Viaje a JAPÓN I: Osaka, Kōya-san | Los viajes de Vagamundos día a día.

Sueño dorado de cualquier viajero que se precie, Japón ha fascinado a una gran cantidad de aventureros desde que en el siglo XIII Marco Polo dio a conocer al mundo “Cipango, el país de los techos de oro”.

Japón, un astro fascinante y a la vez inalcanzable, posee una irresistible seducción, con una gran variedad cultural, y una naturaleza propicia a la inspiración. Aquí lo tradicional abre sus puertas a lo más moderno que, con gran armonía se ha ido tejiendo, entrelazando el refinamiento de lo oriental con la tecnología punta, y el estilo de vida urbano ultramoderno del Japón contemporáneo. Hermoso, relajante, nostálgico, profundo, moderno, seductor, excitante, sustancioso, cultural, y tantas otras cosas más. ¡Basta decir que es JAPÓN!

Realizaremos un completísimo recorrido, durante el que tendremos la oportunidad de realizar una parte del Kumano Kodo, una de las principales rutas de peregrinación de Japón, y una experiencia espiritual, que nos servirá para purificarnos y disfrutar de la naturaleza; visitaremos  Miyajima, ciudad que ha sido venerada desde tiempos remotos, y cuyo santuario Itsukushima, construido sobre el agua, constituye la imagen más recurrida del país; Kyōto, la antigua capital nipona, núcleo central de la cultura japonesa, y cuna de gran parte de lo más elaborado que produjo el país en las artes, la cultura o la religión; los majestuosos jardines de Kanazawa, considerados los más bellos de todo Japón. Contemplaremos, si las nubes lo permiten (que no siempre es así), el imponente Monte Fuji, lugar sagrado para los japoneses y símbolo nacional; y cómo no, descubriremos esa inmensa megalópolis que es Tokio, una de las ciudades más impactantes del mundo. Visitaremos sus más importantes barrios como el de Shibuya, con el célebre cruce, el más transitado del mundo; Ginza, sinónimo de lujo y elegancia o la isla artificial de Odaiba, que domina la bahía de Tokio. También podremos disfrutar de una gastronomía sumamente rica y variada, muy diferente a lo que estamos acostumbrados (el sushi o la tempura que tomamos aquí no es comparable a la que se elabora en Japón).

Día 1 – MADRID – DUBÁI – OSAKA

Presentación en el aeropuerto de Madrid tres horas antes de la salida. Trámites de embarque y salida a las 14.25 del VUELO EK142 de la compañía Emirates dirección DUBÁI.

Día 2 – OSAKA

Llegada a las 00.25 hrs. local. Enlace y salida del VUELO EK316 de Emirates con destino OSAKA, a las 03.05 hrs. Llegada a OSAKA a las 17.05 hrs. Después de los trámites de entrada, recepción y asistencia en el aeropuerto a cargo de los representantes de nuestro receptivo, nos trasladamos al hotel.

Llegamos a Japón, un archipiélago situado frente a la costa oriental del continente asiático y que forma un estrecho arco de 3.300 km de longitud, integrado por cuatro islas principales, Hokkaidō, Honshu, Shikoku y Kyushu y 6.848 islas menores. Honshu, que representa el 60% de la superficie total, será la que visitaremos. Esta isla es el centro histórico de la cultura japonesa y el poder político, con las antiguas capitales como Kyōto, Nara y Kamakura. El archipiélago, está situado sobre cuatro placas tectónicas, lo que la convierte en una de las zonas más inestables y complejas del planeta (anualmente se registran hasta 1.000 seísmos que se pueden percibir). Este mismo hecho, convierte a Japón en un escenario de espectaculares contrastes, con accidentes geográficos que son una fuente de inspiración constante. Actualmente el país cuenta con algo menos de 127 millones de habitantes, que se concentran sobre todo en los centros urbanos e industriales, siendo su ciudad más poblada Tokio, con más de 12 millones de habitantes. Su forma de gobierno es una democracia parlamentaria, con una monarquía constitucional. La institución imperial japonesa es una de las monarquías más antiguas del mundo. El país está dividido en cuarenta y siete prefecturas, cada una de ellas regentada por un gobernador. Cada prefectura se divide en ciudades, pueblos, y aldeas.

Después de descansar brevemente en nuestro hotel, nos trasladaremos a la Zona Dotonbori, arteria peatonal que concentra toda la magia luminosa de Osaka. La historia de Dotnbori se remonta a 1612 cuando un comerciante llamado Yasui Doton invirtió todo su capital personal en un ambicioso proyecto de desarrollo local. El plan de Doton era desviar y expandir el río Umezu hacia una nueva vía fluvial que uniría la red de canales locales con el río Kizugawa. Desafortunadamente, la aspiración de Doton fue interrumpida por la guerra y, él mismo, fue asesinado durante el asedio de Osaka en 1615. Ese mismo año, los primos de Doton completaron su trabajo y, en su memoria, el nuevo canal se llamó Dotonbori o Canal Doton. El nuevo canal trajo consigo una avalancha de comercio y, desde 1626, las compañías de teatro y las casas de juegos comenzaron a mudarse a la orilla sur del canal, comenzando a florecer como zona de entretenimiento. Al mismo tiempo, la orilla norte del canal comenzó a prosperar con restaurantes y casas de té que suministraban comida, bebida y diversión a los asistentes al teatro cuando salían de las funciones. Pasearemos de noche por este famoso distrito de diversión de la ciudad, donde un maremágnum de anuncios y luces y una cacofonía de sonidos anuncian los cines, bares y salas de pachinko (sistema de juegos muy similar al de los pinballs) así como otros entretenimientos más subidos de tono. Llegaremos hasta el “atleta Glinco”; el rótulo de esta empresa de galletas y caramelos, que corona el puente Ebisu-bashi desde 1919, es uno de los puntos de referencia de la ciudad, delante del cual nos sacaremos la foto de rigor. Alrededor del puente veremos desfilar tribus de adolescentes con las más estrafalarias vestimentas.

Dotonbori

Cena en restaurante local.

Alojamiento en el hotel Sheraton Miyako Osaka.

NOTA IMPORTANTE: esta noche debemos preparar una pequeña maleta o mochila para pasar las tres noches siguientes, ya que las maletas grandes (una por persona y máximo 20 kilos), irán directamente en autobús a Kyōto.

Día 3 – OSAKA – KŌYA-SAN

Desayuno buffet en el hotel.

Originalmente nombrada como Naniwa, Osaka es la tercera población en número de habitantes, después de Tokio y Yokohama. Se trata de la capital económica de Kansai, una región cuyo PIB supera al de Canadá o España. Fue capital de Japón desde 652 a 655, y posteriormente lo volvió a ser en 744, pasando al año siguiente a ser Kyōto. Situada en una amplia bahía que propició su utilización como puerto, se convirtió en un  importante centro comercial desde el siglo IV.  Fue adquiriendo protagonismo a partir de la construcción del castillo en 1586 por el emperador Hodeyoshi, hasta transformarse en centro de la producción agrícola nacional, lo que le valió el apodo de “granero de la nación”. Esto animó a muchos comerciantes a instalarse en la ciudad, donde se enriquecieron y fueron los mecenas de la literatura y las artes escénicas, que experimentaron un gran desarrollo. En el s. XIX, la ciudad se especializó en el textil, la industria eléctrica y las manufacturas convirtiéndose en una potencia industrial, donde tienen su sede algunas de las empresas más importantes de Japón (a pesar de que muchas de ellas se han trasladado a Tokio). Durante la II Guerra Mundial, fue objetivo principal de los americanos que la arrasaron por completo. La ciudad fue reconstruida según un plan moderno. Hoy día su paisaje urbano está siendo sustituido por una imaginativa y funcional arquitectura postmodernista; su extravagante vida nocturna con el esplendor de los destellos del neón y su buena cocina, son célebres.

Realizaremos una muy breve visita de la ciudad. Nos desplazaremos hasta el Castillo de Osaka-jo. En este caso sólo veremos el exterior del castillo (durante nuestro periplo tendremos tiempo de visitar el interior de otros castillos más interesantes). A pesar de ser más pequeño que el original, podremos hacernos una idea de lo grandioso del primitivo, el mayor de la época. Fue construido en 1586 como demostración de poder de Toyotomi Hideyoshi  cuando unificó el país. Cien mil hombres erigieron en tres años una fortaleza de granito que parecía inexpugnable y que paradójicamente fue destruida por el ejército de Tokugawa en 1615. Reconstruido nuevamente y después de varios avatares, se incendió en 1868. De este último período sobreviven algunos   edificios auxiliares, entre ellos la torre Tamon y la puerta Otemon. La reconstrucción actual data de 1931; en 1997 se realizó un completa restauración. Se encuentra rodeado de un bonito parque con ciruelos y cerezos. El edificio, visto desde el exterior, da una buena idea de las construcciones militares de la época feudal con su doble foso reforzado por densas murallas de granito.

Castillo de Osaka-jo

A continuación nos dirigiremos al Kita-ku (sector norte), donde se encuentra el distrito financiero, cuyo centro es Umeda, una zona conocida por su laberíntico centro comercial y por la arquitectura moderna de sus rascacielos, donde podremos ver el futurista Edificio Umeda Sky, un titán con dos torres gemelas de 40 plantas alzado en 1993, por el arquitecto Hiroshi Hara –responsable asimismo de la futurista estación de Kyōto–  que parece una versión del Arco del Triunfo parisino en la era espacial. Estas dos torres se unen, a 173 m de altura, mediante una terraza circular. Es curioso cómo ha cambiado Osaka, porque cuando se construyó, el Umeda Sky Building era el más alto de Japón. Unos años después ya era únicamente el 13º edificio más alto de Osaka. Y en 2020, con el gran número de edificios nuevos construidos en Osaka, se situaba en el puesto 20. Subiremos hasta la cima desde donde tendremos una vista impresionante de la ciudad. La subida no es apta para los que padecen de vértigo, ya que los últimos cinco pisos se alcanzan en un ascensor de cristal.

Almuerzo en restaurante local.

Nos desplazaremos en autobús hasta Kōya-san (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2004), donde se encuentra el mayor complejo monástico y la sede central de la escuela Shingon de budismo esotérico. Se alza en la cima de una meseta, en el norte de Wakayama-ken, cubierta de tupidos bosques y rodeada de ocho cimas. Descrita en ocasiones como el Shagri-la japonés, desde hace 12 siglos, la zona es a Japón lo que Santiago de  Compostela a Europa, esto es un centro de devoción que atrae a cerca de un millón de peregrinos cada año. Su historia se remonta al 816, cuando el monje Kūkai (tras su muerte conocido como Kōbō Daishi), fundó una comunidad religiosa en esta zona. Siendo un joven, este sacerdote viajó a China y a los dos años regresó para fundar la escuela. En 832 inauguró un primer monasterio, el Kongōbu-ji; a partir de ese momento, Kōya-san no dejó de crecer. En el s. XV, en pleno apogeo, acogía a más de 1.500 monasterios y 90.000 monjes. Atrincherados en sus alturas, estos bonzos también eran soldados que no dudaban en interrumpir sus oraciones para atacar a los monasterios rivales de Kyōto. Como respuesta Kōya-san sufrió muchos ataques e incendios. Para poner fin a estas batallas, los shogunes Tokugawa decidieron en el s. XVII, dejar sin recursos a los monasterios, confiscándoles sus posesiones. Desde ese momento comenzaron su lento declive. Hoy es un próspero centro de budismo japonés que conserva 117 templos y una alta población. También es la sede de la escuela Shingon, que  cuenta con diez millones de miembros y rige alrededor de cuatro mil templos de Japón. Esta localidad, envuelta en incienso y bruma, nos permitirá penetrar en el corazón de un Japón misterioso y esotérico.

Ya por la tarde, visitaremos el Kongōbu-ji, el santuario por excelencia de Kōya-san. En el conjunto, también encontraremos los edificios administrativos, una universidad religiosa y el  templo que visitaremos. Construido en 1593 por Toyotomi Hideyoshi, el edificio se ha   destruido y vuelto a erigir en repetidas ocasiones (la última en 1863). La sala principal, el Ohiroma, muestra hermosos fusuma (puertas correderas interiores) de Kano Motonobu, fundador de la escuela Kano en el s. XVI. La sala de los Sauces, decorada por uno de sus alumnos, está decorada con bellos fusuma de sauces; fue el escenario de seppuku (suicidio ritual japonés por destripamiento) del gran duque Toyotomi Hidetsugu en 1595. Al fondo, encontraremos el Banryu-tei, el mayor jardín seco de Japón, que evocan las montañas (algunos dicen que son dos dragones), que afloran de un mar de nubes. El jardín crea el efecto de una multitud de fieles petrificados que escuchan ávidamente el sermón de un monje.

Kongōbu-ji

A continuación visitamos el Danjo Garan, conjunto de templos, al que accederemos por un imponente pórtico de entrada de dos plantas, el Dai-mon, reconstruido en 1705 y flanqueado por dos divinidades protectoras. Visitaremos lo más notable del complejo, de lo que destacamos el Kompon Daitō, gran pagoda de color rojo y 50 m de altura que domina el centro del conjunto. La original fue construida por Kōbō Daishi en 816, pero la versión actual es de 1947. En su interior, se encuentra una gran estatua dorada de Dainichi Nyorai (el Buda cósmico) escoltada por cuatro budas y rodeada por pilares lacados pintados con imágenes de Basatsu. Se dice, que es el centro del mandala de la flor de loto, que forman las ocho montañas alrededor del Kōya-san. La kondō (“sala principal”), donde se celebran las grandes ceremonias religiosas.

Finalmente visitaremos Oku-no-in, un fascinante templo-cementerio, en el que bajo el follaje de seculares cedros japoneses de gigantescos troncos, se encuentran diseminadas cerca    de 200.000 tumbas, en las que nombres ilustres se codean con shogunes, samuráis, sumos sacerdotes y artistas, pero también con geste corriente. Tumbas modernas y ostentosas alternan con otras más antiguas, sobrias, íntimas y conmovedoras. Para la mayoría de los japoneses, depositar la urna de sus familiares bajo la protección de Kōbō Daishi, es un privilegio y la garantía de que algún día podrán renacer en el paraíso. Ante la avalancha de solicitudes, las concesiones, que tienen un número limitado, alcanzan en la actualidad precios desorbitados. Los seguidores de Shingon creen que Kōbō Daishi no ha muerto, sino que está meditando en su tumba en este cementerio a la espera de la llegada de Miroku (Maitreya, el futuro Buda). Por ello suelen hacerse ofrendas de  comida a diario, frente a su tumba, para la sustentarlo durante la meditación. Cuando regrese Maitreya (el futuro Buda), se cree que solo Kōbō Daishi podrá interpretar el mensaje divino que dará a la humanidad. Recorreremos  un sinuoso sendero empedrado delimitado por linternas de piedra recubiertas de musgo que atraviesa este sotobosque de aire melancólico, rodeado de cedros, estatuas, monumentos y miles de tumbas carcomidas por los líquenes. En la parte alta de una escalera de 30 peldaños se abre el Tōrō-do (vestíbulo de las Mil Linternas), el edificio principal del complejo, que alberga cientos de lámparas que brillan como un firmamento. Donadas por los fieles, hay dos de las ellas, de las que se dice que ardieron durante más de 9 siglos. Detrás, se encuentra la puerta cerrada de la cripta de Kōbō Daishi, que se supone que está en estado de meditación desde hace 1.200 años. El puente Mimyo-no-hashi, donde los fieles recogen agua del río y la vierten sobre las cercanas estatuas jizō como ofrenda a los muertos. También hay placas de madera  en recuerdo de los niños ahogados o abortados.

Oku-no-in

Cena “Shojin-Ryori” (comida vegetariana) y alojamiento en el Monasterio (Shukubo) Sanboin Kōya-san.

En el budismo no es correcto alimentarse de seres vivos, por lo que solo se toman comidas vegetarianas. El Shojin Ryori servido en Koyasan tiene su origen en China, y ha sido adaptado a Japón por los monjes a lo largo de los siglos. De acuerdo con las enseñanzas budistas, Shojin Ryori es completamente vegano y se basa en los conceptos de cinco sabores, cinco métodos de cocción y cinco colores. Una comida debe incluir un plato a la parrilla, un plato frito, un plato en vinagre, un plato de tofu y un plato de sopa. Bueno, esta es la teoría, ya veremos lo que nos sirven …

NOTA: esta noche estaremos alojados en un “Shukubo” monasterio tradicional japonés. Esto es una experiencia que añade encanto cuando se visita Kōya-san, pero debemos tener en cuenta que las habitaciones no tienen las comodidades de un hotel: las paredes de las habitaciones son de puertas correderas, y los baños son comunes, no privados; en lugar de cama se duerme sobre un futón colocado sobre el tatami, también a nivel del suelo.

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