Viaje a CHINA IV: Luoyang y Xi’an | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 6: LUOYANG – XI’AN  –tren alta velocidad 

Desayuno buffet en el hotel. Localizada en la llanura central de China, Luoyang es una de las 13 capitales antiguas de país. Fundada en el s. XI a.C., con el nombre de Changzhou, fue la capital de la dinastía Zhou desde el 770 a.C., y durante varios siglos fue el centro del mundo chino. Fue también sede de la primera universidad china en 29 a.C. Convertida en una ciudad industrial, actualmente resulta difícil imaginar su glorioso pasado. También es conocida como la “ciudad de la peonia”, de hecho, en los días de nuestra estancia se celebra el “Festival de la Peonía”, por lo que habrá más visitantes que de costumbre. Cientos de peonías, en una tradición que viene de la emperatriz Wu Zetian, florecen en el parque Wangcheng.

Por la mañana visitaremos el Museo de Historia de Luoyang, que se abrió al público en 2009, donde dispondremos de tiempo libre para recorrerlo. En este lugar, sí veremos la rica historia de la ciudad reflejada en las piezas que contiene el museo. Aquí se exponen hallazgos neolíticos de la cultura Yangshao y Longshan; bronces y monedas del período Zhou; una bella colección de espejos de bronce así como una bonita lámpara de aceite con adornos de animales, prestidigitadores y músicos de la época Han. En cuanto a los objetos de época posterior destaca una fascinante colección de porcelana tricolor de la dinastía Tang (sin duda, lo más importante del museo), y dioramas de la ciudad Sui y Tang así como un espléndido espejo de bronce de época Tang con incrustaciones de madreperla.

Pasearemos por el casco antiguo, con su laberinto de callejuelas estrechas y serpenteantes, donde encontraremos viejas casas con patio que sobreviven entre modernos edificios. La torre del Tambor, original de 1555 y trasladada a su emplazamiento actual en 1614, bordeada de azoteas tradicionales; la cuadrada pagoda de Wenfeng, de ladrillo con sus 700 años de antigüedad; el templo del Dios de la Ciudad, con ornamentos del tejado de azulejos verdes.

Situadas a 13 km al sur de Luoyang, se encuentran las Grutas de Longmen (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2000). A lo largo de 1 kilómetro sobre la costa del río Yi, se encuentran repartidas 1.350 cuevas y 40 pagodas, con más de 100.000 estatuas de Buda, la mayor, la del Buda Vairocana, de 17,14 m de alto, y la menor de 2 cm. Este complejo representa uno de los momentos culminantes del budismo en China. Los trabajos en este terreno escarpado a la vera del río comenzaron en el 492 d.C. por los gobernantes budistas de la dinastía Wei del Norte, y continuaron durante los siguientes 500 años. Destacamos, entre otras, la cueva de la Flor de Loto, esculpida entre los años 525 y 527, de una sola vez, sin añadidos posteriores. En el techo, pequeñas apsaras (ninfas celestiales) revolotean alrededor de una flor de loto, símbolo budista de la pureza y la serenidad. Las cuevas Bingyag San Dong, tardaron 24 años en esculpirse, completándose en 523 d.C.; su pared principal está ocupada por cinco enormes imágenes budistas. La figura central, de Buda Gautama, aparece flanqueada por cuatro bodhisattvas (embarcado en el camino del Buda) que muestran la apacible expresión típica del estilo Wei del Norte. Junto con las estatuas de las paredes laterales, los tres grupos escultóricos simbolizan a los budas del pasado, el presente y el futuro. La cueva de los Mil Budas (o Wan Fo Dong) construida en 680, y cuyas esculturas crean una sobrecogedora sensación de omnipresencia del gran maestro. La cueva de la Receta, pequeña gruta llamada así porque la entrada está tallada con una estela de piedra con inscripciones con tratamientos para una amplia variedad de enfermedades. La lista se elaboró a lo largo de 150 años y es un documento único para conocer la evolución de la tipología científica de ese período.

Almuerzo en restaurante chino.

A la hora indicada traslado a la estación para tomar el tren de alta velocidad que nos llevará hasta Xi’an. Llegamos a esta mítica ciudad, que fuera capital de China a lo largo de doce dinastías, y punto de partida de la Ruta de la Seda. Sin duda estamos ante una de las ciudades más importantes de la historia de la humanidad. A pesar de que su prestigio declinó hacia el siglo X, y ya nunca volvió a alcanzar la grandiosidad anterior, durante más de 1.000 años fue un lugar fundamental en el devenir de la historia, rivalizando con Roma y Constantinopla en poder e influencia política. Restos arqueológicos encontrados en la zona demuestran que la región en la que se encuentra Xi’an estuvo habitada hace más de medio millón de años. A unos 20 km de la actual ciudad, se localizó Fenghao, que sirvió de capital al imperio Zhou del oeste (1050-771 a.C.). A continuación se produjo el nacimiento del estado de Qin en el s. VII a.C. y la construcción de una capital (Xianyang) a 12 km al norte de la actual. En la consolidación de este estado se sucedieron 37 generaciones de príncipes, hasta llegar al rey Zheng, el primer emperador de China, más conocido como Qin Shi Huang, que unificó el país. A su muerte acabó la dinastía y comenzó la Han (207 a.C.-220 d.C.), que fundaron la nueva capital, Chang’an (“paz constante”), al sur de la anterior, y que llegó a tener hasta 250.000 habitantes. Posteriormente, después de una época oscura, llegaron los emperadores Sui (581-618), que asentaron la capital definitivamente con el nombre de Daxingcheng (“ciudad de la gran prosperidad”), experimentando un gran crecimiento y llegando a contar, según se dice, con dos millones de habitantes, convirtiéndola probablemente en la ciudad más populosa del mundo en el s. VI. Con los Tang (618-907) la ciudad recupera el nombre de Chang’an y sigue creciendo. Se erige la primera muralla de 35 km de longitud y es visitada por comerciantes procedentes de Occidente y Bizancio, los cuales aumentaron su fama. Tras la caída de los Tang, Chang’an, quedó destruida por ataques turcos y nunca volvió a ser capital, cayendo en un largo período de decadencia durante el cual cambió varias veces de nombre. Los Ming sacaron a la ciudad del abandono en que se encontraba, y le dieron el nombre definitivo de Xi’an, (“Paz del Oeste”) en 1368. Actualmente es una ciudad industrial con una población de cinco millones  y medio de habitantes y, a raíz del descubrimiento del ejército de terracota, se ha convertido en una ciudad muy turística.

Alojamiento en Grand Noble Hotel Xi’an.

Día 7: XI’AN

Desayuno buffet en el hotel. La mañana la dedicaremos a la visita del  Museo de guerreros y caballos de Terracota del Mausoleo de Qin Shi Huang (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987). Durante una de las numerosas revueltas que sacudieron la provincia tras la muerte de Qin Shi Huang, los rebeldes forzaron la entrada de la necrópolis para apoderarse de las armas de los soldados de terracota y prendieron fuego a la techumbre de madera que cubría el complejo. Este se desplomó sobre el ejército, que quedó olvidado durante 22 siglos. En 1974 un campesino que estaba cavando un pozo desenterró fragmentos de terracota esculpida que aparentemente pertenecían a estatuas de talla humana. Se descubrió una galería subterránea y las vigas desplomadas. Las posteriores excavaciones dejaron al descubierto tres fosas y un gigantesco ejército en formación de combate: más de 7000 soldados, arqueros y caballos de terracota de tamaño natural, repartidos en varios fosos, siendo el más espectacular el núm.1, con una superficie de más de 14.000 m2, y con alrededor de 6.000 guerreros y caballos de terracota dispuestos en formación de batalla. Qin Shi Huang no reparó en gastos y empleó para ello 700.000 artesanos durante casi 40 años de trabajo. Se piensa que el complejo alberga además 48 tumbas de concubinas, que fueron enterradas vivas. Los obreros corrieron el mismo destino para evitar que desvelasen la ubicación y el diseño de la tumba. Durante la visita debemos observar lo diferentes que son entre sí cada rostro, cada expresión y cada moño. La talla de las estatuas varía entre 1,75 y 1,96 m (muy alta para la época). Los pies y las piernas son macizos, y las demás partes del cuerpo huecas. Al final se ponía una fina capa de policromía en los soldados y sus monturas. La primera fosa, tan grande como 2 campos de fútbol, es la más impresionante, con sus 11 filas más una avanzadilla y una retaguardia de guerreros perfectamente esculpidos, todos ellos distintos. De los más de 6.000 guerreros solo se muestran 2.000, de pie sobre ladrillos planos y separados por unos muretes en los que se han hallado los restos de las vigas que soportaban el conjunto de la construcción; parecen estar listos para el combate, todos con aire decidido y con la mirada hacia el este y los reinos que quedan por conquistar. Los caballos con músculos en tensión, orejas erguidas en posición de vigilancia y alerta. Al fondo de la sala, se encuentran multitud de piezas en proceso de restauración; los millares de fragmentos de terracota recuperados dan testimonio del gigantesco rompecabezas que se está montando desde hace más de 30 años. La mayoría de las armas, auténticas y forjadas para resistir el óxido, fueron robadas por los campesinos. Las que se recuperaron están expuestas en los siguientes pabellones. En la segunda fosa, de menor dimensión y en forma de L, constituye el ala izquierda del ejército. Se han descubierto otros 1.000 soldados, en su mayoría arqueros.. En la tercera fosa, se han encontrado lo que podría ser el Estado Mayor de este ejército de terracota, una estatua que representa a un general, y algo más de 50 soldados y oficiales. Puede que el yacimiento no haya revelado aún todo su misterio, ya que se piensa que estas formaciones son solo parte del ejército, y que podrían desenterrarse más en otras zonas, cerca de la tumba de Qin Shi Huangdi. En el pequeño museo podremos admirar los dos carros de bronce con sus caballos desenterrados a solo 20 m de la tumba del emperador, así como algunas de las armas originales.

Dos breves apuntes:

1. Las muestras de ADN tomadas de una serie de esqueletos encontrados en las proximidades de la tumba, sugieren que algunos miembros de la enorme fuerza laboral del emperador eran de origen europeo. Esto, unido a que en China las estatuas solían ser mucho más pequeñas (unos 20 cm de alto), y de que algunas figuras poseen rasgos propios del arte griego, ha dado pie a pensar, que artesanos griegos podrían haber colaborado en la elaboración de de estas figuras de terracota.

2. Yang Zhifa, sus hermanos y Wang Puzhi descubrieron las esculturas hace 44 años. Pero su descubrimiento no les reportó nada bueno. Les quitaron las tierras a causa del interés turístico y en 1997, pobre y enfermo, Wang Puzhi se ahorcó. En tres años, Yang Wenhai y Yang Yanxin, desempleados y sin dinero para pagarse un médico, murieron con poco más de 50 años. En 2007, Liu Xiquin, esposa de Yang Quanyi, cuya casa familiar había sido demolida, declaró a la prensa que su marido temía que él y sus hermanos «pudieran haber traído la desgracia, y se preguntaba si tal vez los soldados debían haber seguido bajo tierra».

También tendremos la oportunidad de visitar el taller de artesanía, donde nos mostrarán las técnicas de fabricación de los soldados de terracota, y donde podremos adquirir algún recuerdo.

Almuerzo buffet en Restaurante del Teatro Tanglegong.

Localizada en el distrito  musulmán de la minoría Hui se encuentra la Gran Mezquita, que con un área de 12.000 m2 es una  de las mayores de toda China. Originalmente fue construida en el 742 durante la dinastía Tang para atender a los cada vez más numerosos creyentes musulmanes que habitaban la ciudad, adoptando  en 1374 su forma actual. A pesar de ser una mezquita, a simple vista, su arquitectura es parecida a la de los templos budistas: los jardines con sus rocas, pagodas y arcos, tienen una innegable estética china. El ambiente que allí se respira es tranquilo y los extensos jardines que la rodean invitan al recogimiento. Tiene cuatro patios, el primero de los cuales posee un arco de madera del s. XVII de 9 m de altura. Su decoración incluye grabados de textos en árabe. En la entrada del segundo patio, encontramos tambores de basalto, pórtico de piedra y dos estelas que cuentan la ampliación de la mezquita en tiempos de los Ming y los Qing. A la izquierda, un hammam y después, la entrada del tercer patio, en el que se encuentra la Torre de la Serenidad, una pagoda de planta octogonal con cubierta de tres aleros que hace de minarete. El cuarto patio y pabellón del Fénix, un elegante templete al que acuden los fieles a descansar y conversar. El pabellón que hay al sur del alminar, atesora una copia manuscrita del Corán, que data de la dinastía Ming. La majestuosa sala de oración, en la que caben más de mil personas, se encuentra alicatada con azulejos turquesa y el techo labrado con inscripciones del Corán. El pabellón situado al sur del alminar posee una copia manuscrita del Corán que data de la dinastía Ming.

Pasearemos por el Barrio Musulmán, situado en pleno centro histórico de la ciudad donde, desde hace siglos, se ha concentrado la comunidad Hui, descendientes de inmigrantes de origen musulmán, y que profesan el islamismo manteniendo las costumbres musulmanas. La zona ha conservado un ambiente y una personalidad auténtica. Recorreremos el laberinto de callejuelas populosas con casas de adobe, los coloridos puestos, los talleres de los artesanos, los mercados de especias y las discretas mezquitas resguardadas por robustas puertas de madera. La calle Beiyuanmen se ha restaurado para hacernos una idea de cómo era la ciudad hace unos  siglos. En la misma encontraremos muchas tiendecitas de recuerdos, hermosas telas y bonitas (aunque falsas) antigüedades.

Finalizamos el día visitando la  Pequeña Pagoda de la Oca Salvaje (subida no incluida) una de las reliquias Tang de la ciudad, que se construyó en el año 707 d.C. para almacenar sutras (escrituras) traídos desde la India. Perdió dos plantas a causa de un terremoto en 1556, pero el resto de su estructura (13 pisos), de 43 m de altura, permanece intacto. Según dicen, ha resistido unos 60 seísmos debido a la elasticidad del edificio y a la forma semiesférica de sus cimientos de tierra batida. Posee un hermoso jardín rodeado de construcciones típicas chinas, árboles frondosos, esculturas de gruesos caballos y estelas grabadas con caracteres chinos. Se construyó en ladrillo para proteger los sutras del fuego que tan a menudo devastaba los edificios de madera. Su estilo es elegante y delicado; las puertas en los lados norte y sur están bellamente grabadas con diseños de marfil y figuras de importancia para el budismo.

Alojamiento en Grand Noble Hotel Xi’an.

Día 8: XI’AN – GUILIN  

Desayuno buffet en el hotel. Por la mañana, paseo por la ciudad, donde tendremos la oportunidad de visitar su Muralla Antigua. Xi’an es una de las pocas ciudades chinas que conserva prácticamente la totalidad de su muralla. Tiene una longitud de 14 km que rodean su centro urbano, y está atravesada por 4 puertas principales con sus monumentales torres, y 10 puertas secundarias. Con una altura de 12 m, el ancho varía de los 12 m en la cima a los 18 m en la base. Hongwu, el primer emperador Ming ordenó su construcción en 1370, sobre los cimientos del palacio imperial Tang. Para hacernos una idea de la grandeza de esta ciudad, basta pensar que las antiguas murallas de la época Tang (siglos VII a IX) rodeaban una superficie de 83 km2, siete veces mayor que el centro de la ciudad actual. Posteriormente visitaremos la Torre de la Campana, con 36 m de altura, está en el centro geométrico de la ciudad, en la  intersección de cuatro calles principales. Fue construida 1582 y restaurada en 1739. Una enorme campana cuelga de la misma, con su inconfundible cubierta de color verde, que en algún momento se hacía sonar cada hora. Construida en madera, se compone de dos plantas, y es la más grande y la mejor conservada de todas las torres de este género en China. Los ladrillos grises de su base cuadrada, las tejas vidriosas color verde oscuro en sus aleros y su chapa de oro en el tejado, contribuyen a hacer de la torre una obra maestra suntuosa y dramática. En la época de su construcción, la campana de la torre servía para despertar por la mañana a la ciudad y sus trabajadores. Al oeste se encuentra la Torre del Tambor, construida en 1380, durante el reino del emperador Hongwu de la dinastía Ming, la torre fue reformada en 1699 y nuevamente en 1740 durante la dinastía Qing. En la antigua China, particularmente durante la dinastía Yuan, los tambores se usaban para hacer sonar las alarmas de emergencia. Se trata de una estructura de postes y paneles de dos plantas, de 34 m de altura, con una arquitectura que combina los estilos de las dinastías Tang y Qing. En el interior hay una exposición de 24 tambores que representan los 24 Periodos Solares, que forman una especie de calendario climatológico. Se hacía sonar por la tarde, para señalar el final de la jornada

Almuerzo en restaurante chino.

A la hora indicada, nos trasladamos al aeropuerto de Xi’an para tomar el vuelo CA-1225 (18.40-20.50), con destino Guilin.

Perteneciente a la provincia de Guangxi, Guilin, con casi 800.000 habitantes, está situada en la orilla oeste del río Lijiang, en una zona rodeada de montañas cubiertas de vegetación, que confieren a este lugar una belleza única. Ya en el siglo VI, la zona era fuente de inspiración poética. Su nombre significa “bosque de osmanthus”, árbol de flores rojas y blancas que abunda en esta zona.  En el año 111 a.C., durante el reinado del emperador Wu de la dinastía Han, se estableció el condado de Shi An, el origen de la actual ciudad, que prosperaría durante las dinastías Tang y Song. Se instalaron guarniciones militares que sirvieron de nexo de unión entre el gobierno central y las zonas fronterizas del sur. Ya con la dinastía Ming, se convirtió en la capital de la provincia de Guangxi, que luego, en 1914, pasó a Nanning. En 1921 constituyó uno de los cuarteles generales del ejército liderado por Sun Yat-sen. En 1981, el gobierno central decretó que Guilin, junto a Pekín, Hangzhou y Suzhou, debían recibir una protección especial con el fin de preservar su patrimonio cultural, y sus paisajes. La ciudad será una introducción al fabuloso paisaje de la región, con su topografía kárstica de otro mundo como telón de fondo, y el aire perfumado con la dulce fragancia de los acebos que adornan muchas de sus calles.

Alojamiento en el Sheraton Guilin Hotel.

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