Escondido entre China y la India, sus gigantes vecinos, se encuentra un país donde la calma reina en su entorno y en la gente que lo habita: Nepal. Desde el valle místico, lleno de templos y monasterios, hasta la grandiosidad de la cordillera del Himalaya, los exuberantes arrozales verdes y los antiguos pueblecitos medievales, en este viaje descubriremos toda su belleza natural, su cultura y su misterio.
Durante nuestra estancia, deambularemos por las plazas Katmandú, un museo al aire libre, con magníficos templos, pagodas y santuarios medievales. En Pokhara, podremos contemplar el Annapurna al amanecer desde los miradores de la ciudad o ver su reflejo en las aguas tranquilas del Phewa Tal. A mitad de camino entre Katmandú y Pokhara, se encuentra Bandipur, una pequeña joya, cuna de la cultura Newar, una de las etnias más ricas en tradiciones de Nepal, y que posee unas increíbles vistas de los picos himalayos. En Patan, la ciudad hermana de Katmandú, deambularemos por sus callejones y por su plaza Durban hasta perdernos por sus templos ocultos y sus patios budistas interconectados. En Bhaktapur podremos dar espirituales paseos junto a peregrinos budistas por la maraña de callejones que ocultan monasterios centenarios.
Pero al sur de las montañas, Nepal nos ofrece algo totalmente distinto: parques nacionales con fauna salvaje como el de Chitwan, uno de los mejores lugares para adentrarse en la niebla del amanecer en busca de tigres y rinocerontes, además de visitar las aldeas tharu. A menudo se dice que aunque se visita Nepal por sus paisajes, se regresa por su gente.