Viaje a COLOMBIA VI: Zipaquirá, Chiquinquirá, Raquira y Villa de Leyva | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 14: CARTAGENA – Bogotá – Zipaquirá – Raquira – VILLA DE LEYVA   

Desayuno pic-nic.

A primera hora de la mañana, traslado al Aeropuerto Internacional Rafael Núñez de Cartagena para tomar el vuelo que nos llevará hasta Bogotá. Salida del vuelo AV8423 de la compañía AVIANCA a   las 08.17 hrs con hora prevista de llegada a Bogotá a las 09.49 hrs.

A la llegada a Bogotá, después de pasar los trámites correspondientes, ponemos rumbo al norte a ZIPAQUIRÁ, en un trayecto de 50 km, que nos llevará una hora aproximadamente, a través de la región central de la sabana, hogar de los floricultores más famosos de Colombia.

Ubicado en el departamento de Cundinamarca, en la provincia de Sabana Centro, de la que es capital y sede de su diócesis, Zipaquirá es el segundo municipio más grande y poblado de la provincia. Es uno de los centros de explotación de sal más importantes del país, razón por la que también es conocida como la “Capital Salinera de Colombia”. Aunque hay varios posibles orígenes del nombre, el más aceptado evoca a Zipa, el cacique de la comunidad Muisca, y absoluto señor de las ricas minas de sal. Su población actual está en torno a los 112.000 habitantes.

Huele a sal desde que uno pone un pie en este municipio salpicado de minas para la extracción de este mineral desde el siglo V. Eso sí, el aroma se intensifica aún más cuando te vas acercando a lo que sin duda es el mayor tesoro de la ciudad, la llamada Catedral de Sal de Zipaquirá, una impresionante mole tallada en las paredes de la antigua mina de sal, a unos 180 metros bajo tierra, con capacidad para 10.000 personas. El nombre no es metafórico, ya que se trata de una auténtica catedral, con su altar, su atrio, su órgano, su misa cada domingo y hasta su capilla para bodas. Es una de las tres que existen en el mundo: las otras están en Polonia. Esta es la reserva más grande de este material en   gema del mundo, y la segunda obra de arquitectura subterránea más importante del mundo. La primera catedral se construyó en 1951 y estuvo funcionando hasta 1992, año en el que se cerró debido a las filtraciones que podían provocar peligrosos derrumbes. Entonces se abrió un concurso público para levantar un nuevo templo, que sería más espectacular y más subterráneo, ya que se encuentra a 60 metros por debajo de la anterior. El proyecto lo ganó el arquitecto colombiano Roswell Garabito Pearl, quien puso el foco en su aspecto místico y artístico. La nueva Catedral de Sal se inició en 1991, siendo inaugurada por el presidente del país, Ernesto Samper, en 1995. De la obra anterior se conservaron tan solo algunas estatuas, bancos e imágenes. La catedral ocupa 8.500 m2, y para su construcción se extrajeron unas 250.000 toneladas de sal. Una vez dentro, su carácter religioso es innegable, pero destaca aun más si cabe el artístico, ya que todo el edificio está salpicado de piezas realizadas ex proceso para este original santuario.

Gran Cruz Catedral de Sal de Zipaquirá

La visita comienza con el túnel de entrada, a modo de pórtico multicolor (va cambiando el tono según se avanza), que exhibe un Vía Crucis, que a lo largo de 386 metros, representa las 14 estaciones, por las que tuvo que pasar Jesucristo de camino hacia la cruz en el monte Gólgota. De cada una (miden 10 metros de ancho por 16 de alto y 120 de largo) se ha ocupado un artista diferente, cada uno aportando su particular visión tras el estudio de los capítulos bíblicos y  siempre bajo un denominador común: no podía haber figuras humanas ni imágenes de sufrimiento. La   sensación que ofrecen estos espacios tan amplios es impactante: tallados solo en sal, a través de la simbología, el juego de luces y la superposición de elementos como las cruces, se pueden identificar todos los momentos y sufrimientos vividos por Jesús como la sentencia de muerte, el encuentro con la Virgen, las caídas con la cruz o la crucifixión.

A continuación se llega a la planta intermedia en la que destaca la gigantesca cúpula, de 11 metros de alto por ocho de diámetro, para por fin llegar a las tres naves interconectadas: la del Nacimiento, donde se puede contemplar la Natividad y la Pila Bautismal. También la cascada de sal  cristalina simbolizando así el rio Jordán, lugar del bautismo de Jesus; la nave central, de la Vida, donde se encuentran las cuatro impresionantes columnas talladas de 8 m de diámetro que representan a los cuatro evangelistas, pilares de la fe cristiana., y al fondo la Gran Cruz, en bajorrelieve, de 16 m de altura (la más grande del mundo en una iglesia subterránea), auténtico clímax del recorrido que se ilumina desde la base como si fuera el propio cielo. Llama la atención el relieve incrustado en el suelo que representa un fragmento de La creación del hombre, que simboliza el nacimiento de Cristo y su conexión con la vida terrenal, en lo que supone un homenaje a la obra original de Miguel Ángel Buonarroti; por último la nave de la Muerte y la Resurrección que se comunica con la anterior a través de una grieta abierta en la roca. Cuenta con una obra escultórica que representa el fin de la vida terrenal de Jesús. También posee otras obras como la capilla del santísimo, las grutas de resurrección, y la representación del niño Dios. Estas obras simbolizan la elevación de Jesús al cielo luego de su largo y duro calvario.

Almuerzo en restaurante local.

Posteriormente realizaremos una parada en Chiquinquirá, localidad de aproximadamente 65.000 habitantes, que se encuentra a 90 km de Zipaquirá y a 2.556 m de altitud. A menudo envuelta en un espeso manto de bruma, de ahí el origen de su nombre indígena, Xequenquirá, que significa “cubierto de nubes”, es la capital religiosa del país. Ya en la época precolombina, los muiscas pusieron en estos pagos sus adoratorios solares; después se levantaría la basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona de los colombianos.

Iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá

Visita de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá, construida entre 1796 y 1812, en la actualidad es centro de numerosas peregrinaciones debido a un milagro relacionado con una pintura de la Virgen María. La fachada es de orden dórico y mide 27 metros de ancho. A sus extremos tiene dos torres de 37 metros de altura. En el centro tiene un paredón de cuatro pilastras sosteniendo un cornisón a 20 metros de altura. El amplio interior, de tres naves, con forma de cruz romana, cabecera semicircular y un amplio deambulatorio, contiene 17 capillas y un elaborado altar principal donde se exhibe la Virgen del Rosario, obra del español Alonso de Narváez en Tunja pintada hacia 1555 (la pintura colombiana más antigua documentada). En 1562, la imagen fue colocada en la capilla de paja y bahareque de Suta, donde permaneció 16 años. Poco después de su finalización, la imagen empezó a desvanecerse debido a la mala calidad de los materiales y a las goteras del tejado de la capilla. En 1577 fue trasladada a Chiquinquirá, y guardada en un almacén- Allí quedó olvidada hasta que unos años más tarde, María Ramos, una piadosa mujer sevillana, redescubrió la pintura. Aunque estaba en un estado lamentable, a Ramos le encantaba sentarse delante del cuadro y rezarle a la imagen. El 26 de diciembre de 1586, mientras rezaba, la pintura, antes desvaída y agrietada, recuperó milagrosamente su esplendor original ante sus propios ojos. Desde entonces su fama fue en aumento y los milagros atribuidos a la Virgen se multiplicaron. El Papa Juan Pablo II la visitó en 1986. El cuadro, de 113×126 cm, representa a María cuyo rostro se destaca por su modesta actitud y su inefable sonrisa, sus ojos entrecerrados la revisten de una hermosura admirable, que mueve al recogimiento; un velo blanco cubre su cabeza.  En sus brazos sostiene al Niño Jesús. A la derecha de María, está San Antonio de Padua, sosteniendo en la mano izquierda, un libro sobre el cual está el Niño Jesús con el mapamundi en sus manos; en la derecha sostiene una palma. A la izquierda está San Andrés, apóstol, leyendo la Sagrada Escritura, en la izquierda sostiene la cruz en forma de X, signo de su martirio. A primera vista se descubren vestigios de las goteras que corrieron sobre la pintura. Un fuerte cristal protege el cuadro desde 1954.

Ráquira

A 20 km está Ráquira, municipio fundado en 1580, especializado en cerámica fina hecha a mano y cuyo nombre viene de la lengua Chibcha que significa “ciudad de las ollas”. Con las fachadas de vivos colores, no se parece a ninguna otra ciudad de la región. Aquí se pueden encontrar desde vajillas hasta ruanas, pasando por hamacas y cualquier tipo de adorno, aunque la verdadera tradición es la  alfarera: jarrones, vasijas, platos, juguetes y adornos navideños en cerámica donde se nota la influencia precolombina. La ciudad está repleta de tiendas de artesanía con montones de vasijas de barro y arcilla recién horneados en la calle principal del pueblo, creando una acogedora imagen. En el entorno hay numerosos talleres donde ver el proceso de creación y decenas de tiendas de artesanía en la plaza principal. La arcilla local tiene la particularidad de producirse en diferentes colores, entre los que se halla el negro, por la presencia del carbón.

Y a 25 km de Ráquira se encuentra nuestro destino en el día de hoy, la fotogénica y colonial VILLA DE LEYVA, un pequeño pueblo de apenas 10.000 habitantes que permanece anclado en un pasado ancestral. Fue declarado monumento nacional en 1954 y conserva todas sus calles adoquinadas y sus edificios encalados. Situado a 2.149 m de altura, los cactus, los arbustos y las plantas semitropicales crecen a sus anchas y la abundante vegetación de los jardines evidencia la existencia de un suave microclima. En otro tiempo, los pueblos muisca (Boyacá) y guane (Santander) ocupaban las regiones al norte de Bogotá, donde se asienta el lugar que visitamos. Fueron las historias de los antiguos pobladores muiscas sobre oro y esmeraldas lo que alimentó el mito de El Dorado. La búsqueda de la legendaria ciudad por parte de los conquistadores fomentó la creación de  asentamientos españoles, entre ellos Tunja, fundada en 1539 muy cercana a Villa de Leyva.

En las cercanas tierras de Santander, Simón Bolívar y su ejército se enfrentaron a la infantería española y vencieron en las decisivas batallas de Pantano de Vargas y Puente de Boyacá. La belleza y el clima suave y seco de Villa de Leyva representan un reclamo para el viajero. Fue fundada en 1572 por Hernán Suárez de Villalobos, que le dio el nombre de su superior, Andrés Díaz Venero de Leyva, primer presidente de la Real Audiencia de Nueva Granada. Villa de Leyva fue en los siglos XVI y XVII lugar de retiro para oficiales del ejército, burguesía y aristocracia colonial. Aquí se filmó en 2007 la telenovela Zorro: La espada y la rosa.

Para descansar de un día fatigoso nos hospedaremos en la Hospedería y Centro de Convenciones Duruelo, conjunto arquitectónico que evoca las casas conjuntas a los viejos monasterios, donde los peregrinos pasaban para descansar y recibir asistencia espiritual de los monjes.

Alojamiento en Hospederia Duruelo.

Día 15 VILLA DE LEYVA –  Bogotá – MADRID

Desayuno buffet en el hotel.

La mañana la dedicaremos a la visita de la Villa de Leyva. Pasearemos por sus callejones adoquinados, escuchando el sonido de sus campanas y disfrutaremos de un ritmo lento y sosegado, como antaño. Merece la pena deleitarse con la contemplación de algunas mansiones coloniales  meticulosamente restauradas junto a la plaza, que albergan pintorescos cafés y establecimientos. Es posible todavía respirar la atmósfera de los tiempos coloniales visitando la Plaza Mayor, que con sus 120 x 120 metros, es una de las plazas más grandes de América, pavimentada con enormes adoquines y rodeada de bonitas estructuras coloniales de color blanco con tejados de tejas y arcos de piedra. Durante la Reconquista española en la década de 1810, se construyeron aquí horcas en las que se colgó a numerosos rebeldes. También encontraremos la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, construida en 1665 por los dominicos. En el interior, la nave conduce a un retablo de tres niveles (siglo XVII), totalmente dorado y con estatuas de santos y arcángeles. Le hacen eco otros retablos más pequeños  pero del mismo estilo a ambos lados del transepto, que contrastan con la sencillez de las paredes desnudas.  Una pequeña fuente mudéjar situada en la plaza suministró agua a los habitantes del pueblo durante al menos cuatro siglos. Diferente a la tradición de nombrar la plaza principal con el sobrenombre de algún héroe histórico, la población ha llamado de siempre a la misma plaza Mayor.

Plaza Mayor de la Villa de Leyva

Durante nuestro paseo podremos apreciar el exterior de algunas de las casas más representativas de la Villa de Leyva, como la Casa de Juan de Castellanos, la más antigua de la ciudad y donde el escritor redactó algunas de sus crónicas; la Casa del Primer Congreso de las Provincias Unidas, que acogió el primer Congreso de Nueva Granada el 4 de octubre de 1812 y donde tuvieron lugar elecciones históricas; la Casa Museo de Antonio Ricaurte, uno de los héroes del movimiento independentista, nació en esta casa.

Visitaremos la Casa Museo Luis Alberto Acuña, instalado en una bella mansión que merece puna visita por sí sola. El pintor, escultor e historiador Luis Alberto Acuña (1904-1994) fue uno de los primeros muralistas de Colombia, claramente influenciado por Picasso y por el arte precolombino. En  esta casa-museo, en la que el artista vivió durante sus últimos 15 años de vida, se encuentran casi 250 obras de este autor, así como fósiles y cerámicas precolombinas. En el patio se  encuentran esculturas del artista, así como tres grandes frescos.

Nos asomaremos a conocer la considerada la cerámica más grande del mundo, se trata de la Casa Terracota, una estructura de color ladrillo que parece sacada de un cuento de los hermanos Grimm. El arquitecto Octavio Mendoza, la cocinó de la misma forma que los alfareros crean vasijas, ollas y otros objetos  decorativos. Intriga lo poco convencional de sus formas, colores y texturas, así como por su volumen y sus áreas construidas. En ella se funde la arquitectura y el diseño con la intención de promover un estilo de vida alternativo y armónico para el individuo y la comunidad. El resultado es una casa ecológica, barata, dotada de propiedades antisísmicas, impermeable y de temperatura agradable. Llena de muebles de cerámica, con una superficie de 500 m2, es la estructura de tierra cocida más grande jamás realizada.

Casa de Terracota

Hace 250 millones de años (durante el Cretácico y el Mesozoico), esta región de Boyacá estaba cubierta por un mar poco profundo. Este desapareció pero dejó una buena cantidad de fósiles marinos que los campesinos encuentran regularmente en los campos de los alrededores. Esto se puede comprobar en el cercano Museo El Fósil, que muestra los vestigios de un reptil marino llamado kronosaurus boyacensis hampe de hace 120 millones de años, el espécimen más completo del mundo de este reptil marino prehistórico.  Corresponde a una cría que medía 12 m, pero la cola no se conservó, quedando sus dimensiones en 7 m. Se encuentra en el lugar exacto donde fue descubierto en 1977.

Continuaremos con el Monasterio de Santo Ecce Homo, fundado por los dominicos en 1620, una gran construcción en piedra y adobe con un patio encantador. Los suelos pavimentados con piedras procedentes de la región, contienen amonites y otros fósiles; también, si nos fijamos, encontraremos maíz y flores petrificadas. Fue declarado Monumento Nacional en 1996 y la construcción es de estilo colonial. El retablo principal que encontramos en la capilla es dorado y con una pequeña imagen de un Ecce Homo que da nombre al convento. Atención a los detalles fascinantes del techo, como el crucifijo de la sala capitular que muestra a Cristo vivo, toda una rareza en Sudamérica, con los ojos abiertos. Los frailes dominicos fundadores, fueron los primeros evangelizadores de América y desde este lugar se organizó la atención evangelizadora del centro del país a través de doctrinas y encomiendas. El Monasterio consiguió integrar el aporte español con elementos culturales nativos, como cabe deducir del retablo del Altar Mayor.

Almuerzo en restaurante local.

Nos pondremos en marcha hacia el aeropuerto de Bogotá para tomar el vuelo hacia nuestro  destino final en Colombia, Cartagena. En ruta haremos una parada para conocer la historia del Puente de Boyacá, uno de los campos de batalla más importantes de la historia moderna del país y Patrimonio Cultural Histórico de Colombia. Contra todo pronóstico, el ejército de Simón Bolívar derrotó a las tropas españolas dirigidas por el general José María Barreiro, con lo que Colombia consiguió su independencia. El puente de Boyacá, que da nombre al campo de batalla y por el que cruzaron las tropas de Bolívar no es más que un pequeño y sencillo puente reconstruido en 1939.

Continuación hacia el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá para tomar el vuelo que nos llevará de vuelta a Madrid. Trámites de aduanas, facturación y embarque en VUELO IB6588 de la compañía IBERIA, salida prevista a las 22.30 hrs. Noche a bordo.

Sábado, 17 de febrero de 2024 – Llegada a MADRID

Llegada a MADRID a las 14.20 hrs., recogida de equipajes y … vuelta a la realidad

FIN DE NUESTRA AVENTURA

Nota: las descripciones que se realizan en el “libro de viaje”, son a título orientativo, y pueden no coincidir exactamente con el desarrollo de la visita.

BIBLIOGRAFÍA

  • Colombia (Alex Egerton, Tom Masters y otros) Lonely Planet, 2018.
  • Colombia (Jesús García) Guía Azul, 2019.
  • Colombia (Philippe Gloaguen) Trotamundos Routard, 2019.
  • Colombia (varios autores) La Guía Verde Michelin, 2016.

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