Los rollos del Mar Muerto son más de 900 pergaminos y papiros escritos en arameo y hebreo (y unos pocos en griego) encontrados en 11 cuevas de las casi 300 inspeccionadas en Qumrán, en el desierto de Judea, entre los años 1947 y 1956.
Un joven pastor de la tribu taamira, llamado Mohamed al Dib, buscaba una cabra que había escapado de su rebaño en la ribera occidental del Mar Muerto. Fatigado de la persecución infructuosa se puso a descansar entre las rocas. Vio en unos salientes un agujero oscuro, por donde dejó caer una piedra. Quedó asustado al oír un ruido como de tejas que se rompían. Repitió la acción con parecido resultado. Se asomó con precaución y esfuerzo, y logró distinguir dos hileras de vasijas, cinco de un lado y tres de otro, algunas rotas.
Se marchó del lugar y contó el caso a un amigo suyo, Ahmed Mohamed. Al día siguiente fueron al lugar y hallaron, decepcionados, que una de las jarras contenía unos rollos, envueltos en tela pegajosa y protectora (el Génesis apócrifo era uno de ellos). Las otras estaban vacías. Era el año 1947.
En otra visita al lugar descubrieron otros cuatro rollos y terminaron vendiéndolos a varios comerciantes de Belén. Un profesor de la Universidad Hebrea, Eleazar Sukenik, compró tres de ellos y los otros cuatro fueron adquiridos por el arzobispo Athanasius Yeshue Samuel, del monasterio siriaco ortodoxo de Jerusalén, que pagó 100 dólares por el lote.
Cuando estalló la guerra tras el nacimiento del Estado israelí, el prelado huyó con sus manuscritos a Estados Unidos vía Beirut. Allí los puso inicialmente a la venta por un millón de dólares, pero nadie los compró, ya que no estaba clara su antigüedad, la suma era muy elevada y existía el temor a que fuesen reclamados por Israel o por los palestinos.
Finalmente, el arzobispo puso un anuncio en el Wall Street Journal rebajando el precio y el arqueólogo Yigael Yadin los compró en secreto para el Estado de Israel por 250.000 dólares. Una compra que el primer ministro hebreo, Moshe Sharett, anunció en febrero de 1955.