Día 12: KHAJURAHO – ALLAHABAD
Desayuno buffet en el hotel.
Por la mañana visita de los Templos de Khajuraho (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1986), llamados también “Templos del Kamasutra”. Construidos en el lapso de cien años, entre el 950 y el 1050 d.C., su aislamiento contribuyó a salvaguardar la profanación que los invasores musulmanes llevaron a cabo en los templos “infieles”. Esa misma razón hizo que fueran abandonados hasta quedar en ruinas y ser invadidos por la jungla (lo que provocó la destrucción de algunos de ellos), hasta que en 1838, los porteadores del palanquín de un oficial británico lo llevaron hasta ellos. Actualmente quedan en pie 22 de los 85 templos originales. Están decorados con cientos de figuras esculpidas, una galaxia de dioses y diosas, bestias y serpientes, y una multitud de parejas que representan un canto a la vida, al amor y a la alegría. Se desconoce el motivo por el que los templos se decoraron con estos motivos eróticos. Algunos estudiosos creen que la decoración tenía un motivo educativo: enseñar el Kamasutra a los más jóvenes; para otros, los templos son un homenaje al matrimonio entre Shiva y Parvati. También existe la teoría de que las esculturas que representan a amantes servían de protección, y que ahuyentaban a los malos espíritus y a los rayos.
La arquitectura de los templos es de estilo Nagara propia del norte de India. Poseen planta cruciforme y están situados sobre plataformas elevadas, pensadas para facilitar el paseo ritual que debían realizar los fieles antes de entrar a rezar. Están orientados según los puntos cardinales, con la entrada situada en dirección este, para recibir los primeros rayos de sol. Fueron construidos con granito y piedra arenisca de gran calidad (permite juntar los bloques sin argamasa), procedente de las canteras de Panná, de color amarillo oscuro, jaspeado de rojo. El interior se compone de un santuario interno, con una celda cuadrada precedida de un vestíbulo; en el santuario se custodia la imagen del dios principal y se accede a él por típicas escaleras semicirculares; luego se encuentra la sala dedicada a la oración y a las danzas sagradas; en los templos mayores la sala central que cuenta con transeptos laterales y se halla sostenida por cuatro columnas; el deambulatorio, que se recorría en el sentido de las agujas del reloj; y el pórtico de entrada.
Divididos en tres grupos (oeste, este y sur), visitaremos algunos de los más representativos de estos sugerentes templos, en los que podremos contemplar las excepcionales esculturas eróticas, primorosamente realizadas.
Grupo oeste: se encuentran los principales templos del complejo. Además de dos templos en ruinas y del Museo Arqueológico, en este grupo se encuentran los siguientes edificios:
Templo Lakshmana: sin duda el mejor conservado, se cree que fue construido por el rey Lakshavarman que reinó entre el 925 y el 950 por lo que también es uno de los más antiguos. Construido sobre una plataforma de tres metros de ancho, al templo se accede mediante una escalera finamente decorada. Pueden observarse esculturas de batallones de soldados, así como una atlética orgía que incluye un caballero que intenta “relacionarse” con un caballo, mientras una figura horrorizada mira a través de la mano. Digno de resaltarse es el magnífico techo del porche de entrada. Templo Varaha: pequeño santuario situado enfrente del Lakshmana. Contiene una estatua de arenisca del dios Varaha (encarnación del dios Vishnu) en forma de jabalí de 1,5 m de altura. Templo Matangesvara: dedicado a Shiva, en la actualidad sigue siendo un lugar de culto. Está situado sobre una plataforma bastante alta a la que se accede por una escalera muy decorada. Templo muy sencillo, en su interior exhibe un lingam (la imagen fálica de Shiva) pulido de 2,5 m de altura. Templo Visvanatha: fue construido por el rey Dhangadeva que reinó entre el 950 y el 1002. Sus techos están ricamente decorados con diseños florales; sus esculturas incluyen sensuales surasundaris (belleza celestial) escribiendo cartas, abrazando bebés o tocando algún instrumento de forma muy provocativa. Frente a Visvanatha, y compartiendo la misma plataforma, se encuentra el Templo Nandi, con una estatua de 2,2 m de altura de Nandi, el vehículo que transporta a Shiva. La base del santuario de 12 columnas está decorada con la greca de un elefante. Templo Kandariya Mahadev: es el mayor y más espectacular templo de todo el sitio arqueológico. Construido entre 1025 y 1050, está dedicado a Shiva, y supone el punto culminante de la arquitectura Chandela. Construido sobre una plataforma de 3 m de altura, posee una sikhara (torre) de 30,5 metros, y consta de 872 estatuas, la mayoría de casi 1 m de altura, que contienen la mayor representación de bellezas femeninas y ejercicios aeróbicos del complejo. En la misma plataforma se encuentra el pequeño Templo Mahadeva, también dedicado a Shiva, cuya imagen se encuentra esculpida en el dintel de su puerta de entrada. Alberga una magnífica escultura de una sadul, bestia mitológica, acariciando un león de 1 m de altura. También en la misma plataforma se halla el Templo Devi Jagadambi, inicialmente dedicado a Visnhu, luego a Parvati y finalmente a Kali. Su decoración contiene esculturas de mujeres realizando acciones cotidianas. Templo Chitragupta: es algo excepcional en Khajuraho, ya que en su interior se encuentra una estatua de Surya, el dios del sol, montado en su carro tirado por siete caballos. En la mitología hinduista, este dios representa al Sol en su triple aspecto de deidad bienhechora que alumbra, vivifica y alimenta.
Grupo este: Está compuesto por tres templos hinduistas y tres jainistas. Todos ellos, de menor tamaño que los del grupo oeste. De los seis cabe destacar el Templo Parsvanatha, que contiene unas pocas esculturas de amantes y muchas de mujeres tocando instrumentos musicales o realizando acciones como maquillarse o bañarse. Tiene también una escultura de Shiva y su esposa Parvati.
Grupo sur: Está situado a un kilómetro del grupo este y consta de dos templos de pequeño tamaño; el templo Duladeo, decorado con esculturas eróticas, y el templo Chaturbhuja que contiene una estatua de Vishnu de tres metros de altura.
Almuerzo temprano en hotel.
A continuación, salida por carretera hacia ALLAHABAD (recientemente renombrada como Prayagraj), ciudad envuelta en mitos, situada en la confluencia de los dos grandes ríos de la India, el Ganges y el Yamuna, que incluye una zona muy extensa y una península que entra en el río llamada Sangam, lo que ha hecho de ella un importante centro cultural, político y religioso durante casi 3.000 años. El nombre de Allahabad deriva de las palabras allah (Dios en árabe) y abad (ciudad en sánscrito). Se trata de una de las ciudades más antiguas de la India. Se cree que Brahma, dios hindú de la creación, llegó a la Tierra de Allahabad (o Prayag como era conocida en sus orígenes), y la nombró principal centro de peregrinaje. En el 643 d.C., el monje budista y erudito Hiuen Tsang, visitó la ciudad y escribió sobre su prestigio y prosperidad. En el siglo XVI cayó en manos de los mogoles que le dieron su nombre actual. Más tarde, los británicos mantuvieron aquí una importante presencia miliar, debido a que Allahabad se había convertido en en un importante núcleo independentista. A principios del siglo XX, todavía perteneciente al Imperio británico, la ciudad era célebre por su universidad, conocida como la Oxford del Este. Allahabad también se enorgullece de producir algunos de los primeros ministros de la India: Jawaharlal Nehru, Lal Bahadur Shasri, Indira Gandhi, Rajiv Gandhi, Gulzarilal Nanda, Vishwanath Pratap Singh y Chandra Shekhar han nacido en esta ciudad y han asistido a su universidad. En total, 7 de los 14 primeros ministros de la India proceden de Allahabad. Actualmente posee una población de casi 1,2 millones de habitantes y es la sede administrativa del distrito de Prayagraj, el más poblado del estado y el decimotercer distrito más poblado de la India. Asimismo, es la capital judicial de Uttar Pradesh y el Tribunal Superior de Allahabad es el órgano judicial más alto del estado.
A la llegada, visita de Sangam (“confluencia” en sánscrito) el lugar de encuentro del Ganges, el Yamuna y el invisible río Saraswati (la Sabiduría), que según las leyendas hindúes, brota del subsuelo. Este ternario, para los creyentes, es de un rico simbolismo místico y esotérico: Ganges y Yamuna son los dos nadis, (canales energétidos) que se deslizan a derecha e izquierda de la espina dorsal, pero el Saraswati es el canal central, por el que es necesario propulsar la energía cósmica (kundalini) para recobrar la naturaleza original y rescatar la más alta sabiduría. El canal central, Sarasvati, es el más esotérico y el que juega un papel más relevante en el despertar místico. En dicho canal se conservan las impresiones e impulsos de las anteriores existencias. Cuando kundalini comienza a desplegarse por dicho canal, es posible para algunos meditadores lograr la rememoración de pretéritas experiencias.
Los hindúes creen que un baño en este lugar les permitirá allanar el camino para su salvación y los librará de sus pecados. Mencionado en las escrituras antiguas, el Triveni Sangam se convierte en un remanso de paz cuando cae el atardecer y los locales se reúnen a charlar en los famosos ghats, quedando todo inundado por la espiritualidad. Se trata de un enclave de gran importancia religiosa, al que llegan peregrinos en barcas. Asimismo, es el lugar más importante donde se celebra el Kumbh Mela, una fiesta que congrega durante 48 días a decenas de millones de peregrinos de todo el país en la que es la mayor y una de las más antiguas congregaciones religiosas del mundo. Este municipio es una de las cuatro ciudades indias (las otras son Haridwar, Nasik y Ujjain), en las que, según la creencia hindú, cayó una gota de néctar de la inmortalidad de una vasija disputada por dioses y demonios. De esa batalla mitológica nació la festividad Kumbh Mela, que se celebra, en años alternos en estas cuatro ciudades. Los baños sagrados coinciden con el desplazamiento del sol hacia Capricornio, movimiento que simboliza el principio del fin del invierno.
Cena y alojamiento en el hotel WelcomHeritage Badi Kothi.
Día 13: ALLAHABAD – VARANASI
Desayuno buffet en el hotel.
Por la mañana pasearemos por la ciudad visitando algunos de sus lugares más importantes, como el el templo de Hanuman, un santuario de color rosa chicle en cuyo interior se halla una estatua de tamaño natural del dios Hanuman en posición acostado. Considerado como uno de los avatares del dios Shiva y fiel compañero de Rama, protagonista del mítico poema épico Ramayana, el famoso dios con cara de mono se convierte en el principal protagonista de este templo al que miles de peregrinos llegan para pedir buenos deseos. El templo atrae a un gran número de peregrinos durante todo el año. Cuenta la leyenda que cuando el Ganges se inunda y las aguas llegan hasta Hanuman, inmediatamente retroceden.
A continuación visita de la catedral de todos los Santos, una imponente estructura colonial, cuya construcción se inició en 1871, siguiendo el modelo de iglesias de estilo gótico del siglo XIII. El diseño fue del arquitecto británico Sir William Emerson, que también proyectó el Victoria Memorial de Calcuta. Está considerada una de las mejores catedrales anglicanas de Asia. Fue consagrada en 1887 y terminada cuatro años después. La nave de la catedral tiene unos 12 m de ancho y 40 m de largo, y posee una capacidad para albergar alrededor de 400 personas, Un impresionante altar de mármol con incrustaciones y mosaicos, impresionantes paneles de vidrieras, un gran púlpito y los arcos de piedra arenisca hacen de esta catedral uno de los más notables ejemplos de la arquitectura de la India colonial. La catedral también alberga numerosas placas que representan la muerte de diferentes ciudadanos británicos por diversas razones durante su gobierno en la India.
Finalmente, veremos desde el exterior el Anand Bhawan, la residencia ancestral de la primera dinastía política de la India, la familia Nehru-Gandhi, que ha dado cinco generaciones de destacados políticos, desde Motital Nehru hasta la última figura política, Rahul Gandhi. En esta mansión Mahatma Gandhi y Jawaharlal Nehru, entre otros, planearon con éxito el derrocamiento del Raj británico.
Despues de la visita, salida por la carretera hacia Varanasi. Al llegar, check in en el Hotel.
Almuerzo en hotel.
Kashi (la Ciudad de la Luz), o Benarés, nombres por los que también se conoce a VARANASI (su nombre oficial en hindi), es la ciudad más sagrada del hinduismo, el lugar al que todo hindú debe acudir al menos una vez en la vida. Situada a orillas del río Ganges, está consagrada a Shiva y es el centro de peregrinación más importante de toda la India. La vida bulle, se agita y se codea con la muerte, porque Varanasi es ciudad de vida y muerte.
Con 3.000 años de antigüedad, puede considerarse una de las ciudades más antiguas del mundo (Mark Twain escribió: “Benarés es más antigua que la Historia, más antigua que las tradiciones, más vieja incluso que las leyendas, y parece el doble de antigua que todas juntas”). Desde Varanasi iniciaron la expansión al este los invasores arios, atraídos por la riqueza de las minas de hierro y cobre de Bihar. Los primeros testimonios de asentamientos en la parte norte de la ciudad se remontan al I milenio a.C. En tiempos de Buda (siglos VI y V a.C.), la ciudad era ya un destacado lugar de culto. En época del emperador Ashoka (siglo III a.C.), se crearon diversos monasterios y santuarios budistas. Bajo el dominio Gupta (siglos IV y VI), el budismo fue desplazado por el brahmanismo, convirtiéndose la ciudad en Kashi, la ciudad santa de Shiva, momento en el que adquirió importancia el rito de la ablución purificadora en las aguas del Ganges. A finales del siglo XII, la ciudad es conquistada por las tropas musulmanas de Qutb ud-Din Aibak, destruyendo numerosos monumentos hinduistas, y pasando a depender de los sultanes de Delhi. A principio del siglo XVI, entró a formar parte del imperio mogol, experimentando un período de gran bienestar, gracias al desarrollo de la industria textil. En el siglo XVII, con la decadencia mogol, Varanasi volvió a manos de los rajás hinduistas, que fueron sometidos en seguida a la influencia británica, comenzando un período de decadencia económica que empezaría a recuperarse a raíz de la independencia.
En la ciudad reina el caos, el ruido y el bullicio, y pasear por sus estrechas calles se convierte en toda una aventura. Pero al llegar a los ghats (escalinatas de piedra que se suceden a lo largo de la orilla occidental del río Ganges y en las que se celebran las cremaciones), es cuando uno empieza a notar la vibración que la envuelve. Y es que la vida de la ciudad gira en torno a los 84 ghats donde se ubican la mayor parte de los templos, cada uno de los cuales tiene una historia diferente. La mayoría tienen anexos, pabellones, palacios y terrazas que se utilizan principalmente como dharamsalas (un hogar para los peregrinos durante su visita a la ciudad santa). Desde la mañana hasta la noche, un flujo constante de devotos realizan sus rituales. El Ganges es el río más sagrado para los hinduistas, sus aguas son purificadoras y cada inmersión en ellas sirve para expiar los pecados de los creyentes. El Ganges es una de las manifestaciones de Shiva sobre la tierra, es el mismo cuerpo de Shiva, que se abre amorosamente a aquellos fieles que quieren refugiarse en su seno, purificándoles y orientándoles hacia la Infinitud. Todo hindú tradicional anhela poder morir y ser incinerado en Benarés, para que sus cenizas sean arrojadas al Ganges y llegar así hasta el mismo corazón de Shiva. Actualmente el río está muy contaminado: plantas industriales y de tratamiento de residuos vierten sus aguas al río sin depurar.
A 10 km de Varanasi se encuentra la ciudad de Sarnath, lugar de peregrinación de los budistas, pues fue allí donde Siddharta Gautama, el Buda, dio su primer sermón, después de alcanzar la iluminación, a 5 discípulos de los que luego se alejó para proseguir en solitario la búsqueda de la Realidad. Dos siglos después de la muerte de Buda, doce mil monjes budistas vivían en Sarnath. La ciudad floreció, especialmente en cuanto a arte y religión budista, gracias al patrocinio de ricos reyes y mercaderes de la vecina Benarés. Según el peregrino chino Xuan Zang que visitó la ciudad en el 640 d.C., había unos 30 monasterios y 3000 monjes, así como algunos templos hindúes y un templo jainista. Poco después el budismo cayó en decadencia y cuando los invasores musulmanes destruyeron la ciudad, Sarnath desapareció. Redescubierta por arqueólogos británicos en 1835, hoy es uno de los cuatro lugares centrales del budismo, junto a Bodhgaya, Kushinagar y Lumbini, en Nepal. El lugar tiene un gran valor simbólico, arqueológico y espiritual. Sarnath es tan sagrada para los budistas como Varanasi para los hinduistas. Es un sitio muy apacible que invita a la meditación. El Museo Arqueológico, construido en 1910, consta de cinco galerías y dos patios laterales que muestran hermosas piezas de la escultura búdica encontradas en Sarnath, que abarcan desde el siglo III a.C hasta el siglo XII d.C. El monumento más destacado del lugar es la estupa Dhamekh, del siglo III a.C., su nombre quiere decir “meditación sobre la vida”, una imponente estupa de que marca el lugar donde Buda dio su primer sermón. Esta estructura sustituyó una anterior levantada por el rey Ashoka de la dinastía Mauryan hacia el año 249 a.C. En su forma actual, la estupa es un cilindro sólido de ladrillo y piedra con una altura de 43,6 metros y un diámetro de 28 metros. Parece ser que el basamento (la plataforma que sostiene el edificio) forma parte de la estructura original construida por Ashoka. Partes de la piedra están cinceladas y muestran delicadas tallas florales. La pared se halla cubierta de figuras finamente talladas de seres humanos y aves, así como descripciones en escritura brahmi, muy empleada en los edictos de Ashoka. El Templo budista, copia del original (se acabó de construir en 1931), es lugar de culto de peregrinos budistas. Las paredes del interior muestran escenas de la vida del Buda.
Al atardecer, daremos un paseo en rickshaw por las estrechas, caóticas y ruidosas calles de la ciudad que nos dará la oportunidad de conocer el ambiente religioso que la rodea, surcadas por peregrinos y sacerdotes hindúes, todo ello mezclado con los aromas de incienso que emanan de sus templos.
Ya por la noche, llegaremos al río para visitar los ghats. No encontramos mejores palabras para describir esta zona que las que usó Mark Twain en 1896: “Está compactamente amurallada por plataformas abarrotadas, escaleras elevadas, templos esculpidos y palacios majestuosos que se disipan en la distancia. Y hay movimiento y vida humana en todas partes, vestidos con trajes brillantes que fluyen arriba y abajo de las grandes escaleras“.
Uno de los momentos especiales a orillas del Ganges tiene lugar al atardecer, con la ceremonia Ganga Aarti, un ritual que convoca multitudes de fieles, y en el que un grupo de brahmanes hacen la ofrenda de luz y de flores con grandes lámparas de fuego, acompañados del gong de los tambores y de los cantos hipnóticos de mantras dedicados a la diosa Ganga y, en general, al resto de dioses del panteón hindú. Subiremos a una embarcación para, desde la orilla del Ganges, presenciar esta ceremonia durante aproximadamente una hora. En el hinduismo, el río Ganges está personificado bajo la forma de una diosa, Maa Ganga (madre Ganges) o Ganga Deví (diosa Ganges). Los sacerdotes realizan sus movimientos en las cuatro direcciones. Es otra forma de mostrar que Dios está en todas partes. Se depositan velas con flores en el río a modo de ofrenda; la devoción es inmensa y el ambiente único. No se puede describir con palabras. Hay que vivirlo. Al principio el sonido de los instrumentos pueden parecer ruidos sin sentido, pero al poco que se sumerge en la ceremonia, se tornan en melodía. Los aromas a sándalo e inciensos nos envolverán en una atmósfera realmente especial e inolvidable.
Cena y alojamiento en el hotel Radisson Hotel Varanasi.
Día 14: VARANASI – DELHI (vuelo)
Desayuno buffet en el hotel.
A las 5:30 de la mañana traslado a los ghats para descender hasta el río, donde podremos ver desde una embarcación el amanecer en el Ganges, y observar los rituales de la purificación, así como el espectacular panorama de los palacios y templos. La actividad en los ghats es intensa y se desarrolla a un ritmo muy similar a como ha sido durante siglos. Comprobaremos que aquí el hinduismo profundo y místico está en todas partes, en una puerta decorada, en la visión de un templo brillante, en el sonido de una campana sagrada, en el canto de los sacerdotes o en la fragancia de las ofrendas. La salida del sol en el Ganges, popularmente conocida como Subah-e-Banaras, junto con todos los rituales que realizan los devotos, crea una energía muy especial, una atmósfera que nos conmoverá en lo más hondo. Cuando los ghats adquieren una tonalidad anaranjada porque el sol va elevándose por el cielo, la actividad religiosa de vuelve frenética. Cuerpo contra cuerpo, alma junto a alma, unos oran, otros dirigen su mirada perdida al horizonte, otros recogen en un jarro las aguas del Ganges y otros, a empujones, se abren paso para poder tomas las abluciones.
Encontraremos sadhus (monjes que dedican su vida a la penitencia) de todo tipo, peregrinos y devotos que han llegado desde remotas regiones del subcontinente con los pies llenos de llagas, para realizan sus baños purificadores y rezar a la madre Ganga, mujeres que con sus saris multicolores se sumergen una y otra vez en las aguas, personas que dejan pétalos de flores en el río como ofrenda al Divino, astrólogos, quiromantes y otras gentes que quieren entrar en contacto con el Ser Supremo. Los niños nadan y juegan. En esta particular estampa, no pueden faltar las vacas y las cabras merodeando por la orilla y bebiendo agua del río, ni los cánticos y mantras de oración que se escuchan al fondo. Desde nuestra embarcación recorreremos el margen del río, que se encuentra saturado de palacios de diferentes épocas, templos y mansiones. Todo ello lo contemplaremos mientras el sol va ascendiendo en el horizonte, y la luz se va tornando en pura magia y fantasía. En todo este ajetreo, la muerte convive muy cerca. Es en este mismo río donde tienen lugar las cremaciones de acuerdo a las creencia hinduistas, según las cuales, si las cenizas de un difunto son echadas al Ganges, su alma se purificará y se liberará del ciclo de las reencarnaciones, obteniendo una buena vida eterna. Las mujeres embarazadas, los niños, los leprosos, los que murieron a causa de un mordisco de cobra y los sadhus, no necesitan ser incinerados y sus cuerpos son arrojados directamente al río.
Los ghats Manikarnika y Harischandra, los más importantes de la ciudad, pueden llegar a realizar alrededor de 200 cremaciones diarias. Desde el ghat de Manikarnika presenciaremos alguna de estas ceremonias. El ritual comienza con la purificación del cuerpo del difunto en el Ganges, antes de colocarlo sobre una pila de troncos de madera. Después de quitarle los brillantes ropajes naranjas que lo envuelven, que simbolizan la pureza, se deja una única tela blanca, color del luto. El hijo mayor –el menor en el caso de que el finado sea una mujer–, tras haberse purificado y vestido también de blanco, rociará el cuerpo con grasa y encenderá la llama. En unas horas el cuerpo es reduce a cenizas. Para nosotros los occidentales, la ceremonia resulta impactante. Sin embargo, se realiza con mucha naturalidad y serenidad, sin llantos ni lamentos. Y es que mientras que en nuestra cultura la muerte es el final, para los hinduistas es un paso más en la vida de la persona. (En las ceremonias de incineración tendremos que guardar las cámaras ya que las fotos están prohibidas).
Posteriormente realizaremos un paseo a pie para captar la corriente de vida que fluye por toda la ciudad, porque en Benarés convergen como en ninguna otra parte, la verdadera espiritualidad y la densa superstición, la mística más refinada y la religiosidad más ancestral. A todas horas la ciudad es extraordinariamente bulliciosa. Nos adentraremos en ese enjambre de tortuosos callejones de la vieja Benarés, donde a veces el paso se estrecha de tal manera que una vaca nos impedirá pasar; observaremos de cerca la vida de la población local y los peregrinos hindúes. Visitar Benarés es transportarse a otra vida, a otro universo en el que la espiritualidad y el misticismo son los protagonistas, donde lo incomprensible se vuelve mágico, donde los olores te revuelven los sentidos y donde la mirada no puede dejar de captar todo lo que ocurre a tu alrededor. Aquí conviven de forma natural la vida y la muerte y la atmósfera que se crea va más allá de cualquier explicación que intentemos darle.
Regresamos al hotel para desayuno buffet.
Almuerzo en hotel Radisson.
Posteriormente, traslado al aeropuerto de Varanasi para tomar el vuelo con destino a Delhi (15:20 hrs / 16:50 hrs). A la llegada, traslado al hotel.
Cena y alojamiento en el hotel Welcomhotel Dwarka.