Libro de Viaje a Canadá 2019, día 05 de julio, visitaremos la Isla de Orleáns, la Costa de Beaupré y Montmorency

En nuestro viaje a Canadá 2019, el día 05 de julio conoceremos la Costa de Baupré, la Isla de Orleáns y Montmorency.

Desayuno buffet en el hotel.

Nos desplazaremos hasta la Costa de Beaupré, para realizar una excursión de medio día, donde percibiremos el fondo católico de esta zona. Sus pueblos ofrecen una fascinante visión de la vida rural de Quebec. La Isla d´Orleans, ubicada en el río San Lorenzo, con casi 400 km2, se encuentra repleta de casas con más de 300 años de antigüedad, que han permanecido intactas, y le dan un aire normando a la zona. Hasta bien entrado el siglo XX la isla carecía de comunicación terrestre con el continente, hasta que en 1935 se abrió un puente; esto fue lo que mantuvo este enclave con su aspecto original. Pararemos en el magnífico Cañón de Santa Ana, parque natural por los que caminaremos. Visitaremos la iglesia de Sainte Anne de Beaupré, santuario dedicado a la madre de la Virgen María cuyos legendarios orígenes se remontan a 1650, cuando un grupo de marineros amenazados por una tempestad fueron salvados del desastre rezando a Santa Ana.

Desembarcaron aquí mismo y en agradecimiento, construyeron una capilla en honor a Santa Ana, patrona de los náufragos. Cada año, más de 800.000 visitantes acuden a este lugar en el día de la santa, el 26 de julio. La basílica actual, de estilo neorromántico, se construyó en la década de 1920, y es el quinto templo edificado en este lugar. Tras la entrada se elevan dos columnas de muletas, testimonio de las múltiples sanaciones atribuidas a Santa Ana. El techo abovedado está decorado con mosaicos de oro que representan la vida de Santa Ana. En el crucero hay una gran estatua dorada de la santa acunando a la Virgen María. Llegaremos hasta las Cataratas Montmorency, la cascada más famosa de la región. En su desembocadura en el San Lorenzo, el rio Montmorency forma un salto de agua de 86 metros, esto es 30 metros más de caída que las del río Niágara. Nos acercaremos hasta el salto de agua caminando sobre el vertiginoso puente colgante situado sobre ella.

Almuerzo libre, no incluido.

La ciudad de Quebec se extiende sobre los acantilados de Cap Diamant y domina el río San Lorenzo. Capital provincial y sede del Gobierno regional, la ciudad constituye el corazón del nacionalismo francocanadiense, siendo casi en su totalidad francófona. Han transcurrido 250 años desde que se arrió el pabellón francés en la ciudad, pero la impronta permanece, y es que Quebec, parece Francia. El aire europeo de su ambiente y arquitectura y la crucial importancia histórica de la ciudad, contribuyeron a que en 1985 la UNESCO declarara el Distrito Histórico del viejo Quebec Patrimonio de la Humanidad.

Se trata de la única ciudad amurallada de Norteamérica (al norte de Ciudad de México). Aquí se construyó la primera iglesia del continente, el primer museo, el primer distrito financiero, y el periódico Quebec Chronicle-Telegraph es el periódico más antiguo de América del Norte. Fundada por el explorador francés Samuel de Champlain en 1608, a la que llamó Kebec (“donde el río se estrecha”), siendo la primera ciudad fundada en América del Norte como asentamiento colonial permanente, y no como centro de comercio.

Los ingleses se apoderaron de la ciudad en 1629, pero fue devuelta a los franceses tres años después, convirtiéndose en el centro de Nueva Francia. En 1759 los británicos vencen a los franceses y puso fin al largo conflicto entre ambos países. En 1763 el Tratado de París cedió Canadá a Gran Bretaña. El nuevo poder británico no tardó en darse cuenta de que Quebec era una sociedad radicalmente distinta al resto. Para ello se promulgó en 1774 el “Acta de Quebec”, con el fin de conciliar a ambos pueblos y respetar esa diferenciación. En 1864 aquí tuvieron lugar las negociaciones que llevaron a la formación de Canadá en 1867. Quebec se convirtió en capital provincial.

A la llegada, realizaremos la visita panorámica de la ciudad más antigua del país, en la que tendremos oportunidad de ver sus murallas, cinco kilómetros en perfecto estado que encierran el Viejo Quebec, con cuatro puertas que franqueaban el acceso. Pasearemos por la Ciudad Alta, que domina la mayor parte de la ciudad amurallada.

Construida en casas bajas de piedra, destacamos la Place d´Armes, con una estatua en el centro que rinde tributo a los padres franciscanos que llegaron a estos pagos a principios del siglo XVII. Aquí tienen lugar todas las protestas y manifestaciones populares de los quebequeses. Rodeada de bellos edificios, nos hacen recordar a Francia. En las calles adyacentes podremos ver instalados un montón de pintores callejeros. La Terrase Dufferin, bonita terraza de madera desde la que hay unas magníficas vistas del río, de los montes Laurentinos y de la isla de Orleans.

Al lado de la Terrase se encuentra la estatua de Champlain (1898), homenaje al fundador de Quebec y gobernador de Nueva Francia. Por encima de todo se alza Le Chateau Frontenac, máximo ejemplo de arquitectura de hotel romántica. Construido a finales del siglo XIX, por la Canadian Pacific Rail-way, se trata de un imponente edificio en piedra y ladrillo que domina la ciudad, y pasa por ser el hotel más fotografiado del mundo.

Sus fabulosas torrecillas, alas imponentes, tejados puntiagudos y ventanas de gablete, complementan su espectacular posición en lo alto de Cap Diaman, un acantilado que se desploma en el río San Loreanzo. El hotel ha fascinado a una inacabable lista de genios, entre ellos Alfred Hitchcock, que lo eligió para rodar la secuencia inicial de “Yo confieso” (1953). Durante la II Guerra Mundial, el primer ministro MacKenzie King, Winston Churchill y Franklin Roosevelt planearon aquí el Día-D. La Basilique Cathédrale Notre-Dame de Québec, magnífica catedral, sede principal del arzobispo romano católico de Quebec, cuya diócesis llegaba en otro tiempo hasta México. Un incendio destruyó las dos primeras iglesias del emplazamiento antes de 1640, y la primera catedral fue derribada por los británicos en 1759. Una cuarta versión se incendió en 1922. La catedral actual recuperó el estilo de la original, de 1647. Los materiales modernos (hormigón, acero y escayola), recrean una sensación de ligereza a la que también contribuyen las luminosas vidrieras, los ricos dorados y el gracioso baldaquino que se eleva sobre el altar mayor.

Bajando por una escalera hasta los pies del acantilado, están las calles de la Ciudad Baja, el núcleo a partir del cual creció Quebec. La Place Royale, rodeada de magníficas casas de piedra, fue diseñada en 1688 como plaza de mercado y foro público, siendo el epicentro de la vida en Quebec durante muchos años. Una remodelación emprendida en la década de 1960 le ha devuelto el aspecto que tenía en la época de la conquista. También podremos contemplar las lujosas viviendas de los comerciantes de la época, restauradas en un perfecto estilo bretón a base de piedra y tejados de pizarra, dominada por la iglesia de Notre Dame des Victoires, la iglesia de piedra más antigua de América del Norte. Data de 1688 y recibió su nombre después de las victorias francesas ante las tropas británicas de 1690 y 1711. Su exterior presenta un tejado inclinado rematado por una aguja.

Ya fuera de los muros de la ciudad podremos ver el Hotel du Parlement (Parlamento), un complejo que alberga el discutido Parlamento Regional, de estilo heredero del renacimiento francés. Construido en 1866, la fachada está decorada con 23 estatuas de bronce de figuras insignes de la historia de la provincia. Finalmente llegaremos hasta el Parc des Champs de Bataille, donde se encuentra la Llanura de Abraham, escenario en 1759 de la batalla entre británicos y franceses, que marcó el fin de la dominación francesa en el Alto Canadá, sellando el destino del continente norteamericano.

Alojamiento en Delta Hotels by Marriott Quebec.

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