San Petersburgo, la ciudad báltica del Zar Pedro el Grande

San Petersburgo es una ciudad única, de obligada visita si viajamos a Rusia. Fue edificada sobre el agua y el barro en 1703 por el Zar Pedro el Grande, esta majestuiosa ciudad báltica nos cautivará. Suntuosos palacios, elegantes puentes y majestuosos malecones de granito se reflejan en sus ríos y canales que se entrecruzan con las callejuelas. Pedro el Grande, asqueado por el subdesarrollo del país y de sus rancias instituciones, decidió alejarse de las costumbres y el alma rusas, y quiso abrir una ventana a Europa para que entrara el aire fresco que llegaba de Occidente. Para ello decidió cambiar la capital de Moscú y construir otra desde cero, más próxima a la Europa del Norte que tanta admiración le despertaba. El lugar elegido para ello parecía una locura: un terreno pantanoso en el Gran Norte, infestado de malaria en verano y con un durísimo invierno. Miles de trabajadores forzosos dejaron sus vidas en la construcción de la nueva capital. Pero a pesar de todos los inconvenientes, esta creció rápidamente y pronto se convirtió en un auténtico imán de arquitectos y artistas llegados de todos los rincones de Europa, que edificaron avenidas y parques, iglesias y palacios, canales y puentes, escuelas, una Universidad y Academia de Bellas Artes, y embellecieron la ciudad hasta límites difíciles de imaginar. El lujo y la sofisticación técnica empleados en la construcción pueden admirarse en los numerosos palacios, teatros, lujosas e imponentes fachadas que ornan las amplias avenidas, aquí llamadas “Perspectivas” (Prospekt).

Los numerosos canales, islas y puentes que fue necesario construir para drenar el terreno y encauzar el caudaloso Neva, le dan a la ciudad un carácter único y diferente. Fue capital de Rusia durante más de dos siglos, de 1712 a 1918. Tras la revolución rusa, Moscú volvió a ser la capital y San Petersburgo inicio un periodo de decadencia. Los comunistas cambiaron incluso su nombre en dos ocasiones, a Petrogrado y Leningrado. Al terminar el régimen soviético, San Petersburgo recupero su nombre histórico y, tras un intenso periodo de reconstrucción y restauración, la ciudad ha recobrado el esplendor y la gloria de antaño. Hoy es una ciudad vibrante y dinámica y con sus 5 millones de habitantes es la 4ª ciudad de Europa. Es también la ciudad más visitada de Rusia.

Una de los más famosos eventos que se dan en San Petersburgo son las llamadas “Noches Blancas”. San Petersburgo se encuentra situada en el paralelo 60º norte, al igual que Oslo y Helsinki, y es la gran metrópoli septentrional del mundo. Emplazada en tan peculiar y exótica latitud, en la ciudad de Pedro el Grande se produce un hecho mágico y único: de finales de mayo a principios de julio, el sol prácticamente no se pone. En lo más profundo de la noche, el astro rey desaparece a 6º bajo el horizonte, lo cual no basta para apagar la difusa luz del crepúsculo.

La ciudad cambió de nombre numerosas veces: Se llamó Petrogrado (Петроград Petrograd, que significa ciudad de Pedro, adaptación al ruso del alemán Petersburg) entre 1914 y 1924, a raíz del conflicto con Alemania durante la Primera Guerra Mundial, y Leningrado (Ленинград Leningrad tras la muerte de Lenin) entre 1924 y 1991; y nuevamente y hasta nuestros días, San Petersburgo después de un plebiscito. Coloquialmente los peterburgueses y rusos en general llaman a esta metrópolis Peterburg o de manera aún más familiar Piter (en ruso Питер).

Visitando San Petersburgo con Vagamundos

Comenzaremos la mañana con una visita panorámica de la ciudad, un paseo por su centro histórico y sus principales monumentos. Podremos apreciar la Perspectiva (avenida) Nevsky, el eje principal de San Petersburgo, la más bella e importante avenida de la ciudad y centro de la vida comercial y social. Esta animadísima arteria se encuentra llena de tiendas y cafés por la que los nativos adoran pasear y mostrarse. Admiraremos algunos de sus más importantes edificios, como los palacios Anichkov, Stroganov y Beloselski-Belozerski, los grandes almacenes Gostiny Dvor, los edificios Eliseev, Mertens y Singer y el Puente Anichkov.

En la Perspectiva Nevsky se encuentran importantes iglesias como la luterana de San Pedro, o la católica de Santa Catalina, la iglesia armenia y la imponente columnata neoclásica de la catedral de Nuestra Señora de Kazán. Pasaremos frente al suntuoso edificio del Fran Hotel Europa para adentrarnos en el llamado “Barrio de las Artes“, en torno al palacio Mijáilovsky, sede del Museo Ruso. En la misma plaza se encuentran el teatro Mijáilovsky, el teatro de la Comedia Musical, la Filarmónica, y la imponente fachada del Museo Etnográfico. Atravesaremos el Fontanka, brazo del río Nevá, que cruza el centro urbano de San Petersburgo, así como el río Moika y el canal Griboyedov. A corta distancia, sobre el canal Griboyedov se yergue orgullosa la silueta de la catedral de San Salvador sobre la Sangre Derramada, de inconfundible estilo ruso con sus cúpulas multicolores y doradas, en forma de bulbo.

El antiguo Palacio de Invierno, imponente residencia de los Zares, transformado en el Museo del Hermitage, domina desde su fachada Norte el curso del majestuoso Neva. Al otro lado del río se alza la inconfundible silueta de la Fortaleza de Pedro y Pablo. No lejos se encuentra la Cabaña de Pedro el Grande: desde esta modesta vivienda de madera, el Zar seguía personalmente la evolución de la construcción de “su” ciudad, entre 1703 y 1708. En la isla Vasílievski se encuentran la Strelka, el palacio Ménshikov y el histórico edificio de la Universidad. Pasaremos ante el Almirantazgo y su imponente flecha dorada, símbolo de la fuerza naval rusa, en la que Pedro el Grande quiso cimentar su Imperio. Veremos su estatua ante el edificio del Senado y la Catedral de San Isaac, la más impresionante de las iglesias de la ciudad (que visitaremos) con su enorme cúpula, una de las mayores del mundo, y sus gigantescas columnas de granito rojo de Finlandia. La plaza Teatrálnaya alberga los edificios del Conservatorio y el célebre Teatro Mariinsky. Terminaremos ante la bella catedral de San Nicolás de los Marinos, rodeada de canales.

A continuación visita de la Fortaleza de Pedro y Pablo, que se encuentra situada en la pequeña isla de Petrogradskaya, dominando los tres brazos del Neva. La fortaleza fue proyectada como defensa de la salida al Báltico, entonces dominado por la flota sueca. En 1703, Pedro el Grande eligió este emplazamiento porque en esta zona el Neva era más ancho.

Convertida hoy en museo, su recinto amurallado ofrece incomparables vistas de la orilla sur del Neva. Desde sus murallas, diariamente, un cañonazo marca las doce del mediodía. El conjunto se adapta a la forma casi hexagonal de la isla a través de un sistema de fortificaciones, con seis bastiones y seis murallas de 9 a 12 metros de altura. Las murallas interiores poseen dos metros de grosor y las exteriores ocho metros. Su forma de estrella, muros en talud y un canal alrededor, la convirtieron en espacio casi inexpugnable. Al poco, la fortaleza perdió su importancia militar, convirtiéndose en prisión política. Aquí estuvieron encarcelados intelectuales como Dostoievski, Aleksandr Ulianov (hermano de Lenin), Bakunin o Máximo Gorki.

En 1917 se sublevó toda la guarnición que residía en ella y los fusiles del arsenal sirvieron para armar a los obreros. Accederemos por el puente de San Iván, decorado con bellos faroles rematados con motivos militares y llegaremos al interior del recinto por la puerta de San Iván, dominada por la corona imperial. Seguimos por la puerta de San Pedro, principal entrada a la fortaleza, construida en 1718 en forma de arco triunfal que conserva un bello bajorrelieve de madera. A partir de aquí se distinguen los bastiones que protegen la entrada. Una vez en el interior nos encontramos con el taller de artillería, del siglo XIX y la casa de los ingenieros, destinada a ser ocupada por los ingenieros militares que debían desarrollar las técnicas de construcción militar. Más adelante se levanta la controvertida estatua de Pedro el Grande, realizada por Semjakin en 1991 y que tiene la particularidad de representar al zar con un pequeño cráneo y extremidades exageradamente alargadas. A espaldas de la estatua, se abre un espacio llamado “de los bailes“, un lugar donde se infligían castigos corporales a los soldados insubordinados.

La pequeña iglesia de madera que se encontraba originalmente en el interior de la fortaleza se fue ampliando hasta transformarse en la Catedral de los Santos Pedro y Pablo, otra maestra de Domenico Trezzini y uno de los ejemplos más interesantes de la primera arquitectura barroca de San Petersburgo. De planta basilical rematada al este por una cúpula y al oeste por una torre de 122 metros, de los que 60 corresponden a la famosa aguja, que a su vez sostiene una esfera con un gallardete en forma de ángel que porta la cruz, obra de Antonio Rinaldi. En la torre puede verse un reloj holandés de 1757-1770. Un rayo provocó, en 1756 un incendio que destruyó la casi totalidad de la iglesia, y que pudo ser reconstruida siguiendo los bocetos del mencionado Trezzini. Su interior, de estilo barroco, está dividido por dos series de pilares en tres naves. La presencia del púlpito constituye un hecho insólito en las iglesias rusas. La decoración aparece dominada por el motivo de los querubines. Del techo cuelgan cinco amplias lámparas de cristal. Las pinturas de los muros representan escenas del Evangelio, y constituyen importantes obras en el desarrollo de las artes figurativas de Rusia. Son especialmente significativas las decoraciones barrocas del altar y el iconostasio. De este último, cuya estructura fue realizada en 1727 según diseño de Trezzini, forman parte interesantes iconos, con temas originales con santos y héroes pintados en estilo realista. En la iglesia y en la capilla funeraria anexa, se encuentran las Tumbas de los Romanov, 33 tumbas casi todas de mármol blanco con las águilas imperiales de bronce dorados representadas en las esquinas. A la derecha del iconostasio se halla el sarcófago, de Pedro I el Grande, decorado con numerosas medallas que glorifican sus gestas de armas y siempre adornado con flores; también se distinguen las tumbas de Alejandro II y su esposa en jaspe verde de los Urales y cuarzo rosa; la tumba de Alejandro III con la corona de laurel y la espada donada por Francia. También se encuentran aquí los cuerpos de Nicolás II y su esposa Catalina, así como sus hijos, asesinados durante la revolución en 1918. Sus cuerpos fueron trasladados a la Catedral en 1998. En 2006 fue también sepultada en la catedral Marija Fëdorovna, madre de Nicolás II, muerta en el exilio en 1928.

Seguidamente llegaremos a la Catedral de San Nicolás de los Marinos, obra maestra de la arquitectura barroca erigida entre 1753-1762 por el arquitecto Cevakinskij, discípulo de Rastrelli, por encargo del príncipe Golitsin, que ofreció a la zarina Elisaveta Petrovna erigir el templo de San Nicolás protector de los marinos, en honor de las hazañas de la Flota Rusa. Esta zona, desde tiempo de la fundación de la ciudad, estaba poblada por marinos, debido al gran número de vías de agua que la surcan y a su proximidad con el puerto de la ciudad. Posteriormente se instaló aquí el Regimiento Naval de la ciudad. La catedral consta en realidad de dos iglesias diferentes, situadas cada una de ellas en uno de los dos pisos que la componen: la iglesia de San Nicolás en el piso inferior, y la iglesia de la Epifanía en el superior, ambas ricamente decoradas con molduras y columnas de orden corintio. La iglesia superior con increíbles dorados, excesivamente recargados y con innumerables iconos del siglo XVIII rodeados de marcos de plata. Un magnífico iconostasio, con columnas adornadas con guirnaldas. El exterior, embellecido con excelentes frisos, presenta un tema decorativo peculiar a base de haces de tres columnas, de las que la central forma la esquina del edificio, en una referencia a la arquitectura rusa antigua. Posee cinco espectaculares cúpulas doradas de bulbo y el color azul y blanco resaltando en su fachada como clásico ejemplo del barroco ruso al que pertenece. El campanario se yergue como torre independiente, cuadrada, resuelta con columnas en los tres primeros pisos, terminando con un tambor redondo coronado por una aguja según un modelo típico barroco. Se intentará hacer coincidir nuestra visita durante la celebración de una misa ortodoxa rusa.

Almuerzo en restaurante local.

La tarde la dedicaremos a la visita del Museo del Hermitage, una de las más importantes pinacotecas y museos de antigüedades del mundo. La colección del museo ocupa un complejo formado por seis edificios situados a la orilla del río Neva, siendo el más importante el Palacio de Invierno, residencia oficial de los antiguos zares. También forman parte del museo el Palacio Menshikov y el Edificio del Estado Mayor. En sus suntuosos interiores, ricamente decorados, encontraremos antigüedades griegas y romanas, cuadros (15.000), esculturas (12.000), obras gráficas (600.000) arte oriental, piezas arqueológicas (600.000), monedas y medallas (1.000.000) arte ruso (300.000), joyas, armas o valiosos libros. Sus más de tres millones de piezas se encuentran repartidos en 400 salas, lo que supondría, si lo viéramos todo, recorrer 24 km. Hay un chiste ruso que nos cuenta que si dedicáramos un minuto a cada objeto del museo, tardaríamos once años en verlos todos. La creación del museo se debe a la pasión de Catalina II por la pintura. En el año 1764 adquirió una colección de 225 cuadros de pintura holandesa y flamenca con los que decoró el Palacio de Invierno. Pronto se quedó pequeño y construyó en 1767 un edificio neoclásico de dos pisos, el llamado “Pequeño Hermitage“. A partir de aquí se fueron creando otros edificios donde se exponían las nuevas adquisiciones. En 1851 se terminó el “Nuevo Hermitage“, levantado por Nicolás I, por la adquisición de colecciones completas del extranjero y la acumulación de sucesivos descubrimientos arqueológicos provenientes de la Rusia meridional (pueblos escitas). En 1852 las colecciones del Hermitage se abrieron al público con la denominación de “Museo Imperial“. Entre tanto, durante el siglo XIX y hasta la I Guerra Mundial, los tesoros siguieron acumulándose en sus salas y almacenes. Después de la Revolución, tanto los palacios como las colecciones contenidas, fueron declarados bienes nacionales. Al mismo tiempo, lo más valioso de los palacios imperiales fue trasladado al museo, llegando a cuadriplicar el número de obras existentes en los fondos. El renombre internacional del museo, se debe especialmente a sus colecciones de pintura de las escuelas italiana, flamenca, francesa y española. Encontraremos obras maestras de Leonardo da Vinci, Rafael, Rembrandt, Tiziano, Tintoretto, Caravaggio, Velázquez, El Greco, Rubens, Van Dyck, Picasso, Matisse, Cézanne, Kandinski y tantos otros.

Las colecciones están divididas en nueve departamentos que, por orden de salas son:

  • PLANTA BAJA

    • Culturas primitivas, desde el Paleolítico a los eslavos: salas 11-33

    • Arte de Oriente: salas 34-100

    • Arte del Próximo y Medio Oriente: salas 80-94

    • Antigüedades clásicas: salas 106-131

  • PRIMER PISO

    • Cultura y arte rusos: salas 147-198

    • Arte de Europa Occidental: salas 200-303

  • SEGUNDO PISO

    • Arte de Europa Occidental: salas 314-350

    • Arte Oriental: salas 351-397

    • Numismática: salas 398-400

Alojamiento en Solo Sokos Hotel Vasilievsky.

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