El mundo maya VIII. Los grandes centros ceremoniales: CHICHEN ITZÁ | Las historias de Vagamundos

Chichen Itzá, “Boca-del-pozo” (chichen) “de los brujos-de-agua” (Itzá), es el complejo precolombino más grande de Yucatán, y uno de los centros ceremoniales más espectaculares de toda la antigüedad.

Los grandes centros ceremoniales: CHICHEN ITZá

Chichen Itzá, el último suspiro maya

Su arquitectura es bastante innovadora respecto de las ciudades mayas clásicas, con grandes columnas y pilastras, construidas con enormes bloques de piedra tallados y superpuestos. Su historia posee muchos interrogantes.

Los primeros estudios de la ciudad

El primer occidental que habló de las ruinas de Chichen Itzá fue el religioso español, ya citado anteriormente en este blog sobre el Mundo Maya, Diego de Landa (1524-1579), que quedó fascinado por las leyendas indígenas que hablaban de un gran pozo natural (cenote) donde se practicaban sacrificios humanos desde tiempos inmemoriales.

Describió el lugar en 1566, en un detallado informe en el que hablaba de las costumbres de los mayas, así como los edificios que la selva había ocultado tras siglos de abandono.

No fue hasta 1864, cuando ese texto que estaba sepultado en la biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid, fue descubierto por el estudioso francés Charles étienne Brasseur de Bourbourg, sacerdote considerado uno de los pioneros en el estudio de la arqueología, la etnología y la historia precolombina de Mesoamérica. Gracias a este hallazgo comenzó a descifrarse el complejo sistema de signos que inscribían los mayas en las piedras de sus templos y monumentos.

Unos años antes, en 1841, el lugar fue visitado por el célebre John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood. A partir de aquí se suceden las visitas de otros viajeros y arqueólogos como Desiré Charnay (1828-1915), Teodor Maier (1842-1917) y Alfred Percival Maudslay (1850-1931), que describen sus grandiosas ruinas.

Un descubrimiento extraordinario: el Cenote Sagrado

El arqueólogo y diplomático estadounidense Edward Herbert Thompson Worcester (1857-1935) gran estudioso de la civilización maya, llegó a Mérida en 1885 y desde entonces pasó la mayor parte de su vida en Yucatán. Aunque cuando arribó solo hablaba inglés, aprendió español rápidamente y también logró hablar el idioma maya fluidamente.

El hecho de que Chichen Itzá adquiriera en 1904 gran renombre internacional se debe a que Thompson realizó sondeos en el Cenote Sagrado donde descubrió huesos y algunos objetos de madera.

El Cenote Sagrado es un pozo natural de 60 metros de diámetro y 35 m de profundidad que era utilizado con fines religiosos y ceremoniales. A él se llega por un sacbé (un camino recto, elevado, sin desniveles y pavimentado construido por los mayas), que parte de la pirámide de Kukulcán. En el norte de la península de Yucatán llueve muy poco, y no hay ríos ni importantes, por lo que estos pozos son fundamentales para el abastecimiento de agua.

Los mayas pensaban que los cenotes eran la morada del dios de la lluvia, uno de los más importante de su panteón. Es por ello que dedicaban sacrificios y ofrendas, que eran arrojados a las profundidades de esas bocas del otro mundo.

El pozo fue dragado durante varios años y hasta 1911, dando como resultado el hallazgo de los restos de 34 individuos y de joyas de oro y cobre dorado, jade y cerámicas para el culto.

Thomson se apropio de estas piezas que vendió al Museo Peabody de Estados Unidos. Después de la intervención del gobierno mexicano, el museo aceptó devolver a México la mitad de lo saqueado por Thompson en 1972, y otras piezas más en 2008.

En 1923 se iniciaron nuevas campañas de excavación dirigidas por Sylvanus Griswold Morley (1883-1948), que sacaron a la luz algunos valiosos monumentos. Siguieron los estudios, y en los años sesenta, con la colaboración de National Geographic Society, se volvió a explorar el Cenote Sagrado.

Se desecó el pozo, y se recuperaron vasijas y algunos artículos de oro, fragmentos de tejidos, corales, así como otros muchos esqueletos y objetos de metal procedentes de intercambios comerciales con otros pueblos (los mayas no eran orfebres), como utensilios y adornos para las élites y algunos discos con inscripciones.

El estudio de los restos humanos demostró que el sacrificio de doncellas al que se refería Diego de Landa no era el único uso ceremonial del Cenote Sagrado, ya que además de mujeres también había restos de hombres y animales.

El origen de de la ciudad

Al parecer la ciudad fue fundada en el siglo V d.C., por los itzáes, un pueblo de mayas puros.

Tuvo un primer periodo de esplendor entre los siglos VII y IX. En el siglo X, entró en declive y fue parcialmente abandonada.

Hacia finales del siglo llegan las tribus del norte de origen tolteca, al parecer, capitaneados por su gobernante Kukulcán-Quetzalcóatl, que ostenta el mismo nombre del dios pájaro-serpiente común en todas las culturas mesoamericanas.

Estos toltecas se fusionaron con los nativos, imponiéndose una teocracia militarista. Se produce una fusión artística entre la refinada civilización maya y las influencias aportadas por los invasores toltecas, que introdujeron elementos simbólicos y elaborados por las culturas del altiplano mexicano.

Se propagó el culto a la serpiente emplumada y el Cenote Sagrado comenzó a recibir sacrificios humanos. Los toltecas respetaron las viejas construcciones, y a las nuevas añadieron algunos símbolos y ornamentos, dando origen al estilo maya-tolteca, en el que se mezclan elementos de ambas culturas.

Los mayas aceptaron y asimilaron las nuevas fórmulas lo mismo que los griegos hicieron con la cultura romana, y en ambas situaciones la influencia fue mutua. Además, los beligerantes toltecas convirtieron el sacrificio humano en casi una obsesión, como demuestran en Chichen Itzá numerosos grabados de tan sangriento ritual.

Durante este periodo Chichen Itzá se convierte en el mayor centro político de las tierras bajas de Mesoamérica y ejerció una indudable hegemonía cultural sobre toda la zona, en parte gracias al control de la navegación costera de Yucatán, que aseguró la regularidad de los intercambios comerciales y las interacciones entre comunidades: Isla Cerritos fue un puerto itzá que, junto con Isla Mujeres, comunicaba la costa del golfo de México con Centroamérica.

La península de Yucatán quedaba justo en medio de las vías marítimas, y en esa privilegiada situación basó Chichen Itzá su poder económico, sustentada en el control ejercido sobre productos fundamentales como el pescado, sal, algodón o el cacao.

Excavaciones recientes han mostrado los diversos materiales procedentes de otras regiones que llegaban a Chichen Itzá (obsidiana, oro, jade o turquesa) y que confirman la importancia de estos intercambios comerciales.

Un incierto final

Alrededor del año 1100 se funda a pocos kilómetros de Chichen Itzá un pequeño núcleo, Mayapán, tal vez por gentes procedentes de la propia capital o por individuos del linaje Cocom procedentes de la isla de Cozumel.

Se crea la Liga de Mayapán, que consistió en la unión de las casas sacerdotales de la península, entre las destacaban la de Uxmal, Mayapán y Chichen Itzá.

Pero la liga se disuelve por un desacuerdo entre los caciques de las ciudades participantes que llevó a la ruptura con los itzáes y a una declaración de guerra. Finalmente Mayapán resulta vencedor del conflicto y los itzáes tuvieron que huir a partir de 1194 en un lento éxodo hacia el sur y refugiarse en Petén, de donde habían partido originalmente casi diez siglos.

A partir de ese momento, Mayapán asume la hegemonía en la mayor parte de la región septentrional de Yucatán. Sin embargo esa situación no durará mucho, una rebelión contra Mayapán hace desaparecer el último gobierno centralizado de la civilización maya, que quedó fragmentada en pequeñas unidades políticas denominadas cuchcahob, (una especie de reinos de taifas del mundo yucateco de los siglos XV y XVI) que en el momento de la anexión española eran 19.

Estos pequeños enclaves alcanzan un elevado grado de autonomía política, económica e incluso, organizativa, y su historia queda reducida a continuos enfrentamientos entre sí. Así fue como hallaron la zona los conquistadores a principios del siglo XVI.

El último reducto maya independiente, Noh Peten también conocida como Tayasal, en el lugar de la actual Flores (Guatemala), no sería sometido hasta 1697.

Lo que complica un tanto el enigma final de Chichen Itzá es que algunos estudios recientes, basados en análisis de los restos arqueológicos de la región, indican que fue hacia finales del siglo X cuando se produjo el abandono de Chichen Itzá.

Ello supondría que todas las grandes ciudades fueron abandonadas durante el mismo período a lo largo y ancho del territorio ocupado por los mayas, y que Chichen Itzá no fue una excepción.

El repentino final del esplendor maya no ha sido, pues, explicado suficientemente; es más, parece que cuanto más se profundiza en estudio de esta mítica civilización van aumentando las dudas y desapareciendo las pocas certezas que tenemos.

VISITA DEL YACIMIENTO ARQUEOLóGICO DE CHICHEN ITZá (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988)

De todos los yacimientos mayas, el de Chichen Itzá es el que tiene la historia más compleja. Allí coexistieron dos tradiciones muy distintas: la del estilo Puuc, imperante en Yucatán entre los siglos VII y VIII, y la que llegó del Altiplano Central de México, especialmente de la ciudad tolteca de Tula.

El sitio ocupa una amplia superficie y presenta variados estilos arquitectónicos que se corresponden con las diferentes etapas de su evolución.

Pueden distinguirse entre el denominado Chichen Viejo, con edificios de estilo puuc, anteriores al año 800, característico de otros yacimientos de la zona como Uxmal, Kaph y Sayil: la profusión de grecas y representaciones de serpientes en la parte superior de las fachadas, los altos frontones y sobre todo las omnipresentes máscaras del dios Chac, deidad de la lluvia.

En este sector se encuentran la Casa de Las Monjas, que tiene su frente hacia el norte y consta de tres edificios: Las Monjas, las alas Este y Sudeste, que corresponden a varios períodos de construcción que se superponen.

El edificio conocido como la Iglesia, una pequeña estructura con una sola estancia abovedada, y una puerta de acceso, similar a una capilla rectangular y el Observatorio el Caracol, majestuosa estructura cilíndrica que sirvió como observatorio astronómico.

Posee una escalera en espiral (de ahí viene el nombre que le dieron los españoles) y conserva toda su estructura, pudiéndose observar las hendiduras de los muros correspondientes a las posiciones de algunos cuerpos celestes en momentos importantes del calendario maya.

Hacia el norte se encuentran algunas estructuras de transición, como el Osario o Tumba del Gran Sacerdote, una pirámide de 10 m en cuyo interior había una gruta natural que albergaba numerosas sepulturas.

La Chichanchob o Casa Colorada, debido a una franja pintada en rojo dentro del vestíbulo y la Casa del Venado, con pautas arquitectónicas muy similares a las de Chichanchob. Está en una plataforma o sótano con esquinas redondeadas y una fachada lisa, y con un friso entre molduras y crestas en la parte delantera sin ningún tipo de decoración.

Ambas casas, abren el camino hacia la zona norte, donde se encuentra el Chichen Nuevo, que data de principios del siglo X, donde predominan los momentos arquitectónicos del Altiplano Central, cuando, según recoge la tradición maya, arribaron a la región grupos toltecas procedentes del centro de México que seguían a Kukulcán, el nombre dado por los mayas a Quetzalcóatl, dios representado por una serpiente emplumada.

Aquí, los refinados sistemas mayas son reemplazados por el imponente poderío de la arquitectura tolteca, que en esa época tenía su máxima expresión en Tula: el ejemplo más representativo es el Castillo (llamado así por los españoles por sus imponentes estructuras) o Pirámide de Kukulcán, es en realidad un gigantesco calendario maya hecho de piedra.

La estructura posee 25 m de altura en 9 niveles y 55 m de lado y constituye el mejor ejemplo de la fusión entre las culturas maya y tolteca. En la parte superior se halla un templo de planta rectangular, al que se accede por cualquiera de los lados de la pirámide. En todos los equinoccios ocurre un fenómeno inquietante en la fachada principal. Al caer los rayos del sol, se proyecta una sombra ondulante que evoca una serpiente deslizándose hacia el piso.

Otro misterio: cada una de las 4 escaleras tiene 91 escalones; sumando la plataforma superior se obtiene un total de 365 días, los días que tiene un año. Cada uno de los nueve niveles de la pirámide está dividido en dos por una escalera, formando 18 terrazas separadas que conmemoran los 18 meses de 20 días del calendario haab (año maya). En cada cara de la pirámide hay 52 paneles lisos que equivalen al ciclo de 52 años del calendario maya.

Pero la figura de Quetzalcóatl (la Serpiente Emplumada), es una de las más complejas de la historia de México, ya que siendo al mismo tiempo un soberano y sumo sacerdote tolteca y una divinidad que influye en la mayor parte de los pueblos y culturas de Mesoamérica, tiene a la vez caracteres históricos y míticos que son difíciles de separar.

La iconografía referida a esta divinidad divinidad de los toltecas, aparece por doquier en Chichen Itzá, adaptada a la presencia de rasgos característicos mayas.

Al nordeste de la Pirámide de Kukulcán se sitúa, el Grupo de las Mil Columnas, que muestra vínculos todavía más estrechos con Tula: centenares de columnas, que debían sostener techumbres o constituir pilastras de templos, ocupan una plaza cuadrangular de unos 150 m de lado. La misma columnata está presente en Tula delante del templo de Quetzalcóatl.

El Templo de los Guerreros , de forma cuadrada, con pórtico de gruesas columnas serpentiformes, y tablillas con jaguares grabados, se construyó alrededor del año 1200 y es uno de los edificios más hermosos y mejor conservados de este sitio. En el interior se encuentran los Atlantes de Tula, esculturas en basalto de guerreros con los brazos levantados y los denominados Chac-mool, figuras antropomorfas en una complicada posición reclinada.

El Juego de la Pelota, con unas dimensiones de 168×70 m. es la mayor cancha construida en Mesoamérica para este ritual tan difundido. Además en la ciudad había siete más, lo que da idea de la popularidad de este juego.

Con su característica forma de T, está flanqueado por dos paredes verticales, en las que encontramos escenas de sacrificios vinculadas al ritual del juego, con decapitaciones de jugadores. El lugar posee una acústica extraordinaria: a 135 m de distancia se puede escuchar una conversación.

El Cenote de los Sacrificios, impresionante pozo de de casi 60 m de diámetro y 35 m de profundidad, en el que se efectuaron los sanguinarios rituales consistentes en arrojar hombres, mujeres y niños, vestidos y enjoyados, a la boca del inframundo. Si después de varias horas alguna víctima sobrevivía, se la sacaba del pozo para que comunicara a los sacerdotes el mensaje de los dioses.

Experiencias únicas durante nuestro viaje a MéXICO con VAGAMUNDOS:

– Descubrir el inmenso patrimonio de CIUDAD DE MéXICO, una ciudad abrumadora por extensión y grandeza, con una enorme riqueza cultural y artística. La Casa Museo Frida Kahlo, el Zócalo, la Catedral Metropolitana; el Palacio Nacional, con los murales de Diego Rivera; el Templo Mayor, el mayor santuario azteca; la Plaza de las Tres Culturas, la Basílica de Guadalupa, Xoximilco, una de las grandes obras de ingeniería, …

– Perderte en el Museo Nacional de Arqueología, uno de los más importantes del mundo, donde descubrir las civilizaciones que han creado la riqueza cultural de México: olmecas, mayas, zapotecas o aztecas. Aquí se encuentra la Piedra del Sol azteca (mal llamado Calendario Azteca)

– Sentir las energías místicas de TEOTIHUACáN, el lugar donde “fueron creados los dioses”, una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica y de la cual se desconoce casi todo. Las asombrosas Pirámide del Sol y de la Luna, dominan la ciudad.

– Pasear por las calle de la bellísima PUEBLA, ciudad criolla por excelencia con su bellos edificios coloniales y la más esbelta y hermosa catedral de las construidas en Nueva España. Cerca de allí, otro lugar mítico como CHOLULA, que Cortés describiera como “la ciudad más bella fuera de España”, con la Pirámide de Tepanapa, la más grande de México, sepultada bajo una colina.

– Perderte en OAXACA, otra hermosa ciudad colonial, con sus monumentos barrocos y arquitectura señorial, dentro de un ambiente donde se respira el sosiego y la tranquilidad. Una vez allí tendremos tiempo para recibir la energía telúrica que nos aportarán los antiguos yacimientos de Monte Albán y Mitla.

– Navegar en lancha por una de las grandes maravillas naturales de América, como es el Cañón del Sumidero, una falla con muros que se elevan más de 1300 m desde la profundidad del río.

– Ya en CHIAPAS, pasear por las calles adoquinadas de San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades coloniales más apasionantes y conmovedoras que uno pueda encontrar. Su embriagadora mezcla, indígena, colonial y cosmopolita la hacen única. Además, tenemos muy cerca los pueblos de San Juan Chamula y Zinacantán, donde se conservan las costumbres prehispánicas.

– En medio de la espesa selva tropical, con las pirámides elevándose sobre la vegetación y con los gritos de los monos aulladores perturbando el silencio, disfrutar de la misteriosa belleza de PALENQUE, una de las más importantes ciudades mayas.

– Otro centro arqueológico, plagado de simbolismo es UXMAL, un ejemplo singular del fabuloso esplendor artístico maya. El silencio y la soledad que envuelven estas ruinas contrastan con la animación que debió tener la metrópoli durante su época de esplendor.

– Pasear por los centros históricos de dos de las dos villas coloniales más importantes de YUCATáN, como son CAMPECHE Y MéRIDA, dos bellas ciudades con sus estrechas callecitas adoquinadas y sus soleadas y alegres plazas.

– Bañarte en las cristalinas aguas del cenote de Ik Kil, donde pequeñas cascadas caen desde el techo calizo envuelto en plantas colgantes.

– Aunque no son nuestras ruinas favoritas, por lo masificadas, hay que reconocer que CHICHEN ITZá es uno de los centros ceremoniales más espectaculares de toda la antigüedad. Desde la imponente y monolítica Pirámide de Kukulcán (también conocida como El Castillo), donde la sombra del dios serpiente emplumada sube por las escaleras durante los equinoccios de primavera y otoño, el mayor Juego de la Pelota de Centroamérica, hasta el Cenote de los Sacrificios o el curioso Observatorio El Caracol, el legado de los astrónomos mayas resulta fascinante.

– Tendrás la oportunidad de gozar de la auténtica COCINA MEXICANA. Nombrada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, cada región posee sus propios platos originales. Su cocina está basada en el maíz, los frijoles, el chile, a los que se añaden diversos ingredientes autóctonos. Pídete unos tamales, (masa de maíz cocida y rellena de carne o verduras), unas enchiladas, unos tacos o un guisado de carne acompañado de un buen mole. En general todos los platos se componen de arroz, frijoles y tortas de maíz pero encontrarás una gran variedad de sabores y picantes según la región donde te encuentres.

– México es un auténtico paraíso para las COMPRAS con una infinita variedad de artesanías. Aquí podrás adquirir desde tejidos y joyas de plata y turquesa a tallas de madera, máscaras y otros artículos. La habilidad y creatividad de sus artesanos, te sorprenderán. Las mejores hamacas de hilo de algodón las puedes encontrar en Cancún. En Oaxaca, podremos encontrar su típica cerámica negra, máscaras de madera de variadas formas y colores, y bellas telas y bordados. La cerámica y alfarería de Puebla posee una gran (y merecida) fama; en San Cristóbal de las Casas, son famosos sus diseños de joyas de ámbar y jade.

– Y después de esta hemorragia cultural y culinaria, disfrutar de un día a tu aire en CANCúN, con un mar con miles de matices turquesas, las blancura deslumbrante de la arena compuesta de polvo de coral y muchísimas actividades que puedes realizar.

Artículo elaborado por Eugenio del Río

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