Chichen Itzá, en el norte de la península de Yucatán, en un municipio mexicano de Tinum, constituye el legado conjunto de dos desarrolladas civilizaciones precolombinas: la maya y la tolteca. Se trataba ya de un importante centro ceremonial maya en el conocido como periodo clásico, que se suele establecer entre los siglos V y X. Al esplendor de esta época pertenecen algunos de los edificios que hoy día se conservan, como el templo de los Tres Dinteles o el recinto de las Monjas, aunque las construcciones más emblemáticas son de una época posterior. Ya en el siglo X fue cuando los toltecas ocuparon Chichen Itzá y se inició una segunda época de prosperidad que duró dos siglos, tras la que comenzó la desintegración y posterior desaparición de la civilización maya.
Cuando los primeros conquistadores españoles arrivaron al Yucatán, en 1527, lo que había sido una deslumbrante cultura se había convertido en unas cuantas ciudades diseminadas y sin relación entre sí, dominadas por empobrecidas familias nobles. Fue el salmantino Francisco de Montejo el primer español que quedó impresionado por el complejo arquitectónico descubierto en mitad de la selva, un sitio sagrado al que todavía acudían peregrinos mayas y al que llamaban En la boca del pozo —chichén— de los brujos de agua —Itzá—, en alusión al cenote situado al norte de la pirámide y que era considerado un enclave sagrado, además de una fuente de agua dulce esencial para aquella ciudad de templos y sabios astrónomos.
La pirámide de Kukulkán se eleva con una extraordinaria precisión geométrica en medio de una explanada que hace mil años fue el centro político, religioso y cultural del imperio maya.
El recinto arqueológico ocupa 15 kilómetros cuadrados, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1998 y constituye uno de los testimonios mejor conservados de la civilización Maya. El estudio de los grabados y la disposición de los edificios ha revelado que los mayas eran perfectamente conocedores del ciclo de Venus de 584 días y el hecho de que cada 8 años volviera a la misma posición en el cielo, lo que se reflejaba a su vez en el calendario maya. El edificio que los españoles llamaron el Caracol era un observatorio astronómico. Se le atribuye una función astronómica puesto que las aberturas de sus muros estaban orientadas hacia Venus y otros astros. Las observaciones que se realizaban eran muy intuitivas y se llevaban a cabo sin ningún tipo de aparato.
El emplazamiento de la ciudad, rodeada de selva y a más de 100 kilómetros de la costa, sumerge al visitante en una especie de sueño que lo conduce entre monumentos extraordinarios: la cancha del Juego de Pelota, la calzada que lleva al Cenote Sagrado, las esculturas del dios Chaac, los relieves de la Casa de las Monjas o las cabezas de la Serpiente Emplumada (Quetzalcóatl o Kukulcán).
El resumen más completo en Chichén Itzá sobre las culturas maya y tolteca se encuentra en tres grandes edificaciones: la pirámide escalonada llamada El Castillo, principal construcción del conjunto; El Caracol y, por último, el Templo de los Guerreros, junto al que se encuentra el bosque de las Mil Columnas.
El Castillo o Pirámide de Kukulcán es la construcción más conocida e impresionante del complejo arqueológico. Está dedicada al dios Kukulcán, divinidad de la mitología maya que participó en la creación de la Tierra y cuyo nombre significa serpiente emplumada. En otras lugares de los templos de Chichén Itzá también se hallan representaciones de algunas partes del cuerpo de una serpiente. Su forma geométrica es de planta cuadrada, con 55 metros en cada uno de los lados, y sus nueve cuerpos escalonados alcanzan una altura total de más de veinte metros. En la parte superior se halla un templo de planta rectangular, al cual se accede por cualquiera de los lados de la pirámide: cada uno de ellos tiene una escalinata de 91 escalones, por lo que, en total, sumando un último escalón que llega hasta el templo, hay un total de 365 escalones en El Castillo, uno por cada día del año.
En cuanto al Templo de los Guerreros, se trata de una pirámide escalonada de cuatro cuerpos que está conectada con el llamado bosque o templo de las Mil Columnas, una plaza que servía de conexión entre los edificios del complejo. En la última plataforma está situado el templo superior, que a su vez se encuentra dividido en dos salas. Fue construido en el año 1200 d.C, perteneciente al periodo postclásico.