En el cuarto día de nuestro viaje a México pasearemos por la Plaza de las tres Culturas, llamada así porque simboliza la fusión de la cultura prehispánica, la colonial y la moderna. También visitamos el Basílica de Guadalupe, tanto la moderna como la antigua, visitadas todos los años por millones de devotos. A continuación marchamos a Teotihuacán, “el lugar donde fueron creados los dioses”, con sus célebres pirámides del Sol y de la Luna.
Día 4: CIUDAD DE MéXICO
Plaza de las tres Culturas, Basílica de Guadalupe, Teotihuacán y ExConvento de Acolman
Desayuno americano en el hotel.
Por la mañana nos dirigiremos hacia la Plaza de las Tres Culturas. Situada en la antigua ciudad de Tlatelolco (fundada poco después de Tenochtitlán), esta plaza simboliza la fusión de la cultura prehispánica, la colonial y la moderna, que dan como resultado el mestizaje actual del pueblo mexicano. Las ciudades de Tenochtitlán y Tlatelolco eran vecinas y rivales. Los mexicas tenían el poder político y económico, mientras que los tlatelolcas dirigieron el comercio. En 1473, los aztecas subordinaron al pueblo tlatelolca.
Fue la zona comercial más importante del Imperio Azteca al florecer el “tianguis” el mercado más grande de todo el continente americano, que estaba conectado por una calzada elevada con el centro ceremonial de Tenochtitlán. Nos encontraremos con el Templo del Calendario, estructura azteca, dedicada al dios del viento, y cuyo nombre proviene de los glifos que adornan tres de sus costados y representa fechas del calendario azteca.
Ya en la época colonial, los españoles edificaron sus iglesias sobre este recinto, como el Templo de Santiago, que fue construido por los franciscanos en 1610, y que presenta torres gemelas que flanquean la entrada principal; en su interior se conserva la primitiva pila donde fue bautizado Juan Diego (el indígena chichimeca que presenció la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531). También está representada la arquitectura moderna con varios edificios, entre los que destaca la torre de hormigón y cristal del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Desgraciadamente esta plaza ha vivido tres momentos trágicos. En este lugar se libró la última y decisiva batalla contra los mexicas el 13 de agosto de 1521, cuando derrotado Cuauhtémoc fue obligado a capitular ante Cortés; el cronista Bernal Díaz del Castillo describe que la matanza de mexicas fue tan sangrienta que era imposible caminar por el lugar debido a la cantidad de cadáveres apilados. Se estima que más de 40.000 nativos fueron asesinados ese día.
Ya en el presente, en octubre de 1968, fue escenario de un trágico episodio, cuando los militares abrieron fuego sobre una manifestación de estudiantes, causando cientos de muertos. La tercera fue el 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto que afectó a la Ciudad de México provocó (aparte de muchísimas víctimas en toda la ciudad) el derrumbe de algunos emblemáticos edificios en Tlatelolco.
Seguidamente visitaremos la Basílica de Guadalupe, el santuario religioso moderno más importante dedicado a esta Virgen extremeña, donde descubriremos el México profundo. Este sitio se convirtió en lugar de culto después de que un converso cristiano llamado Juan Diego afirmara en diciembre de 1531 que la Virgen María se le había aparecido en el cerro del Tepeyac.
Según se dice, tras numerosas apariciones, la imagen de la Virgen quedó estampada en la capa de Diego, haciendo que un obispo creyera su historia y construyera un santuario en su honor. La antigua basílica fue construida entre 1695 y 1709. De fachada barroca, posee una gran cúpula central y se encuentra flanqueada por dos torres gemelas con relieves de la Virgen.
Visitada anualmente por veinte millones de peregrinos, se trata del templo católico más visitado del mundo después de la Basílica de San Pedro de Roma. A mediados del siglo XX, el edificio sufría un gran deterioro y un apreciable hundimiento. Ello, unido a la falta de espacio para albergar las enormes peregrinaciones, obligó al cierre y a la construcción en 1970 de un templo más grande, que se levantó a su costado, una moderna iglesia de planta circular capaz de albergar 10.000 fieles.
En su interior es objeto de especial veneración la túnica de Juan Diego, sobre la que se dice que quedó fijada la imagen de la Virgen como prueba del milagro. Accederemos mediante una escalera mecánica, lo que impide que la multitud se agolpe allí. Esta túnica sigue siendo un enigma para los científicos: la tela se conserva intacta y no se conoce el origen de los pigmentos utilizados.
Adorada desde los primeros tiempos de la colonia por la población indígena, la “Virgen Morena de Guadalupe” se convirtió en el símbolo de la identidad mexicana y emblema de los insurgentes por la Independencia en 1810. La devoción es tal, que los mismos mexicanos se dicen “guadalupanos” antes que católicos.
Almuerzo en Restaurante Gran Teocalli.
Nos dirigimos a la “ciudad en la que fueron creados los dioses”, TEOTIHUACáN, que se encuentra situada a 50 km al noreste de Ciudad de México. Fue construida a mediados del s. II d.C., alcanzando su apogeo cultual y demográfico entre el año 400 y el 650 d.C., periodo en el que llegó a contar con cerca de 200.000 habitantes.
Centro religioso, político y administrativo de los valles circundantes, Teotihuacán fue el núcleo urbano más desarrollado en el Período Clásico, ocupando un área de más de 20 km2. La expansión de la ciudad se debió tanto a la atracción por el recinto sagrado como a los importantes yacimientos de obsidiana de las proximidades.
Teotihuacán dominaba la “Ruta de la Obsidiana”, lo que le daba el control de toda la economía de la zona, dado que este cristal volcánico era el utilizado en la fabricación de armas (el metal no fue usado hasta el 900 d.C.).
La ciudad estuvo gobernada por soberanos considerados de origen divino, que desempeñaban las funciones de sacerdotes asistidos por una casta sacerdotal formada por nobles y jefes de alta dignidad. Se trata de una de las ciudades más impresionantes del mundo antiguo. Su importancia sobrepasa los límites de su sobrecogedora belleza, de hecho dirigió la vida de otros muchos centros religiosos diseminados por la vasta geografía mexicana.
Su recinto ceremonial, con sus templos, palacios y pirámides, da idea del esplendor de la ciudad, pero casi nada se sabe de sus moradores, cuyo origen modo de vida y desaparición, continúan envueltos en el misterio. Hacia el año 650 comenzó su decadencia. La población se fue reduciendo y durante el siglo VIII alcanzó el ocaso, pero el valle no fue abandonado nunca.
Aunque se han planteado muchas hipótesis, no se sabe con certeza cuál fue la causa de su destrucción: quizás hubo una invasión, o el suelo llegó a agotarse y se terminaron los recursos agrícolas, la mala administración o las luchas internas. El caso es que la ciudad fue abandonada, y los edificios, poco a poco se derrumbaron y una gruesa capa de tierra los cubrió, hasta el punto de que Cortés y sus tropas pasaron muy cerca sin advertir su existencia.
Cuando Teotihuacán declinó, otros centros del entorno que dependían cultural y comercialmente, también llegaron en poco tiempo al ocaso, como ocurrió con Monte Albán. Para las civilizaciones futuras Teotihuacán siguió siendo una antigua y mítica ciudad con una gran importancia ritual. Los aztecas lo tenían como lugar sagrado y creían que fue obra de gigantes.
Recorreremos en su totalidad Teotihuacán (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1987), un enclave único, centro de gran parte de la mitología mexicana, que nos supondrá una experiencia inolvidable.
El lugar de encuentro de los dioses: el cielo, la tierra y los hombres íntimamente unidos por las leyes inexorables del universo.
El trazado en damero de la ciudad fue proyectado en la primera parte del siglo I d.C., y la pirámide del sol fue terminada, sobre un santuario anterior hacia el 150 d.C. El resto de a ciudad se desarrolló entre el 250 y el 600 d.C. siguiendo un plan urbanístico determinado sobre todo por consideraciones astrológicas.
Destacamos la Ciudadela, uno de los conjuntos ceremoniales más importantes de la ciudad, un cuadrado de 400 m de lado formado por cuatro plataformas elevadas coronada por pequeñas construcciones piramidales. Allí se levanta el Templo de Quetzalcóatl, que se encuentra adornado con máscaras de la serpiente emplumada y de Tláloc, el dios de la lluvia; fue construido hacia el 200 d.C. y después cubierto por una pirámide.
La avenida de los Muertos, ancha calzada de 2 km que discurre a lo largo del yacimiento, desde la pirámide de la luna hasta la Ciudadela, pasando al lado de la pirámide del Sol. A lo largo de la misma se encuentran los antiguos palacios de la élite, así como otros edificios importantes. Su nombre se debe a los aztecas, que erróneamente creían que los edificios que lo bordeaban eran tumbas reales.
La Pirámide del Sol, fue construida entre los siglos I y II, con tres millones de toneladas de piedra y es la más grande de América después de la de Cholula (aunque esta aún no ha sido desenterrada). Es la más antigua y más importante construcción del recinto ceremonial. Su base, casi cuadrangular, mide 222 x 225 m y debía alcanzar originariamente unos 75 m de altura (en la actualidad tiene 63 m). Hasta la cima tiene 245 escalones.
Su estructura piramidal está formada por cinco basamentos escalonados (originariamente debieron ser cuatro), cuyos muros en talud están interrumpidos en el centro por escalinatas flanqueadas por rampas lisas. Está rematada por un templo que se alza en la parte superior. Bajo su estructura han aparecido un túnel y varias cámaras. Aunque los aztecas fueron los que le pusieron el nombre de pirámide del Sol, en este punto hay discrepancias, ya que algunos historiadores piensan que en realidad está dedicada al dios de la Lluvia.
La Pirámide de la Luna, aunque más pequeña que la anterior, se eleva a su misma altura debido al desnivel del suelo.
De proporciones más elegantes, fue finalizada en torno al 300 d.C. Su base es de 140 x 150 m y la altura es de 45 m. La estructura está formada por cuatro basamentos escalonados con muros en talud, el último de estos sin su revestimiento original.
Los primeros tres basamentos, así como la construcción piramidal, están interrumpidos en el centro por la escalinata monumental, flanqueada por alfardas. Subiremos hasta la cima, desde donde disfrutaremos de una esplendida vista de la Calzada y la Pirámide del Sol.
El Palacio de Quetzalpapálotl, laberinto de edificaciones residenciales y religiosas, adornado por criaturas mitológicas talladas en los pilares del patio, con ojos de obsidiana y rodeadas por símbolos del fuego y el agua. Posiblemente fue residencia de un importante sacerdote.
Al noroeste de la pirámide del Sol, se encuentra el Palacio de Tepantitla, que alberga el fresco más famoso de Teotihuacán, el ajado “Paraíso de Tláloc”, en el que el dios de la lluvia Tláloc, aparece asistido por sacerdotes y rodeado de personas, animales y peces. Arriba está el siniestro retrato de la Gran Diosa de Teotihuacán, considerada la divinidad de la oscuridad y la guerra porque suele aparecer con jaguares, lechuzas y arañas, animales del inframundo.
Regresamos a la Ciudad de México, pero antes realizaremos una parada para visitar el magnífico Templo y exconvento de San Agustín de Acolman, uno de los más antiguos de México, fundado por los agustinos en el siglo XVII para convertir a los indios del lugar.
Abandonado definitivamente en 1772, luego de una inundación que lo anegó dos metros, el Estado mexicano decidió rescatarlo en 1920. Se trata de uno de los pocos ejemplos de factura plateresca en México, donde se mezclan algunos rasgos de la iconografía y del trabajo artesanal de las comunidades indígenas.
Su distribución es la típica del conjunto conventual tradicional (templo, atrio y claustro), a pesar de que ha tenido varias etapas constructivas, remodelaciones y restauraciones, ya que fue víctima de inundaciones.
El edificio presenta la traza militar típica de los primeros monasterios novohispanos. Frente a la entrada principal al atrio, una hermosa cruz cilíndrica con motivos indígenas y españoles, ejemplo puro de arte tequitqui (manifestaciones artísticas realizadas por indígenas del área mesoamericana), nos dará la bienvenida y nos introducirá en lo que posteriormente encontraremos en el interior del Templo y Convento.
La apariencia intimidatoria del monasterio queda atenuada por la bella fachada plateresca de la iglesia aneja, con columnas renacentistas, jambas profusamente decoradas y una ventana en el cuerpo superior que repite las formas de la portada. En la nave, de 57 m de longitud, sobresale el ábside, con bóveda gótica de abanico y pinturas al fresco.
Destacamos sobre todo el atrio, versión cristiana de la plaza ceremonial precolombina donde los indios se agrupaban para escuchar las prédicas de la nueva religión pronunciadas desde el balcón. Posee un interesante conjunto de elementos ornamentales bellamente tallados con motivos de la flora y la fauna de la región.
Del interior de la iglesia sobresale, en el primer tramo del muro izquierdo de la nave, la pintura mural de un retablo churrigueresco, ejecutado al temple. Al fondo, en los muros del ábside, bellas pinturas murales al fresco, que representan santos, obispos, cardenales y papas, sentados en tronos de proporciones grandiosas.
El Claustro Principal, contemporáneo a la fachada de la iglesia, es de estilo renacentista, con columnas decoradas con motivos vegetales interpretados a la manera indígena. También encontramos hermosas pinturas al fresco con escenas de la Pasión de Cristo, así como cenefas y marcos en las puertas.
Alojamiento en HAMPTON INN & SUITES MEXICO CITY – CENTRO HISTóRICO.
Experiencias únicas durante nuestro viaje a MéXICO con VAGAMUNDOS:
– Descubrir el inmenso patrimonio de CIUDAD DE MéXICO, una ciudad abrumadora por extensión y grandeza, con una enorme riqueza cultural y artística. La Casa Museo Frida Kahlo, el Zócalo, la Catedral Metropolitana; el Palacio Nacional, con los murales de Diego Rivera; el Templo Mayor, el mayor santuario azteca; la Plaza de las Tres Culturas, la Basílica de Guadalupa, Xoximilco, una de las grandes obras de ingeniería, …
– Perderte en el Museo Nacional de Arqueología, uno de los más importantes del mundo, donde descubrir las civilizaciones que han creado la riqueza cultural de México: olmecas, mayas, zapotecas o aztecas. Aquí se encuentra la Piedra del Sol azteca (mal llamado Calendario Azteca)
– Sentir las energías místicas de TEOTIHUACáN, el lugar donde “fueron creados los dioses”, una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica y de la cual se desconoce casi todo. Las asombrosas Pirámide del Sol y de la Luna, dominan la ciudad.
– Pasear por las calle de la bellísima PUEBLA, ciudad criolla por excelencia con su bellos edificios coloniales y la más esbelta y hermosa catedral de las construidas en Nueva España. Cerca de allí, otro lugar mítico como CHOLULA, que Cortés describiera como “la ciudad más bella fuera de España”, con la Pirámide de Tepanapa, la más grande de México, sepultada bajo una colina.
– Perderte en OAXACA, otra hermosa ciudad colonial, con sus monumentos barrocos y arquitectura señorial, dentro de un ambiente donde se respira el sosiego y la tranquilidad. Una vez allí tendremos tiempo para recibir la energía telúrica que nos aportarán los antiguos yacimientos de Monte Albán y Mitla.
– Navegar en lancha por una de las grandes maravillas naturales de América, como es el Cañón del Sumidero, una falla con muros que se elevan más de 1300 m desde la profundidad del río.
– Ya en CHIAPAS, pasear por las calles adoquinadas de San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades coloniales más apasionantes y conmovedoras que uno pueda encontrar. Su embriagadora mezcla, indígena, colonial y cosmopolita la hacen única. Además, tenemos muy cerca los pueblos de San Juan Chamula y Zinacantán, donde se conservan las costumbres prehispánicas.
– En medio de la espesa selva tropical, con las pirámides elevándose sobre la vegetación y con los gritos de los monos aulladores perturbando el silencio, disfrutar de la misteriosa belleza de PALENQUE, una de las más importantes ciudades mayas.
– Otro centro arqueológico, plagado de simbolismo es UXMAL, un ejemplo singular del fabuloso esplendor artístico maya. El silencio y la soledad que envuelven estas ruinas contrastan con la animación que debió tener la metrópoli durante su época de esplendor.
– Pasear por los centros históricos de dos de las dos villas coloniales más importantes de YUCATáN, como son CAMPECHE Y MéRIDA, dos bellas ciudades con sus estrechas callecitas adoquinadas y sus soleadas y alegres plazas.
– Bañarte en las cristalinas aguas del cenote de Ik Kil, donde pequeñas cascadas caen desde el techo calizo envuelto en plantas colgantes.
– Aunque no son nuestras ruinas favoritas, por lo masificadas, hay que reconocer que CHICHEN ITZá es uno de los centros ceremoniales más espectaculares de toda la antigüedad. Desde la imponente y monolítica Pirámide de Kukulcán (también conocida como El Castillo), donde la sombra del dios serpiente emplumada sube por las escaleras durante los equinoccios de primavera y otoño, el mayor Juego de la Pelota de Centroamérica, hasta el Cenote de los Sacrificios o el curioso Observatorio El Caracol, el legado de los astrónomos mayas resulta fascinante.
– Tendrás la oportunidad de gozar de la auténtica COCINA MEXICANA. Nombrada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, cada región posee sus propios platos originales. Su cocina está basada en el maíz, los frijoles, el chile, a los que se añaden diversos ingredientes autóctonos. Pídete unos tamales, (masa de maíz cocida y rellena de carne o verduras), unas enchiladas, unos tacos o un guisado de carne acompañado de un buen mole. En general todos los platos se componen de arroz, frijoles y tortas de maíz pero encontrarás una gran variedad de sabores y picantes según la región donde te encuentres.
– México es un auténtico paraíso para las COMPRAS con una infinita variedad de artesanías. Aquí podrás adquirir desde tejidos y joyas de plata y turquesa a tallas de madera, máscaras y otros artículos. La habilidad y creatividad de sus artesanos, te sorprenderán. Las mejores hamacas de hilo de algodón las puedes encontrar en Cancún. En Oaxaca, podremos encontrar su típica cerámica negra, máscaras de madera de variadas formas y colores, y bellas telas y bordados. La cerámica y alfarería de Puebla posee una gran (y merecida) fama; en San Cristóbal de las Casas, son famosos sus diseños de joyas de ámbar y jade.
– Y después de esta hemorragia cultural y culinaria, disfrutar de un día a tu aire en CANCúN, con un mar con miles de matices turquesas, las blancura deslumbrante de la arena compuesta de polvo de coral y muchísimas actividades que puedes realizar.