El templo de Borobudur es un templo budista del siglo VIII con forma de flor de loto y se trata de una obra budista casi intacta de esa época. Este templo se encuentra en la llanura de Kedu, en la Java central y es uno de los monumentos arquitectónicos más importantes de Asia. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y se trata de una empinada pirámide construida con seis pisos rectangulares, tres terrazas circulares y una estupa central que hace las veces de cumbre. Toda su estructura tiene forma de loto, la flor sagrada de Buda.
Los muros y balaustradas contienen decoración realizados con bajorrelieves y cubre una superficie total de 2.500 metros cuadrados. Alrededor de las plataformas en forma de círculo se encuentran 72 estupas caladas y cada una de ellas contiene una estatua de Buda. El paisaje que rodea a esta construcción solo puede denominarse de idílico, con colinas de color esmeralda, terrazas infinitas de arroz y cuatro volcanes. Este templo de Borobudur fue construido durante más de 80 años y fue gracias a la dinastía Sailendra, que tuvieron claras intenciones de que fuera una imitación de un microcosmos del universo y que proporcionara una imagen visual diáfana de las enseñanzas de Buda, amén de mostrar de forma práctica, las etapas que cada persona debe superar en la vida para alcanzar la «iluminación».
Cuando los visitantes acudían a este lugar de peregrinación, debían pasar por los distintos niveles, de forma sucesiva y partiendo de la base, observando los frisos que ilustran las consecuencias de vivir en un mundo de deseos. Los otros cinco niveles posteriores nos muestran cómo desligarnos de esos peligros, sobre todo del deseo y el apego y cómo derrotarlos. Los 160 paneles ocultos no narran una historia continua, pero cada panel nos ofrece una ilustración de causa-efecto. Hay ejemplos de ciertas actitudes inadecuadas, como cotillear y/o asesinar, cada una con su castigo correspondiente. Hay incluso actividades loables, como la caridad y la peregrinación a santuarios, con sus premios correspondientes. También están recabados los sufrimientos del infierno y placeres del cielo. Hay además escenas de la vida diaria, junto al panorama del samsara –el ciclo infinito de la vida y la muerte-.
Después de visitar la sección cuadrada del templo, repleta de ángulos rectos, acudimos a una cumbre redonda y sin adornos, en la que los Budas y santos meditan en paz, contemplando una vista espectacular y de gran belleza. En el centro hay una torre en forma de campana -o estupa-, apuntando hacia el cielo, un reino más allá de las formas y los conceptos que conocemos como Nirvana.