Día 6 – BEIRUT: Sidón – Echmoun – Tiro
Desayuno buffet en el hotel.
A 43 km al sur de Beirut, se encuentra SIDÓN (Saida, en árabe), capital del Sur de Líbano y la tercera ciudad más poblada del país. La fundación de la ciudad fenicia se remonta al III milenio a.C., y el lugar elegido fue un promontorio sobre el Mediterráneo, frente a un islote que protegía el puerto de las tormentas y constituía un lugar seguro en época de guerra. El estrecho que separaba la costa del islote fue rellenado y los sidonienses construyeron dos puertos sobre el istmo; uno orientado al Sur, conocido como el puerto egipcio, y otro al Norte, vigente hasta nuestros días. A lo largo de la Edad de Bronce (II milenio a.C.) llegó a poseer una numerosa flota con la que desarrolló un intenso comercio en el Mediterráneo oriental: Chipre, Rodas Creta y especialmente con Egipto. Como el resto de ciudades fenicias vivía del comercio, la navegación, la pesca, la industria de la púrpura (que extraían de un molusco del género murex) y la fabricación del vidrio, una de las empresas más importante de Sidón en la antigüedad, hasta el punto que a menudo se ha atribuido a esta zona la invención del vidrio.
Mencionada en las Cartas de Amarna, que datan de 1350 a.C., los historiadores le atribuyen 6.000 años de Historia. Durante los siglos XVIII al XIII a.C. Sidón se convirtió en una de las ciudades más prósperas de Fenicia, ejerciendo su hegemonía sobre las restantes. En 1200 a.C. los filisteos destruyeron la ciudad y sus naves, permitiendo que Tiro tomara el relevo.
Sidón, al igual que las otras ciudades fenicias, sufrió conquista e invasiones en numerosas ocasiones. Fue vasalla de los asirios y del Imperio Persa. Sin embargo fue durante domino persa cuando Sidón experimentó su Edad de Oro, convirtiéndose en capital de la V Satrapía, que abarcaba Siria, Palestina y Chipre. Contribuyó a la flota persa con barcos salidos de sus astilleros y con experimentados marineros. Sin embargo cuando Sidón se convirtió en centro de la rebelión fenicia, la ira del Imperio no se hizo esperar y el ejercito del rey Artajerjes III intentó someterla. Los sidonianos prefirieron inmolarse prendiendo fuego a la ciudad antes que entregarse. Así cuando en el 333 a.C. Alejando Magno llegó a la zona, Sidón se rindió sin luchar. Más tarde pasó a formar parte de los Imperios Seléucida, Ptolomaico, Romano y Bizantino, hasta que en el año 667 los árabes invadieron la ciudad, a la que llamaron Saida. En 1110 Balduino I, rey de Jerusalén, asedió la ciudad en un intento de convertirla en base de los Caballeros Cruzados. Mas tarde, en 1187, Saladino la reconquistó. Varias veces cambió de manos antes de ser conquistada finalmente por los mamelucos, tras la caída de San Juan de Acre en 1291. En el siglo XV bajo los Otomanos, la ciudad se convirtió en el puerto comercial de Damasco. Volvió a experimentar un período de prosperidad en el siglo XVII bajo el gobierno de Fakhr al-din al Maan II. La expulsión de los franceses de Sidón ordenada por el pachá otomano de Acre (Ahmed Zaazaar) en 1791 y el terremoto de 1830 contribuyeron a que Beirut ocupara su lugar, y Sidón cayera en el olvido.
Asimismo, Sidón es considerada parte de la “Tierra Santa“, ya que fue visitada por Jesucristo, y su importancia historia bíblica es incalculable, siendo mencionada en muchos de sus pasajes que la reconocen como la más antigua de las ciudades costeras cananeas. No obstante, en el Antiguo Testamento es tenida por una ciudad perversa e idólatra que merece recibir un castigo divino. Adoradores de Baal, constituían una continua tentación para el pueblo hebreo en sus relaciones comerciales. Debido a la importancia de Sidón, muchas veces la Biblia hace mención a los sidonios para referirse a los fenicios. Destruida por el rey de Asiria Asarhaddón en el 677 a.C., fue posteriormente reconstruida y pasa a manos del imperio persa hacia el 540 a.C. y prospera hasta entregarse a Alejandro Magno en el 333 a.C. integrándose en el mundo greco-romano a partir de entonces. Pasó por la dominación árabe antes de los Cruzados y luego por la de los mamelucos.
A la llegada, realizaremos la visita de la ciudad, de la que destacamos el Castillo del Mar, levantado por los cruzados en 1228 en solamente cinco meses, en un pequeño islote conectado al continente por un puente de 80 metros. Anteriormente, en la isla había un templo dedicado a Melkart, dios de los fenicios. La fortaleza fue construida con piedras de ruinas de la región. La actual construcción conserva la obra de los cruzados, con las adiciones de los musulmanes a lo largo de los siglos siguientes. Poco queda ya de aquella fortaleza que, en la actualidad consiste en dos torres conectadas por un muro. La torre Oeste, construida en el siglo XV por el príncipe Sayfad Din Jullubane, se conserva casi íntegra y en ella hay una pequeña mezquita otomana contigua a los restos de la iglesia del castillo. La torre Este perdió su parte superior. Este castillo fue la residencia preferida del rey de Francia, Luis IX, durante los cuatro años que permaneció en el Oriente Medio (1250-1254). También fue propiedad de los Caballeros Templarios cuando ocuparon la ciudad de Sidón. El Gran salón del castillo está fechado del siglo XIII y el puente actual es de la época de los mamelucos.
Los Khanes, o alojamientos fueron en las orillas del Mediterráneo Oriental lo que los caravasares en los desiertos: un resguardo para caravanas y comerciantes, diseñados para albergar y dar reposo y alimento a los viajeros y custodiar sus mercancías. Al igual que los caravasares, resultaron piezas clave en el desarrollo de las rutas comerciales de Asia y permitieron el intercambio de y entre personas, bienes y culturas. Destacan el Khan as-Sabun (del jabón) y el Khanal-Franj (caravana de los franceses), ambos construidos en el siglo XVll por Fakhereddin ll para desarrollar el comercio con Europa. Éste último es una construcción rectangular, compuesto por dos plantas, un gran patio en la parte central y un único acceso, lo suficientemente amplio para que cupieran animales y mercaderías. El patio, con una fuente central, se halla rodeado por una galería cubierta que da acceso a almacenes, establos y cámaras para los sirvientes y la mercancía. El piso superior, bordeando todo el edificio, albergaba las habitaciones para los huéspedes, marineros y mercaderes. El khan fue sucesivamente la residencia del cónsul de Francia en Sidón, hogar de los Padres Franciscanos, y luego orfanato de niñas. Recientemente renovado por la Fundación Hariri es un verdadero remanso de paz y frescura en comparación con el ajetreo de los zocos adyacentes.
En el casco antiguo, los edificios más recientes de mamelucos y otomanos también merecen una visita. Desde la zona portuaria se puede acceder a los zocos medievales (souk) de Sidón que conforman un conjunto realmente bello gracias a su arquitectura en piedra y al trazado de sus estrechas callejuelas, muy animadas y ricas en colores, que revelan todo el encanto de Oriente. En su interior, encontramos, además de tiendecitas construidas como en túneles de piedra bajo techos abovedados, madrasas, hammams y lugares de culto tanto cristiano como musulmán. Entre otras, está laIglesia Ortodoxa de San Nicolás, lugar bíblico por donde pasaron y se reunían los apóstoles Pablo y Pedro en el año 58 d.C. La pequeña sala a la derecha de la entrada de la iglesia, fue el lugar del encuentro entre Pablo y Pedro. La actual iglesia, fechada en el siglo VIII, posee unos bellos iconos, todos originales. Curiosamente la iglesia fue dividida en dos en 1819, para servir a los fieles ortodoxos y a los grecos-melquitas católicos. En la misma área se ubica la Custodia de la Tierra Santa, una iglesia latina con una hostería que les servía a los peregrinos cuando pasaban por el lugar, camino a Jerusalén. Hoy la iglesia está bajo la guardia de la iglesia Maronita.
Al sur del zoco, no lejos del mar, se encuentra la Gran Mezquita al-Omari, construida en el siglo XIII, fue originalmente la iglesia de San Juan el Hospitalario. Los muros de la iglesia, flanqueados por contrafuertes, todavía le dan la apariencia de una ciudadela. En 1982, durante la invasión israelí, la mezquita fue destruida por los bombardeos. Más tarde fue restaurada. Un vestíbulo, decorado con una cúpula y rematado por un alminar, alberga un lavabo de abluciones decorado con columnas antiguas y capiteles corintios cubiertos con una gruesa capa de cal.
Almuerzo en Restaurant House Sidon o Tyre, o similar.
En el valle del río Awali, en un lugar conocido como Bustan esh-Sheikh (“Jardines del Jeque”), a pocos kilómetros de Sidón, se halla el Templo de Echmoun, un antiguo lugar de culto dedicado al dios fenicio Eshmún, dios de la curación, levantado a finales del siglo VI a.C. Su ubicación obedece a la cercanía a un manantial cuyas aguas eran elemento clave de los baños rituales. De la importancia del templo como lugar de peregrinación hablan los edificios construidos por griegos, romanos y bizantinos. La gente que acudía para solicitar la ayuda del dios solía traer una estatuilla con el nombre de la persona que necesitaba curación. Muchas de estas estatuas votivas representaban a niños; en el Museo Nacional de Beirut habremos visto algunos maravillosos ejemplos. El recinto fue utilizado por peregrinos tanto paganos como cristianos, perdurando su reputación como lugar de sanación hasta el siglo III, aunque para entonces ya se encontraba en ruinas.
En la entrada, a la derecha, se pueden observar los vestigios de una iglesia bizantina aún con mosaicos en el suelo; a continuación, el patio de una casa romana cuyo piso posee un mosaico que representa las cuatro estaciones del año; más adelante, se ven nichos y fuentes de agua. Caminando un poco más, se retorna al “período fenicio” del lugar, con el conjunto de los templos que posee un podio monumental. Cerca se hallan las inscripciones dejadas por el rey Bodashtart y otro podio piramidal del siglo IV a.C. En el lugar, se observan cuencas para rituales de purificación y varias canalizaciones que muestran la importancia del agua en los rituales.
A 40 km de Sidón, se encuentra TIRO, ciudad que alberga uno de los más fascinantes conjuntos arqueológicos de épocas fenicia, griega, romana, bizantina y de tiempos de las Cruzadas. Los comerciantes tirios fueron los primeros en adentrarse en aguas mediterráneas y se les atribuye la fundación de numerosas factorías y de las primeras colonias del Mediterráneo como Cartago o Cádiz. A Tiro se le otorga el descubrimiento de la púrpura, un tipo único de tinte púrpura, conocido como “púrpura tiria” y fue célebre por su industria del vidrio.
La ciudad fue fundada en una isla cercana a la costa a mediados del III milenio a.C. por gentes procedentes de Sidón, denominándola Sor o Sour (que significa “roca”). Pronto la isla, fuertemente fortificada, vio la necesidad de disponer de otra parte en el continente (del que tan solo le separaba un estrecho de unos 500 metros,) para el abastecimiento de agua y madera, que en el futuro albergaría los astilleros y la necrópolis. Durante el milenio II a.C., la ciudad se benefició de la protección de Egipto y prosperó comercialmente. Tras la caída de Sidón en poder de los Filisteos en 1209 a.C., la hegemonía sobre las ciudades fenicias pasó a Tiro, ejerciéndola durante cinco siglos.
Sin embargo su Edad de Oro comenzó en el siglo X a.C. con el reinado de Hiram I, quién emprendió importantes obras de infraestructura en la ciudad, estableció fuertes relaciones con los reyes hebreos: David y Salomón, que ayudaron a desarrollar el comercio con Arabia y el Norte y Este de África, llegando a contribuir en la construcción del Templo de Jerusalén enviando madera de cedro, oro y experimentados obreros. A lo largo de su largo reinado de 34 años convirtió la ciudad en un importante centro comercial del Mediterráneo.
Durante los siglos VIII y VII a.C. fue tributaria de los asirios, después del Imperio Babilónico y del Persa. En el año 332 a.C. cuando Alejandro Magno llegó a Tiro, la ciudad que se consideraba inexpugnable prefirió resistir. Fue sitiada durante siete meses, a lo largo de los cuales se construyeron enormes torres de asedio de 20 m de altura (las más altas jamás utilizadas), novedosas máquinas de guerra y un istmo de tierra hasta la isla, convirtiéndola en península. Tras una lucha feroz Tiro cayó y Alejandro la arrasó por completo. Después paso a formar parte del Imperio Seleúcida, del que se independizó en el año 126 a.C.
En el año 64 cayó bajo el poder de Roma permaneciendo sometida al Imperio Romano durante tres siglos pero conservando cierta autonomía que le permitía acuñar su propia moneda de plata y bronce. Durante este período la ciudad experimentó un notable desarrollo: se construyeron arcos de triunfo, acueductos y el hipódromo más grande del Imperio. Las ruinas romanas de Tiro son las más numerosas e impresionantes de las existentes en la zona.
En el 395 quedó integrada en el Imperio Bizantino hasta que en el 638 fue conquistada por los árabes. El califa omeya Muawiya la convirtió en una base naval y desde allí partió la primera flota árabe a la conquista de Chipre. En 1098 cayó en poder de los turcos selyúcidas y en 1124 de los Cruzados, en cuyas manos permaneció hasta 1291, convirtiéndose en una de las más importantes ciudades del Reino de Jerusalén que albergaba la Catedral de los Cruzados donde eran coronados los reyes de Jerusalén. Tras la caída de Jerusalén a manos de Saladino en 1187, la capital del reino se trasladó a Acre, pero se mantuvieron en Tiro las ceremonias de coronación. En 1291 volvió a ser capturada por los mamelucos que fueron seguidos por los turcos otomanos, antes de que fuera declarado el moderno estado de Líbano en 1920. En 1978, Tiro fue muy dañada en la Operación Litani, en la que el ejército de Israel atacó a la OLP y utilizó la ciudad como base durante la Guerra Civil Libanesa. En 2006, el área fue de nuevo afectada por los combates entre Israel y Hezbollah.
Durante la visita de la ciudad de TIRO (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1984), tendremos la oportunidad de conocer las dos zonas arqueológicas más importantes de la ciudad: el sitio de Al Bass y el sitio de Al Medina.
El sitio arqueológico de Al Bass es la atracción más famosa de Tiro. Aquí encontramos una extensa necrópolis romano-bizantina, con tumbas y terrazas fechadas en el siglo II d.C. A la izquierda, la capilla funeraria, que se remonta del siglo Vl d.C. A continuación aparece un Arco del Triunfo de 20 m de altura, construido por los romanos en la misma época y cimentado con bloques de piedras del siglo ll d.C. Se trata de un arco con 20 metros de altura, puerta central y dos puertas laterales menores. En la vía Romana aún se pueden ver las marcas de los carruajes romanos. Esta vía tiene en los laterales dos aceras cubiertas. Paralelo a la vía romana están los vestigios del sistema de canalizaciones de agua y acueducto que conduce las aguas de la fuente Ras el-Ain hasta el centro de la isla, al sur de Tiro. La Fuente sepulcral pertenece al complejo funerario, adornado con nichos y varias fuentes. Se encuentra precedida por un pequeño patio adoquinado de mosaicos. Al sur de la fuente, se encuentran los baños termales “de los Azules”, que contienen un mosaico en la entrada que dice: “Victoria a Tiro y a su equipo azul”. Por último el Hipódromo, construcción fechada del siglo ll d.C., de tamaño gigantesco (480 m de largo y 125 m de ancho), con capacidad para 30.000 espectadores, es el mayor hipódromo construido por los romanos. El lugar estaba destinado a las carreras de bigas (carro romano de dos o más ruedas tirado por uno o más caballos) que debían dar siete vueltas alrededor de la columna central, un obelisco de granito rosado de Asuán.
A las ruinas del sitio arqueológico de Al Medina (también conocidas como Al-Mina), se accede por una ancha vía romana de 11 m de ancho y 175 m de largo. Cerca se hallan las columnas y un piso de mármol con mosaico de la época romana, que fue restaurado en la época bizantina. La vía conduce al Puerto Egipcio. A la izquierda de la vía romana, se extienden las termas, donde todavía se pueden ver pequeños discos de cerámica superpuestos, formando pequeñas columnas, que servían de base para el suelo y bajo los cuales circulaba el agua caliente. Se utilizaba un horno para la calefacción de las varias salas de las termas. Para evitar la infiltración de humedad, en los baños se instalaron un conjunto de bóvedas con paredes de ladrillo recubiertas de mármol y piedra. A la izquierda de la gran vía, se observan nueve columnas en granito de color gris provenientes de Asuán. Era un espacio conocido en época romana como palestra, donde los atletas se preparaban. En el siglo V d.C., este lugar se convirtió en una fábrica de púrpura. A continuación el teatro rectangular (modelo único en la época) del siglo l d.C. Con 45 m de ancho y 35 m de largo, disponía de una capacidad de hasta 2.000 personas en sus gradas de bloques de calcáreo, donde se realizaban juegos, luchas y ceremonias culturales Este lugar también se podía transformar en piscina para realizar los juegos náuticos. Alrededor de la arena, se encuentran varias cisternas de agua conectadas entre sí por puertas. Una pequeña calle romana-bizantina, nos lleva hasta la Catedral de los Cruzados, de la que actualmente sólo quedan algunas columnas monolíticas de granito rosado, traídas de Asuán, y que originalmente debían pertenecer al templo de Melkart Heracles. La catedral fue construida en el siglo IV, sobre las ruinas de una basílica que fue destruida en el año 303 y que según las fuentes antiguas, estaba considerada como la iglesia más bella de Fenicia. En 1127, la catedral fue reconstruida y dedicada a San Marcos. Guillermo de Tiro (1130-1185) fue arzobispo a partir de 1175 y, a partir de 1244, cuando los musulmanes ocuparon Jerusalén y gran parte de la Tierra Santa, los cruzados se refugiaron en Tiro, y sus reyes pasaron a ser coronados en esta catedral.
Finalizada la visita, regresamos a Beirut.
Alojamiento en Gefinor Rotana Hotel.
Día 7 – BEIRUT: Baatara – Trípoli – Batroun
Desayuno buffet en el hotel.
A primera hora partimos hacia Tannourine El-Fowqa, un pueblecito ubicado en las montañas del Antilíbano, a 70 km de Beirut. A las afueras se encuentra el desfiladero de Baatara, un abismo de 255 metros de profundidad que domina un triple puente natural. En primavera, durante el deshielo, cae una cascada de entre 90 y 100 metros detrás de los tres puentes y luego hacia abajo otros 240 metros. Aunque parcialmente escondida a la vista por un escarpado valle de árboles de cedro y riscos de roca, esta cascada se ha convertido en una de las más pintorescas del mundo. Descubierta por el espeleólogo francés Henri Coiffait en 1952, Baatara Gorge es una cascada que cae en una cueva de piedra caliza del Jurásico en el Monte Líbano, conocida como la Cueva de los Tres Puentes. Después de subir a través de acantilados se llega a una cámara de paredes cavernosas con estratos de piedra caliza, que han sido erosionados durante miles de años por el agua que cae. Una vez dentro, se pueden observar tres puentes de piedra naturales que desafían la gravedad y entrecruzan el agujero.
Continuamos hacia TRÍPOLI, capital del Norte de Líbano, es la segunda ciudad del país y su puerto más grande. La ciudad cuenta con algo más de 500,000 de habitantes, la mayoría musulmanes sunitas (80%), y el resto son pequeñas comunidades cristianas y musulmanas alauitas. Su historia está bien documentada a partir del siglo lX a.C., época en que los fenicios se establecieron en el extremo occidental de la península de Al-Mina. En el siglo lV a.C., el lugar se convirtió en sede de la confederación que reunía tres ciudades fenicias: Tiro, Sidón y Arados, donde se desarrolló el comercio con las naciones vecinas. Por esta razón, los griegos nombraron a este conglomerado “Trípoli” (“tres ciudades”). En el siglo Vl, la ciudad fue destruida por un terremoto y posteriormente, en el año 635, ocupada por los musulmanes. En este período se convirtió nuevamente en un centro comercial e intelectual. Después de 10 años de duros combates, los cruzados la ocuparon de 1109 hasta 1289. En este período, Trípoli desarrolló el mercado de la seda, el vidrio y las artesanías. En el aspecto científico y cultural, nestorianos y jacobitas crearon escuelas de Medicina y de Filosofía que eran reconocidas en toda la región. Con la llegada de los mamelucos en 1289 se construyen mezquitas, madrazas y hammam, que hicieron de ella una referencia dentro del mundo árabe. Durante el dominio otomano, entre 1516 y 1918, la ciudad mantuvo su importancia comercial. Como el resto de ciudades libanesas, Trípoli estuvo bajo mandato francés de 1920 a 1943, cuando Líbano consiguió su independencia. Actualmente, Trípoli es uno de los mayores centros comerciales y financieros del país.
A la llegada, visita panorámica de Trípoli, una ciudad hospitalaria, con carácter propio, en la que lo moderno y lo medieval se entremezclan dentro de un ambiente animado. En el centro se encuentra la Plaza de Tell, siempre muy ambientada, con una torre con un reloj moderno, construida en 1901. A unos minutos de la plaza se alza la Gran Mezquita al Mansouri, levantada en 1315 por el sultán Achraf Khalil sobre los restos de la antigua Catedral de Santa María de la Torre de los Cruzados, aunque su estructura sigue siendo la misma que cuando se creó la catedral. Posee un imponente minarete rectangular, que probablemente era una torre, de estilo lombardo, con la campana de la iglesia que la precedió. En su interior hay un gran patio, fuente de purificación y salones de oración. También está la sala de las “Reliquias del Profeta”, que contiene un pelo de la barba del profeta Mahoma, que el sultán Abdul Hamid donó a la ciudad de Trípoli. Alrededor de la Gran Mezquita, se hallan varias madrazas, mezquitas, khan, souk y hammam. La hermosa madrassa Al-Qartawiyat, construida en el siglo XIV por el emir Qaratay sobre el baptisterio de una iglesia medieval; el hammam an –Nouri (1933), la Madraza an-Nuriyat, construida también en 1333, con un bello portón de piedras blancas y negras; la Madraza al-Malik an-Nasir (siglo XlV) y la Madraza AT-Tuwaishiyat (1471). Al salir de esta zona encontramos el Souk de los Joyeros, donde las joyas de oro son vendidas al peso. Muy cerca se halla el Khan as- Sabun(Jabón), un gran edificio del siglo XVII construido alrededor de un patio cuadrado adornado con una fuente, que servía probablemente de cuarteles a las tropas otomanas. Aquí se encuentran los perfumistas y alquimistas que crean esencias variadas y el tan apreciado jabón oriental. Será difícil no volver sin un jabón. El jabón tripolitano está preparado con aceite de oliva y aromas naturales, y es conocido por sus ventajas medicinales.
Al salir del Khan as-Sabun, las callejuelas se multiplican con tiendas agrupadas por sectores: ropas, telas, zapatos, frutas, legumbres, especies, plantas medicinales, alimentos en conserva, confiterías orientales, etc. El hammam Ezzédine (1294-1298), es uno de los más grandes y el más antiguo de la ciudad y vino a ocupar a lo que era antes la Iglesia del Monasterio de Santiago en la época de los cruzados. A pocos pasos del hammam, se encuentra el magnífico Khan al Khayatin (sastres), construido en el siglo XIV y recientemente renovado; aquí se ubican las tiendas de telas y confecciones, con los costureros trabajando en sus antiguas máquinas de coser; se trata de un lugar bello con arcadas y columnas bizantinas con capitel. A la salida se halla la Madraza al-Burtasiyat (primera mitad del siglo XIV), adornada con mármol policromo, un mihrab (nicho que indica la ubicación de la Meca), adornado con un mosaico dorado y un minarete cuadrado, compuesto con ventanas gemelas, a la orilla del río Abou Ali. Souk al-Haraj (del siglo XlV), un zoco cubierto con techos abovedados que se apoyan sobre 14 columnas de granito donde se encuentran las fábricas de colchones. No muy lejos se encuentra el Kalaat Sanjil (Castillo de Santo Egidio), una fortaleza cruzada cuya construcción se inició a principios del siglo Xll, durante el asedio de Trípoli. Quemada y saqueada, fue destruida en gran parte por los mamelucos. El castillo renació de sus ruinas a principios del siglo XIV, gracias al trabajo del emir Esendémir. Restaurada por Solimán el Magnífico, fue utilizada como prisión en el siglo pasado. Hoy en día, sólo la muralla exterior que domina el río es de la época, pero sigue siendo una de las fortalezas mejor conservadas del Líbano. La Mezquita Taynal, construida en 1336 por el Emir Seif ad-Din Raynal, gobernador de Trípoli, es uno de los monumentos más bellos de la ciudad. Construida sobre las ruinas de la antigua iglesia de los padres Carmelitas, está cubierta con una bella cúpula verde soportada por columnas romanas.
Trípoli es también conocida por sus confiterías con los famosos dulces árabes, una perpetua tradición que se transmite de padres a hijos. Una de las más antiguas, es la de Abdul Rahman Hallab, en la calle Riad al-Solh, fundada en 1881, llamada el Palacio de los Dulces. Recomendamos probar el “Znud el Set“ (Brazo de señorita), un típico dulce de Trípoli. Una hoja delgada de masa frita enrollada y rellena con una crema.
Almuerzo en Dar el Amar, o similar.
En el camino de vuelta a Beirut, y siguiendo por la carretera de la costa, llegaremos a BATROUN, una de las ciudades más antiguas del mundo, y cuyo puerto floreció desde la época fenicia. Tuvo un papel importante en la época de los cruzados en la administración de la región. La ciudad tiene forma triangular y descansa sobre una planicie cruzada por el río Nahr el-Jawz y el Mediterráneo la bordea por el oeste mientras las laderas del Monte Líbano lo hacen por el sur y por el este y la meseta de Ras ech-Chaga por el norte. Realizaremos una visita panorámica por esta animada ciudad, famosa, entre otras cosas por fabricar la mejor, dicen, limonada del mundo. Destacamos un Souk del siglo XIX que le da un encanto especial a la parte antigua. Al sur del casco antiguo se encuentra el peñón de Makaad el Mir, que posee una fachada de tres arcos que se puede admirar desde la pequeña playa. Al seguir caminando encontramos espléndidas casas restauradas que se esconden en los pequeños callejones. La capilla de Saydet el-Bahr, o Nuestra Señora del Mar, recientemente restaurada, fue construida en el siglo XIX, sobre las ruinas de una iglesia bizantina. Es famosa por sus cuatro iconos pintados con “agua de oro” en 1863 por Isaac Nicolás Ourahalimi. Desde ese lugar, se puede disfrutar de la vista de la Muralla Fenicia, construida del lado oeste de la ciudad, tiene 225 m de largo, 5 m de altura y 1 m de ancho. Aunque tenga más de dos mil años de existencia, sigue resistiendo impasible las olas del Mar Mediterráneo. El Anfiteatro Romano, en cuyos muros están esculpidos nichos al estilo de Baalbek. Cerca del pequeño puerto pesquero se encuentra la Iglesia Maronita de San Esteban, construida en 1910 sobre los cimientos de una antigua iglesia romano-bizantina, una auténtica obra maestra de la época, fortificada por torres en los ángulos. Subiendo a una calle adyacente, se llega a la Iglesia Greco Ortodoxa de San Jorge, de estilo bizantino, fue construida en 1867; posee una bella cúpula con un hermoso iconostasio y una magnífica colección de íconos.
Finalizada la visita, regresamos a Beirut.
Alojamiento en Gefinor Rotana Hotel.
Día 8 – BEIRUT – MADRID
A la hora indicada nos trasladamos al Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut para tomar el vuelo que nos llevará de vuelta a Madrid. Trámites de aduana, facturación y embarque en el vuelo ME241 de la compañía Middle East Airlines (MEA), salida prevista a las 09.15 hrs.
Llegada al aeropuerto de MADRID a las 13.15 hrs. Recogida de equipajes.
FIN DE NUESTRA AVENTURA
Nota: las descripciones que se realizan en el “libro de viaje” son a título orientativo, y pueden no coincidir exactamente con el desarrollo de la visita.
Bibliografía utilizada
- Petit Futé Liban (varios autores) Nouvelles éditions de l’Université, 2019.
- LÍBANO: un oasis en Medio Oriente (Roberto Khatlab) Vuelta a la página, 2017.