Shiraz en Persia, actual Irán, el origen del vino tal y como lo conocemos | Vagamundos Blog

Cuenta una vieja leyenda persa que en el año 4000 a.C., un ave que surcaba el cielo dejó caer unas semillas a los pies del rey y semi-dios Djemchid quien ordenó plantarlas en los jardines reales. Al tiempo, de esas semillas comenzaron a crecer unas plantas que dieron abundantes frutos (uvas), los cuales fueron recolectados y guardados en el depósito real. Encontrándose allí adentro, las uvas desataron su fermentación natural, despidiendo el dióxido de carbono producido por la misma y llenando el depósito con su característico aroma. Cuando el rey probó un poco del jugo de las uvas, le pareció tan amargo que las declaró como veneno y el intenso olor que emanaba del depósito del castillo también desató los rumores en el Imperio, y se decía que el Rey guardaba veneno en los toneles.

Cuando la esposa favorita del rey, como consecuencia de sus celos hacia otra mujer, buscó veneno para suicidarse, llegó hasta el lugar donde fermentaba el tenebroso jugo de las uvas. Pensando que era una poción, la bebió con la intención de suicidarse. Momentos después, fue hallada danzando y cantando alegremente, debido a los efectos del vino que había tomado sin saberlo. El rey llamó a esa bebida con el nombre de «Darou é Shah«, cuya traducción sería «el remedio del Rey«. Hay quien afirma que de la deformación de esa palabra deriva el nombre de Shiraz, o Sirah, variedad procedente de la antigua región de Persia. Decían los persas que allí nació el vino tal y como lo conocemos hoy en día.

De este modo, al beber el zumo que había sido obtenido de la fermentación de la uva todo quedó perfectamente aclarado. La esposa del rey se queda dormida después de haberse embriagado y al despertar se dintió más aliviada y ve que la tensión ha desaparecido. Luego siguió tomando esta bebida, convirtiéndola en su fuente de alivio tras tanto estrés sufrido. Sin embargo, al poco tiempo avisa al Rey de los efectos de esta bebida, quien comparte este descubrimiento con su corte y finalmente con todo su reino. Como colofón a la leyenda y después del descubrimiento de esta bebida, Jamishid recupera el favor del Rey, sus problemas terminaron y podía disfrutar de esta nueva bebida descubierta al azar.

Hay que aclarar que esta leyenda puede que no sea tal cual está escrita y tenga diferentes versiones pero es una interesante historia sobre el origen el primer vino. De todas formas, hay que resaltar que existen teorías científicas que ubican el descubrimiento del vino en Mesopotamia.

Los persas no solo usaban el vino como medicina, sino que también lo ofrecían a los dioses y pagaban los salarios de los trabajadores. Además, según cuenta Herodoto, «después de estar bien bebidos, suelen deliberar acerca de los negocios de mayor importancia» y también que acostumbran «a examinar cuando han bebido bien, aquello sobre lo que han deliberado en estado de sobriedad». También fueron los primeros en el difícil arte del coupage o mezcla de vinos.

En la Persia del siglo XI, podemos encontrar a Omar Kayyam, poeta, filósofo, matemático y astrónomo, que en su célebre Rubaiyat, canta simultáneamente al vino y a la vida. El vino permite una liberación transitoria de la conciencia y por eso permite el aprovechamiento pleno del presente:»¿Por qué vendes tu vino, mercader?/¿Qué pueden darte a cambio de tu vino? ¿Dinero? ¿Poder? /¿Pues no eres el dueño del mundo cuando tienes en tu mano una copa? /¿Riqueza? ¿Hay alguien más rico que tú, que en tu copa tienes oro, rubíes, perlas y sueños? / ¿Amor? ¿No sientes arder la sangre en tus venas cuando la copa besa tus labios? / ¿No son los besos del vino tan dulces como los más ardorosos de la hurí? Pues si todo lo tienes en el vino, dime mercader, ¿por qué lo vendes?…»/ «Porque haciendo llegar a todos mi vino, doy poder, riqueza, sueños y amor; /porque cuando estrechas en tus brazos a la amada me recuerdas; /porque cuando quieres desear felicidad al amigo levantas tu copa; / porque Dios cuando bendijo el agua la transformó en vino / y porque cuando bendijo el vino se transformó en sangre… / Si te ofrezco mi vino… ¡No me llames mercader!». (Omar Khayyam, Los Rubaiyat). La vida del poeta Omar Khayyam ha sido recreada por Amin Maalouf en su novela histórica Samarcanda.

También podemos aseverar que las pinturas persas en miniatura son las más sofisticadas en cuanto a temas escogidos principalmente de poetas como Hafez o Khaiyam, por lo que el vino, conocido como Mei, y el escanciador o Saghi, son la parte esencial de estas pinturas.

En cuanto a la geografía del vino, la principal zona productora históricamente ha sido en los alrededores de la ciudad de Shiraz. Ya en el siglo IX gozaba de la reputación de producir los mejores vinos del Oriente Medio. El vino elaborado cerca de la ciudad era de menor carácter debido a la irrigación, mientras que los mejores vinos eran los elaborados a partir de los viñedos plantados en terrazas cerca de Khoullar.

La ciudad de Shiraz, cerca de las ruinas de Persépolis, se sitúa en los altos de Zagros, a casi 1.500 metros sobre el nivel del mar. Su clima es suave en verano y templado en invierno. En la actualidad continúa produciendo uva, pero debido al rigor religioso de Irán y la prohibición de bebidas alcohólicas del Islam, ya sólo se produce uva de mesa para consumo o pasificación.

LA UVA SYRAH

La uva Syrah destaca, entre otras características, por su facilidad de cultivo. En condiciones óptimas requiere una mayor cantidad de sol y temperaturas más elevadas que otras variedades similares. A pesar de esto último, presenta una gran adaptabilidad a distintos tipos de terrenos y climas y, además, es una de las variedades más resistentes frente a las enfermedades más comunes de la vid.

Es una uva tánica, con una marcada densidad e intensa pigmentación, que da lugar a notables toques frutales y florales o bien vinos más ahumados, en función de las condiciones climatológicas de la región de cultivo.

Las características y el potencial enológico de la uva Syrah, dan lugar a vinos que guardan grandes secretos en su interior.

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