Jerusalén, la ciudad tres veces santa levantada sobre las ruinas del gran templo de Salomón

Fundada sobre las ruinas arqueológicas del gran templo de Salomón, Jerusalén se presenta hoy como una ciudad medieval en el interior de sus sólidas murallas, edificadas o reparadas en el siglo XVI por el sultán Solimán el Magnífico, con sus estrechas calles cubiertas y sus zocos construidos en el siglo XIV. Más de 220 monumentos s han inventariado en la medina de Jerusalén. (La ciudad vieja de Jerusalén y sus murallas fueron incluidas por la UNESCO en la Lista del Patrimonio Mundial en el año 1981).

En esta ciudad santa los edificios religiosos son los más numerosos. En la ciudad vieja existen cuatro monasterios e iglesias de diferentes confesiones cristianas. La iglesia más antigua es la del Santo Sepulcro o de la Resurrección, comenzada en el año 327 por orden del emperador Constantino sobre la tumba sagrada. La basílica se prolongó durante los siglos XI y XII hasta el lugar en que la tradición sitúa el Gólgota y las reliquias de la Cruz de Cristo.

El Domo del Roquedo, situado sobre la roca del sacrificio de Abraham, fue construido entre los años 668 y 691 por el califa omeya Abd el-Malidk. A este mismo califa se debe la fundación de la mezquita Al-Aqsa, unida a la tradición del viaje nocturno del profeta Mahoma. En ella destacan las decoraciones de mosaicos y de madera esculpida.

El Muro de las Lamentaciones, al que peregrinan cada años miles de personas, formaba parte de la pared occidental de muro que sostenía la base de la explanada en la que se alzaba el denominado Templo de Herodes.

El nombre actual es la traducción del término hebreo Yerusalaim, que a su vez deriva del nombre cananeo Urusalim, que significa «fundación de Salem». En el libro del Génesis se menciona al cananeo Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo y rey de Salem. Fue contemporáneo de Abrán. La tradición judía posterior identificó Salem con Jerusalén. Durante la etapa de ocupación de los jebuseos se la llamó Jebus, pero la tradición judía lo cambió por el de ciudad de David, después de ser ocupada y convertida en capital por este rey. El nombre Sión, de origen cananeo, tuvo en la literatura profética y en los salmos un sentido mesiánico escatológico; más tarde designó la colina norte donde Salomón edificó el Templo. Posteriormente, los judíos dieron este nombre a la colina suroccidental donde estaba el Cenáculo y tuvo su sede la primera comunidad cristiana.

El Templo de Jerusalén

En el año 169 a.C. Antíoco IV conquistó Jerusalén y saqueó el Templo, que fue dedicado a Zeus Olímpico; esto derivó en la revuelta de los Macabeos, que recuperaron Jerusalén y restauraron el culto judío en el Templo. El 63 a.C. fue conquistada por Pompeyo, que nombró a Herodes el Grande rey vasallo de Jerusalén. éste se dedicó a embellecer la ciudad con nuevas edificaciones: un anfiteatro y un teatro y el Palacio Real. La más importante de sus obras fue la reconstrucción del Templo iniciada el año 20 a.C. Amplió la explanada hacia el oeste, sur y norte y la rodeó de pórticos y hacia el centro de la explanada se levantó el Santo de los Santos precedido de diferentes patios y numerosos patios.

El Templo sufrió un incendio provocado en el año 70 d.C. durante el asedio de las legiones romanas y la ciudad quedó destruida. Sofocada la segunda revuelta judía contra los romanos, el emperador Adriano ordenó que sobre el lugar del Templo se levantara otro, dedicado ahora a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y en el sitio del Gólgota y del Santo Sepulcro se construyó el templo de Venus.

El año 326 Santa Elena visitó la ciudad junto con su hijo, el emperador Constantino, que ordenó destruir el templo de Venus y comenzó la construcción de la Basílica del Martyrium, junto al montículo del Gólgota. A finales del siglo IV se levantó una nueva basílica en el lugar del Cenáculo por orden del patriarca de Jerusalén, Juan. El reinado del emperador Justiniano (527-565) fue el período de máximo esplendor de la ciudad: edificó, entre otras, la Nueva Basílica de Santa María, que aparece representada en el mosaico de Mádaba. El año 614 Jerusalén fue de nuevo saqueada por los persas sasánidas, que robaron la Cruz de Jesús. El emperador Heraclio la recuperó el año 628. Diez años después la ciudad fue, de nuevo, conquistada, esta vez por los musulmanes, liderados por el califa Omar.

Los reyes Omeyas construyeron las mezquitas de la Roca y la de Al-Aqsa. El año 1099 los cruzados intentaron entrar en Jerusalén y lo consiguieron, pero fueron expulsados por Saladino el 1187, que cambió el aspecto de la ciudad debido a la nueva concepción del espacio: las plazas se redujeron y las calles se estrecharon y cubrieron con bóvedas y arcos. Sin embargo, las construcciones más representativas de este periodo cruzado son la Basílica del Santo Sepulcro y la iglesia de Santa Ana. Del año 1250 al 1517 Jerusalén estuvo ocupada por los mamelucos de Egipto, cuya huella todavía se conserva en la puerta del Mercado del Algodón.

Durante el periodo Otomano (1517-1917) perdió mucha importancia, si bien se reconstruyeron la muralla y alguna de sus puertas. En 1917 los ingleses expulsan a los turcos de Jerusalén, que se convierte en capital de Palestina durante el mandato británico (1920-1948). Un año antes estalló la guerra entre judíos y árabes. Al proclamarse la independencia del Estado de Israel en 1948 Jerusalén quedó dividida: la Jerusalén Este para los palestinos y la zona occidental para los judíos, que durante la Guerra de los Seis Días conquistaron la Jerusalén Este, nombrándola capital de Israel. La Jerusalén antigua es la parte de la ciudad de dentro de la muralla reconstruida por Solimán el Magnífico en el siglo XVI.

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