Livingstone es una ciudad de Zambia, y antigua capital de Rodesia del Norte. Las Cataratas Victoria, ya en Zimbabwe, se encuentran a 10 kilómetros.
Entre los ríos Limpopo y Zambeze se extiende una altiplanicie llamada ZIMBABWUE, que Ridder Haggard nos hizo creer que era donde se encontraban las minas del rey Salomón en su famosa novela. Entre escarpadas montañas y valles escondidos, las pinturas rupestres de sus primeros moradores recuerdan que este es un país antiguo, lleno de contrastes culturales. Bosques profundos se alternan con llanuras fértiles, hoy convertidas en tierras de cultivo, páramos desolados y exuberantes cataratas que se combinan con modernas ciudades y ríos de enorme caudal y un subsuelo rico en oro, platino, carbón y cobre. Pero su patrimonio más importante son los casi 50.000 kilómetros cuadrados de parques nacionales. Situado en el cono sur del continente africano, Zimbabwe utiliza sus accidentes geográficos para mantenerse aislado de sus vecinos: al norte, el río Zambeze hace de frontera natural con Zambia, mientras su otro gran río, el Limpopo, marca, al sur, el límite con Sudáfrica. El desierto del Kalahari, en el este, lo separa de Botswana y la cordillera Oriental, en el oeste, de Mozambique. Su población actual ronda los 16 millones de habitantes.
La mayoría de su población es negra (98,8%), de los que se distinguen los shonas (80%) y los ndebele (10%). Gran parte de la minoría blanca abandonó el país a principios del siglo XXI ante la campaña iniciada por el gobierno para desposeerla de sus propiedades. La pésima situación económica del país, también ha provocado una fuerte emigración a países como Sudáfrica y Reino Unido.
Viajaremos a Sudáfrica del 07 al 20 de octubre de 2019.
Los pobladores originales fueron los Khoisan que alcanzaron un sorprendente grado de sofisticación en la construcción de utensilios. Fueron expulsados de la zona por los shona, quienes sentaron los cimientos de lo que sería el Gran Zimbabwe, la misteriosa ciudad estado que alcanzó su máximo esplendor entre los siglos XI y XV. Ya en el siglo VIII había establecido relaciones comerciales con países tan lejanos como Arabia, India y China. Mientras Europa languidecía en la edad de las tinieblas (la alta Edad Media) el Gran Zimbabwe se había convertido en la capital de un gran imperio económico. No sólo explotaba sus minas de hierro, sino que además poseía un ejército propio, un sistema tributario y un gremio de expertos comerciantes que trataban con oro, cobre, hierro, marfil, algodón y ganado. En el siglo XV el Gran Zimbabwe, que había llegado a controlar desde Botswana a la costa de Mozambique, y desde el río Limpopo al Zambeze, se vino abajo inexplicablemente. La razón del declive sigue siendo un enigma. Sin embargo, la leyenda persistió y, durante todo el siglo XVI, atrajo no sólo a los navegantes portugueses que venían en busca de sus inmensas riquezas, sino también a aventureros y arqueólogos de todo el mundo que ansiaban conocer las misteriosas ruinas de sus ciudadelas y fuertes.
El monarca del imperio concedió a los portugueses la explotación de los recursos de la zona. A finales del siglo XIX, los británicos, colonizaron la región con objeto de explotar sus minas. Rhodesia del Sur, como se llamó al país tras la formación de un consejo legislativo formado por blancos en 1899, nunca tuvo un gobierno colonial propiamente dicho, sino que fue controlado por la Compañía Británica de Sudáfrica hasta que en 1923, el electorado blanco votó en contra de la incorporación a la Unión Sudafricana, escogiendo el status de colonia con autogobierno. En 1962 el voto blanco llevó al poder al Frente Rhodesiano bajo el mandato de Ian Smith, que declaró unilateralmente la independencia en 1965 y cinco años más tarde rompió todos los lazos con Gran Bretaña. Los grupos nacionalistas empezaron sus actividades guerrilleras contra el poder blanco en 1966. En 1979 se acordó una tregua y tras un año, la mayoría negra votó, siendo elegido primer ministro el obispo Abel Muzorewa. En 1980 el país consiguió su independencia y pasó a denominarse República de Zimbabwe. En 1987 Robert Mugabe fue nombrado primer presidente ejecutivo del país. Promovió una reforma agraria, en la que expropió tierras a los blancos (que representaban el 1% de la población pero poseían el 70% del suelo), pero la forma en que se adjudicaron fue muy cuestionada. Mugabe se mantuvo en el poder hasta 2017 en unas polémicas elecciones en las que siempre hubo dudas en el recuento de votos. El 14 de noviembre de 2017 se produjo un golpe de estado por las fuerzas armadas. Actualmente el presidente es Emmerson Mnangagwa, que formó parte del sector que ha protagonizado el golpe.
Destaca también el mbarcadero del río Zambeze, que con casi 2.600 kilómetros, es el cuarto en longitud del continente africano (tras el Nilo, el Congo y el Níger), y el más largo que desemboca en el océano índico. Nace en Zambia, en la frontera con la República Democrática del Congo y Angola, y tras cruzar Angola, Zambia, Namibia, Zimbabwe, Botswana y Mozambique, desemboca en el índico formando un enorme delta. La desembocadura del río Zambeze fue descubierta en 1498 por el navegante portugués Vasco da Gama, y el primer europeo que exploró el curso superior del río fue el aventurero escocés David Livingstone, en 1853. Dos años después descendió por el río hasta su desembocadura y en el curso de esa expedición descubrió las cataratas Victoria.
Los atardeceres del áfrica Austral son espectaculares. La mejor forma de comprobarlo es en un paseo paseo en barco por el rio. Los tonos naranjas y rojizos tiñen las aguas del Zambeze mientras las aves surcan cielos de ensueño, con bandadas de pájaros que recortan la línea de flotación a medida que el sol se pone detrás del horizonte africano. En este crucero se puede observar toda la belleza que rodea este tranquilo crucero río arriba desde las Cataratas Victoria. Se puede contemplar, con un poco de suerte, los mayores cocodrilos del continente, hieráticos monstruos antediluvianos que se acomodan en los arenales ribereños fingiendo dormir, o cómo los hipopótamos se desperezan, y los elefantes se bañan en la orilla en lo que constituye un espléndido espectáculo. Además de búfalos, impalas o antílopes de agua. Se trata de una relajante, tranquila y conmovedora travesía por el Zambeze y una vivencia que quedará grabada a fuego en la memoria del que tenga la suerte de vivirlo, en la que, además de disfrutar de aperitivos y refrigerios, se respira la magia del entorno, de la exuberancia del paisaje y el espectáculo de ver animales salvajes en su entorno natural. Es como navegar por el paraíso, y donde los aficionados a la fotografía tienen la oportunidad de sacar memorables fotografías mientras llega el ocaso, con el sol naranja hundiéndose por el horizonte color caramelo del aguan en calma. David Livingstone, el primer descubridor, llamó el cauce de este río «la autopista de Dios» al observar la belleza de sus aguas calmas y navegables, que sin embargo cambian drásticamente en otros tramos, volviéndose rápidas y violentas.