Viaje al INDIA DEL SUR IV:  Cochin – Bangalore – Somathpur – Mysore – Sravanabelagola – Helebid – Belur – Hassan | Los viajes de Vagamundos día a día

Día 11: COCHIN – BANGALORE – MYSORE

Desayuno en el hotel. Nos trasladamos al aeropuerto de Cochín para tomar el vuelo 6E 537 (08.25-09.30 hrs.) con destino Bangalore.

Abandonamos ese auténtico santuario natural que es Kerala, y nuestros próximos días los vamos a dedicar a conocer el sur del estado de Karnataka, región que posee una gran riqueza paisajística, así como monumental e histórica. Se encuentra ubicado al suroeste del subcontinente, limitando al noroeste con Goa, al norte con Maharastra, al noreste con Telangana, al este con Andhra Pradesh, al sur con Tamil Nadu y Kerala y al oeste con el Mar Arábigo (océano Índico). Posee alrededor de 62 millones de habitantes y es el octavo estado más poblado y el séptimo más extenso, con una superficie equivalente al doble de Portugal. El idioma oficial es el kannada. Hasta 1973 se la conocía como Estado de Mysore.

En la región se han encontrado herramientas del Paleolítico de hace más de un millón de años, así como evidencias neolíticas. También se cree que la antigua Karnataka, tuvo contactos con la Civilización del Valle del Indo en el 3000 a.C. A partir de aquí, la región se convierte en un laberíntico campo de juego de religiones, culturas y reinos, regida por carismáticos gobernantes que se ocuparon cada uno de ellos en dejar su impronta. El primer gran emperador de la India, Chandragupta Maurya, se retiró a Shravanbelgola tras abrazar el jainismo, en el s. III a.C. Posteriormente se fueron asentando las distintas dinastías: Chalukya, Chola, Ganga y Hoysala, que dejaron su legado en forma de impresionantes cuevas y templos por todo el estado de los siglos VI al XIV. En 1327 el ejército de Mohammed Tughlaq saqueó Halebid. Más tarde el reino hinduista de Vijayanagar, con capital en Hampi, empezaba a adquirir importancia, alcanzando su mayor esplendor a comienzos de la década de 1550 y desapareciendo en 1565 tras un ataque conjunto de los sultanatos. Durante los siguientes años, los Wodeyar hinduistas de Mysore se hicieron fuertes y ampliaron su gobierno a gran parte del sur de la India. La situación permaneció sin cambios hasta 1761, año en que fueron depuestos por Hyder Ali (uno de sus generales) y su hijo, el Sultán Tipu, estableciendo la capital en Srirangapatna. Sin embargo, en 1799 los británicos derrotaron al Sultán Tipu y restablecieron a los Wodeyar. Mysore siguió siendo administrada por esta dinastía hasta su independencia en 1947, y el marajá reinante se convirtió en el primer gobernador. Las fronteras del estado volvieron a establecerse según criterios lingüísticos en 1956, anexando algunas zonas limítrofes, en las que el idioma principal era el kannada, y rebautizándolo en 1972 como Karnataka. Se estableció la capital en Bangalore.

                Almuerzo en restaurante local.

Nos ponemos en ruta hacia Mysore, pero antes de llegar, realizaremos una parada en Srirangapatna, isla fortaleza del río Kaveri, y lugar donde se disputaron las batallas entre los británicos y el Sultán Tipu “el Tigre de Mysore”. Los británicos penetraron en la ciudadela en 1799 matando al sultán y consolidando su poder en el sur de la India. Actualmente no se conserva ningún edificio del interior del fuerte, sin embargo, las murallas, almenas y algunas puertas del mismo siguen en pie. Sultán Fateh Ali Tipu (1750-1799) fue un gobernante peculiar y uno de los reyes más poderosos de la India. Además de diplomático astuto, soldado experto, sabio y poeta fue, un hombre que complementó sus dotes militares y administrativas con la visión de un Estado industrial moderno. Cultivó los contactos con Europa y fruto de sus relaciones con el ejército francés, instaló una embajada en París un par de años antes de que estallase la Revolución Francesa. El hilo directo con la nueva Europa, su carisma de líder y sus dotes de mando, le ayudaron a mantener cierta paz durante el sultanato, pese a vivir una época convulsa de enfrentamientos entre ingleses y franceses. Más allá de un interesante pasado político, el legado arquitectónico del Tigre de Mysore destaca por su belleza y funcionalidad militar. Sus principales adversarios fueron los británicos, contra los que combatió en dos ocasiones, enfrentamientos que culminaron con la caída de Srirangapattana, donde el sultán murió luchando.

Visitaremos el Templo Sri Ranganatha, enorme complejo restaurado el siglo XIX, y uno de los más antiguos dedicados a Ranganatha (una manifestación de Vishnú). Conocido como Adi Ranga (“primer Ranga”), fue consagrado en el 984 d.C. por un jefe local de la dinastía Ganga, y es el primero de los cinco lugares de peregrinación situados a lo largo del río Kaveri. En el s.XII, el rey hoysala Veera Ballala, lo amplió. El templo posee una imponente torre sobre la puerta de entrada (gopuram) y dos grandes recintos rectangulares concéntricos alrededor de su perímetro. A través de una serie de salas de columnas y un patio abierto con un candelabro dorado, se accede al sanctasanctórum, que alberga una imagen de Vishnú tumbado sobre la serpiente Shesha, bajo un dosel formado por siete cabezas de serpientes, con la consorte Laksmi a sus pies. Flanqueando a Vishu, hay otras deidades del panteón hindú como Bhudevi (diosa de la tierra) y Brahma (el creador). Dentro del complejo hay otros santuarios más pequeños, dedicados a Narasimha (un avatar de Vishnu), Surya, Laksmi y otros.

En medio de un bello jardín cerca del río, se encuentra el Daria Daulat Bagh, palacio de verano del Sultán Tipu, que se construyó en 1787, en su mayor parte en madera de teca y estilo indosarraceno. El palacio posee un plano rectangular y está construido sobre una plataforma elevada. Cada una de las fachadas posee tres arcos y se halla rodeado por una galería con columnas. Los muros de las galerías este y oeste están recubiertos de murales, restaurados en 1855. En el muro oeste hay escenas de guerra, una de las cuales ilustra la victoria de Haidar Ali sobre los británicos, mientras que la del este reproduce escenas de la corte. Las tallas de madera y los elegantes diseños florales pintados de los muros, revelan una influencia mogola. Es famoso por la suntuosa decoración que cubre todo su interior. El palacio es ahora un museo, que expone pinturas, mapas y objetos personales del sultán. En el último piso se encuentra el Museo Tippu Sultan, en el que se exponen recuerdos de Tippu, pinturas europeas y manuscritos persas. También se exhibe la famosa pintura «Asalto a Srirangapattanam», una pintura al óleo de Sir Robert Ker Porter realizada en 1800 que representa la caída final de la ciudad el 4 de mayo de 1799.

Situada a unos dos km se encuentra el Gumbaz, la tumba que Tipu construyó para sus padres, y en la que también él fue enterrado junto a su mujer. El mausoleo está construido sobre una plataforma en el centro de un amplio jardín. Diseñado en típico estilo persa, la estructura, de 20 m de altura, se apoya en 36 pilares de granito negro; los marcos de las puertas y las ventanas de celosía parece como si estuvieran talladas en madera, aunque se trata de granito negro. Sus paredes están pintadas con rayas de tigre, detalle que se asocia a Tipu. Las puertas de entrada de Gumbaz fueron realizadas con oro y plata. Sin embargo, durante el reinado británico estos fueron saqueados y ahora se encuentran en el Albert Museum of London.

 Llegada a la ciudad de Mysore. Cena y alojamiento en el Grand Mercure Mysuru Hotel.

Día 12: MYSORE

Desayuno en el hotel. Comenzamos el día en Mysore, sin lugar a dudas, una de las ciudades más agradables del Sur. Emplazada entre campos fértiles y montes boscosos, se dice que “si no se ha estado en Mysore, no se conoce el sur de la India”; y es que esta antigua ciudad posee una fastuosa herencia real, animados mercados, espléndidos monumentos, cultura cosmopolita (considerada como la ciudad de la cultura en el sur) y cordial población, en fin, todo lo que los que nos llamamos viajeros sabemos apreciar; también es un floreciente centro de producción de seda, sándalo e incienso, así como de artesanía en marfil, y de tallas de madera. La dinastía Wodeyar reinó de forma casi ininterrumpida desde 1399 hasta la independencia, exceptuando los 38 años de reinado de Haider Ali y su hijo Tipu. A pesar de todo, la ciudad actual se debe al sultán Tipu, que en 1793 derribó la ciudad antigua y construyó la actual, elegante, con anchas calles arboladas y con refinados edificios públicos.

En el corazón de la ciudad se encuentra el Ambar Vilas Palace, majestuoso palacio, antigua residencia de los marajás Wodeyar. De estilo indosarraceno, la construcción de este enorme edificio se inició en 1897, sobre otro anterior de madera que fue devorado por las llamas ese mismo año. Es uno de los edificios reales más importantes de la India, que hace honor a la frase: “vivir como un marajá”. La remodelación corrió a cargo del arquitecto inglés Henry Irwin y finalizó en 1912. Consta de tres pisos, con varias torres coronadas por cúpulas de relieves rojos y dorados, también de arquitectura sarracena. Su   interior, con una decoración un tanto recargada, contiene obras de arte procedentes del mundo entero y es un calidoscopio de vidrieras, espejos y colores chillones. La visita se realiza descalzo, tanto para dejar fuera los espíritus contaminantes, como para no dañar los exquisitos suelos de mármoles y maderas orientales. Cerca de la entrada, se encuentra la llamada “Puerta del Elefante”, decorada con un águila de oro con dos cabezas, el símbolo representativo de la ciudad de Mysore. Basta atravesar dicha puerta dorada para adentrarnos de inmediato en un paraíso de la opulencia y el lujo llevado a su máximo exponente…. Toda la decoración se ve realzada por las puertas de madera tallada, los suelos de mosaico y una serie de cuadros que muestran la vida de Mysore durante el Raj británico. Visitaremos, entre otros, el impactante “Salón de Bodas”, que se utilizaba exclusivamente para la celebración de bodas y fiestas reales, adornado con piedras preciosas, candelabros de la República Checa, bellos azulejos italianos en el suelo e impresionantes vidrieras en el techo, fabricadas en Escocia; a continuación las pinturas de la familia real del “Pabellón de los Retratos”; para finalmente llegar a los pabellones más ostentosos del palacio: Las salas Dubar (“El Hall Dubar” y la “Sala Privada Dubar) donde el lujo y la opulencia nos traslada a los relatos de las “Las Mil y Una Noches”: tallas de maderas y mármoles exquisitos, piedras preciosas, incrustaciones de oro y plata y esculturas de marfil trabajadas por los mejores artesanos del reino. En la zona privada del Rajá, se encuentra uno de los objetos más valiosos de todo el palacio: El “Trono de Oro” del Rajá, tallado originariamente en madera de higuera chapada en marfil, este trono enjoyado fue posteriormente bañado en oro y plata.

Cerca del palacio, se encuentra la Catedral de Santa Filomena, una estructura neogótica, con los muros horadados de vidrieras, que se completó en 1959. En 1926 le fue entregado al Padre Cochet una reliquia de la Santa. En base a esto se comenzó la construcción de la iglesia, colocando el Maharajá la primera piedra en 1933. La iglesia fue diseñada por el francés llamado Daly. La planta de la catedral se asemeja a una cruz. La reliquia de Santa Filomena se conserva en una catacumba debajo del altar principal. Las torres gemelas de la iglesia, de 53 m de altura, se asemejan a las agujas de la Catedral de Colonia (en la que se inspira) y a la de la iglesia de San Patricio en Nueva York. Sus hermosas vidrieras, contienen vitrales que representan escenas del nacimiento de Cristo, la Última Cena, la Crucifixión, la Resurrección y la Ascensión de Cristo.

Nos dirigiremos hacia la colina de Chamundi, donde a mitad de camino, nos encontraremos con el fiel amigo y vehículo de Shiva, el Toro Nandi, que data de 1659. Tallado en un único bloque de piedra, mide 7.50 metros de largo y 5 de alto; es la imagen de Nandi más famosa y lograda de toda la India. El granito original ha sido tantas veces ungido y perfumado que ha tomado el aspecto de un metal negro y brillante. En la cumbre, a 1.062 m, se encuentra el Templo de Chamundeswari, que fue erigido inicialmente en el s. XII por los Hoysala, mientras que su gopuram, profusamente tallado, de siete pisos y 40 metros de alto, fue construido por los gobernantes de Vijayanagar en el s. XVII. El templo está dedicado a la diosa Chamundi, que encarceló al demonio búfalo Mahishasura, y está representada en el templo con una imagen de oro macizo. Cerca se encuentra una estatua de 5 m representando al demonio Mahishasura. También disfrutaremos de una espléndida vista de la ciudad de Mysore. Almuerzo en restaurante local.

Continuaremos con la visita del Mercado Devaraja, que data del reinado del Sultán Tipu, y como todos los de la India, con un ambiente muy especial que combina el mundo antiguo y moderno del país. Es un mercado de colores y un festival para el olfato y la vista. Una parte está dedicado a las frutas, las verduras y las flores; pero la zona más interesante (y colorida) es la dedicada a los aceites, especias, inciensos, perfumes, y los maravillosos polvos de color, kumkum, que se exhiben con sus formas cónicas y multicolores. Estos polvos se utilizan para hacer bindi, el punto que tanto mujeres como hombres, portan en el entrecejo. Tendremos la oportunidad de sacar muy bonitas fotos. Aquí, como en todos los mercados, es imprescindible el regateo.

Llegaremos a Somnathpur, donde visitaremos una de las auténticas cumbres de la arquitectura de la India, y junto con los templos de Belur y Halebid (que visitaremos mañana) representan uno de los períodos artísticos más prolíficos de la época hoysala. Este tipo de arquitectura fusiona las torres curvas (shikharas) del norte de la India con los mandapam con columnas del sur, y se caracterizan por su singular planta en forma de estrella y la rica decoración exterior que ostentan. La densa imaginería de zócalos y muros, esculpidos con representaciones de escenas religiosas y mitológicas y las exquisitas figuras de las ménsulas, están talladas en esquisto verde grisáceo, un material que les permitió trabajar a los artistas con precisión y detalle. Visitaremos el Templo de Keshava, construido en 1268, por orden e Narashim III, este pequeño templo de una incomparable armonía, se eleva sobre una plataforma a la que se accede desde una sala de columnas. En el mismo hay tres santuarios, con sus respectivas vimanas piramidales, que se unen en una sola unidad arquitectónica de estilo. Su entrada se encuentra custodiada por dos intimidantes elefantes a ambos lados de la puerta principal. Está decorado con unas soberbias esculturas de piedra que representan distintas escenas de Ramayana, Mahabharata y Bhagavad Gita, y la vida y época de los reyes Hoysala. Destacan especialmente las Surasundaris o Apsaras (“bellezas celestiales”), con hermosas tallas en sugerentes posturas. Estas esculturas no son solamente decorativas, sino que son también elementos de protección mágica de las fuerzas negativas que pueden acechar a los templos. Destacamos también sus magníficas columnas y elaborados techos. La concepción cosmológica india se explica de manera perfecta en este templo dedicado a Vishnú, cuya estructura y simbología lo convierten en un universo en miniatura. Esto se manifiesta en el diseño de las vimanas, que recuerdan al monte Meru, residencia divina que ocupa el centro del mundo terrenal.

Cena y alojamiento en el Grand Mercure Mysuru Hotel.

Día 13: MYSORE – SRAVANABELAGOLA – HALEBID – BELUR – HASSAN

Desayuno en el hotel. Salimos de Mysore para realizar nuestras últimas visitas en el estado de Karnataka. Lo que vamos a ver hoy son monumentos, todos ellos, de la época Hoysala. Esta dinastía hindú fundó su imperio en el siglo X, teniendo como primera capital Belur, hasta que en el siglo XII alcanzan el cenit de su poder y fundan una nueva capital, Halebid, donde se instalarán hasta que en 1347 sean arrasados por la incursión islámica de los Tarlak de Delhi. El arte Hoysala no se puede encasillar dentro del arte drávida, ya que tiene una personalidad propia. Sus construcciones, como queda dicho anteriormente, se realizan con esquisto con resultado final de una superficie lisa de color grisáceo, muy parecida al basalto; y por otro lado un exhaustivo tratamiento escultórico de toda la superficie, con lo que los templos parecen una miniatura de orfebrería pasada a gran formato.

Situada a la sombra de las colinas de granito de Indragiri y Chandragiri, se encuentra Sravanabelagola el centro jainista más importante del sur de la India. La población está presidida por la colosal estatua de Gomateshvara (Bahubali) del siglo X, que se alza en la cima de la colina Indragiri, con una altura de 19 metros, y conformado en un bloque monolitico. Después de ascender los 614 escalones tallados en la roca, llegaremos a la estatua que representa, desnudo, al santo de la mitología jaina de la secta de los nudistas digambara (vestidos de aire), lo que sugiere la renuncia a todas las cosas de este mundo. Este asceta se suicidó por inmovilidad. El coloso monolítico se empezó a esculpir en la montaña desde arriba. Contemplaremos la estatua a ras de tierra y luego ascenderemos a un primer piso del recinto donde la observaremos desde otro nivel. Aquí se celebra cada 12 años el más importante de los festivales jainistas, el espectacular Mahamastakabhisheka (ceremonia de unción), una fiesta que conmemora la consagración del monolito Bahubali y que atrae a miles de monjes, sacerdotes y peregrinos de todo el país. Detrás de la estatua, se monta un andamio especial para que los sacerdotes puedan bañar a la divinidad con leche, agua de los ríos sagrados, manteca clarificada de leche de búfalo, pasta de madera de sándalo, bermellón y pétalos de flores. En la última ceremonia, se alquiló un helicóptero que sobrevoló la estatua y la roció con 20 kilos de pan de oro, 200 litros de leche, caléndulas y joyas.

Almuerzo en restaurante local

JAINISMO. Esta religión fue fundada por Vardhamana Mahavirá (s. VI antes de Cristo),  y se caracteriza por rechazar el origen divino y la autoridad de los Vedas (libro sagrado de los hindúes), por venerar a algunos antiguos predicadores y aspirar a que el alma se libere de su cárcel corpórea. Podría tener su origen en la cultura del Valle del Indo, anterior a la migración indoaria. La cosmología jaina, postula que el universo no fue creado por ningún Dios o ser supremo, y que nunca dejará de existir (creación y destrucción infinitos, universos sobre universos). Es una totalidad viviente, independiente y autosuficiente, en el que todo ser posee un alma: desde la tierra o el viento, a los insectos o los mamíferos, todos los seres reflejan el universo y son dignos de respeto, y no se requiere de ningún poder superior para gobernarlo. Es una concepción muy próxima al Panteísmo. En coherencia con lo anterior, el jainismo se basa en la no violencia hacia todos los seres vivos, practican el ayuno y la mortificación del propio cuerpo; son vegetarianos estrictos, y los más ortodoxos se cubren la boca para evitar tragar inadvertidamente cualquier organismo vivo. Creen en los 24 tirthankaras o fundadores del camino, seres iluminados que guían a los demás a través del “rio de la transmigración” (el viaje del alma de una vida a la siguiente). El primero fue Adinath, y el último fue Mahavirá (nacido en el 540 a.C.). Aunque minoritaria (solo tiene 4 millones de seguidores en la India) es una comunidad con mucho peso, tanto en la India como en América del Norte y Australia. Han influido de manera significativa en las esferas ética, política y económica del país. Además, poseen una larga tradición ilustrada y son la comunidad religiosa con mayor grado de alfabetización. El jainismo conquistó muchos adeptos entre los ricos comerciantes y mercaderes del oeste de la India, así como algunos gobernantes de Estados principescos que costearon carísimas construcciones de templos.

Seguimos ruta, y llegamos a Belur, que fuera capital de los Hoysalas durante los siglos XI y XII, y que alberga uno de los templos más importante de este estilo, en concreto el Templo de Chennakesava, que fue erigido en 1117 para conmemorar el triunfo hoysala sobre los chola. El gopuram, con su torre erigida en el s. XVI, marca la entrada al templo. En el interior hay un amplio patio pavimentado rodeado por santuarios y columnatas. El centro lo ocupa el templo principal, un único santuario en forma de estrella que da a una sala de columnas. Toda la superficie de esquisto verde grisáceo está recubierta con delicados relieves. Los dinteles tienen cercos lobulados que se estrechan entre monstruos acuáticos (makaras), con las bocas abiertas y exuberantes colas. Los enrejados de piedra, por los que se filtra la luz al interior del porche, se apoyan sobre zócalos de elefantes, lotos, guirnaldas y parejas de amantes. La parte delantera del templo muestra escenas eróticas del Kamasutra. Nos sentiremos fascinados por la belleza, armonía, equilibrio arquitectónico y escultórico de este hermosísimo templo. Los especialistas consideran que este templo es superior al de Halebid en el interior, y este último lo es al de Belur en su exterior.

Finalmente nos dirigimos a Halebid, un apartado lugar que se encuentra entre fértiles campos de cultivo, rodeado de montañas, y que fuera capital hoysala los siglos XII y XIII, en busca de la otra joya hoysala, el Templo de Hoysaleswara, que, aunque no se completó, es una auténtica maravilla. Iniciada su   construcción en 1121 por orden de Vishnuvardhana, el conjunto comprende una pareja de templos idénticos (uno dedicado a Shiva y el otro a Parvati), cada uno con su propio santuario linga, y un porche cerrado con celosía. Ambos son precedidos por un pabellón con una enorme estatua de Nandi, como ya sabemos, el vehículo en forma de toro de Shiva. Como las dos salas están unidas para crear un espacioso interior recorrido por columnas, los templos funcionan como un único monumento. Los muros exteriores se elevan sobre zócalos de animales y bestias fantásticas, salpicados con escenas en relieve del Ramayana y Mahabharata. De las bellas esculturas, destacamos una de Shiva bailando sobre la piel del demonio elefante que había matado; Krishna tocando la flauta y Krishna sosteniendo el monte Govardhan. En la fachada norte, hay un espéndido Nataraja (como también ya debemos saber, Shiva como señor de la danza), y un panel de un Ravana (rey de los demonios) de múltiples brazos y cabezas, acercándose agachado a Shiva y Parvati, sentados sobre el monte Kailash. En el plinto sobre el que se eleva el templo, hay una composición de un guerrero clavando su espada en una bestia leonina de cabeza feroz, que ha sido interpretado como símbolo dinástico de los gobernadores guerreros hoysala. El interior, aunque también notable, no llega a la altura del anterior templo.

Salimos con destino a Hassan. Cena y alojamiento en el hotel Hoysala Village Resort.

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