Isfahán, un tesoro de la arquitectura islámica en Persia, Patrimonio de la Humanidad

Isfahán -Esfahán- es la capital de la provincia de Isfahán, tercera ciudad más grande de Irán, antigua Persia. Situada en las llanuras de Zayandeh Rud, a las faldas de la cordillera de Zagros y ubicada en las rutas clave norte-sur y este-oeste que atraviesan Irán. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y en ella podemos disfrutar de algunos de los mejores ejemplos de la arquitectura islámica desde los siglos XI y XIX.

Los iraníes la consideran capital cultural y arquitectónica del país y no dejan pasar ocasión de visitarla cuando tienen un periodo de descanso, sobre todo en los primeros meses de la primavera. Isfahán fue capital de Imperio Persa en el año 1047, bajo los selyúcidas, condición de la que fue desposeída 180 años más tarde con la llegada de los mongoles y que recuperó de nuevo en el reinado del rey safávida Abás I el Grande, principal impulsor de su enorme belleza y de las grandes obras que hoy la adornan. El Sha Abbas el Grande fue realmente quien causó la Edad de Oro de Isfahán al convertirla en la capital de la dinastía Safávida, en el siglo XVI. Bajo su tutela, Isfahán fue conocida por los persas como Nesf-e-Jahan, o «la mitad del mundo», ya que poseía inmensas riquezas –dinero, geografía, arquitectura, religión y cultura-, lo cual hacía creer que al verla se veía la mitad del mundo.

En su etapa de máximo esplendor, Insfahán disponía con algunos de los parques, escuelas religiosas, bibliotecas, baños públicos o mezquitas más espectaculares del mundo. Eso trajo consigo que fuera una de las más pobladas para la época, más de un millón de personas. Su puerta de entrada, de treinta metros de altura, está cubierta por láminas de oro y plata y azulejos azul turquesa extraordinariamente decorados, algo que se repite en los cuatro bellísimos pórticos del patio interior, elaborados con sumo cuidado por los mejores artesanos de cerámica y mosaicos y los más destacados calígrafos de la época. Es un orgullo para los isfahanitas y un lugar donde se la paz reina por doquier.

No muy lejos está el jardín de Baghe Chehel Sotun -las 40 columnas-, que junto a una otros nueve jardines que se consideraron el mejor ejemplo de jardín clásico persa, también son parte de la del Patrimonio Universal de la Unesco y merece, sin duda, una larga y tranquila visita.

Isfahán está ubicada en un oasis, lo que permite que sus habitantes puedan cultivar trigo, cebada, arroz, uvas, melones y alfalfa, amén de disponer y mantener rebaños de ganado, como cabras, ovejas e incluso burros. A pesar de estar en un desierto, se trata de una zona exhuberante. Isfahán es también uno de los más importantes centros de artesanía y en las calles que rodean Naqshe Yahan se acumulan talleres de pintores miniaturistas, cerámica y vendedores de alfombras.

La Plaza Real de Isfahán es tan bella que ha recibido el nombre de “imagen del mundo“. Se construyó hacia el año 1612 con dimensiones de 600 por 160 metros. Está rodeada por una serie de galerías cuyas fachadas se encuentran a dos niveles. El primer piso es en realidad un nicho poco profundo, mientras que el piso bajo se ha convertido en un bazar cubierto o una galería de vendedores. Sus cuatro principales monumentos están adornados con excepcionales murales considerados como obras maestras del arte safávida. En el extremo sureste de la plaza se levantó, entre 1612 y 1630, la Mezquita Real, cuya estructura está desequilibrada con relación a la plaza, con objeto de orientar el mihrah hacia la Meca.

Recubierta totalmente por bellísimos azulejos de loza o kasis, posee unas dimensiones de 130 por 120 metros y su cúpula alcanza los 54 metros de altura. Hacia la mitad del lado este de la Plaza Real se encuentra la mezquita de Jeque Lotfollah, construida entre 1602 y 1618. De pequeñas dimensiones, 35 por 40 metros, y desprovista de minaretes era el oratorio privado del soberano.

El Palacio de la Puerta Alta se localiza en la mitad de la parte oeste de la plaza. Con unas dimensiones de 30 por 45 metros posee una altura de unos 6 pisos y es uno de los raros vestigios que quedan en la ciudad de lo que fue el barrio de los palacios. El pórtico de Qeyssaiyeh, realizado entre los años 1602 y 1619, se encuentra en el centro del extremo noroeste de la plaza. La gran puerta está flanqueada por palcos y coronada por un balcón en el que se situaban los músicos. (La Plaza Real de Meidan Emam de Isfahán fue incluida por la UNESCO en la Lista del Patrimonio Mundial en el año 1979).

Compartir

Viajar con Vagamundos es mejor