Viaje a ISRAEL VI: Qumrán, Mar Muerto (baño), Masada | Los viajes de Vagamundos día a día.

Día 7 – JERUSALÉN: Qumrán – Mar Muerto (baño) – Masada

Desayuno buffet en el hotel.

Hoy pasaremos todo el día fuera de Jerusalén. A primera hora de la mañana partimos hacia QUMRÁN, un valle del desierto de Judea en las costas occidentales del Mar Muerto, en Cisjordania, a 19 km de Jericó. La importancia de este lugar viene dada por la presencia de las ruinas de Qumrán y de las cuevas descubiertas en 1947, que contenían un valioso tesoro  arqueológico y bíblico. Al parecer, ya en el siglo VIII a.C. existía aquí una pequeña fortificación levantada para proteger las rutas caravaneras del Mar Muerto. Durante varios siglos cayó en el olvido hasta que fue reutilizada por los esenios, una enigmática secta judía, alrededor del siglo II a.C., poco después de la “Revuelta de los macabeos”, una rebelión ocurrida entre los años 167 y 160 a.C. contra el imperio seléucida.

 Con el paso de los siglos, los esenios fueron cayendo en el olvido, hasta que a finales del siglo XIX y comienzos del XX se comenzó a hablar de ellos por parte de algunos estudiosos que vieron en ellos una comunidad que podía haber influido o dado origen a los movimientos de Juan el Bautista y Jesús. El interés por aquella enigmática secta creció de forma colosal cuando entre 1947 y 1956, se hallaron miles de fragmentos de manuscritos en pergamino y papiro en once cuevas del desértico paraje de Qumrán. La mayor parte de ellos están escritos en hebreo; muchos menos, fueron escritos en  arameo y unos pocos en griego. Los manuscritos se guardaban en forma de rollo y se habían depositado en el interior de tinajas para preservarlos.

Durante los siguientes años fueron aparecieron textos en distintas grutas de la región hasta sobrepasar de largo los 900 que se conocen actualmente. Estos documentos constituyen los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta la fecha. Se hallaron unas 200 copias fragmentadas de los libros de la Biblia hebrea e incluso un ejemplar completo del libro de Isaías; algunos apócrifos como los Testamentos de los doce Patriarcas o un Génesis Apócrifo. Pero no solo había textos religiosos, entre los manuscritos se encontraban normas y oraciones específicas de los esenios, como las Reglas de la Comunidad y de la Congregación; Documento de Damasco, Comentarios bíblicos, calendarios … Estos manuscritos son los que nos proporciona la mejor información sobre la historia de la secta.

Los miembros de la hermandad de Qumrán, eran un grupo religioso que estaba en desacuerdo con el judaísmo oficial del Templo. Llevaban una vida ermitaña en el desierto (todo parece indicar que consideraron el desierto como un símbolo de pureza), donde buscaban alejarse de la tendencia paganizante de Jerusalén y recuperar la fidelidad a la Alianza en la práctica escrupulosa de la Ley, en espera del Mesías y la victoria contra los impíos. Muy organizados para afrontar las dificultades que presentaba la vida en este severo medio, practicaban la pobreza personal, el celibato y la comunidad de bienes. Esta última característica, fundamental en tales comunidades, viene definida en el propio nombre en el que se referían a sí mismos, Yahad (en hebreo, “juntos” o «comunidad»), presente en la “Regla de la comunidad”, texto fundamental del movimiento. El tiempo lo distribuían entre el trabajo manual, la oración, el estudio y la meditación de los libros  sagrados, sin olvidar los baños rituales practicados dentro de de una liturgia elaborada. La arqueología ha venido a confirmar el papel esencial de la pureza en esta comunidad: de los dieciséis estanques descubiertos en Qumrán, sólo seis habrían servido para almacenar agua, mientras que los diez restantes sirvieron, probablemente, para la práctica de baños rituales.

El historiador judeorromano Flavio Josefo, nacido en Jerusalén en el año 37 d.C., en su obra Antigüedades Judaicas, los describe así: “Los esenios son ascetas, con reputación de la mayor santidad, judíos de nacimiento; esperan tiempos escatológicos, creen en la inmortalidad del alma y en los castigos y premios eternos; veneran el Templo de Jerusalén, pero no acuden a él y hacen sus ritos purificadores aparte. Son hombres excelentísimos, dedicados a la agricultura. Tienen sus bienes en común, es decir los frutos de los bienes de cada uno revierten por igual al bien de la comunidad, según ley estatutaria. Son más de cuatro mil. No se casan, aunque aprecian el matrimonio, ni tienen esclavos. Se sirven unos a otros. Eligen sus administradores y sacerdotes para la elaboración del pan y de otros alimentos. Visten siempre de blanco. Instruyen a niños en las buenas costumbres como si fueran sus propios hijos. Tienen el don de la hospitalidad con los suyos; cuando uno llega le tratan como a conocido, aunque no le hayan visto nunca. Su piedad es extraordinaria, siguen un orden doméstico y guardan el silencio. Estudian con entusiasmo los escritos antiguos, especialmente los que conciernen a sus almas y a sus cuerpos, y aprenden las virtudes medicinales de raíces y piedras. Pasan por un noviciado de virtud, trabajo que dura un año, y luego por otros dos más de prueba, antes de ser admitidos en el seno de la comunidad. Tienen leyes penales. Admiten la profecía, por la lectura de sus libros, y están muy versados en los Profetas.”

Visitamos el sitio arqueológico de Qumrán, que durante el período esenio abarcó una superficie de unos 3 km2. La población vivía en cuevas y tiendas alrededor de un edificio central del que dependían: un cuadrado con una maciza torre fortificada en el ángulo noroeste, un gran patio interior, varias salas, una que parece ser un comedor y una despensa, donde se han descubierto hasta 1.000 útiles de cocina como cuencos, platos, vasijas, vasos y otros utensilios. Otra sala, llamada scriptorium estaba destinada al estudio. Al parecer, aquí se debieron escribir los manuscritos. La habitación contenía una mesa de estuco de 5 m de longitud, un banco y dos tinteros, uno de bronce y otro de cerámica, todavía con restos de tinta seca. Prosiguiendo el recorrido marcado por la pasarela, podemos ver los restos del acueducto que traía el agua procedente del desfiladero hacia una cisterna central para distribuirla, a través de canales a todo el asentamiento. Otro de los elementos interesantes que encontramos en el yacimiento son los hornos para cocer la cerámica. Cerca de este edificio podemos ver también una piscina con escalones de acceso, bien divididos que sugieren su utilización para baños de carácter ritual o ceremonial. A 50 m del edificio principal se ha encontrado el cementerio de la comunidad con más de 1.200 tumbas, en su mayoría varones, pero también algunas mujeres e incluso niños. En la zona circundante se encuentran las cuevas; en 31 de ellas se hallaron señales de ocupación durante el período de vida del monasterio, pero sólo en 11 se encontraron manuscritos.

A continuación, nos dirigimos hacia la costa del MAR MUERTO (al-Baḥr al-Mayyit¡, en árabe; Yam Hamélaj, en hebreo). Situado en la parte más profunda de la gran depresión tectónica del río Jordán, entre Israel, Cisjordana y Jordania, ya aparecía mencionado tanto en la Biblia (en sus orillas se alzaban las ciudades de Sodoma, Gomorra, Admah, Zeboim y Zoa), como en el Corán. A lo largo de los tiempos ha sido denominado de varias formas, pero sería Pausanías, un viajero griego, quien lo bautizó como “Mar Muerto” en el siglo II d.C., al apreciar que la altísima salinidad del agua impedía el desarrollo de la vida.

El Mar Muerto es en realidad un lago endorreico (no evacua agua ni por desagüe superficial ni por infiltración, sino que evapora en su superficie toda el agua que colecta de su cuenca hidrográfica), a 411 metros bajo el nivel del mar (el punto más bajo del planeta). Recibe agua del río Jordán, de otras fuentes menores y de la escasa precipitación que se produce sobre el lago. Actualmente tiene unos 80 km de largo y un ancho máximo de unos 16 km, con una superficie aproximada de 810 km².

La gran cantidad de sal en el Mar Muerto, unos 340 gramos por litro –casi nueve veces mayor que la común del mar–, se debe a la combinación de varios factores, pero principalmente a que la cantidad de agua dulce que recibe es menor que la cantidad de agua que evapora. La evaporación en el Mar Muerto es muy alta puesto que está situado en una zona caliente en la que las lluvias son escasas. Los minerales que desembocan en él se quedan allí para siempre; aproximadamente, un 27% del agua del mar se compone de sustancias sólidas. El agua del Mar Muerto posee una densidad de 1.24 kg/litro, lo que hace que el cuerpo humano pueda flotar en el agua sin esfuerzo, porque la densidad de este último es menor que la densidad del agua salada del lago. Este grado de salinidad impide la presencia de todo tipo de vida animal o vegetal (excepto algunas variedades de microbios). Los peces que llegan de los ríos mueren en seguida. Por otra parte, tiene magníficas virtudes terapéuticas para diversas enfermedades, sobre todo las relativas a la piel.

Pero las dimensiones del Mar Muerto han variado a lo largo del tiempo, y sobre todo en los últimos años, en los que ha bajado sensiblemente el nivel. De hecho, los científicos estiman que el nivel del agua desciende a razón de casi un metro por año, una situación que podría provocar que, en menos de medio siglo, este lago salino desaparezca por completo. El problema comenzó en la década de los sesenta, a raíz de que Israel realizara una serie de canalizaciones en el río Jordán para abastecer de agua su país. Esta situación provocó que el 98 por ciento de su caudal no fuera a parar al Mar Muerto (de 1.300 millones de metros cúbicos de agua que recibía pasó a alcanzar 50 millones), dando lugar a que su principal fuente de abastecimiento natural dejara de nutrirlo de agua. Otro de las razones de esta situación extrema es la sobreexplotación de minerales. Las propiedades terapéuticas de los materiales que se encuentran en el lecho del lago son utilizados para elaborar cosméticos. Si a todo ello sumamos el clima extremo de la zona, no es de extrañar el riesgo de desaparición del lago. Después de varias denuncias de grupos medioambientales, los gobiernos han decidido tomar cartas en el asunto para evitar que el problema sea irreparable.

Llegada a nuestro hotel, con zona de baño exclusiva, donde dispondremos de tiempo para bañarnos en las salinas aguas del Mar Muerto, aprovechando los servicios del hotel para poder ducharnos y cambiarnos.

Algunos consejos para el baño en el Mar Muerto

Algo que debéis tener en cuenta si os bañáis, es que debido a la extrema salinidad del agua, es posible que descubráis algún pequeño corte que ni siquiera sabíais que teníais, ya que os escocerá bastante. También es aconsejable no afeitarse antes de entrar al agua, y evitar en la medida de lo posible que el agua nos llegue a los ojos, porque el escozor puede ser intenso. Debéis tener cuidado con el barro de la orilla, porque resbala bastante.

Aprovechad las mágicas aguas de este mar, relajaos y flotad sobre ellas. Primero tomad un baño de 15 minutos, y después acercaos a la orilla y coged barro para untaros el cuerpo. Esperad a que se seque y aclaraos con un nuevo baño de 10 minutos. Al salir del agua, daos una pequeña ducha y os sentiréis como nuevos.

Almuerzo en restaurante local.

Nuestro siguiente destino será MASADA, una gran roca anclada en los acantilados al oeste del Mar Muerto, en medio de un paisaje desolador. Sin duda el lugar más espectacular del país y el escenario de uno de los episodios más dramáticos de su historia. Se trata de una fortaleza natural rocosa, que está a 59 m de altura sobre el nivel del mar y a 450 m sobre el nivel del Mar Muerto. Su nombre deriva de la palabra hebrea metzuda (“plaza fuerte”). Ningún manantial abastecía de agua a la cumbre, pero las lluvias se captaban y almacenaban en grandes cisternas construidas al efecto. Las primeras evidencias de poblamiento en Masada se remontan al IV milenio a.C., y se trataría de poblaciones nómadas que se instalaron en las cuevas de sus acantilados. La cima no empezó a estar habitada hasta el 1000-700 a.C. Entre los años 160-143 a.C., se construyó una fortaleza por orden de Jonatás Macabeo, dirigente de los judíos en la guerra contra los seléucidas.

Años más tarde, cuando Herodes el Grande fue asediado en Jerusalén en el año 40 a.C. durante la guerra contra partos y asmoneos, huyó con su familia y se refugió en la fortaleza de Masada. Una vez que pudo controlar nuevamente Judea, Herodes llevó a cabo grandiosas obras, aprovechando sus excelentes condiciones geográficas y defensas naturales, rodeada por infranqueables acantilados, convirtiéndola en la mayor fortaleza del país. Los motivos fueron varios: por un lado la amenaza expansionista de Cleopatra VII de Egipto (apoyada por Marco Antonio); otra, el temor a un levantamiento de su propio pueblo, ya que la mayoría de los judíos detestaban a Herodes por su origen idumeo y por restablecer el dominio romano; también debía servir como lugar de descanso personal y para albergar visitas de dignatarios extranjeros que pudieran disfrutar con las impresionantes vistas del desierto de Judea, del oasis de Ein Guedi, del Mar Muerto y de las montañas de Moab. En el año 66 d.C., al comienzo de la primera guerra judeo-romana, los zelotes (el grupo principal que se sublevó contra los romanos), tomaron Masada por sorpresa matando a la guarnición romana que allí se encontraba. Se refugiaron en la fortaleza alrededor de 1.000 personas entre los que se encontraban ancianos, mujeres y niños, con abundantes reservas de comida y armas.

Pero en otoño del año 72, el gobernador romano Flavio Silva con la Legión X, puso sitio a la fortaleza. Los sitiados, ante la desesperada situación, decidieron matarse antes que rendirse y convertirse en esclavos del enemigo. Flavio Josefo, en su Guerra Judaica, describe así el dramático final: “Mientras abrazaban a sus mujeres e hijos por última vez, les daban besos de despedida a los niños, cada hombre mató a su familia. Tras quemar sus pertenencias se eligieron a diez hombres que se encargarían de matar al resto de la población. Posteriormente se decidió quien mataría los nueve restantes. Finalmente, este último se atravesó con la espada y cayó sin vida junto a su pueblo. Al día siguiente, el ejército romano al ver lo que allí había sucedido se quedaron impresionados por el espíritu y osadía de esos judíos que habían demostrado tal menosprecio a la muerte”. Solo se salvaron 2 mujeres y 5 niños que se habían escondido en una galería subterránea y fueron los que contaron lo sucedido a los romanos. “Masada no caerá otra vez”, es el juramento del ejército israelí moderno. La fortaleza quedó deshabitada durante siglos, hasta que se instalaron aquí monjes bizantinos en el siglo V y construyeron una pequeña iglesia. La conquista árabe supuso el fin de esta comunidad y el abandono definitivo de Masada a mediados del siglo VII. Desde entonces, el histórico sitio cayó en el olvido hasta 1838 cuando dos estadounidenses, el teólogo y explorador Edward Robinson y el misionero Eli Smith, identificaron correctamente Masada desde el oasis de Ein Guedi.

Ningún otro lugar de Israel evoca la vida en la Judea Romana del siglo I tan auténticamente como Masada. Subimos en teleférico a la cima del Parque Nacional de Masada (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2001), una fortaleza de aproximadamente 1 km de largo por 200 m de ancho. El palacio Norte, erigido en el año 25 a.C. representa uno de los logros más asombrosos de la arquitectura antigua. Los arquitectos de Herodes aprovecharon las características topográficas del extremo del espolón rocoso, para diseñar el edificio en tres niveles. Se accedía al palacio por la parte trasera, desde arriba, tras atravesar varios patios y un gran vestíbulo. Este último estaba flanqueado por lujosas habitaciones y desembocaba en la terraza superior, delimitada por una columnata semicircular. Junto a esta, una escalera cubierta permitía descender a la terraza intermedia, situada 18 m más abajo; en su superficie cuadrada, albergaba en el centro una sala de audiencias circular rodeada por una columnata y, tras ella una biblioteca y varios departamentos distribuidos en dos niveles. Una nueva escalera conducía a la terraza inferior, en el centro de la cual se ubicó una gran sala de audiencias delimitada por un pórtico de columnas corintias, y unas pequeñas termas. Este prodigioso conjunto, adaptado al terreno a la perfección, se asomaba desde las alturas sobre un magnífico paisaje de montañas desérticas. Las habitaciones, abiertas al norte, eran frescas y agradables en verano y todas ellas decoradas con mosaicos y frescos. Esta fastuosa residencia estaba destinada a albergar al rey y sus huéspedes de la más alta alcurnia, cuya seguridad quedaría garantizada gracias a su aislamiento y a su arduo acceso. Tras el palacio, se puede contemplar las lujosas termas construidas al estilo romano, con un gran patio rodeado de pilastras por tres lados y con pavimento de mosaico blanco, rojo y negro; un vestuario con frescos en paredes y techo, y el resto de las típicas salas que la componen: figidarium, calidarium y tepidarum. También en la parte norte se encuentran diversos almacenes en los que se han encontrado varias jarras que todavía contenían restos de provisiones.

Más lejos, repartidos sobre la cima del espolón, se representan otros edificios, entre los que destacamos la Sinagoga, en la parte oeste, sostenida por pilastras y conectada con las murallas. Fue construida durante el reinado de Herodes como establo, y modificada por los zelotes para servir como sinagoga. En el suelo se descubrieron fragmentos de pasajes bíblicos del Deuteronomio y el Libro de Ezequiel. Es la única sinagoga contemporánea del Segundo Templo, por lo que es también la más antigua del país. Cerca de la sinagoga se encuentra el palacio Occidental, el edificio más grande del sitio (3.700 m2), destinado para usos ceremoniales en tiempos de Herodes; fue reconvertido con finalidades prácticas por los zelotes. Bajo el pavimento hay un complejo sistema de cisternas para el agua. Otro monumento cercano es la iglesia Bizantina, un edificio bien conservado con una sala y tres estancias que fue el centro del monasterio bizantino de ermitaños del siglo V. En el lado oeste de la sala hay una antecámara con pavimento de mosaico blanco y en el lado este un ábside con un pocillo excavado en el pavimento, probablemente para conservar el relicario.

El perímetro del espolón estaba defendido por una muralla levantada con 27 torres, dispuestas cada 40 m, entre los que tenían cabida los almacenes de armas de la guarnición. Los sinuosos caminos que se deslizaban por las abruptas laderas para alcanzar la cima del altozano estaban protegidos por tres puertas fortificadas, que resultaban fáciles de defender. Al fondo, cerca ya del horizonte, se vislumbra el Mar Muerto.

Volvemos a Jerusalén.

Cena y alojamiento en Leonardo Plaza Hotel Jerusalem.

Día 8 – JERUSALÉN – Sheikh Hussein – Castillo Ajlun – Jerash – AMMÁN

Desayuno buffet en el hotel.

A primera hora, salida en dirección a TEL AVIV (“Colina de Primavera”), la segunda ciudad más poblada de Israel, con algo más de medio millón de habitantes (si contamos las poblaciones integradas en su territorio sería la mayor, con casi un millón y medio). Fue fundada en 1909 por 60 familias judías que adquirieron 12,8 Ha en una zona de dunas al norte de la antigua Jaffa, la dividieron en 60 parcelas y se la repartieron por sorteo. Eran en total 250 personas. Tomaron como modelo la “ciudad jardín” inglesa, con la intención de crear una ciudad espaciosa, con parques y abundantes espacios verdes. La población local creció mucho durante sus inicios, pasando de 2.000 habitantes en 1920 a 34.000 cinco años después. En 1936, con motivo de los motines árabes de Jaffa, se construyó un puerto en la ciudad  para evitar depender del puerto de la ciudad árabe, lo que supuso el despegue económico de Tel Aviv. Entre 1932 y 1940 llegaron a la ciudad oleadas de inmigrantes (hasta 170.000) la mayoría huidos de Alemania nazi. En 1939 la ciudad sumaba ya 160.000 habitantes. Los arquitectos judíos huidos de la Alemania nazi comenzaron a trabajar en el diseño de bloques de estilo Bauhaus, de líneas puras, que se convertirían en símbolo de la ciudad. Durante la II Guerra Mundial la ciudad ejercía de resistencia sionista frente a las políticas contra la inmigración de judíos de Gran Bretaña.

En 1947 aumentaron las tensiones entre judíos y árabes hasta el punto de que fuerzas clandestinas judías sitiaron Jaffa, y fueron expulsados la mayoría de los 70.000 residentes árabes. El 14 de mayo de 1948, en Tel Aviv, David Ben Gurión proclamó el nacimiento del Estado de Israel. Tel Aviv fue la capital provisional hasta 1950, en que se trasladó la capitalidad a Jerusalén. La ciudad se convirtió en el paradigma de la modernidad en Israel. En abril de 1949 Tel Aviv y Jaffa se unieron en un solo municipio. A partir de aquí, Tel Aviv se expandió en todas direcciones, con lo que varias ciudades vecinas pasaron a convertirse en barrios periféricos. Hoy es una metrópoli moderna que se extiende a lo largo de 8 km de costa y otros cuatro hacia el interior. Vibrante y cosmopolita, es una ciudad llena de actividad, tanto cultural como económica.

En esta, nuestra última tarde en Israel, disfrutaremos de una breve visita panorámica de la ciudad, durante la que tendremos oportunidad de conocer sus lugares más emblemáticos. Meir Dizengoff, el primer alcalde de Tel Aviv encargó al arquitecto británico Patrick Geddes diseñar el plano  urbanístico para el centro de la ciudad. Geddes hizo su trabajo con todo tipo de detalles, salvo el estilo que debían seguir los edificios. Aquí fue donde los judíos que huyeron de Alemania del horror nazi pudieron aplicar sus conocimientos adquiridos en la escuela Bauhaus a los nuevos planes urbanísticos de Tel Aviv. Así nace la Ciudad Blanca de Tel Aviv (declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2003), un conjunto de 4.000 edificios (el mayor número de este estilo entre todas las ciudades del mundo), adaptados al clima desértico y mediterráneo de Tel Aviv. Las casas están construidas de hormigón, cuentan con balcones redondeados que dan sombra a las ventanas y son de color blanco, para reflejar el sol.

Lo cierto es que los edificios más importantes de la Ciudad Blanca de Tel Aviv no son especialmente llamativos, sino que destacan por su arquitectura simple, con ausencia total de decoración. Podremos contemplar algunos de ellos en las zonas más famosas de la ciudad como la Plaza Dizengoff, uno de los principales puntos de encuentro de Tel Aviv, diseñada al más puro estilo de la escuela alemana. Está adornada en el centro por la moderna y discutida fuente de Fuego y Agua. En el corazón del centro financiero se encuentra el Rothschild Boulevard, una de las calles más importantes de la ciudad histórica, con una larga y arbolada avenida a la que se asoman numerosas residencia particulares, unas al estilo Bauhaus, y otras al estilo Le Corbusier. También pasaremos por el Salón de Independencia, donde vivió Meir Dizengoff, uno de los fundadores de la ciudad y su primer alcalde. Desde aquí, el 14 de mayo de 1948 David Ben Gurión declaró la creación del Estado de Israel.

A la hora indicada nos trasladamos al aeropuerto Ben Gurion para tomar el vuelo que nos llevará de vuelta a Madrid. Trámites de aduana, facturación y embarque en el vuelo IB3317 de la compañía IBERIA, salida prevista a las 18.25 hrs.

Llegada al aeropuerto de MADRID a las 22.50 hrs. Recogida de equipajes.

FIN DE NUESTRA AVENTURA

Nota: las descripciones que se realizan en el “libro de viaje” son a título orientativo, y pueden no coincidir exactamente con el desarrollo de la visita.

BIBLIOGRAFÍA utilizada

  • Jerusalén, Israel, Territorios Palestinos y Jordania  (varios autores) DK guías visuales  2020.
  • Jerusalén, Tierra Santa y Jordania (varios autores) El País Aguilar, 2012.
  • Tierra Santa (Jerome Murphy-O’Connor) Mensajero, 2016.
  • Tierra Santa (Florentino Díaz Fernández) Verbo Divino, 1993.
  • Guía Total Tierra Santa (varios autores) Anaya Touring, 2019.
  • Israel (Jesús García Marín y otros) Ediciones Gaesa, 2019.
  • Israel y los Territorios Palestinos (Daniel Robinson y otros) Lonely Planets, 2018.
  • Los judíos. Historia del pensamiento (Jesús Mosterín) Alianza Editorial, 2006.

Lecturas recomendadas

  • Jerusalén, ida y vuelta (Saul Bellow) Plaza & Janés, 1984.
  • La Biblia y sus secretos (Juan Arias) Aguilar, 2004.
  • Historia de la Biblia (Karen Armstrong) Debate, 2015.
  • La Biblia desenterrada (Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman), 2003.
  • Viaje a Jerusalén (Pierre Loti) La Línea del Horizonte Ediciones, 2021.
  • La historia de los judíos (Paul Johnson) Editorial Javier Vergara, 2005.
  • Una historia de amor y oscuridad (Amos Oz) SIRUELA, 2017.

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