Viaje a CHINA V: Guilin, Longsheng y Hangzhou | Los viajes de Vagamundos día a día

Jueves Día 9: GUILIN – LONGSHENG – GUILIN 

Desayuno buffet en el hotel. A primera hora de la mañana marcharemos en autobús hacia el municipio de Longsheng, situado a 100 km de Guilin, entre los altos riscos del valle del río Rongshui. Al sureste se extiende una cadena montañosa denominadas Longji Titian (“terrazas de la Espina del Dragón”). Tendremos oportunidad de admirar estas Terrazas de arroz de Longji que se remontan a hace más de 700 años. Durante la dinastía Yuan, la población que habitaba esta zona, en su mayoría pertenecientes a la minoría Yao, modeló las montañas en forma de terraza y desarrolló un sistema de irrigación de agua para poder cultivar arroz. Actualmente los Yao tienen una población de más de dos millones y medio de personas.  Pero la mayoría de la población de la zona la conforma la minoría zhuang (la minoría étnica más numerosa de China), con una población de 18 millones de individuos. Hablan su lengua propia, que emplea el alfabeto romano en lugar de los caracteres chinos. Son en su mayoría animistas, lo que explica la ausencia de templos budistas y taoístas en Guangxi. Ambas etnias viven en un rosario de aldeas con casas tradicionales de madera encaramadas en las laderas de las montañas, que se adaptan al terreno y dibujan un paisaje de ensueño. La altura de estas montañas oscila entre 400 y 900 metros, ocupando las terrazas una superficie total de casi 70 km2. El lugar está dividido en dos conjuntos de terrazas: Jinkeng (a 23 km de la entrada) y Ping’an (a 17 km). Estos paisajes son de gran belleza y originalidad, y se han convertido en uno de los iconos fotográficos de China. Pasearemos por los alrededores de estas lenguas de tierra que avanzan y se superponen como una gigantesca escalera. Los campos se inclinan y retuercen, descienden rápidamente hasta el interminable valle y se encuentran con las brumas que ascienden aferrándose a los árboles. Durante nuestra caminata, nos encontraremos con mujeres yao, con sus coloridas faltas plisadas y chaquetas con franjas rosadas o violetas bordadas en las mangas. Lo más sorprendente es la longitud de sus cabellos, que cuando se los sueltan, les llegan a los pies, y se recogen en lo alto de la cabeza formando una corona. De hecho una de las localidades de la zona está en el libro Guiness de los Récords como “el pueblo con el pelo más largo del mundo”.

 Almuerzo en restaurante chino.

Volvemos a Guilin. Alojamiento en el Sheraton Guilin Hotel.

Día 10: GUILIN – YANGSHUO – GUILIN – HANGZHOU 

Desayuno buffet en el hotel. A continuación nos dirigiremos al puerto de Zhujiang, a las afueras de Guilin, desde donde iniciaremos nuestro fascinante crucero por el río Li, que nos llevará hasta la aldea de Yangshuo, atravesando un paisaje que parece salido de una típica acuarela china. Serán 54 kilómetros río abajo, que tendrá una duración de alrededor de 4 horas (dependiendo del caudal del río). El curso de aguas  poco profundas avanza entre imponentes riscos kársticos de extrañas formas, en cuya base se asientan las aldeas y los bosques de bambú típicos en la China meridional rural. Estos montes son el resultado de la erosión provocada por el ácido carbónico que se crea cuando el agua de lluvia reacciona con el dióxido de carbono en el aire. Este proceso, todavía inacabado, abre grietas en la piedra caliza, que se ensanchan y forman enormes sistemas de cuevas, con extrañas formas, y cuyos techos acaban desplomándose, quedando  en pie solo sus elevadas paredes, formando desde apiñados bosques de piedra de algunos metros de altura a los enormes montículos cónicos que cubren la mitad de Guizhou o las altas y elegantes agujas de Guilin.  Como aquí los niveles de ácido carbónico son más bajos en el agua de lluvia que en la tierra, la base de los picos se erosiona más rápido que su cuerpo, con laderas demasiado escarpadas para que la tierra se deposite sobre ellas. Es por esto que estos imponentes montes de Guangxi aún siguen creciendo. Con la bruma, el recorrido entre las formaciones calizas con forma de pan de azúcar se vuelve fantasmagórico y misterioso. Bajo el sol, se pueden observar búfalos dándose un baño, telones de bambú y las balsas de los pescadores paseando a su cormorán. Por esta zona es muy común la pesca con cormorán. Consiste en atar un cordel en el cuello de estas aves para impedir que se traguen el pescado, obteniendo así sus capturas. Este crucero está considerado como uno de los más bellos de la tierra, con imágenes que parecen sacadas de un cuento de hadas. Los chinos, tan aficionados a poner nombres poéticos a todo, han bautizado cada roca con nombres idílicos, y así iremos contemplando sucesivamente, la colina del Murciélago, el Dragón jugando con Agua, la Mujer que espera al Marido, la cueva de la Corona, el Niño que adora a Buda o la Roca de los Nueve Caballos. Estos, junto con los famosos Pico del Cortaplumas, o las Colinas del Elefante y de la Cabeza del Dragón, tendremos oportunidad de contemplarlos. Almuerzo a bordo (*).

Al finalizar nuestro crucero, ya por la tarde, dispondremos de tiempo libre para pasear por la ciudad de Yangshuo, pueblo rodeado por este maravilloso paisaje que, a pesar de recibir muchos turistas durante el año, sigue manteniendo el encanto de la China tradicional. Pasearemos por sus callecitas con sus edificios de arquitectura rural restaurados, simpáticos restaurantes, cafés, casas de huéspedes y pequeñas tiendecitas en las que podremos adquirir algunos recuerdos.

A la hora indicada, nos trasladamos al aeropuerto de Guilin para tomar el vuelo CA-1798 (19.15-21.20), con destino Hangzhou.

(*) Hay que tener en cuenta que el almuerzo del barco es sumamente sencillo, pero es la única opción.

Alojamiento en el hotel Hangzhou Zhongwei Sunny Hotel.

Día 11: HANGZHOU

Desayuno buffet en el hotel. Situada en las orillas del río Qiantang, con su ensoñador Lago Oeste, rodeada de colinas y cubierta de parques y jardines, la ciudad de Hangzhou está considerada como una de las más bellas de toda China. Ya el mismo Marco Polo, que supuestamente la visitó (y que llamaría Kinsay), dijo de ella que era “la Ciudad del Cielo más grandiosa del mundo”. Su historia se remonta a inicios de la dinastía Qin, en el siglo III a.C. Su florecimiento comenzó a principios del en el siglo VII con la dinastía Sui, y la construcción del Gran Canal (581-618), y une Pekín y Hangzhou. Una extraordinaria obra de ingeniería que recorre una parte de China de Norte a Sur, a lo largo de casi 1.800 km (en China los ríos fluyen de oeste a este, y no proporcionaban comunicación de norte a sur). Este canal aprovechaba la aportación de los cinco ríos más importantes del país país: Qiantang, Yangtzé, Huai, Amarillo y Hai, así como los importantes lagos situados entre ellos. Pero fue en el s. XII, momento en que se convirtió en capital de los Song del Sur (entre el 1138 y el 1279), cuando alcanzó su mayor prosperidad, llegando a ser una de las ciudades más pobladas del mundo. Cuando los mongoles se extendieron por toda China, Hangzhou no perdió su estatus de próspera ciudad comercial. En tiempos de los Ming, la ciudad tenía diez puertas, pero sufrió un duro ataque por parte de los rebeldes Taiping, que en 1861 la sitiaron y capturaron, destruyendo gran cantidad de edificios y poniendo fin a su privilegiada situación económica. Actualmente su población ronda los 9 millones de habitantes. Rodeada de montañas, uno de los secretos de su extraordinaria belleza está en la perfecta armonía con la naturaleza. Hangzhou además de un importante puerto fluvial, fue la ciudad que inició en china la industria de la seda. Esto propició importantes intercambios comerciales, viviendo una época de gran refinamiento.

Iniciaremos la jornada con un paseo en barco por el Lago Oeste (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2011), sin duda la mayor atracción de la ciudad. Situado en el corazón de Hangzhou, cubre una superficie de más de 8 km2 y está considerado como una de las grandes maravillas paisajísticas chinas. El lago, en principio, era una laguna junto al río Qiantang, y fue en el s. VIII, cuando el gobernador de la ciudad hizo dragar las marismas. Posteriormente sus márgenes se llenaron de pagodas, palacios, templos, quioscos y jardines. Es un paisaje absolutamente encantador, con las suaves montañas al fondo, y la típica neblina que habita en estas tierras, con imágenes que parecen irreales. La UNESCO lo declaró en 2011 Patrimonio de la Humanidad debido a que “ha inspirado a famosos poetas, pensadores y artistas desde el siglo IX. Alberga numerosos templos, pagodas, pabellones, jardines, árboles ornamentales, así como un paso elevado e islas artificiales. […] El Lago del Oeste ha influido el diseño de jardines en el resto de China así como en Japón y Corea durante siglos y muestra un excepcional testimonio de la tradición cultural de la paisajística creando una serie de vistas que reflejan la fusión idealizada entre el hombre y la naturaleza.” En nuestro recorrido por el lago pasaremos por sus rincones más emblemáticos. Destacamos la Isla Xiaoyingzhou (Pequeña Montaña de los Inmortales), la más importante de las 3 islas del lago, que fue acondicionada en 1611 y encierra 4 estanques rodeados por pabellones separados por 4 puentes en zigzag que se unen sobre un islote central. Frente a su orilla surgen   por encima del oleaje las Tres Pagodas de Reflejos de Luna, que delimitan el punto más profundo del lago. Según las leyendas locales, estas pagodas controlan los malos espíritus del lugar. En su  interior se colocan velas para crear un reflejo parecido a la luna; el Puente del jardín Quyuan, que conduce a un bello jardín rodeado de flores de loto, con uno de los mejores miradores para contemplar el lago. Al oeste, el Dique Su, el más largo de los dos construidos, es un tranquilo paso elevado jalonado de jardines, con abedules y melocotoneros y con 6 puentes de piedra en arco. Está dedicado al gobernador que lo edificó en el s. XI, Su Dongpo, un erudito que adquirió fama por sus poemas, caligrafías y pinturas.  El Dique Bai, llamado así por el poeta gobernador del s. IX, Bai Juyi, conduce a Gu Shan, una isla que se ajardinó por primera vez bajo la dinastía Tang y que hoy  cuenta con un salón de té y un museo. Hay que destacar la colonia de nenúfares que habitan en su superficie, tanto por la cantidad como, sobre todo, por el enorme tamaño de los mismos.

Seguidamente marcharemos al Parque Hua Gang, que inicialmente fue un jardín privado, diseñado por un eunuco bajo la dinastía Song; es famoso por sus flores y peces ornamentales llamando poderosamente la atención las carpas doradas que se crían en el estanque; también podremos admirar sus hermosas flores y árboles en flor. Espléndidamente decorado y cuidado y lleno de rincones de gran belleza, el parque tiene un lago dividido en tres partes y cuatro islas. Cuenta también con pavos reales, casas tradicionales y bellos espacios para pasear.

La zona montañosa de Feilai Feng (“el Pico que Voló hasta Aquí”) contiene el Templo del Alma Escondida (Lingying Si), templo que se construyó en el 326 d.C., por el monje budista hindú Hui Li. Este religioso pensó que la montaña era calcada a una de la India, y se preguntó si ésta habría volado hasta este lugar, de ahí el curioso nombre. Se trata de uno de los principales santuarios del país, que llegó a alojar hasta 3.000 monjes. En la actualidad este monasterio está integrado por 18 pabellones y 75 templos, diseminados por toda la colina. Conserva secciones muy antiguas, como las pagodas de piedra que flanquean el pabellón de entrada, que datan de 969 d.C. Detrás del templo, situado sobre una terraza, se alza el pabellón del Gran Buda, vencedor de los demonios. El edificio tiene una altura de 33 metros, y en su interior se haya la estatua de Buda sentado más alta de China. Tallada en 1954, a partir de 24 bloques de madera de alcanfor, y en base a un modelo de la época Tang, posee una altura de 20 metros. Bajo la enorme estatua hay un montaje de 150 figuritas que ilustra el viaje de 53 niños por el camino a la iluminación. En las pendientes de la montaña hay más de 400 tallas budistas que concentran toda la imaginería religiosa desde los siglos X al XIV.

Almuerzo en restaurante chino.

A continuación visitaremos la Pagoda de las Seis Armonías. Fundada en el 960 d.C., se encuentra junto al puente del ferrocarril, en la orilla norte del río Qiantang. Antiguamente formaba parte de un monasterio y servía de faro a los barcos y de puesto de vigilancia para advertir la llegada del “macareo”, una ola gigante de efecto catastrófico que remontaba el curso del río cuando las mareas alcanzaban su plenitud. Esta pagoda medieval, de tonos púrpura y marrón, fue construida en ladrillo y madera y a lo largo de los siglos ha sufrido diversas restauraciones. Se encuentra situada a media ladera de la arbolada colina de la Luna. Presenta la particularidad de tener 13 plantas exteriores y solo 7 en el interior, desde los que se puede contemplar el permanente tráfico fluvial del río Qiantang; su planta es octogonal y posee una altura de casi 60 metros. Una escalera espiral nos lleva a los pisos superiores, cada uno de los cuales está formado por cuatro elementos: los muros exteriores, un corredor en zigzag, los muros interiores y una pequeña habitación. En sus techos se pueden observar figuras pintadas o talladas que representan animales, flores, aves y personajes.

El té que produce Hangzhou es de gran calidad, con un sabor profundo y sin amargor, ya que esta ciudad está bañada por un clima cálido y húmedo, el ideal para esta planta. Visitaremos los campos de té de la aldea Mei Jiawu, donde, además de disfrutar de las vistas de las plantaciones de té en las laderas de las montañas, podremos conocer su elaboración tradicional y disfrutar degustando una taza del mejor té verde de china conocido como Xi Hui Longjing o Pozo del Dragón. Gracias a la montaña y el agua, el paisaje y la cultura del té de la zona, aquí se cultiva el té más exquisito de esta variedad. La antigüedad de estos campos supera los 600 años y ocupan a unas 500 familias. Esta planta, originaria de China, en un principio estaba catalogada como planta medicinal. La leyenda se remonta a hace 5.000 años, cuando el emperador Shennong, uno de los personajes principales de la mitología china, dijo que toda el agua potable debía ser hervida como precaución higiénica. Se cuenta que un día de verano, durante una visita a un lugar distante de su reino, los funcionarios comenzaron a hervir agua para beber. Las hojas secas de un arbusto cercano cayeron en el agua, y una sustancia marrón fue infundida al agua. El Emperador, persona con gran curiosidad, bebió un poco de ese líquido y descubrió una bebida muy refrescante. Y así, según la leyenda, es como se creó el té en 2737 a.C. Pero fuera de leyendas, se sabe que el primer pueblo que cultivó el té fueron los ba, que vivían en la zona oriental de la cuenta de Sichuan hace unos 3.500 años. Los ba obsequiaron al primer rey de la dinsatía Zhou del oeste (1046-71 a.C.) con un tributo de cinabrio, laqueados, té y miel. En el período de los Reinos Combatientes (476-221 a.C.), el cultivo del té se extendió por el Yangtsé. Al principio el té se mascaba crudo, se cocinaba como alimento y se bebía como hierba medicinal. Muy apreciado por sus propiedades estimulantes, se seleccionaban las hojas tiernas a principios de primavera, se cocían al vapor, se machacaban y se prensaban en pastillas. Los practicantes religiosos fueron sus primeros consumidores: los taoístas, que vagaban en busca del elixir de la vida eterna, y los budistas que bebían té para mantenerse despierto durante la meditación. A diferencia del té negro, el té verde, no ha sufrido una oxidación durante su procesado, ya que las hojas se recogen frescas y después de someterse al secado, se prensan, enrollan, trituran y finalmente se secan; además se puede almacenar más tiempo y tiene mayor contenido en cafeína.

Por la noche, tendremos oportunidad de presenciar el impresionante espectáculo “IMPRESSION WESTLAKE”, creado y dirigido por Zhang Yimou, el famoso director chino, autor de filmes como “Sorgo Rojo”, “La linterna roja”, “¡Vivir! O “La casa de las dagas voladoras”, y creador así mismo de las ceremonias de  inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de 2008, se realiza cada noche en el lago Oeste, y representa una historia basada en una leyenda de la ciudad. La obra dura una hora aproximadamente, y se compone de cinco partes: el encuentro, el enamoramiento, la despedida, los recuerdos, las impresiones.

Se trata de un montaje absolutamente espectacular de luz, música y danza, y unos decorados y vestuario magníficos, en el que los personajes se deslizan sobre el lago iluminado por colores muy especiales, todo ello lleno de elegancia y emotividad. Estamos ante un espectáculo sumamente recomendable.

Alojamiento en el hotel Hangzhou Zhong Wei Sunny Hotel.

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