. local. Enlace y salida del VUELO EK0141 de la compañía EMIRATES con destino MADRID, a las 07.25 hrs. Llegada a MADRID a las 12.40 hrs., recogida de equipajes y … vuelta a la realidad.

FIN DE NUESTRA AVENTURA

Nota: el “Libro de Viaje” pretende ser una guía para ayudar al viajero a conocer los principales detalles del destino. Por ello, las descripciones que se realizan son a título orientativo, y aunque tratan de adaptarse al recorrido que se realiza, pueden no coincidir exactamente con el desarrollo de las visitas.

BIBLIOGRAFÍA:

  • India Norte (Luis Mazarrasa) Guía Azul, 2017.
  • Rajastán, Delhi y Agra (varios autores) Anaya Touring, 2018.
  • Rumbo a India del Norte y Nepal (Ramiro Calle) Laertes, 2001.
  • India – Guía total (varios autores) Anaya Touring, 2018.
  • India (varios autores) Guías Visuales DK, 2012.
  • India (Sarina Singh, Mark Elliott) Lonely Planet, 2016.
  • Nepal (Bradley Mayhew) Lonely Planet, 2018.
  • Nepal (Luis Mazarrasa) Guía Azul, 2015.
  • Nepal (Philippe Goaguen) Trotamundos, 2019.

Lecturas recomendadas:

  • La India mágica y real (Enrique Gallud Jardiel) Miraguano, 2003.
  • INDIA. Un viaje desconocido (varios autores) Blume, 2009.
  • La india que amo (Ramiro Calle) Kailas, 2009.
  • La India por dentro (Alvarro de Enterría) Jose J de Olañeta, 2009.
  • La India (Mircea Eliade) Herder, 1997.
  • El prodigio que fue India (Arthur L. Basham) Pre-Textos, 2009.
  • La India. Retrato de una sociedad (Sudhir Kakar) Kairós, 2012.

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