Viaje a CHINA I: Pekín | Los viajes de Vagamundos día a día

Se trata de la civilización viva, más antigua del mundo, que nos ha llegado a nuestros días de forma ininterrumpida. Toda la herencia cultural de los chinos procede directamente de sus más de 4500 años de historia. El país más poblado del mundo y el tercero en extensión, es un universo en sí mismo, alberga una mezcla fascinante de dialectos diferentes y una variedad paisajística y cultural única.

En este cuidado e intenso recorrido de 16 días volveremos a visitar la mayoría de los lugares que vimos hace 5 años, que constituye lo más fascinante e inspirador de este inmenso país. PEKÍN, el centro político de China desde hace más de diez siglos, y por la que han pasado tres mil años de historia turbulenta que han convertido la ciudad en un conglomerado de estilos y culturas, y donde podremos visitar, entre otros, su Ciudad Prohibida que fuera residencia durante casi 500 años de los emperadores chinos; el Templo del Cielo y el Palacio de Verano, dos auténticos prodigios de armonía; o la Gran Muralla, gigantesca obra de más de 7.000 km y 2.500 años de antigüedad. Las Grutas de Longmen en LUOYANG, con sus templos rupestres budistas tallados en la orilla del río Yi; XI’AN, la ciudad más antigua de China, de la que partían las caravanas de la Ruta de la Seda, y que es mundialmente famosa porque en sus proximidades se encontraron los guerreros de terracota del emperador Qin Shi Huang que protegían la entrada a su tumba para que nadie perturbara su sueño eterno; la maravilla natural que es GUILIN, lugar que ha inspirado desde siempre a sus poetas, y cuyo emplazamiento sobre un relieve calizo de más de 300 millones de años ha hecho de ella una ciudad encantada, que tendremos oportunidad de comprobar durante el maravilloso crucero por el río Li. La “Venecia de Oriente”, como es conocida la ciudad de SUZHOU, donde una amalgama de naturaleza, arquitectura, poseía y pintura se condensan en sus hermosos jardines; el auténtico paraíso en la tierra que es HANGZHOU, con sus bellos paisajes naturales, y cuya visión llevó a Marco Polo a definirla como “la ciudad más elegante y suntuosa del mundo”. Y por último el escaparate de la China del futuro como es SHANGHAI, “la puerta de China”, ciudad con una actividad incesante, que en los últimos años ha experimentado un importante desarrollo y que posee un gran atractivo arquitectónico y artístico, así como una exquisita gastronomía.

Día 1: MADRID – PEKÍN

Presentación en el aeropuerto de Madrid tres horas antes de la salida. Trámites de embarque y salida a las 12.00 hrs. del VUELO CA-908 de la compañía AIR CHINA con destino PEKÍN. Noche a bordo.

Día 2: PEKÍN

Llegada a las 04.45 hrs. local. A la llegada nos recogerá personal de nuestro receptivo, que nos trasladarán a un hotel para desayuno. A partir de aquí, comenzaremos a disfrutar de nuestra estancia en este extraordinario país.

La República Popular China, es el país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes. Es un estado unipartidista gobernado por el Partido Comunista y tiene la sede de su gobierno en la capital, Pekín. Está dividida en 22 provincias, 5 regiones autónomas, 4 municipios bajo jurisdicción central (Pekín, Shanghai, Tianjin y Chongging), y 2 regiones administrativas especiales (Hong Kong y Macao). Con una superficie de casi 9,6 millones de km2, es el tercer país más extenso del planeta, detrás de Rusia y Canadá, y tiene frontera con 14 países. China es más un continente que un país. Sus regiones abarcan desde el frío glacial del invierno en Manchuria, a la exuberancia subtropical de Yunnan, en el sudoeste. Las prósperas ciudades de la costa este crecen en marcado contraste con las vastas extensiones de los desiertos del Gobi y Taklamakán en el árido norte. Las cordilleras montañosas del Himalaya, el Kamakórum, Pamir y Tian Shan, la separan del sur y el centro de Asia. Los ríos Yangtsé y Amarillo, tercero y sexto más largos del mundo, discurren desde la meseta tibetana hasta desembocar en las densamente pobladas costas orientales.  En China existen al menos ocho grupos lingüísticos distintos, que suman varios cientos de dialectos y variantes, que en la mayoría de las ocasiones no son comprensibles entre sí. El idioma oficial es el chino mandarín, que se basa en el dialecto de la etnia Han, originaria del norte. China cuenta con la civilización ininterrumpida más antigua del mundo. Durante miles de años, se consideró a sí misma el Reino del Centro, en cuanto que constituía “todo lo que había bajo el cielo”. Sus habitantes, mayoritariamente de la etnia Han (92%), se consideraban a sí mismos “hijos del emperador Amarillo”. Desde el triunfo del Partido Comunista hasta 1978, la economía era planificada. Ese año se aprobaron las reformas económicas: se desmantelaron granjas colectivas, privatizaron tierras y se cerraron empresas estatales que no eran viables. A partir de ahí, China se ha convertido en la economía de más rápido crecimiento del mundo, llegando a ser la segunda potencia por PIB detrás de Estados Unidos. Más de 300 millones de chinos pertenecen a la clase media, y es el segundo país del planeta con un mayor número de multimillonarios. Sin embargo, este rápido crecimiento ha creado una gran inflación y un grado muy alto de desigualdad. La política del “hijo único”, que estuvo vigente durante casi 40 años, fue abandonada definitivamente en octubre de 2015

Iniciaremos nuestra serie de visitas con el Templo del Cielo (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1998), uno de los centros religiosos más grandes del país, y cuyas edificaciones se encuentran en un estado impecable. El templo, formado por un excepcional conjunto de edificios dedicados al culto, se  fundó en el s. XV durante el reinado de la dinastía Ming, aunque la actual forma data de 1748, ya con la dinastía Qing. Desde aquí, los emperadores de ambas dinastías ejercían de intermediarios espirituales entre el pueblo y los dioses. Los emperadores solo visitaban este enorme recinto tres veces al año: en vísperas del solsticio de invierno, para rendir cuentas al Cielo de su gestión y durante el que realizaba rituales varios; en la primera luna de enero, para rendir homenaje al Cielo que, en recompensa, renovaba su mandato; finalmente en el solsticio de verano, para solicitar al Cielo buenas cosechas. El emperador llegaba desde la Ciudad Prohibida en su carruaje tirado de elefantes con un séquito de unas 2.000 personas. La distribución de los distintos espacios y edificios simboliza la relación entre el cielo y la tierra, el yin y el yang, lo divino y lo humano, el círculo y el cuadrado. El conjunto se encuentra dentro del parque Tiantan, un oasis de paz con un diseño confuciano y habitado por 4.000 cipreses (algunos de ellos de más de 800 años), rodeado de una muralla interior y otra exterior, formadas por una base rectangular que significa la tierra y rematadas con formas redondeadas para simbolizar el cielo. Alberga tres edificios que se encuentran unidos mediante una calzada elevada de piedra blanca. El número 9, símbolo de la perfección y la longevidad, está asociado a varios elementos del conjunto: el parque mide 270 Ha (9×30), los peldaños están en grupos de 9 y la colina que soporta el altar del cielo, cuenta con 81 losas (9×9). El complejo se compone del Altar circular, lugar donde se iniciaban las ceremonias, construido con losas de mármol, y distribuidas en nueve círculos concéntricos. Se accede por tres terrazas sucesivas separadas por tramos de 9 escalones. El nivel superior, que simboliza el cielo es un gran mosaico de nueve anillos, cada uno compuesto por piedras en múltiplos de nueve, de modo que el noveno anillo contiene 81 piedras. La Bóveda Celestial Imperial, pequeño templo circular donde se guardaban las tablillas con las plegarias para la ceremonia del solsticio de invierno. Está protegida por el Muro del Eco, que tiene 65 m de diámetro, y  posee una excepcional acústica que nos devuelve el eco del menor murmullo. En el exterior, en el lado oeste, se encuentra el “ciprés de los Nueve Dragones”, tiene más de 500 años, y una curiosa forma nudosa. A través de una larga pasarela de baldosas, se llega al Templo de la Oración para la Buena Cosecha (s. XV), inmenso templo circular de 38 m de altura y 30 m de diámetro; es el edificio más importante y espectacular del complejo de culto. Fue erigido en 1420 sobre tres terrazas de mármol blanco, decoradas con rampas bellamente esculpidas con simbología imperial y divina. El edificio se construyó por completo en madera y no necesitó ni un solo clavo. El interior, de una suntuosa policromía, posee una espléndida bóveda que luce un dragón y un fénix dorados. Las cubiertas superpuestas descansan sobre 28 ornamentados pilares. En el centro, las cuatro gigantescas columnas conocidas como “Pilares del Dragón”, representan las estaciones. Los otros 24 pilares, más pequeños, simbolizan los meses del año, y los períodos de dos horas de cada día. En 1889 se reconstruyó fielmente al original tras ser destruido por un incendio.

Posteriormente visitaremos el Templo de los Lamas (Yonghegong) antiguo palacio del príncipe Yong, que pasó a manos de la comunidad tibetana en 1744. Es el templo budista tibetano más famoso fuera del territorio histórico del Tíbet. Llegó a tener una importancia tan grande como la del templo Jokhang de Lhasa. Posee cinco pabellones que combinan motivos han, mongoles y tibetanos. Contiene bellísimas reliquias budistas y obras de arte tibetano. Los emperadores manchúes se interesaron mucho por le budismo tibetano, quizás porque su práctica religiosa mezclaba ciertos rituales chamánicos con los que se sentían más cercanos. De hecho el monasterio prosperó en los siglos XVIII y XIX. Los lamas disfrutaban de relaciones privilegiadas con el emperador, y eran los únicos, según se dice, que podían mirarle a los ojos. También era una forma de tener controlado a este grupo y de saber qué ocurría en el lejano Tíbet. Este templo escapó de las destrucciones de la Revolución Cultural (que fue enorme en el Tíbet). Hoy en día es un lugar de culto en activo y atrae a peregrinos de muy lejos. Visitaremos las diversas estancias del templo, como la Sala de los Reyes Celestiales, con una estatua sonriente del Buda Maitreya; Pabellón Yonghe (de la Armonía y de la Paz), con las estatuas de los Budas de las Tres Edades, que representan el pasado, el presente y el futuro, flanquedas por 18 luoban, que son los liberados del ciclo de reencarnaciones. Sala de la Rueda de la Ley, una de las más famosa del monasterio, y que contiene una estatua de bronce de 6 m de Tsong Khapa (s. XIV), fundador de la orden de los “Sombreros Amarillos”, vestido de amarillo pe iluminado por una claraboya.  la Sala del Pequeño Potala, en la que se encuentran los tronos del Dalai Lama y el Panchen Lama. En el último patio se halla el Pabellón Wanfu (“de las Diez Mil Felicidades”), con una monumental estatua de 18 m de Maitreya Buddha, Buda en su forma tibetana, vestido en satín amarillo. La estatua, de madera de sándalo, ha sido tallada en una sola pieza. Este pabellón se comunica a través de una pasarela con el pabellón de Yánsui, que alberga una enorme flor de loto que, al girar, muestra la efigie del Buda de la longevidad.

Almuerzo en restaurante chino.

Por la noche presenciaremos un espectáculo de acrobacia, que es una de las manifestaciones artísticas más antiguas de china. Ya en el s. XI a.C. existían representaciones acrobáticas. Durante la dinastía Han entre los siglos III a.C. y el siglo III d.C, contaba ya con una forma bastante definida, y a partir del s. X d.C. la acrobacia deja de ser un arte noble, para convertirse en una diversión popular. La acrobacia china se caracteriza por su belleza, gracia y destreza, y los acróbatas chinos son mundialmente reputados. Desde el establecimiento de la República Popular China (1949), la acrobacia china se ha convertido en un arte escénico con un estilo muy particular, y ha obtenido numerosos premios en concursos internacionales.

 Aunque en nuestros viajes procuramos que las compras ocupen un lugar secundario, merece la pena disfrutar de tiempo para recorrer el famoso Mercado de la Seda (Xiushui), edificio de 5 plantas con más de 1.700 pequeños puestos, en los que se vende absolutamente de todo (siempre de imitación), y de una calidad bastante desigual. Es uno de los mercados de ropa y complementos más populares del mundo y se ha convertido en uno de los destinos favoritos de los turistas que visitan China. Aquí podremos encontrar bolsos, camisas, relojes, polos, etc. que imitan los de las marcas más importantes. Habrá que estar muy hábiles en el arte del regateo, ya que lo que nos piden inicialmente por sus productos es absolutamente desorbitado. Hay que decir que, como buenos negociantes, aquí los chinos, nos hablarán en español. El hotel que hemos elegido se encuentra a 250 m de este mercado, con lo que al final de nuestras visitas, los que lo deseen, podrán aprovechar el tiempo en este popular mercado.

Alojamiento en el Jianguo Hotel.

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