Fueron los guerreros de Japón en la premodernidad. Representaban a la clase militar que luego se volvió en el grupo dominante hasta el periodo Edo. El samurái debía cumplir con el código ético del bushido (el camino del guerrero). Este código hacía énfasis en la lealtad al maestro, autodisciplina y respeto hacia uno mismo, y un comportamiento ético.
Su origen data del periodo Heian (794-1185), cuando eran contratados por lugartenientes que se habían vuelto poderosos e independientes del gobierno central, y contrataban ejércitos para su propia protección. En este periodo el estado central había perdido el control de las zonas rurales, por lo que los lugartenientes tuvieron que llenar ese vacío de poder con una nueva clase guerrera. Existían sobre todo dos clanes muy poderosos, los Minamoto y los Taira. Pronto lucharon entre sí por el poder, y los Minamoto triunfaron, estableciendo el shogunato (gobierno de la clase militar) como el nuevo status quo.
Durante el periodo Muromachi el país se dividió en varios pequeños estados que luchaban entre sí, por lo que los guerreros eran muy solicitados (en este periodo se sitúan las películas más importantes de Kurosawa). Posteriormente, sobre el año 1500 se consolidó un solo estado que posicionó a la clase guerrera en la cima de la estructura social, seguida de los granjeros, los artesanos y por último los comerciantes. En este periodo se obligó a los samuráis a vivir en los castillos de las aldeas bajo la custodia de un daimyo (señor feudal). Los samurái sin un daimyo se llamaban ronin, y eran rebeldes que causaron disturbios durante ese siglo.
Con el periodo Edo, que duró unos 250 años, llegó una paz relativa, por lo que la importancia del conocimiento de artes marciales declinó. Muchos samurái se volvieron burócratas, maestros o artistas. El periodo feudal llegó a su fin en 1868 con el inicio de la restauración Meiji, y unos cuantos años después se abolió la clase de los samurái.
Las reformas del Emperador Meiji, de carácter democrático, contaron con apoyo de la población. Con ellas se eliminó el poder a los samurái y a los daimyo y se trasladó la capital de Kyōto a Tokio. Varios de los antiguos samurái terminaron alistándose en el ejército del gobierno, y muchos otros se levantaron en su contra en la Rebelión de Satsuma, donde fueron derrotados, llegando a su fin la era samurái. Una leyenda famosa de los samurái es la de los “47 ronin”. La leyenda dice que el daimyo Asano Naganori intentó matar a Kira en el castillo de Edo. En su intento logró herirlo, pero no matarlo. Como estaba prohibido utilizar espadas en el castillo fue obligado a cometer seppuku (suicidio). Tras su muerte, sus territorios le fueron arrebatados y su familia quedó en la miseria. Se esperaba que sus samurái cometieran seppuku siguiendo la suerte de su daimyo, pero 47 de ellos decidieron vivir y vengarse de Kira. En una noche de invierno se introdujeron en el castillo y mataron a sus samuráis. Luego acorralaron a Kira y le dieron la opción de cometer seppuku y morir honorablemente. Como no se atrevió, finalmente fue ejecutado por Oishi, el líder de los ronin. Tras haber cobrado la venganza cometieron seppuku 46 de ellos. El último ronin había sido enviado como mensajero para difundir la noticia y fue perdonado. Tras su muerte fue sepultado junto a los demás ronin en el templo de Sengakuji.