Viaje a Marruecos VII: Días 13, 14 y 15, visita de Rabat, Asilah y Tánger | Los viajes de Vagamundos día a día

Séptima y última entrega de este Viaje a Marruecos. Corresponde a los días 13 y 14, y en las misma tendremos algunas de las visitas más interesantes de nuestro viaje. Comenzaremos por la vista de la extraordinaria mezquita de Hassan II en Casablanca. Posteriormente nos dirigiremos a Rabat, la última ciudad imperial del Marruecos, donde visitaremos la Kasbah de los Udayas, la Necrópolis de Chellah, el Mausoleo de Mohamed V y la Mezquita Inacabada de Hassan, con la Torre.

Al día siguiente visitaremos algunos de las ciudades con importante pasado español, como son Asilah y Tetuán.

Día 13 – CASABLANCA – Rabat – TáNGER

Desayuno buffet en el hotel.

Antes de partir a Rabat, realizaremos una parada para contemplar el exterior de la Gran Mezquita Hassan II que se ha convertido en un símbolo para la ciudad. Obra maestra de la arquitectura arabo-musulmana se eleva imponente sobre Casablanca pudiendo ser observada desde cualquier punto de la ciudad. Es la segunda más grande del mundo islámico, después de la Meca en Arabia Saudita.

La situación de la mezquita sobre una península artificial se debe a que Hassan II, que la mandó construir, se inspiró en un verso del Corán que habla de que «El trono de Dios se erigió sobre las aguas». Desde el exterior tiene una vista increíble, parece una isla en medio del mar.

Fue diseñada por el arquitecto francés Michel Pinseau, y su construcción duró ocho años, siendo inaugurada en 1993 coincidiendo con el día del nacimiento del profeta Mahoma.

Trabajaron unos 2.500 obreros y 10.000 artesanos, llegados de todo Marruecos, que elaboraron los elementos decorativos del interior: frescos y azulejos de motivos geométricos, madera policromada y tallada, estucos de dibujos inextricables, arabescos e inscripciones caligráficas y colores luminosos. En su construcción también se han utilizado las últimas tecnologías: resistencia a terremotos, puertas eléctricas, el suelo está provisto de calefacción radiante y el minarete cuenta con un ascensor rápido en el se llega a la cima en un minuto.

El edificio tiene 25 puertas de titanio y latón. Los gastos se pudieron sufragar gracias a donativos del pueblo marroquí en el marco de una suscripción nacional. La sala de oración tiene capacidad para 20.000 fieles, (se dice que es tan grande que en su interior cabría Notre Dâme o San Pedro) y en la explanada que la prolonga caben otros 80.000. En la parte inferior de la mezquita se encuentra la zona de abluciones en la que destacan 41 fuentes de mármol y paredes de estuco.

El alminar, empotrado en el eje de la fachada Sur, está rematado por un yamur equipado con un rayo láser de 30 km de alcance que señala la dirección hacia La Meca. Su altura es de 210 m., el más alto del mundo.

Después de la parada partimos hacia la ciudad imperial de RABAT, capital política y principal centro administrativo del país, así como la segunda ciudad más poblada. El compacto casco antiguo sigue rodeado por las murallas que mandó levantar el soberano almohade Jaqub al-Mansur (1184-1199). La parte moderna, con grandes bulevares, barrios nuevos y zonas verdes, refleja el impulso que recibió desde la independencia.

Ya en el s. VIII a.C. había un asentamiento en la zona de la necrópolis de Chellah. Les siguieron los fenicios, que se instalaron en la parte alta de una colina que domina el estuario del río Bou Regreg, donde aún perduran sus restos.

Dos siglos más tarde, los romanos fundarían Sala Colonia, que al igual que en el caso de Volubilis perduró mucho tiempo tras la caída del Imperio y se convirtió en sede de un reino bereber independiente. Sobre la orilla derecha, Ashara, el jefe de los Beni Oummia, fundó Salé (1006). Los recién llegados construyeron un ribat (monasterio fortificado) para luchar contra las tribus de la zona e hicieron prosperar la ciudad gracias a un comercio floreciente.

En el s. XII los almohades pusieron fin a las luchas y construyeron una kasbah en el emplazamiento del ribat. Los orígenes de la palabra Ribat (Rabat en francés) se remontan a 1146, cuando el Sultán almohade Abd el-Moumen decidió hacer del sitio su base como punto de partida de las campañas contra la Reconquista cristiana de España.

Al Mansur hizo que se construyeran grandes murallas y quiso edificar la mayor mezquita de todo el islam, que quedó inacabada a su muerte en 1199. La ciudad perdió toda importancia hasta que en el s. XVII con la llegada de los ricos y emprendedores «Andaluces» (los refugiados musulmanes de la España cristiana), se inició la construcción de una nueva muralla, y se introdujo la piratería a ambas orillas del Bou Regreg, incluso se aventuraron hasta las costas de América en busca del oro español. Estos piratas, entonces en la cumbre de su poder, crearon en 1627, durante un breve periodo, su propia República de las Dos Orillas.

Finalmente los alauitas pusieron límites a su actividad. El sultán Mohamed ben Abdalá convirtió Rabat en su capital durante un breve período del s. XVIII. Posteriormente Francia trasladó la capital de su protectorado de Fez a Rabat. Tras la independencia en 1956, el rey Mohammed V se instala en el Palacio Real de Rabat, reafirmando la ciudad como capital. A partir de aquí la ciudad no ha cesado de extender sus fronteras originales y urbanizar sus barrios, con el fin de acoger a una población creciente.

En su desarrollo urbanístico no se han escatimado medios, logrando una ciudad espaciosa, coqueta y bien ordenada, con avenidas con árboles y flores, abundantes zonas verdes y hermosos barrios residenciales, además de un importante legado arqueológico.

Comenzaremos con la visita de Rabat (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 2012), por el exterior del Palacio Real, iniciado en el siglo XVIII y reformado en el XX, se encuentra rodeado por una gran mezquita y varios edificios gubernamentales, todos ellos de construcción reciente y estilo andaluz.

En lo alto de un risco se encuentra la Kasbah de los Udayas, estratégicamente situada para poder prevenir las incursiones en la zona. Su nombre se debe a un contingente de los Udaya que los alauitas instalaron aquí como guarnición para vigilar la ciudad contra otras tribus belicosas. Entraremos por la puerta principal, Bab Oudaia, construida en 1195, por Jaqub al-Mansur, es un ejemplo arquetípico de la arquitectura militar almohade; parte de sus murallas también se remontan a esa época.

La kasbah voluminosa pero bien proporcionada, totalmente tallada en una hermosa piedra roja, constituye una verdadera fortaleza que comprende tres salas capaces de albergar una guarnición. La entrada está protegida por dos robustos salientes formados por hiladas de piedra alternativamente finas y gruesas, sin más elemento ornamental. Entre ellos se abren dos arcos concéntricos de herradura, el más grande adornado con lóbulos apuntados y entrelazos en altorrelieve.

Llegaremos a la Plataforma del Semáforo, desde donde tendremos una magnífica vista del estuario del Río Bu Regreg. Pasearemos por su interior donde destaca la mezquita El Atiqa, la más antigua de la ciudad; Dar Baraka, con su puerta labrada, la torre de los Cosarios y el Jardín Andaluz, creados por los franceses en el período colonial, donde se respira un aire de tranquilidad, y el agua mueve una noria y corre mansamente entre las terrazas escalonadas en la que crecen limoneros y cipreses.

A continuación visitamos uno de los rincones más bonitos y tranquilos de Rabat, el yacimiento de la antigua ciudad romana de Sala Colonia y la Necrópolis de Chellah, que alguien ha definido como «el lugar más romántico de Marruecos». Lo cierto es que en sus murallas, ruinas y tumbas flota una sensación de misterio y soledad. Esta antigua ciudad romana estuvo mucho tiempo desierta, pero su suerte cambió cuando en el s. XIII los sultanes benimerines eligieron el lugar como última morada.

Esta ciudad fantasma, en la que se han sucedido a lo largo del tiempo diversos cultos, con sus ruinas invadidas por la vegetación, es un lugar conmovedor, lleno de leyendas que hablan de un pasado fabuloso. La muralla rojiza de tapial, reforzada parcialmente con piedra y ladrillo tiene varias torres defensivas. La acabó en 1339 el sultán Abu-el-Hassan para proteger las tumbas de sus ancestros.

Pasaremos a través de la hermosa puerta de piedra tallada, elegante obra maestra del arte meriní, con una fachada ricamente labrada y flanqueada por dos torres hexagonales. Llegada al estanque de piedra que servía de fuente de abluciones para los santuarios meriníes. La fuente milagrosa que lo alimenta es objeto de culto que se remonta a tiempos inmemoriales. Contiene anguilas sagradas y tortugas.

Al pie de un muro de piedra rosa finamente cincelada, podremos contemplar la cámara funeraria de Abu el-Hassan, el «Sultán Negro», fallecido en 1351; el encantador alminar en el que la piedra, el mármol y la cerámica producen un bello efecto realzado por la pátina de los años.

Almuerzo en restaurante local.

Continuamos hasta el Mausoleo de Mohamed V, erigido en memoria del padre de la independencia marroquí, el edificio fue construido a instancia de su hijo Hassan II. El proyecto fue diseñado por el vietnamita Vo Toan, realizado con la ayuda de 400 artesanos marroquíes.

Construido en un estilo tradicional marroquí, este mausoleo de mármol blanco, descansa sobre una plataforma de 3,5 m, y está profusamente decorado con elaborados mosaicos de zellij, desde el suelo hasta el techo.

La entrada se efectúa a través de una verja de hierro que se abre a una escalinata que asciende hasta la cúpula de caoba y cedro, revestida de pan de oro que acogen los sepulcros en ónice del rey Mohamed V y de sus hijos, Hassan II y Muley Abdalá, velados perpetuamente por un talib que recita el Corán para su descanso eterno.

Muy cerca se encuentra la Mezquita Inacabada de Hassan, que a pesar de que solo queda un cementerio de columnas y un alminar inacabado, probablemente es el monumento que mejor expresa la grandeza del imperio almohade.

Su construcción se inició en 1195 y se interrumpió cuatro años más tarde con la muerte del soberano Jaqub al-Mansur. La ambición de este califa fue hacer de Rabat una de las ciudades más importantes de Marruecos, y de su mezquita uno de los mayores templos del mundo islámico; sus dimensiones insólitas debían acoger a la ingente cantidad de soldados (más de 40.000) concentrados permanentemente para la guerra santa. Ocupaba una superficie de 183 m x 140 m y tenía 14 puertas y 400 columnas que formaban 19 naves de 21 tramos cada una.

Su planta rectangular era de una simetría perfecta, cosa rara en los santuarios marroquíes, que suelen sufrir sucesivas transformaciones. El edificio nunca llegó a acabarse, quedó abandonado y fue cayendo en ruinas, saqueado en parte por los habitantes de la alcazaba que se llevaban los materiales de construcción. El gran terremoto de 1775 acabó con él.

La Torre Hassan es el monumento más emblemático de la ciudad. Era en su origen el alminar de la gran mezquita, que ha resistido mejor a la destrucción y al pillaje. La torre cuadrada de 16.20 m de lado tiene 44 m de altura pero originalmente es probable que su altura fuera casi el doble; los muros tienen un espesor mínimo de 2,5 m. Está construido con grandes sillares de color ocre, pero en el lado Norte los vientos marinos han producido una pátina gris plateada. Las cuatro caras están decoradas con relieves y motivos entrelazados, distintos en cada una de ellas, logrando una perfección clásica.

Después de este intenso día se visitas, nos ponemos en marcha hacia Tánger, la ciudad que nos recibió y que también será la que nos despida de Marruecos. Tenemos por delante 250 km que nos llevarán algo menos de 3 horas.

Cena y alojamiento en el hotel MöVENPICK HOTEL & CASINO MALABATA TANGER.

Martes, 14 de diciembre de 2021 – TáNGER – Asilah – Tetuán – TáNGER

Desayuno buffet en el hotel.

A primera hora, a través de un paisaje puramente mediterráneo, con espléndidas vistas panorámicas sobre las costas atlántica y mediterránea, así como sobre el litoral español y el peñón de Gibraltar, llegaremos a las Grutas de Hércules, lugar donde convergen aguas procedentes del océano Atlántico y del mar Mediterráneo, un acantilado que presenta curiosas cavidades con numerosas ramificaciones, a veces invadidas por las aguas.

Descubiertas en el siglo XIX, en parte son naturales, producto de la acción del océano, pero también se nota la intervención del hombre (hay vestigios de ocupación prehistórica y hasta hace poco, se aprovechaba la dura roca caliza para ruedas de molino), ampliando la gruta considerablemente. La cueva tiene dos aperturas, uno hacia la tierra y otra hacia el mar, conocida como «El Mapa de áfrica» por su parecido con el perfil del continente africano. Según la mitología, estas cuevas fueron el refugio de Hércules cuando separó Europa de áfrica.

A 5 km se encuentra el Cabo Espartel, promontorio que marca el extremo Noroeste del continente africano. Ha sido identificado con el cabo Ampelusio (o de las Viñas), de la Antigüedad. Sus laderas escarpadas están cubiertas de un tupido monte bajo, de jaras y lentiscos que florecen en marzo. Desde la base del faro disfrutaremos de una amplia vista que comprende el cabo y las aguas del Atlántico, surcadas por muchas embarcaciones hasta las costas españolas.

Partimos hacia el PUERTO DE ASILAH, que a pesar de haberse convertido en un centro de turismo de alto standing ha conseguido mantener su encanto bohemio, y sigue siendo una de las joyas del norte del Atlántico. Su historia ha sido bastante agitada. Los fenicios fueron los primeros que la poblaron, en el siglo II a.C. También pasaron los cartagineses, que la llamaron Zilis, a los que apoyaron los nativos frente a los romanos, que utilizaron este territorio como puerto comercial.

Como represalia, estos últimos enviaron a los habitantes de la región a España y los reemplazaron por íberos. Esto sería el inicio de una larga historia de mezclas de población entre Asilah y España. Los árabes la conquistaron en el año 712, cambiándole el nombre por el actual.

En el s. XV los portugueses tratan de conquistar la costa para abrir una ruta alternativa del oro sudanés, que llegaba por tierra al norte de áfrica atravesando el Sáhara. Para ello desembarcó en 1578 el rey portugués Fernando I con 15.000 hombres. Les suceden los españoles, que tuvieron que dejar la ciudad a Mulay Ahmed al-Mansur para recuperarla un siglo después, hasta que fue tomada por el alauita Mulay Ismaïl en 1691.

Luego pasó en numerosas ocasiones de manos españolas a árabes, hasta 1956, cuando Marruecos obtuvo su independencia. La historia reciente de la ciudad tiene un personaje singular, Ahmed Raisuli (1858-1925), célebre bandolero y gobernador de Asilah, que adquirió gran poder en la zona y trajo de cabeza a España. Se alía con los alemanes, pero con la derrota de estos en la I Guerra Mundial, pierde todo su poder, y los españoles acaban por expulsarlo de Asilah.

Realizaremos la visita de ciudad antigua, de estilo andaluz, rodeada de murallas, y con callejuelas pavimentadas o encaladas y flanqueadas por casas con balcones. Aquí no hay coches ni motos, y ni rastro de estrés en los rostros en los lugareños.

Asilah ha atraído a artistas durante muchos años que han dejado su huella en las paredes de colores de los alrededores de la medina. Estas pinturas murales se renuevan en los meses de verano durante la reunión anual del Festival Cultural de Asilah. La ciudad ha dado cobijo a artistas de renombre. El mismo Paul Bowles, autor de El cielo protector, tenía aquí una casa; también escritor Antonio Gala, que pasaba largas temporada en la medina.

Entraremos en el recinto amurallado por la puerta de Bab Homar («Puerta de la Tierra»), uno de los accesos principales a la medina, abierta en una voluminosa torre redonda en la que figura un escudo medio borrado con las armas de los reyes de Portugal. Nos dejaremos llevar y sorprendernos ante cada rincón por descubrir. Pasearemos por las calles impolutas entre las casas blancas que parecen haber sido encaladas la noche anterior, con zócalos, ventanas y puertas pintadas de azul, amarillo y verde. Quizás nos recordará algo a Chauen, pero con menos gente y con unas maravillosas vistas al mar.

Llegaremos a la pequeña plaza de Sidi Ali ben Hamduch dominada por la torre cuadrada el-Hamra, que nos recuerda la importante función defensiva de la ciudad.

Muy cerca, está la Gran Mezquita, con su esbelto minarete octogonal y el Centro Hassan II, un espacio que alberga congresos y exposiciones. Continuaremos hasta el Palacio Raisuli (hoy centro cultural), construido a principios del s. XX, y desde cuya terraza acristalada sobre el mar, Rasuli obligaba a sus víctimas a tirarse por el acantilado de 30 m de altura; de ahí su sobrenombre de «Palacio de las Lágrimas».

Salimos hacia TETUáN, ciudad con gran influencia hispana debido a sus más de cuarenta años como capital del protectorado español (1913-1956). La medina, un conglomerado de casas encaladas y edificios alicatados, con el Rif al fondo, revela la herencia andaluza.

Conocida en la antigüedad como Tamuda, fue fundada como ciudad mauritana en el s. III a C., alcanzando un importante desarrollo, hasta ser destruida en el s. I después de una revuelta local. Los romanos construyeron un campamento fortificado del que apenas quedan restos. En el s. XIV los benimerines establecieron una base en Tetuán para controlar a las rebeldes tribus del Rif, pero en 1399, como represalia hacia los piratas de la zona, fue destruida por Enrique III de Castilla.

En los ss. XV y XVI, los musulmanes y judíos huidos de Granada ocupan la zona, con los que la ciudad prosperó. La diáspora hebrea encontró en este lugar un nuevo hogar, un espacio donde construir una ciudad a imagen de las juderías de Granada, Córdoba o Sevilla, donde, igual que en Sefarad, convivían sin problemas con sus vecinos musulmanes. Fueron ellos lo que introdujeron las costumbres refinadas y las formas del arte hispano-musulmán. Mulay Ismail construyó las murallas en el s. XVII y mejoró las relaciones con España.

A principios del s. XX el ejército español ocupó Tetuán durante tres años para proteger Ceuta y como castigo contra las tribus del Rif, en lo que fue el anticipo del protectorado. La ciudad fue abandonada por España en 1956 al obtener Marruecos la independencia. En esta ciudad se rodó recientemente gran parte de la serie «El tiempo entre costuras».

Almuerzo en restaurante local.

En Tetuán el paso de España es mucho más patente, especialmente en el llamado Barrio Español, el ensanche construido para hacer de esta pequeña ciudad rifeña la capital del nuevo territorio administrado. Su buena conservación constituye el mejor ejemplo de urbanismo español del antiguo protectorado. En la Plaza Mulay Mahdi, popularmente conocida como Plaza Primo siguen estando las principales instituciones de esa época, la catedral católica y el consulado de España. El paso del tiempo va borrando huellas, pero el aspecto de los edificios del ensanche nos recuerda a los de cualquier capital andaluza.

En las fachadas han quedado testigos de esa época, la rotulación de las calles y la de algunos comercios que mantienen sus nombres en español, del mismo modo que muchos tetuaníes se siguen expresando en la lengua de Cervantes, sobre todo los que vivieron parte de esa etapa que tuvo su final en 1956 con la salida de España del Rif.

El barrio español es la zona comercial más moderna, pero donde de verdad se respira una atmósfera exótica es en la Medina de Tetuán (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1997), que conserva reminiscencias andalusíes que hacen de ella la ciudad más hispano-morisca de Marruecos.

La Medina es para verla, pasear por ella, adentrarse en sus rincones, contemplar sus celosías, escuchar el sonido de los pasos en el empedrado, pararse a disfrutar de los aromas de las especias recién serradas, descubrir nuevos callejones, oír a los niños cuando corretean por sus callejas o recitan el Corán en la madraza; en fin, perderse por sus calles observando su variado ambiente. Amurallada en casi su totalidad, está jalonada por una serie de torreones, y dominada por la Alcazaba. Este ha sido el hogar de judíos y moriscos expulsados de la península ibérica por los Reyes Católicos.

Durante nuestro paseo por sus calles veremos muchos testimonios del pasado español, en las rejas de hierro que dan relieve a la blancura lisa de las fachadas, en los carteles en español de muchas tiendas, o en los herrajes que adornan algunos portales. Algunas de estas casas aún están ocupadas por descendientes de familias españolas.

Sus zocos son muy pintorescos, el barrio de los fabricantes de chilabas, el de los artesanos del cuero, el de los curtidores, y sobre todo el de los carpinteros. Pasaremos por delante de la Gran Mezquita, las más impresionante de las veinte que hay en la medina, llegaremos hasta el Barrio Judío (Mellah) con casas abalconadas, con grandes ventanales, verjas de hierro forjado y fachadas porticadas.

Finalmente cruzaremos la Bab el-Okla, la puerta más antigua que nos dará acceso a lo que fue en el pasado el bario más rico y que todavía conserva algunas de las elegantes casas construidas en el s. XIX, así como el Skala Bad al-Okla, la que fuera una de las más importantes fortificaciones de la ciudad y que desde el año 1948, acoge en su interior al Museo Etnográfico de Tetuán.

El edificio en sí es muy interesante, y hay que prestar atención al bastión de la muralla, y al jardín interior, donde encontraremos antiguos cañones y podremos divisar una magnífica panorámica de parte de la ciudad con el mar mediterráneo y el río de fondo.

El museo contiene una colección de productos artesanales tradicionales y étnicos: trajes tradicionales, instrumentos musicales, joyas antiguas, alfombras, armas y utensilios domésticos. No nos perderemos los bellos vestidos nupciales judíos, bordados con hilo de oro y los elaborados ojos de cerradura y aldabas de hierro.

Volvemos a Tánger.

Cena y alojamiento en el hotel MöVENPICK HOTEL & CASINO MALABATA TANGER.

Miércoles, 15 de diciembre de 2021 – TáNGER – MADRID

Desayuno buffet en el hotel.

A la hora determinada traslado al aeropuerto para tomar nuestro vuelo que nos llevará de vuelta a Madrid. Trámites de aduanas, facturación y embarque en vuelo IB-8797, de la compañía IBERIA, con salida prevista a las 13.25 hrs., llegada al aeropuerto de Madrid a las 14.45 hrs.

Los viajeros con destino Alicante, enlazarán con el vuelo IB-8862, de la compañía IBERIA, con salida a las 15.55 hrs, llegada al aeropuerto de de Alicante a las 17.05 hrs.

FIN DE NUESTRA AVENTURA

Nota: las descripciones que se realizan en el «libro de viaje», son a título orientativo, y pueden no coincidir exactamente con el desarrollo de la visita.

BIBLIOGRAFíA
– Guía visual de Marruecos (varios autores) Guías visuales DK 2017
– Marruecos (varios autores) Anaya Touring 2021
– Marruecos (Daniel Cabrera y Mª Dolores Gijón) Guías Azules 2016
– Marruecos (varios autores) Lonely Planet 2017
– Marruecos (Condé Nast Traveler)
– Marruecos -Revista Altaïr
– Marruecos (varios autores) La Guía Verde Michelin 2013

LECTURAS RECOMENDADAS
– El cielo protector (Paul Bowles) Galaxia Gutenberg 2015
– Las voces de Marrakech (Elias Canetti) Editorial Pre-Textos 2001
– En Marruecos (Edith Wharton) Editorial Pre-Textos 2008
– Tánger y Otros Marruecos (Daniel Rondeau) Editorial ALMED, 2006
– Las tres puertas del Mediterráneo: Tánger, Alejandría y Estambul (Daniel Rondeau) Editorial ALMED, 2008

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