Día 6: ARMENIA – Guatapé – MEDELLÍN (vuelo)
Desayuno pic-nic.
Por la mañana, traslado al aeropuerto de Armenia para tomar el vuelo que nos llevará hasta Medellín. Salida del vuelo AV8566 de la compañía AVIANCA a las 08.58 hrs con hora prevista de llegada a Medellín a las 09.48 hrs.
Nos encontramos en el departamento de Antioquía, ubicado en el noroccidente colombiano, dentro de las regiones Andina y Caribe, limitando al norte con el mar Caribe, Córdoba y Bolívar, al este con Santander y Boyacá, al sur con Caldas y Risaralda, y al oeste con Chocó. Antioquía se presenta como una extensión de verdes zonas cubiertas por bananeros y árboles frutales, con plantaciones de café y bosquecillos de bambú gigantes bañados por un gran número de cursos de agua. En sus montañas se encuentran yacimientos de oro y bauxita, y amplias áreas dedicadas a la ganadería extensiva. La región, una de las más dinámicas de Colombia, se encuentra habitada por casi 7 millones de habitantes.
A la llegada nos trasladamos a GUATAPÉ, pueblo fundado en 1811, y que se halla a a 79 km de Medellín. Ubicado a 2.000 m de altitud, es sin duda el pueblo más hermoso entre las montañas de Antioquia, y donde se respira una agradable atmósfera rural. Antes de llegar los conquistadores españoles, este territorio estaba habitado por etnias aborígenes, algunas comandadas por un recordado cacique de nombre Guatapé. En su honor, el poblado fue bautizado así.
Almuerzo en restaurante local.
La construcción en la década de 1970 de una presa, creó un lago artificial que inundó el pueblo El Peñol, que fue posteriormente reubicado. Guatapé es uno de los principales centros de producción hidroeléctrica del país; precisamente por ello, fue blanco de grupos armados ilegales a comienzos de los años 90. Comenzaremos explorando la réplica del antiguo Peñol, también conocida como Pueblo Viejo. Esta réplica fue construida como una atracción turística para preservar la memoria y la historia de la antigua ciudad, que quedó sumergida bajo las aguas de la Presa de Guatapé. Con sus casas de estilo colonial, calles empedradas y una iglesia, recrea su antigua apariencia y atmósfera. Podremos pasear por las calles empedradas, explorar las casas y la iglesia, aprender sobre la historia y la cultura de la región y comprar algún recuerdo en las tiendas de artesanías.
Luego nos dirigiremos a la Piedra del Peñol, un enorme monolito de granito y cuarzo que se eleva a una altura de 220 metros a orillas del lago artificial. Aunque muchos creen que por su tamaño y su color negro es un meteorito, la realidad es que se trata es un cuerpo de roca que emergió del interior de la Tierra debido a la erosión. Los que tengan suficiente energía podrán ascender por una escalera de 650 escalones tallados en un lateral de la roca, hasta llegar a la cima, desde donde se disfruta de una impresionante vista de la presa de Guatapé y el paisaje montañoso antioqueño.
A continuación realizaremos un paseo en barco por el embalse, de aproximadamente 30 minutos. Normalmente el circuito pasará por La Cruz, (un monumento al pueblo inundado del antiguo Peñol que muchos creen es la cruz de la antigua iglesia) y la isla de las Fantasías.
Posteriormente tendremos tiempo para pasear del pintoresco pueblo de Guatapé, de apenas 6.000 habitantes, y que se extiende a orillas del lago. Lo más destacado de la ciudad son sus zócalos, bajorrelieves alegóricos pintados en la parte baja de los muros de todas las viviendas, una tradición exportada por los españoles y adaptada a la manera de hacer local. Fabricados a base de hormigón, tienen la función de proteger las paredes de la humedad y del desgaste. Suelen representar figuras satíricas o inocentes, oficios antiguos o motivos geométricos y se han convertido en parte integrante de la identidad de Guatapé. Sus casas lucen colores intensos y puros: rojo pasión, naranja vivo, amarillo pollito, azul cielo, verde pradera, etc. toda una gama cromática que llena de alegría sus calles. El corazón de Guatapé es su plaza principal que se encuentra protegida por la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, con su fachada blanca y roja, construida en el siglo XIX en estilo neoclásico. Es interesarte fijarse en el reloj mural, en la grafía de la cifra 4, representada como IIII, una manera antigua de escribir el IV, que se encuentra en muchas de las iglesias de Colombia. Su interior, de tres naves, se caracteriza por sus finas columnas en imitación de madera y su techo del mismo material contorneado por un enchapado en oro. La plazoleta de los Zócalos, una curiosa placita de dos alturas, rodeada de pequeños edificios increíblemente decorados. La calle más representativa del pueblo es la calle del Recuerdo, tanto por la riqueza de sus zócalos, como por su explosión de colores. Esta callecita adoquinada se rehízo por completo al estilo colonial a principios de la década de 1980. Se encuentra bordeada de pequeñas casitas bajas con tejado de tejas, pintadas de colores y ocupadas por tiendas y algunos talleres de artistas.
Finalizada la excursión, volvemos a Medellín.
Alojamiento en Hotel Poblado Plaza.
Día 7: MEDELLÍN: visita de la ciudad, Graffitour y la comuna 13
Desayuno buffet en el hotel.
Capital de Antioquía y segunda ciudad más poblada del país después de Bogotá, MEDELLÍN se ubica a 1.500 metros de altitud, en la parte más ancha de la región natural conocida como Valle de Aburrá, en la cordillera central de los Andes. Se extiende a lo largo de ambas orillas del río Medellín, que la atraviesa de sur a norte y es conocida como “la ciudad de la eterna primavera”, debido a su agradable clima y a las temperaturas moderadas.
El valle de Aburrá fue poblado sucesivamente por los yamesíes, los niquías, los nutabes y los aburraes. Los españoles llegaron en la década de 1540, pero la fundación de Medellín no llegó hasta 1616. Se cree que muchos de los primeros colonizadores eran judíos españoles que huían de la Inquisición, y a su llegada dividieron la tierra en pequeñas haciendas que cultivaron ellos mismos, algo completamente diferente a las plantaciones con esclavos del resto del país. En 1826 Medellín se convirtió en capital de Antioquía. A finales del siglo XIX la ciudad comenzó a crecer rápidamente gracias a la llegada del ferrocarril, al boom de la producción de café y al desarrollo de la industria textil. Pero fue en la década de 1980, bajo el violento yugo de Pablo Escobar, cuando Medellín alcanzó verdadera relevancia convirtiéndose en la capital mundial del tráfico de cocaína, y ocupando las portadas de los periódicos y telediarios del mundo entero. Los conflictos con armas de fuego y las tasas de homicidios en la ciudad se dispararon situándola entre las más violentas del mundo. El principio del fin de la violencia llegó con la muerte de Escobar en 1993. A partir de aquí, el Ayuntamiento de Medellín inició un ambicioso programa para sacar del aislamiento a los barrios encaramados en las colinas de la ciudad, hasta entonces dominados por los narcos. Se crearon servicios sociales, escuelas y centros culturales. A día de hoy, la ciudad se ha convertido en una metrópolis próspera y en un floreciente centro de excelencia universitaria y médica, con numerosos y pioneros hospitales. En las últimas décadas, Medellín se ha llenado de torres de ladrillo cuyas esbeltas siluetas destacan sobre las verdosas faldas de las cordilleras.
El municipio se divide en 16 comunas y sus actividades económicas es muy diversa: servicios, industria, agricultura y minería. Sobresale especialmente la industria textil de la moda. Su población actual está en torno a los 2,6 millones de personas (algo más de 4 millones si tenemos en cuenta el área metropolitana). Medellín es una ciudad cautivadora, no solo por su clima agradable, también por la calidez y amabilidad de su gente, su deliciosa comida y ese encanto paisa que enamora al visitante.
Hoy dedicaremos el día a la visita de Medellín, prestando especial atención a los lugares más representativos de la transformación social que ha tenido lugar en la ciudad. El recorrido muestra la historia de una ciudad que se ha ido trasformando desde la década de 1980, cuando fue una de las más peligrosas del mundo, hasta hoy, con muchos de los proyectos que favorecieron el cambio de la ciudad, que han convertido Medellín en una de las metrópolis más innovadoras del mundo.
Comenzaremos por el Parque de San Antonio, donde podremos conocer el pasado de la ciudad y sumergirnos en su historia. Aquí se encuentra la Puerta de San Antonio, obra del artista colombiano Ronny Vayda. Esta gran explanada acoge cuatro esculturas de Fernando Botero, una de las cuales, el “Pájaro de Paz”, fue destruida parcialmente a causa de un atentado. Botero realizó una copia idéntica y la instaló junto a los restos mutilados del original, enviando así un mensaje de esperanza y resistencia frente a la adversidad.
El tour continua por el pasaje Junín Maracaibo, una vía peatonal, de las más populares de la ciudad, famosa por sus puestos de flores. No muy lejos se encuentra la Catedral Basílica Metropolitana, un majestuoso edificio neorrománico, concebido por Charles Émile Carré, y construido entre 1875 y 1920. Es la iglesia de ladrillo más grande del mundo (se emplearon más de 1,2 millones de ladrillos). Cuenta con planta en cruz latina, consta de tres naves longitudinales, a su vez atravesadas por el transepto. Sus dos torres tienen 53,20 m metros de altura hasta la cruz. No hay que perderse las espectaculares vidrieras de los años 20, el baldaquino del altar, el púlpito y las pilas de agua bendita de mármol, todo ello diseñado por el del arquitecto italiano Giovanni Buscaglione. También es interesante el Cristo del Perdón, una hermosa obra del pintor de Antioquía, Francisco Antonio Cano, así como el órgano de caoba, el más grande de Sudamérica, con casi 3.500 tubos.
El recorrido continuará por otros emblemáticos puntos de la ciudad, como el Parque Berrío, punto de encuentro de varias generaciones de antioqueños. Entre 1784 y 1892 aquí estuvo ubicado el mercado público. En el centro se erige una estatua de Pedro Justo Berrío, importante político del siglo XIX. También se puede contemplar el famoso mural de Pedro Nel Gómez, que decora la fachada del metro. Al otro lado de la plaza se encuentra el Torso femenino de Fernando Botero, apodado “la gorda”. En la parte oriental del Parque se alza la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Candelaria, una vasta nave, construida inicialmente en 1649 y reemplazada en 1767 por esta construcción colonial, de estilo neoclásico, planta rectangular, con tres naves y crucero. Su fachada es completamente blanca y simple, con grandes pilares cuadrados. La cúpula es de 1860. De su interior destacamos el techo de casetones, la estatua Señor Caído a la izquierda, y el espectacular retablo principal. Fue catedral de la Archidiócesis de Medellín entre 1868 y 1931, cuando este título pasó a la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción.
La siguiente parada será en la Plaza Botero, magnífico museo de esculturas al aire libre ubicada en el centro de la ciudad. La plaza presenta 23 esculturas monumentales que Fernando Botero donó a su ciudad natal. Están representados muchos de los temas habituales del escultor: su humor (Cabeza, Hombre vestido …), su fascinación por las mujeres entradas en carnes (Mujer con fruta, Pensamiento … ) o por los animales con miembros sobredimensionados (Caballo, Gato …). Estas esculturas de figuras voluptuosas son parte integral de la identidad artística de Medellín. En los lados este y oeste de la plaza se miran de frente dos de los monumentos más hermosos del centro, el Museo de Antioquía, con su bonita fachada Art Déco, y el Palacio de la Cultura Rafael Uribe, un peculiar conjunto neogótico en damero blanco y negro, antigua sede del gobierno de la región reconvertido hoy en centro cultural.
Posteriormente, pasaremos por lugares como el Palacio Nacional, majestuosa construcción de 1925, actualmente transformado en un centro comercial con cientos de tiendas, restaurantes y bares; el Parque de Las Luces, una alegórica plaza que surge de un suelo plano de hormigón que simboliza “la tierra” mientras que unas 300 columnas, también de hormigón y con aspecto de agujas, simbolizan “los arboles”. Bambúes, bancos y fuentes completan este original lugar iluminado por juegos de luces cuando cae la noche. El Centro Administrativo La Alpujarra, formado por dos edificios idénticos que albergan la Gobernación de Antioquía y la Alcaldía de Medellín. Aquí se puede admirar el Monumento a la Raza Antioqueña, un homenaje al pueblo de Antioquía de 38 m de altura, creado por el escultor Rodrigo Arenas Betancourt (1919-1995). Se trata de una estructura de hormigón con forma de luna de la que cuelgan múltiples esculturas de bronce que simbolizan la cultura de Antioquia. Una urna que contiene los restos de Arenas se colocó en 2016.
Almuerzo en restaurante local.
Continuando con el recorrido, tendremos oportunidad de conocer el metro de Medellín y subir al Metrocable de Santo Domingo. La Línea K fue el primer proyecto de este tipo en Medellín, brindando un transporte accesible y seguro a comunidades con difícil acceso. Su construcción marcó un hito en la historia de la ciudad y sentó las bases para la implementación de sistemas de transporte por cable en otras áreas.
Posteriormente, utilizando la línea A del metro, llegaremos hasta San Antonio, donde tomaremos la línea B y bajaremos en San Javier para iniciar una experiencia única en la Comuna 13. En las décadas de 1980 y 1990, esta comunidad se vio afectada por el auge del narcotráfico y la presencia de grupos armados ilegales, lo que generó un clima de miedo y desconfianza. Sin embargo, a finales de los años 90 y principios de los 2000, la Comuna 13 inició un proceso de transformación. El gobierno local implementó diversas iniciativas para mejorar la calidad de vida de los residentes y promover la inclusión social, incluyendo proyectos de intervención social y urbana. Estos esfuerzos buscaban no solo mejorar la infraestructura, sino también fomentar un sentido de pertenencia y resiliencia en la comunidad. Ahora, la comuna 13 es famosa por su concentración de arte callejero: graffitis, hip hop, breakdanse. Nuevas infraestructuras incluyendo un metro cable y seis escaleras mecánicas para conectar los distintos puntos del barrio, volvieron la vida más fácil para los habitantes de la comuna.
Para entender lo que representa la comuna 13, cabe conocer el contexto de su violenta historia. La comuna 13 fue habitada al principio por campesinos desplazados por la guerra que había en las zonas rurales de Colombia. Ubicada en las colinas al occidente de Medellín, esa zona se volvió el lugar perfecto para el tráfico de drogas durante los años 80 por su difícil acceso y sus múltiples callejones. De esa comuna, narcos como Pablo Escobar, reclutaban sus sicarios para quienes la carrera criminal era la única forma de poder subir el escalón social. “La cuna de Pablo Escobar” quien había declarado la guerra al Estado se volvió el epicentro de una guerra entre paramilitares, ejército y Pablo Escobar. Un clima de violencia en medio de la pobreza reinaba en ese entonces hasta la muerte del líder narco en 1993. Posteriormente, la estructura de Escobar quedó huérfana y la comuna 13 queda a manos de paramilitares como las FARC que sembraron el terror con varios atentados. Otras bandas seguían combatiendo contra las FARC para el control de la zona. En 2002, el estado colombiano decide retomar el control sobre la comuna 13 a través de varias intervenciones militares muy violentas que afectó tanto a los paramilitares como a la población con muchos muertos y desaparecidos.
En la actualidad, la comuna 13, mucho más tranquila, se ha convertido en un punto turístico gracias al apoyo del estado y sobre todo gracias al esfuerzo de la comunidad. Se extiende por una ladera sobre la estación de metro de San Javier. Lo más interesante se centra en los alrededores de los seis tramos de escaleras “eléctricas”, todos ellos repletos de murales y grafitis, y en lo alto hay un mirador y una pasarela con vistas de la bulliciosa ciudad. La comuna 13 es arte en su máxima expresión. Las nuevas generaciones han substituido las armas por aerosoles. Cada graffiti tiene su historia; gran parte de las expresiones artísticas se inspiran en el pasado de la comuna y hablan de paz y esperanza. Se trata de la galería de arte más grande de Colombia.
La comuna 13 también se destaca por sus danzas, músicas y su gastronomía. En las calles hay varios shows de hip hop, también encontrarás restaurantes, bares y miradores con una vista increíble sobre la ciudad. Hoy en día, la comuna es todo un orgullo y ejemplo de superación social. Es el símbolo del renacer de Medellín después de su pasado violento.
Alojamiento en Hotel Poblado Plaza.