Día 4: DELHI – UDAIPUR (vuelo)
Desayuno buffet en el hotel.
Por la mañana, traslado al aeropuerto de Delhi para tomar el vuelo con destino a Udaipur (11:25 hrs / 12:45 hrs).
En Udaipur iniciamos nuestro periplo por RAJASTÁN (literalmente “tierra de reyes”), hogar de los rajputas (“hijos de reyes”), una casta de guerreros que afirman descender del sol, la luna y el fuego, y que ha dominado esta parte de la India durante más de mil años; el valor y el honor de este pueblo no tenían parangón. Sus legendarios guerreros no se arrendaban ante nada y cuando ya no les quedaba esperanza, la tradición imponía el jauhar, el suicidio colectivo: los hombres vestían sus ropas color azafrán y se enfrentaban al enemigo (y a una muerte segura) mientras las mujeres y los niños ardían en una pira funeraria. No sorprende, pues, que a los emperadores mogoles les costara tanto dominar estas tierras. Con el declive mogol, los rajputas recuperaron su independencia, hasta la llegada de los británicos. Los rajputas se aliaron con ellos que les permitieron continuar con su independencia, aunque sujetos a ciertas restricciones políticas y económicas. Pero estas coaliciones resultaron ser el principio del fin de los gobernantes rajputas. El ocio socavó los ideales caballerescos: a principios del siglo XX muchos de los maharajás pasaban gran parte de su tiempo de viaje asistidos por criados, jugando al polo y ocupando plantas enteras de lujosos hoteles europeos. Aunque a los británicos les convenía, estas y otras extravagancias eran perjudiciales tanto económica como socialmente. El resultado fue que, cuando la India logró su independencia, Rajastán ostentaba uno de los índices de esperanza de vida y de alfabetización más bajos del subcontinente. Con la independencia del país, el Partido del Congreso, selló un pacto con los estados rajputas para garantizar su adhesión a la nueva India. A los dirigentes se les permitió conservar sus títulos y propiedades, y se les concedió un sueldo anual acorde con su estatus. Pero ello no podía durar eternamente y, a principios de la década de 1970, Indira Gandhi abolió títulos y estipendios, y confiscó los derechos de propiedad de estos rajás. Sin ellos, Rajastán ha salido adelante, pero el estado sigue siendo pobre, y posee una de las tasas de alfabetización más bajas del país. Región rica en cultura, historia y naturaleza, es la auténtica esencia de la India. Durante nuestro intenso periplo, disfrutaremos de sus maravillosos palacios, sus templos, hermosos fuertes y gentes acogedoras.
Almuerzo en restaurante local.
Por la tarde nos dirigiremos al lago Pichola, para disfrutar de un relajante paseo en barca. Ubicado en el corazón de la ciudad de Udaipur, este lago evoca toda la fantasía y magia de esa India de palacios y cortesanas, de leyendas y romances secretos. Se trata de un lago artificial de agua dulce construido en el año 1362, por Pichhu Banjara durante el reinado de Maharana Lakha. Es uno de los varios lagos que se crearon en las proximidades de Udaipur a lo largo de los siglos para satisfacer las necesidades de agua potable, y agua para los cultivos, a toda la zona. Posteriormente fue ampliado por el maharajá Udai Singh II, al construir una presa de ladrillos e inundar el cercano pueblo de Pichola. El lago mide 4 km de largo por 3 km de ancho, pero es poco profundo, y en determinados periodos de sequía puede secarse. Aquí reina una contagiosa tranquilidad llena de misterio y belleza. Sus orillas se encuentran rodeadas por colinas, palacios, havelis, diques y templos y ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad. Sentarse en sus escalinatas y contemplar a las mujeres lavando las prendas y a sí mismas, así como la espléndida vista de los islotes, es un espectáculo apacible y maravilloso que seguro nos dejará huella. Durante la breve travesía podremos contemplar el exterior del Jag Niwas (Palacio del Lago), construido entre 1743 y 1746 y hoy convertido en uno de los hoteles más lujosos e importantes del mundo. Este edificio de ensueño, todo de mármol blanco, ha sido calificado como “una de las más románticas creaciones humanas”. Se construyó con la idea de que la suave brisa del lago circulase por sus elegantes patios, sus pabellones cubiertos de cúpulas y los jardines sembrados de fuentes. Las salas del palacio están decoradas profusamente con arcos y hermosas pinturas murales, mosaicos de espejos, azulejos y vidrio teñido.
Realizaremos una parada para visitar el Jag Mandir, pequeño palacio construido sobre una de las dos islas naturales que hay en el lago. Su construcción se puso en marcha en 1620 por encargo del maharajá Karan Singh y fue usado como residencia de verano de la familia real. Entre 1623 y 1624, sirvió de refugio al príncipe rebelde mogol Khurram (más tarde se convertiría en el emperador Shah Jahan), después de que su padre le prohibiera tener relaciones con su amada Mumtaz Mahal, a la que posteriormente dedicaría el Taj Mahal. Es probable que de este palacio sacara algunas ideas para el gran mausoleo. Habitualmente era utilizado por la familia real como lugar de verano y recreo donde organizaban fiestas y reuniones. El Jag Mandir posee tres plantas, con estancias de mármol finamente taraceadas con piedra policromada, elegantes Chhatri de estilo bengalí y una cúpula de arenisca amarilla. También hay que destacar su hermoso patio, construido con tejas negras y blancas. Ocho elefantes de piedra guardan la entrada. Desde allí disfrutaremos una bella vista de la ciudad.
Cena y alojamiento en el hotel Fateh Niwas by Fateh Collection.
Día 5: UDAIPUR
Desayuno buffet en el hotel.
Día completo para visitar la ciudad de UDAIPUR, capital del viejo reino rajput de Mewar. Esta ciudad de ensueño, con sus palacios de mármol y sus lagos rodeados de colinas, fue fundada en 1559 por el maharaná Udai Singh tras la caída de Chittorgarh, la antigua capilal del reino. Está considerada como una de las 7 perlas del Rajastán y sin duda, una de las ciudades más fascinantes de toda la India. Los gobernantes de Mewar, que pertenecían al clan raput de sisodia y su dinastía se remontaba al año 566, eran muy independientes, rechazaban las alianzas matrimoniales con los mogoles y estaban orgullosos de su reputación como principales defensores de honor rajput. Cuenta la leyenda que el maharaná (de más categoría que el maharajá) encontró a un santón meditando a orillas del lago Pichola, este le bendijo y le aconsejó la construcción de un palacio en aquel lugar, un fértil valle con agua corriente, lagos y un anfiteatro de bajas montañas; el maharaná siguió su consejo y fundó la ciudad a la que trasladó su capital en torno a los lagos Pichola y Fatehsagar. Fue el último bastión rajput que mantuvo la lealtad hindú haciendo frente a la invasión musulmana. A partir de finales del siglo XVI la paz trajo consigo una época de renacimiento de las artes y alentó la construcción de bellísimos monumentos. Mewar se convirtió en uno de los grandes focos culturales de su tiempo, con una de las mejores escuelas de miniatura india. A mediados del siglo XVIII, sus vecinos Maratha saquearon la ciudad. Años después, los soberanos de Udaipur se vieron obligados a pedir protección a los británicos, con lo que Mewar volvió a experimentar un cierto florecimiento. A raíz de la independencia, el maharana de Mewar fue de los más reacios a renunciar a los privilegios que la constitución reconocía a los antiguos maharajás, abolidos por Indira Gandhi a finales de los años 60. Pero finalmente, el soberano, haciendo gala de gran intuición financiera, fue de los primeros en convertir sus palacios en hoteles de lujo que dieron un gran impulso turístico a la ciudad.
Por la mañana visitaremos el complejo de templos de Eklingji, que alberga 108 pequeños santuarios en perfecto estado, en el que se venera a Eklingji, uno de los avatares del dios Shiva, la divinidad tutelar de los príncipes de Udaipur. Situado en una garganta montañosa, fue construido por Bappa Rawal, el primero de los grandes monarcas sisodias, en el 734. Fue atacado por el Sultanato de Malwa, que destruyó la mayor parte de sus edificios. El desarrollo del sitio y la construcción de los santuarios, comenzó realmente en el siglo XV. Años después, pasaría por las manos de la secta Pashupatta y la casta de los Ramanandis.
En el centro del complejo, y rodeado por otros templos, se encuentra el santuario principal, el templo de Kailashpuri, de dos plantas. Es el más grande e importante de todos. Construido en mármol y granito, destacamos su mandap (sala interior con columnas) que sostiene la shikhara (torre redonda que corona el santuario), la más alta del complejo. Las paredes interiores del templo, así como las puertas, se hallan revestidas de paneles de plata maciza grabados con representaciones de varios dioses hindúes y sus atributos. Asimismo encontramos la imagen de Eklingji, de cuatro caras, tallada en mármol negro.
A solo 2 km se encuentra Nagda, complejo que engloba las ruinas de esta antigua capital de Mewar. Tanto la erosión del cercano lago Bagela como los continuos ataques que sufrió la zona a manos de los mogoles condenaron a Nagda al total olvido, hasta ser recuperado por la memoria viajera colectiva. Aquí podremos contemplar los célebres templos de Sas y Bahu, construidos en el siglo X, obra del rey Mahapala Singh de la dinastía Kachchhwaha. Hay diferentes versiones de donde proviene el nombre de los templos. Hay quienes piensan que es de la traducción en hindi como suegra (saas sasur) y nuera (bahoo). Otra versión nos dice que es por el rey Sahastrabahu, del que se dice que tenía mil manos por la cantidad de luchas que llevó a cabo, ganándolas todas. Otros lo relacionan con la forma abreviada de Shashtra Bahu, otro nombre del dios Vishnu, a quien están dedicados los templos. Ambos santuarios, uno al lado del otro, están muy bien conservados. Se levantan sobre una plataforma compartida, y ambos están construidos con granito y poseen destacadas tallas de madera. El Templo de Sas, el más grande, posee un hermoso pórtico tallado, y sus paredes están decoradas con frisos que representan escenas del Ramayana e imágenes de enamorados. El Templo de Bahu, por su parte, posee un bonito arco tallado, y un techo octogonal decorado con figurillas femeninas.
Almuerzo en restaurante local.
Por la tarde nos desplazamos hasta el Saheliyon Ki Bari (“Jardín de las doncellas”), pequeño jardín ornamental situado a orillas del segundo gran lago de Udaipur, el Fatehsagar. Fue construido por el rey Maharana Sangram Singh y diseñado por las 48 sirvientas que formaban parte de la dote de una melancólica princesa que adoraba la lluvia. Alberga estanques con flores de loto, senderos bordeados por palmeras, pabellones y fuentes de mármol, además de diversas especies de flora exótica.
Continuaremos con el impresionante y poderoso City Palace, construido entre los siglos XVI y XX, ofrece una fascinante combinación de arquitectura militar rajput y técnicas ornamentales de estilo mogol. Se trata del complejo palaciego más grande del estado de Rajasthan (ocupa 2 hectáreas). En realidad es un conglomerado de edificios añadidos por 22 maharajas diferentes. A pesar de ello mantiene una sorprendente uniformidad de diseño. Situado en una colina y dominando el lago Pichola, su imponente fachada fortificada de 244 metros de largo y 30 de alto, está rematada por multitud de elegantes balcones, cúpulas y torreones. El primer edificio data del siglo XVI, durante el reinado de Udai Singh II, fundador de la ciudad. Construido de granito y mármol, el edificio forma un verdadero laberinto de dependencias reales, salones de recepciones, patios comunicados por estrechas galerías, empinadas, escaleras, jardines y quioscos, todo ello rematado con cúpulas, torreones y almenas. Buena parte del palacio alberga ahora un museo, mientras que otras zonas están ocupadas por distintos hoteles de lujo. La entrada principal, Tripolia Pol, consiste en ocho arcadas de 1725, sobre las que se puede ver el escudo de Mewar, un enorme sol (el clan sisodia decía descender del sol), flanqueado por guerreros rajput y bhil. Desde aquí se accede al gran patio, con hermosos bajorrelieves de piedra; aquí se celebraban desfiles y combates entre elefantes. Desde este lugar parten los accesos hasta las distintas estancias que trazan la historia y la vida de los distintos ocupantes del palacio. Durante la visita se pueden contemplar diversas estancias como el Chini Chitrashala, o galería de porcelana pintada, construida en el siglo XVIII con bellos azulejos holandeses; el Moti Mahal, (Palacio de las Perlas) del siglo XVII, con preciosas puertas de marfil y paredes decoradas con espejos y cristales de colores que crean un mágico juego de reflejos; Bhim Velas, pequeña sala de oración con hermosos murales que representan episodios de las leyendas de Krishna y Radha. El Mor Chowk (Patio de los Pavos Reales), construido por Sajjan Singh en el siglo XIX. Más de 5.000 piezas de mosaico de cristal verde, azul y oro, así como espejos cóncavos, evocan los elegantes movimientos de las aves que son el símbolo de Rajastán. También durante la visita se pude ver una colección de armas y una galería de retratos que relatan las hazañas armamentísticas de los maharanas.
Finalizaremos la jornada de hoy con oa visita del Templo Jagdish, construido en 1651 por Maharana Jagat Singh I, está dedicado a Jagannath, avatar del dios Vishnu, el preservador de la trinidad hindú de los dioses. La entrada se encuentra flanqueada por unos elefantes de piedra. Dentro del templo hay cuatro pequeños santuarios dedicados a los dioses Ganesha, Surya, Shiva y a la diosa Shakti, que forman un círculo alrededor del ornamentado santuario principal, donde se encuentra una enorme imagen del dios Vishnu de cuatro brazos tallada en piedra negra. El templo, de tres plantas, está construido en estilo indo-ario, y levantado sobre pilares tallados con techos decorados y una importante galería de arcos. Mide 40 metros de altura, y está decorado con frisos de bailarines, músicos, elefantes y jinetes. Destaca el shikhara de 24 m de altura, y las imponentes balconadas de dos niveles sostenidas por pilastras. En un altar situado frente al templo se puede admirar una imagen de Garuda, el medio de transporte del dios Vishnu que tiene la forma de mitad hombre y mitad pájaro.
Cena y alojamiento en el hotel Fateh Niwas by Fateh Collection.
Día 6: UDAIPUR – PUSHKAR
Desayuno buffet en el hotel.
A primera hora partimos hacia PUSHKAR, uno de los cinco dhams (lugares sagrados de peregrinaje para los hinduistas devotos) donde veremos una gran actividad, tanto en el lago sagrado como en sus más de 400 templos azul celeste y 52 ghats (las escalinatas que dan acceso al lago y donde se realizan las abluciones). El lugar, enmarcado entre una cadena montañosa al sur y el desierto al oeste, posee una energía única. Cuenta la leyenda que los dioses dejaron libre un cisne con un loto en el pico. Allí donde el cisne dejara caer el loto, el dios Brahma haría una gran ofrenda. En el sitio donde cayó el loto comenzó a brotar agua de inmediato. Así se creó el lago de Puskhar, alrededor del cual surgió la ciudad.
Al amanecer, muchos peregrinos se reúnen en los ghats junto al lago para realizar sus abluciones rituales y purificar sus almas. Por sus orillas hay que caminar descalzo pues andar con zapatos es considerado allí una falta de respeto. En Pushkar viven alrededor de veinte mil personas, que en su gran mayoría son hinduistas. Las creencias principales se basan en la reencarnación, la meditación, la creencia en el karma y el dharma como un concepto de causa y efecto que expresa que lo que das en esta vida, lo recibes luego. También existe una minoría musulmana. Durante siglos Pushkar estuvo bajo el control islámico, hasta que en el año 1801 quedó bajo el dominio británico y permaneció como parte del imperio hasta 1947. La ciudad es 100% vegetariana. Nada de alcohol, carne, pescado, huevos o besos en público. La estrechez de sus calles impide el paso de los vehículos, que suelen inundar otras ciudades indias. Pushkar en sánscrito, la lengua de los textos sagrados, significa “flor de loto azul”.
Almuerzo en hotel (comida vegetariana).
A diferencia de Shiva y Vishnu, los otros dos dioses de la Trinidad hindú, Brahma no ha atraído mucha devoción. El hinduismo considera a Brahma el creador del universo. Posee cuatro cabezas que están dirigidas a los puntos cardinales, simbolizan los aspectos físicos, racionales, emocionales e intuitivos de la humanidad. Se representa sentado sobre un loto, flor que en Oriente es sinónimo de espiritualidad.
De los cientos de templos que hay en Pushkar, sin duda el más importante es el Brama Mandir, el único en la Tierra dedicado a Brahma, el creador del mundo. La leyenda cuenta que Brahma quería llevar a cabo una yagna (mortificación) en el lago, y como su esposa Savitri no acudió, invitó a Gayatri, una aldeana, a ocupar su lugar durante este importante rito. Savitri, indignada, juró que Brahma no sería venerado en ningún otro lugar. Ubicado en el extremo occidental del lago, unas escaleras de mármol blanco conducen a este santuario de tamaño más bien modesto, construido en el siglo XIV. Sobre la entrada está la hans (oca simbólica) de Brahma. Construido en mármol y piedra, tiene una arquitectura única junto con el majestuoso shikhara (pináculo) rojo de 21 m de altura. Dentro del templo, imágenes de Brahma adornan el sanctum sanctorum. El santuario principal se alza sobre una alta plataforma de color verde y azul, y rodeada en tres de sus lados por templetes y capillas menores. En el patio, un santuario contiene una estatua de cuatro cabezas de Brahma.
La vida en la ciudad gira en torno al lago rectangular, que se halla rodeado de ghats y pequeños edificios tradicionales pintados de blanco y se reflejan en sus aguas. La calle principal de la ciudad discurre en paralelo a la orilla del lago y acoge un agradable bazar que se extiende por las callejuelas adyacentes, salpicadas de pequeños templos, ashram (lugar de meditación y enseñanza hinduista) y casas antiguas de estilo hindú; los monos, las vacas y los perros conviven junto con la gente. Durante nuestro paseo nos cruzaremos con sadhus, que reconoceremos por sus espesas barbas, sus rastas, sus túnicas azafranadas y sus shilom (la pipa que utilizan para fumar cannabis). La fuerza espiritual del lugar también atrae a mendigos y buscavidas de todo tipo. Es posible que algún brahmán intente engañarte con la excusa de su bendición por una flor o un hilo de algodón atado a tu muñeca.
Cena y alojamiento en el hotel Pushkar Palace.
Día 7: PUSHKAR – JAIPUR
Desayuno buffet en el hotel.
Traslado a JAIPUR (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2019) capital del estado de Rajasthan, es una ciudad de inigualable belleza y encanto, y de gran importancia histórica. Conocida como la “Ciudad Rosa”, Jaipur fue fundada en 1728 por el refinado maharajá Sawai Jai Singh (1699-1743), gobernante de Amber, gran aficionado a la astronomía y a quien debe su nombre. Aprovechando la decadencia del Imperio Mogol, Jai Singh decidió construir una ciudad fuera del congestionado fuerte de la cercana Amber, en una llanura a los pies de las colinas. Jaipur posee un trazado geométrico, con la forma de un mandala, en base a los principios del Vastu-Vidya, un antiguo tratado arquitectónico hindú: rodeada de una muralla almenada con diez puertas y dividida en nueve cuadrantes, por los nueve planetas del zodiaco védico, con calles anchas y rectangulares. Sobre este plano cósmico de geometrías y cuadrícula, la dotó de bazares para favorecer el comercio y de un entramado de embalses, capaz de garantizar el agua a este pueblo grande en la antesala del desierto. También, hizo construir unos bulevares porticados, tan anchos que no se le han quedado pequeños a los tres millones de habitantes actuales. En cuatro años, los mejores arquitectos y artesanos ya habían construido los principales palacios y templos de la que, siglo y medio más tarde, cuando ya los británicos mandaban por estos pagos, se comenzaría a conocer como la Ciudad Rosa. Este sobrenombre le viene dado porque, ante la visita del marido de la reina Victoria, el maharajá de turno quiso impresionar a su huésped ordenando pintar la ciudad entera de este color, símbolo aquí de la hospitalidad. Hoy, bajo pena de multa, es obligatorio.
Jai Singh murió en 1743 y se desató una guerra de sucesión desencadenada por los numerosos hijos que había tenido con sus cuatro concubinas. A finales del siglo XVIII las dinastías Maratha de Alwar y Jat de Bharatpur, reinantes en la India central se anexionaron una parte dl territorio. Las peleas entre los jefes de Jaipur y de Jodhpur llevaron a ambos Estados al borde de la ruina y Amir Khan, un aventurero afgano, saqueó varias veces la región. En 1818, el maharajá Jagat Singh firmó un acuerdo con los británicos para que éstos protegieran la ciudad, fijándose un tributo anual. El poder siguió nominalmente en manos del maharajá, pero los británicos eran los que realmente gobernaban. En 1956, Jaipur se convirtió en la capital del Rajastán unificado y desde entonces es una importante ciudad administrativa, manufacturera y artística.
Jaipur cuenta con una población de más de 3 millones de habitantes, que hablan rajastaní, una variante regional del hindi. La ciudad está a 427 m de altitud, rodeada por tres de sus lados por las estribaciones septentrionales de los montes Aravelli. Al sur queda la llanura que lleva hasta Bundi.
Ciudad atemporal, laberinto de fascinantes bazares, palacios suntuosos, bellos jardines y edificios llenos de historia, en la que coexisten tradición y modernidad.
Almuerzo en hotel.
Al pie de la pequeña colina Moti Doongri, se encuentra el Birla Temple, un tranquilo santuario de mármol blanco dedicado a a Vishnu (también conocido como Narayan) y a su esposa la diosa Lakshmi; de ahí que también sea conocido como templo Lakshmi Narayan. Es uno de los 19 santuarios hindúes que hay repartidos por todo el país construidos por los Birla, una rica familia de industriales de Shekhawati. Levantado en la década de 1980, según el modelo de los templos clásicos, presenta sin embargo sorprendentes innovaciones. Está construido íntegramente en mármol blanco, con bellas esculturas talladas y tres llamativas cúpulas que representan las tres religiones más importantes de la India. Las vidrieras evocan a las deidades y escenas de la mitología hindú. El templo se divide en cuatro secciones: el acceso, la sala principal, el santuario y la torre. La entrada principal está flanqueada por pilares de mármol con espléndidos grabados y un arco con un intrincado diseño. En las paredes del templo se pueden ver citas de Bhagavad Gita y finas tallas de símbolos hinduistas. Está decorado con esculturas que representan a ídolos y avatares, talladas de tal manera que parecen reales. Entre ellas se encuentra el dios Ganesha (protector del hogar) de cuya escultura se dice que es casi transparente. Las figuras del dios Vishnu y su consorte Lakshmi están talladas en una sola pieza de mármol. El templo celebra la diversidad cultural y religiosa del mundo, por lo que se pueden encontrar imágenes de personajes importantes en la historia o la religión, como Sócrates, Cristo, Zarathustra, Buda o Confucio. Miles de devotos lo visitan cada día. Merece la pena al atardecer, por la belleza que provoca el reflejo del sol sobre el mármol.
Después de la visita, asistiremos a una ceremonia de Aarti, un ritual religioso muy poderoso y espectacular, también llamada ceremonia del fuego, que se lleva a cabo en los templos hindúes de todo el país. Se trata de una experiencia única y fascinante que se realiza al atardecer y consiste en una serie de rituales en los que se realiza una ofrenda de luz perpetua a los dioses, en la forma de pequeñas lámparas de aceite. Las mechas de estas lámparas son empapadas de ghee, una mezcla de mantequilla sacralizada, que simboliza el retorno de la luz hacia la deidad, la cual provee al mundo de compasión y sabiduría. El sonido de las campanas, los tambores y las canciones devocionales, así como las muchas ofrendas de flores e incienso, crean una atmósfera mágica y emotiva.
Cena y alojamiento en el hotel Hilton Jaipur.